Segadores Saga Primera - 09
«¿Que es ese ruido?»
Fue lo primero que pensó Jessenia mientras yacía envuelta por las penumbras más absolutas que pudiera haber. La muchacha se encontraba tendida sobre la nada; no había suelo de roca o de algún tipo de material especial; la joven de dieciocho años yacía recostada sobre la nada, sobre oscuridad y nada más.
Repentinamente, un ruidito se escucha a la distancia, se oía místico y profundo, luego un segundo y luego un tercero. Jessenia no lo sabía, pero se trataba de algunas gotas de agua que se desprendían de las puntas de las estalactitas y caían indiferentemente sobre un minúsculo charco de agua.
El ruido había cambiado, ahora era como agua que fluía rápidamente, como si hubiera un arroyo cerca de donde sea que Jessenia se encontrara.
A continuación, un nuevo sonido que no era para nada natural se oye muy cerca. ¡Era el sonido de una risita! Se iba acercando. Como si una niña riera de alegría. La risa se oía más y más cerca, hasta que esta hizo eco en los oídos de Jessenia, obligándola a despertar y a encontrarse en un lugar dominado por las tinieblas.
La chica se irguió con ojos vacíos carentes de brillo, a unos metros de distancia, una niña pequeña, como de unos ocho, nueve años, yacía de pie a la distancia, la miraba con una sonrisa siniestra en los labios; la pequeña vestía ropas viejas, andrajosas, sucias y rasgadas, la cara del infante estaba envuelta por un maquillaje de tierra y polvo e iba descalza. La joven no puedo reconocerla al principio, pero esa niña era alguien muy importante para Jessenia, solo que todavía no se había dado cuenta.
— ¿Quién eres? —le pregunto la mayor a la menor con voz mecánica, carente de emociones.
Al escuchar la pregunta, el infante no hizo más ensanchar la sonrisa siniestra de los labios. Miro con ojos afilados y arrogantes a Jessenia y sin perder la mueca, le responde:
—Tú sabes quién soy.
Jessenia, con ojos sin brillo, ladeo un poco la cabeza, confundida.
— ¿Lo sé?
La pequeña asintió con la cabeza sin perder la sonrisa.
—La pregunta correcta no es quien soy yo, sino ¿Quién eres tú?
— ¿Quién soy yo?
—Así es—continuo la niña con tono juguetón—. ¿Quién eres tú?
—Yo… yo…, yo soy— ¿Cuál era la respuesta correcta a esa pregunta? Al no saberla, Jessenia vuelve a cambiarla—. ¿Quién eres tú?
La niña dejo de sonreír y miro con perturbadora seriedad a la joven ante ella.
—Soy tu peor pesadilla. Soy la oscuridad que merodea por cada rincón oscuro de tu mente. Soy aquello que te mantiene despierta y alerta por las noches. Soy aquello de lo que tanto huyes. Soy la verdad que te niegas a aceptar. Soy la sombra que te sigue a todos lados y también…, yo soy tú.
Se lo había dicho con voz profunda y señalándola con el dedo de la mano derecha. Cada una de las palabras del infante penetraron fuertemente dentro de la mente de Jessenia.
— ¿Tu…, eres yo? —inquirió sin apartar la mirada vacía del rostro.
—No por mucho tiempo—la torcida sonrisa de la niña había regresado a sus labios—. Falta poco. Muy poco para que nuestro deseo se haga finalmente realidad.
¿Deseo?
La niña continúo con voz lenta y profunda.
—Tuvimos que esperar diez largos y tediosos años, pero al fin, lo que tanto hemos deseado se hará finalmente realidad—la niña había comenzado a girar sobre si misma con los brazos completamente abiertos y mirando hacia arriba con una sonrisa en los labios—. ¡No más dolor, no más sufrimiento! —la infanta giraba mientras se movía alrededor de Jessenia, como bailando en círculos—. ¡No más maldad, no más soledad, no más insultos y desprecio! ¡Finalmente todo acabara! ¡Este mundo absurdo, cruel, carente de sentido e injusto…! ¡Todo, se habrá terminado en poco tiempo!
