Segadores Saga Primera - 07
Durante varias horas de la noche, Jessenia y el Segador se alejaron del reino de Fior. ¿Cuántos kilómetros habían avanzado en ese tiempo? Ninguno de los dos lo sabía. Finalmente, tras un largo tiempo de caminata, la humana se detiene, cansada, con las piernas adoloridas y sin poder dar un paso más. Esa noche, bajo el cobijo de un árbol alto que se encontraba en el camino, ambos viajeros se detienen. Jessenia se recarga contra el tronco y tan rápido apoyo la cabeza, queda irremediablemente dormida, presa del sueño. Esa noche había estado llena de emociones y sucesos que la chica jamás creyó experimentar en vida.
Brujas, Familiares monstruosos, un extraño y misterioso individuo que la salvo y la saco del reino y ahora, una larga caminata a quien sabe dónde. Si, muchas cosas habían ocurrido en las pasadas horas. Lo que Jessenia ignoraba, es que las cosas no habían terminado, eran tan solo el inicio de lo que sería un nuevo y fascinante viaje lleno de dolor y sufrimiento, así como de alegría y momentos dichosos; es solo que la joven humana aun no lo sabía.
Ya entrada la noche y Jessenia bien dormida, el Segador yacía recostado sobre la rama más alta del árbol, con los ojos clavados en la luna llena que era de un hermoso color azul.
El viento mecía con gentileza las ramas del árbol, el largo cabello azabache del chico así como sus largas y viejas prendas de ropa. El silencio se cernía sobre todo ese vasto espacio hasta que una voz femenina interrumpió la calma.
«¿Por qué trajiste a esa chica?»
Fue lo que pregunto la suave y clara voz de mujer que, no obstante, estaba mezclada con un toque de malicia y arrogancia.
—Yo no la traje, ella me siguió hasta aquí—dijo el Segador.
«Mmm… Si eso es cierto ¿entonces qué haces esperando aquí? Porque no solo te marchas y la dejas a su suerte. Lo que pase con esa humana no es nuestro problema. Seguramente no tengo que recordarte que nuestro objetivo es otro… ¿no es cierto?»
—Lo sé—dijo el joven entornando los ojos con seriedad—. Sé cuál es nuestro objetivo. No hay forma de que lo olvide.
«Si eso es cierto entonces responde, ¿qué estamos esperando? ¿Por qué salvaste a esa chica? Pudiste haberla dejado en aquel reino y ya no sería nuestro problema.»
El Segador miro con seriedad la hermosa luna llena que se alzaba por encima de su cabeza. La verdad es que no tenía una respuesta para esas dos preguntas, él mismo no terminaba de comprender porque salvo a esa chica de los guardias de ese rey, porque la sacó de ese reino y por qué estaba aguardando a que despertaba para reanudar el viaje. Eso es lo que pensaba, no obstante, muy en el fondo, el solitario joven creía entenderlo. Había una razón por la cual salvo a esa chica, sin embargo, no terminaba de comprenderla. Ese tiempo había quedado en el pasado, cuando él era otra persona, cuando el Segador era todavía un ser que amaba la vida y no la muerte. Habían pasado tantos años desde la última vez que logro comprender los sentimientos y las emociones humanas. Ahora, el chico no terminaba de entender porque hizo lo que hizo. Tenía una ligera sospecha, pero nada en concreto.
El Segador de brillantes ojos azules no pudo responder a las preguntas, por lo que se quedó callado. Las respuestas eran un misterio para él.
Al darse cuenta de que sus preguntas se quedarían en suspenso por más tiempo, la voz de mujer emite un claro y muy audible suspiro.
«Bueno, la verdad es que no importa. Siempre y cuando te deshagas de ella y no se convierta en un obstáculo para nosotros. ¡Aun así es una lástima! Que una chica tan linda y adorable como ella se encuentre ahora dormida, bajo nosotros, completamente expuesta y vulnerable para un ataque. ¡Ahhh…! ¡Hace tanto tiempo que no he tenido contacto con otro ser vivo, me muero de ganas de cumplir con mi objetivo, lo primero que haré será hincarle el diente a un joven delicioso o una linda chica, tierna y jugosa…!
La voz de mujer continúo hablando y hablando sobre sus deseos y anhelos frustrados, mientras ella seguía, el Segador la ignoraba olímpicamente al observar la reluciente luna del firmamento.
De esta forma, llego la mañana. Luego la tarde, debido al gran cansancio de la noche y a todo lo que Jessenia había experimentado, la joven se levantó horas después del amanecer.
Tumbada en el suelo, con la cabeza sobre las raíces del árbol, la humana se revuelve en el suelo, incomoda y cansada.
— ¡Emily, Jane, cierren las cortinas! —dijo Jessenia mientras se cubría los ojos con el brazo. Pasaron los minutos, la joven aún se revolvía en el suelo sin abrir los mismos—. ¡No me escucharon, les dije que cerraran las cortinas! —pero nada—. ¡Emily, Jane!
Jessenia se despertó para encontrarse recostada sobre el suelo, usando un árbol como almohada. Se levantó torpemente con ambas piernas temblorosas, aun llevaba puesto el pijama que sus doncellas le habían ayudado a ponerse la noche anterior. Tan pronto como observo el nuevo paisaje que la rodeaba, la joven no pudo explicar lo que estaba ocurriendo.
— ¿Que está sucediendo, en donde me…?
Pero no pudo terminar de formular la pregunta, ya que al instante, los recuerdos de la noche pasada azotaron brutalmente su memoria. Todo lo que había ocurrido regreso a ella: esa noche, el extraño joven que la veía desde el balcón de su habitación, esos pequeños y repugnantes monstruos verdes que se convirtieron en seres inmensos y grotescos, la Bruja, el pajarraco inmenso que invoco, el Segador siendo devorado para luego salir intacto cortando la barriga del monstruo, la muerte de la mujer deforme que cumplió su deseo diez años atrás; todo había vuelto a su memoria.
—Entonces…—comenzó a decir débilmente, incapaz de creer todavía que toda aquella experiencia sucedió en realidad—, nada de eso fue un sueño…, en verdad sucedió.
Ahora que sus recuerdos habían regresado, la joven humana observa lentamente el lugar donde había despertado: un amplio espacio con algunos árboles por aquí y por allá, un poco de vegetación creciendo en algunos lugares y sin señales de civilización en las cercanías. Nada de lo que veía le era familiar, no sabía dónde se encontraba y peor aún, no sabía cómo salir o llegar a ningún lado, necesitaba de la ayuda de alguien. Pero viendo lo desolado que todo se encontraba, Jessenia dudada de poder encontrar a alguien que le ayude en esas circunstancias.
Ya que nunca antes había salido del reino de Fior, la joven no tenía ni una leve idea de que tenía que hacer o a donde dirigirse. Estaba completamente perdida.
Por unos segundos, las ganas de echarse a llorar invadieron fuertemente cada uno de sus pensamientos, pero luego recordó que no se encontraba realmente sola, ¿Dónde estaba el sujeto que venció a la Bruja? ¿Dónde se encontraba el Segador? Seguramente él la ayudaría a salir de ese lugar y a llevarla a algún lugar.
Jessenia volvió a mirar a todos lados pero nada, tampoco se escuchaban ruidos, nada que no fuera el viento. Por unos momentos, la joven humana temió que aquel misterioso individuo en verdad la haya abandonado a su suerte. Si…, como antes, volvía a estar completamente sola. Los recuerdos de su pasado la visitaron sin previo aviso, la chica se deprimió al darse cuenta que tal vez regresaría al mismo lugar del cual creyó salir tiempo atrás…, no, la verdad es diferente, Jessenia creyó salir de esa oscuridad, cuando la realidad era un poco diferente, lo único que hizo fue cambiar el paisaje, pero la vista era exactamente la misma. Con o sin deseo, completamente sola o rodeada de personas, la realidad es que la joven pelicastaño seguía estando sola en este mundo y ahora, se encontraba perdida sin nadie quien la acompañe. Sola e impotente, sin saber que hacer para poder sobrevivir.
La chica comienza a caminar sin rumbo fijo. Cuando hubo avanzado unos cuantos pasos en cierta dirección, se encuentra que más adelante, una persona yacía parada al frente de un gran árbol repleto de hojas verdes. El tronco era visiblemente muy grueso y sus ramas se encontraban firmemente enterradas bajo tierra.