La niña se detuvo al frente de Jessenia, estiro el brazo derecho con la mano abierta, como diciéndole que la tome.
— ¡Vamos! Llego el momento de irnos. Toma mi mano, yo te guiare al gran desenlace.
— ¿Desenlace? ¿Qué ocurrirá, a dónde vamos?
— ¿A dónde? ¡Pues a donde más! Al mismo lugar al que hemos deseado ir desde la infancia… hacía nuestra muerte.
La pequeña niña tomo la mano de Jessenia y la condujo por entre ese amplio espacio cubierto por la nada.
Fuera de la mente de la joven, el cuerpo de Jessenia, que continuaba sentado contra la pared, abrazando sus piernas, se había cubierto por una intensa aura negra que amenazaba con devorarla de pies a cabeza. Luego, para sorpresa de nadie, la chica se pone de pie y comienza a caminar en dirección al lago subterráneo que había dentro de la montaña. Cae dentro del agua y una vez que toco fondo, la humana comienza a caminar tomando la misma dirección que el Segador momentos antes.
…
Del otro lado del lago, inmerso en la profunda oscuridad, el Segador caminaba por el amplio sendero de roca con la mirada puesta al frente.
«La Corrupción» Comenzó a recitar la voz de mujer que solo el Segador podía escuchar. «Es una habilidad que algunos Seres pertenecientes a la estirpe de la Oscuridad, pueden usar. La Corrupción no se enfoca en lastimar físicamente a su objetivo, es más bien un ataque mental, psicológico. La forma de reconocer a simple vista este ataque, es que todo tu cuerpo comienza a desprender una energía negra claramente visible. Esa energía es la Corrupción que comienza a carcomer tanto tu cuerpo como tu mente. Cuando un Humano es atrapado por esta técnica, generalmente vive y revive su peor, más amargo y más triste recuerdo una y otra vez, hasta el punto en que la mente y el espíritu del objetivo se corrompen completamente de oscuridad, cuando esto ocurre, el pobre desgraciado pierde para siempre la voluntad de seguir viviendo y se convierte en un mero muñeco viviente, una sombra de lo que fue anteriormente. Su alma se tiñe de negro y el objetivo es fácilmente manipulado mediante magia o se queda dónde está, completamente inmóvil, lo que lo deja vulnerable a cualquier tipo de ataque externo. Por supuesto, los que son Corrompidos padecen de alucinaciones visuales y auditivas, generalmente relacionadas con sus pasados tristes y desdichados. Ya si no tienen este tipo de pasado, el Ser Oscuro que los corrompió fácilmente puede crear dentro de la mente de su objetivo un recuerdo falso y hacer que lo reviva una y otra vez hasta que el humano termina por creérselo. Ese es el método más efectivo y sencillo para extraer el alma humana. Claro, el alma ya no será completamente pura, no tendrá el sabor original que se supone deba tener y no proveerá la suficiente energía que un Anima pura debería poseer.»
—Todo eso ya lo sabía, lo que pregunte es que si es posible para un Alma Corrupta volver a ser lo que era originalmente. Ya sabes, limpiarse la suciedad.
«Las Almas no son como las caras sucias de un niño, donde un simple trapo húmedo puede llevarse la suciedad. Las Ánimas son más difíciles de limpiar una vez corrompidas, solo la misma persona puede limpiar su propia alma, pero para lograr esto, el humano deberá poseer una gran fuerza de voluntad para no dejarse corromper por la oscuridad. No obstante, los Seres Humanos son criaturas, además de débiles e inútiles, son muy interesantes, ya que poseen tanto luz y oscuridad dentro de ellos, tienen la habilidad de elegir una de las dos energías y no solo esto, ya que los humanos poseen oscuridad, ellos mismos pueden ser la causa de su Corrupción y entonces, un aura negra los invadirá, hundiéndolos más y más en las tinieblas, negándose a soltarlos, dominándolos, controlándolos y, finalmente, destruyéndolos de tantas formas y, lo más divertido y estúpido de todo esto, es que algunos humanos le dan fuerza a esa misma Corrupción por culpa de sus debilidades. Al final, la libertad de sentir y elegir es lo que termina por destruirlos.»