En cuanto vio al excéntrico individuo, Jessenia creyó que se trataba del Segador, no obstante, después de entornar mejor los ojos, la chica se percato que no podía ser él, ya que el físico de la persona plantaba frente al árbol era muy diferente. Parecía ser un niño y que además llevaba un par de objetos sujetos firmemente en ambas manos… ¡eran unos largos y aterradores cuchillos!
Jessenia permaneció atrás, observando con mórbida curiosidad lo que sea que estuviera a punto de hacer ese niño de cabello negro frente al árbol. Fue entonces que paso, la persona plantada delante del árbol levanto con una impresionante velocidad la pierna y la estrello contra el grueso tronco del árbol, al instante, cientos o miles de diminutas hojas verdes se desprendieron de las ramas y empezaron a flotar lentamente hacía el suelo, ahora, con una velocidad todavía mayor, el niño tomo con firmeza ambos cuchillos y se dedico a cortar cada una de las hojas que se desprendieron del árbol con una velocidad que era imposible de ver por el simple ojo humano. Al finalizar su quehacer, cada una de las hojitas verdes que se desprendieron terminaron hechas trizas en el suelo, ni siquiera una quedo intacta.
En el centro de todas esas hojas destrozadas yacía el niño quien se había mantenido tranquilo y quieto, sin mostrar un leve indicio de dificultad o preocupación por lo que había hecho.
Al instante de ver semejante desplante de fuerza y velocidad, Jessenia, quien nunca antes había visto algo tan increíble como eso, no supo que pensar de la escena que se desarrollaba unos metros por delante de ella. De hecho, el último de quien vio esa clase de destreza física era el Segador, pero él no se encontraba en los alrededores. ¿Será posible… que ese niño…?
Jessenia se había impresionado por lo que había visto pero no por eso dejaba de estar menos asustada. Quería acercarse a ese individuo y pedirle ayuda, pero tenía miedo de que ese personaje le hiciera algún daño, después de todo, al ver esa impresionante velocidad, aquel chico podía fácilmente matarla sin que ella de diera cuenta. Bastaba con un rápido y fino corte en la garganta para que los días de la humana se encontraran contados y de hecho, Jessenia se lo imagino. Se llevo ambas manos al cuello para revisar que la carne seguía cerrada. La imagen de ese niño degollándola pareció tan real y tan vivida que inconscientemente se llevo las manos a ese lugar, temerosa de encontrar sangre por doquier.
Quería acercársele al mismo tiempo que deseaba alegarse de él, si se aproximaba corría el riesgo de que ese niño la matara o la lastimara de cualquier forma, pero también existía la posibilidad de que la ayude, ahora, si Jessenia se dejaba gobernar por el miedo y se retiraba ahora que podía, era probable que muriera en cuestión de días por falta de agua y de alimentos. ¡No había nada que pudiera hacer! ¡Sin importar cuanto lo pensara solo había una única posibilidad! Debía de correr el riesgo.
Tragándose el miedo y la inseguridad, la chica se aproxima lentamente y cuidadosamente, no quería asustar al niño o verse como una amenaza, cosa que sería imposible, ya que Jessenia era de constitución esbelta, no aparentaba mucha fuerza física, sin mencionar que aun estaba en pijama, difícilmente alguien con estas características podría pasar por alguien intimidante.
Cuando ya se encontraba lo bastante cerca del extraño personaje, éste vuelve un poco la cabeza y petrifica a Jessenia con una fría mirada de sus ojos azules. El muchacho se da la vuelta completamente y la chica se percata del gran parentesco que tenía con el Segador, eran casi iguales. La primera suposición de la joven era que ambos debían de ser hermanos.
Sin embargo, el parecido del rostro no era lo único que llamo la atención de la joven pelicastaño. El muchacho no vestía prendas de ropa de la cintura para arriba, por lo que se podía ver su torso y su pecho al desnudo. El rostro de la joven se ruborizo al ver el torso desnudo del chico ante ella, era delgado y un poco alto para la edad que debía de aparentar, no poseía una musculatura marcada firmemente, pero tampoco se le veía muy flaco y blandengue. El niño que debía de tener entre doce y trece años le llegaba al nivel de los pechos a Jessenia, mientras que el Segador era más alto que ella.