Concluyo.
El Segador continuaba su camino sin más opción que escuchar todo lo que esa seductora y suave voz decía. Tras caminar un par de minutos, el único camino derecho se dividía en dos separados. El joven se detuvo y miro ambos por algunos segundos.
Al final se decidió por el camino de la derecha, tras caminar algunos pasos más, cuatro nuevos caminos se abrían ante él. Tras pensarlo unos segundos, el Segador se decidió por el primero de la derecha. Continúo con la caminata.
—No has respondido a mi pregunta—le dijo el niño.
«No hay nada que responder. Si para un Humano ya es difícil liberarse de su propia Corrupción una vez que esta la ha poseído, será mucho más complicado, casi imposible, liberarse de la oscuridad que un Ser Oscuro le haya infectado, para entonces, ya no solo lucha contra su propia Corrupción, sino también contra la de alguien más. Haría falta una gran fuerza de voluntad para rechazar esa clase de ataque psicológico, no es imposible, pero es difícil. Tu deberías saberlo mejor que nadie, ya que no solo Humanos pueden caer víctimas de la oscuridad.»
A esta última frase, la voz le aplico un matiz extra de seriedad, como si tratara de recordarle algo al Segador.
El camino seguía alargándose, el niño Segador mantenía la vista al frente y pese a que ni un solo vestigio de luz se aparecía en ese lugar, los brillantes ojos azules que en ese momento destellaban como pequeñas lámparas, no tenían ningún inconveniente por ver el sendero de frente. Finalmente, el camino volvía a dividirse en dos, solo que en esta ocasión, el izquierdo subía y el de la derecha, baja.
A diferencia de los anteriores, el Segador dudo un poco más ante estas dos opciones; si se concentraba lo suficiente, podía sentir cosas muy diferentes en cada uno de los senderos.
«Toma el de la derecha.»
Se le aconsejo.
—Pero…
«Tómalo, hay algo raro en las profundidades de ese lugar, puedo sentir una extraña perturbación a través de ti. Si no es nada simplemente regresamos y nos vamos por el otro camino.»
El Segador le hecho un largo vistazo al camino que descendía de la derecha. Ciertamente, el niño podía sentir un aroma muy fuerte proveniente de ese lugar, por lo que no tuvo muchas objeciones y decidió seguir ese trayecto, a fin de cuentas, sino era nada, siempre podía regresar e intentar el otro camino.
Debido a la atmosfera y al tipo de aire frío que se respira en ese lugar, el Segador no se percató que más atrás, siguiendo los mismos caminos que él había tomado, Jessenia yacía andando de forma mecánica, con los ojos abiertos y la mirada perdida. Miraba sin ver nada en realidad. El aura negra la rodeaba a cada paso que daba.
…
«¿Moriré?»
Se cuestionó la chica dentro de su mente mientras físicamente caminaba hacía algún lugar. Jessenia no veía nada, su conciencia yacía atrapada dentro de su mente, algo más fuerte que ella la había poseído u la obligaba a seguir adelante contra sus deseos.
—Así es, morirás, justo como lo deseaste diez años atrás—le dijo la niña mientras tiraba del brazo de Jessenia y la conducía por algún lugar dentro de ese espacio totalmente negro—. ¿O es que lo has olvidado?
¿Cómo poder olvidarlo? Hace diez años, la pequeña Jessenia yacía al límite de sus fuerzas físicas, su pequeño, delgado, sucio y desnutrido cuerpo se había rendido, cayó de bruces al suelo, se dio la vuelta para terminar con los ojos clavados en el espacio estrellado. Al menos moriría con una bonita vista, fue lo que pensó es su momento.