La muchacha estaba tan absorta en el torso desnudo del niño que apenas si noto las dos marcas que éste poseía en su cuerpo, la primera en el brazo derecho, unos centímetros arriba de donde iniciaba la mano y la segunda marca, aun más extraño y más elaborada, como si hubiera sido puesta por un hábil artista, yacía en la palma de la mano izquierda. La joven apenas si reparo en estos dos símbolos, ya que al instante su vista se poso en los dos cuchillos que el chico sujetaba firmemente. ¡Eran exactamente iguales a los que el Segador uso para pelear en el reino de Fior!
«¿Podría ser que este niño sea…?»
Comenzó a pensar Jessenia, pero debido a lo inverosímil que resultaba su pensamiento prefirió eliminarlo.
—Disculpa…—comenzó a decir tímidamente. No podía apartar los ojos del torso desnudo del joven ante él—. ¿Has visto…?
— ¡Ya era hora de que despertaras! —la interrumpió el joven.
El niño le dio la espalda a Jessenia y recogió un par de prendas de ropa que yacían tiradas con indiferencia en el suelo, no obstante, antes de que el chico se las pusiera, algo muy alarmante llamo la atención de la joven; el niño poseía una horrible marca en el brazo izquierdo, justo por el área de la axila. Era una grotesca y muy llamativa cicatriz que sería imposible de no ver cuando se presta de improviso. El muchacho se coloca sus viejas prendas con rapidez, la suavidad que aparentaba su piel quedo bajo las oscuras ropas rasgadas y sucias. Al finalizar de colocarse las ropas, camina en dirección a Jessenia, justo en el instante en que paso a su lado, el chico con fría voz le dijo:
—Camina.
Siguió adelante sin revisar siquiera si Jessenia lo seguiría.
La joven humana quedo como petrificada en el suelo, esa apariencia, esa voz, esos ojos, esa personalidad tan apagada y falta de emociones, ¿sería posible que ese niño fuese…?
La misma pregunta invadió la mente de Jessenia, pero antes de reaccionar por sí misma y seguir al muchacho antes de que se perdiera de vista, un ruido grueso y extraño, como de algo que está a punto de romperse, se escucha con total claridad. La pelicastaño dirige sus orbes azules en dirección al grueso árbol que había quedado desnudo de hojas verdes y a continuación, algo magnifico e increíble ocurrió. ¡Una grieta enorme apareció justo en el área donde el niño le planto esa brutal patada, inmediatamente, el tronco se rompió y cayó con un fuerte sonido! La tierra tembló un poco y tan rápido como se oyó el impacto, igual de rápido se extinguió, ahora la música del viento era lo único que destruía el silencio del lugar.
La caída de ese árbol fue el despertador que abrió los ojos de Jessenia, la chica se encontraba entre impresionada por lo que había presenciado e incrédula. ¡Ninguno de los guardias que ella había conocido en Fior, ni siquiera el más grande, habilidoso o musculoso, hubiese sido capaz de hacerle eso a un árbol como ese con una simple patada! Y aun así, un niño que no aparentaba demasiada fuerza física, lo logro de un solo golpe.
Jessenia despertó, miro hacia atrás, el muchacho ya se había alegado lo suficiente. La humana se hecha a correr detrás de él antes de perderlo de vista. Estaba decidido, ¡lo seguiría! De todas formas, si ese niño quisiera matarla, ya lo hubiera hecho y si deseara aprovecharse físicamente de la muchacha, también lo hubiese hecho mientras la joven dormía.
El tiempo trascurrió lentamente y en silencio, lo que hacía que el tiempo se moviera aún más lento si es que eso era posible. El niño estaba unos metros delante de Jessenia, la chica ya de por si era mala hablando con la gente y por el deseo que la bruja le había concedido, el de enamorar a las personas con tan solo verla una vez, la pelicastaño se mantenía en su mayoría callada, ya que de igual forma, los aldeanos que la rodeaban nunca le hablaban de nada que no fuera su belleza, promesas de amor eterno y un monto de palabras falsas y vacías que a la joven no le interesaban, pues sabía que no eran ciertas, solo eran una mera ilusión creada por la magia de una Bruja. No era la realidad.
El tiempo volvió a transcurrir, el sol que estaba en lo alto se había movido un poco de posición, ya no faltaba mucho para que anochecerá. Ya sin nada que perder y cansada del silencio, la humana intenta dialogar con el niño que aún se mantenía varios pasos por delante de ella.
—Oyes, ¿de casualidad no habrás visto a un sujeto alto, parecido a ti por aquí?
—Lo estás viendo.
— ¿Eh…? ¿De qué hablas? La persona de la que hablo es un muchacho alto, de cabello negro, un poco largo y que…
—Soy yo.
— ¡Ehhhh! ¡Es en serio!
— ¿Por qué mentiría? No tengo ninguna razón para hacerlo.
— ¡Espera, espera un minuto! ¿Tú eres el muchacho de anoche? ¿El que peleo contra ese enorme monstruo, el que mato a la Bruja, el que me cargo en brazos y me saco del reino? ¿Eres tú?
—Eso fue lo que dije, no entiendo porque te sorprendes.
— ¿No lo entiendes? Cualquier persona se sorprendería…, alguien normal, claro está. ¿Cómo lo hiciste? ¿Cómo te volviste más joven?
—Por una maldición—dijo inmediatamente el niño que resultó ser el Segador; al juzgar por su tono de voz, el chico no tenía razones para mentir—. Yo tampoco sé porque me vuelvo un niño durante el día, pero resulta que es así. Los Segadores no somos humanos, somos algo así como Seres Oscuros, durante el día, es decir, bajo los rayos del sol, me vuelvo un niño y mis poderes se debilitan considerablemente, mis fuerzas, mi velocidad, agilidad y resistencia, todo se vuelve más débil. Al caer la noche recupero mi verdadera forma así como mis poderes. Eso es todo.
El Segador lo dijo con tranquila indiferencia, como si todo aquel asunto no le importase. Ya que Jessenia no escucho mentiras en su tono de voz así como tampoco oyó interés o preocupación, es que decidió seguir preguntando.
—Entonces… ¿el tú de anoche es tú verdadera apariencia?
Le pregunto mientras ambos seguían caminando hacía algún lugar.
—Así es.
—Ya veo, ¿a cuántos Segadores conoces? ¿Hay muchos?
—Solo conozco a uno más y no, no creo que haya muchos.
A Jessenia se le acabaron por el momento las preguntas. Aun no le había hecho la pregunta más importante y quizás la más simple y sencilla de todas: ¿Cuál era su nombre?
Con el pasar de los minutos que terminaron convirtiéndose en horas y mientras seguían y seguían caminando hacía algún lugar, la humana vuelve a hablar, ya que si ella no lo hace, el Segador no tomaría la iniciativa.
—Oye… ¿adónde vamos? ¿Me llevaras a una ciudad o algo así?
En esos momentos, la humana y el Segador caminaban por las cercanías de una alta montaña rocosa. Con el fuerte soplido del viento que meció la larga cabellera castaña de Jessenia y las ropas del muchacho, el chico se detiene sin responder a la pregunta de la joven. Vuelve la cabeza en dirección a la montaña y se queda mirándola con sería expectación.
«¿Lo sentiste?»
Pregunto la voz de mujer.
—Lo sentí.
Jessenia lo escucho ya que no caminaba muy separada de él.
— ¿Que sentiste? —cuestiono confundida.
«Es en esa montaña. Tal parece que encontramos el primer paso hacia nuestro deseo.»
La voz de mujer hablaba con mucha claridad y usando un buen tono de voz, era imposible que alguien cercano al Segador no pudiera escucharla, no obstante, éste era el caso, Jessenia se mantenía cerca del chico y separada por algunos pasos, pero al parecer, ella no daba señales de escuchar aquella voz.
El Segador cambio el rumbo de la dirección y se dirigió hacia la montaña, Jessenia detrás de él, siguiéndola difícilmente debido al cansancio, la sed, el hambre y el dolor del cuerpo por dormir en el suelo.
—Oye… ¿a dónde vamos? ¿Me llevaras a una ciudad o qué?
—La ciudad tendrá que esperar, hay algo que quiero revisar primero.
— ¿Ehhhh…?
De mala gana y sin poder hacer nada, la humana sigue al Segador. El sol de la tarde seguía moviéndose lentamente, el aire se tornaba de cálido a frío, la noche se aproximaba y ambos no daban señales de que fueran a detenerse en el futuro próximo. Ahora, Jessenia caminaba a duras penas con la espada encorvada, la cabeza hacia abajo y respirando con dificultad, estaba llegando a sus límites. No obstante, la montaña se acercaba a cada paso que daban.
— ¿No tienes comida o agua? Me muero de hambre y de sed.
El cuerpo de la humana, además de estar fatigado y adolorido, se encontraba sudado y pegajoso. La chica estaba consciente de que fue apenas hace un día que tomo un baño caliente en una enorme tina de baño, aun así, el día antes de salir de Fior se veía verdaderamente légano.
—Yo no necesito comer o beber líquidos para vivir, esas son debilidades humanas.
Sin poder pararse derecha y con dificultad para hablar, Jessenia lo intenta.
— ¿No necesitas comer? ¿Qué me dices de dormir? ¿Tú duermes?
—No. No lo necesito. Puedo dormir si lo deseo, pero en mi caso no es obligatorio.
El chico y la joven se habían acercado demasiado a la montaña y ahora, a unos metros de distancia, se podía apreciar una enorme entrada en el muro de roca. No obstante, antes de cruzarla, Jessenia protesta, harta, fatigada, exhausta y voz débil que pronosticaba que en cualquier momento podría romper a llorar.
— ¡Lo entiendo, está bien! No eres humano, no necesitas comer, beber, dormir o descansar… ¡pero yo si lo necesito! Ahora, obviamente estas ocupado, solo dime donde se encuentra la ciudad, pueblo, reino o aldea más cerca de aquí y ya no te molesto.
En esta ocasión, el Segador se volvió completamente para ver a la chica. Unos cuantos metros los separaban el uno al otro. El niño la miro con frialdad en los ojos mientras que la chica con tímida inseguridad. Finalmente, el chico cerró ambos ojos.
—Es verdad, a veces olvido que los humanos son criaturas frágiles y débiles, que pueden morir por la más simple y sencilla de las cosas.
El Segador se acercó a Jessenia, la chica, por algún acto de reflejo, retrocedió unos cuantos pasos precavida. Ahora, a tan solo unos cuantos pasos para tocarse, el niño se detiene, alarga la mano derecha y encima de esta, una pequeña esfera de luz dorada se manifiesta. El joven la arrogo con simpleza hacía la chica, la bola de luz penetro suavemente dentro del pecho de la chica, ésta había cerrado los ojos presa del temor de que algo malo fuera a pasarle, pero en realidad fue todo lo contrario. Tan pronto esa luz penetro en su ser, Jessenia sintió como su cansancio, su hambre, su sed, sueño y dolor muscular, desaparecían rápidamente. ¡Se sentía bien, llena de energía, con ganas de caminar, correr y hasta saltar de ser necesario!
— ¿Qué fue lo que me hiciste? —inquirió confundida.
—Solo te di un poco de mi energía. Aun no puedo llevarte a la ciudad, después de que termine con el asunto que tengo aquí, te llevare a la más cercana.
El niño se dio la vuelta, listo para adentrarse en las profundidades de la caverna.
Jessenia no quería quedarse sola durante la noche, no sabía qué clase de animales o bestias pudieran aparecer por esos lugares. Era contradictorio, pero el lugar más seguro para ella, de cierta forma, era al lado del Segador, aun cuando sabía que dentro de la montaña no pudiera haber nada bueno y más si era el chico que la guiaba el que entraba por iniciativa propia. Y pese a todo lo demás, el cuerpo de la chica se sentía realmente liguero, todos sus malestares pasados se habían esfumado como por arte de magia, inclusive la inseguridad y el miedo. ¡Así que sea lo que sea que encuentre dentro de esa montaña, Jessenia estaba lista para enfrentarlo!
El Segador entro primero al interior de la cueva, seguido por la humana, quien todavía no sabía que al elegir entrar junto con él, el destino de la chica, de cierta forma, había quedado sellado para siempre.
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