Ya no había esperanza, no tenía sueños, metas ni nada a lo cual aferrarse; nada de eso existía, esa era la realidad. Qué bonito sería que la vida fuera como en los cuentos, que cuando alguien cae, presa del peso de la realidad, alguien bondadoso venga y te eche una mano, que te ayude a levantarte y te motive a encontrar un camino al cual seguir. Pero nada de eso sucedería, ya que la vida no era un cuento de fantasía, era lo contrario, era dura, cruel, injusta y más que nada, dolorosa. ¿Por qué vivir una vida así? Para empezar, ¿la vida vale la pena de ser vivida? Si existirá la posibilidad de comunicarse con alguien que aún no ha nacido e informarle como es la vida, ¿esa persona igual elegiría nacer?
Jessenia lo pensó en su momento y llego a la conclusión de que si alguien le hubiera dicho como terminaría su vida y todo por lo que tuvo que pasar, la niña hubiera negado la oportunidad de nacer solo para ahorrarse el sufrimiento de la realidad.
No obstante, la vida no era un cuento o una historia donde todo sale bien al final y Jessenia, estaba a punto de averiguarlo, pues cuando ya se había rendido y todo parecía oscuro y nebuloso, un rayo de esperanza, tan delgado como el hilo de una araña, apareció colgando frente a ella. Consciente de que ya se había rendido y convencida de que la vida era muy dolorosa para ser vivida, pese a todo esto, Jessenia tomo y apretó el finísimo hilo de araña que le supondría el escape a la oscuridad. Escalo y escalo y al final, logro salir.
Jessenia entendió años después que esa esperanza que tomo, ese camino que eligió trascender, solo la llevaría a un desenlace mucho peor y ahora, yacía en mitad de la nada, siendo guiada por una pequeña niña que la llevaría hacía su muerte. La sola idea de desaparecer de este mundo, completamente sola, en un lugar donde nadie la encontraría jamás, fue tan escalofriante que hizo apretar la mano que la infanta sujetaba y que la chica plantara los pies con mayor firmeza en el suelo.
Al fin de cuentas, Jessenia aún no estaba lista para morir, no quería y no lo deseaba. Aun había muchas cosas que quería hacer, cosas que deseaba conseguir, experiencias que nunca pudo experimentar antes. El hilo de araña que simbolizaba su esperanza diez años atrás, aun si Jessenia hubiera sabido que era la trampa de una Bruja, la joven creía de igual manera que la hubiera aceptado. Después de todo, la oportunidad se le presento y la muchacha la acepto en su momento. Pudo haber elegido quedarse en el suelo y que lo último que viera fueran las estrellas, pero no lo hizo, acepto la oportunidad de vivir.
Las fuerzas de Jessenia estaban regresando a sus piernas, la niña que la tiraba se le hacía más difícil moverla, por lo que se detuvo y con ella, la joven mayor, ambas quedaron una frente a la otra, separadas por un metro de distancia de la otra.
…
El Segador se detuvo ante la cámara que se habría delante de sus ojos. Era algo verdaderamente impresionante e impactante lo que se mostraba frente a sus orbes.
«¡oh…! ¡Pero que interesante escenario nos hemos encontrado! Esto explica el olor que percibí.»
Ante el Segador, una enorme habitación de varios metros de ancho como de largo, totalmente llena de esqueletos humanos, yacía frente a sus ojos. El suelo de esa cámara era un misterio, pues los huesos de los cadáveres lo cubrían a la perfección. No eran esqueletos completos ni armados como deberían, sino piezas desparramadas torpemente por doquier. Las cuencas vacías de los cráneos, donde se suponen que deberían ir los ojos, muchos de ellos, estaban habitados por gusanos, otros por cien pies; reptando sobre algunas costillas y encima de algunos huesos rotos, un grupo de víboras por aquí y por allá. Era un tenebroso y oscuro cementerio… ¡No! Era solo un lote para tirar la basura, por la posición de los restos, así es como lo pensaba el Segador.
De pronto, algo cambio en el ambiente. Del otro lado de esa habitación sepultada por huesos rotos, insectos y animales rastreros, un camino empinado hacía arriba se revelaba, más allá de ese sendero, varios ruidos se acercaban velozmente. El Segador permaneció donde mismo, con los ojos azules clavados en esa dirección esperando por lo que sea que aparezca del otro lado.
«Tal parece que ese camino de adelante conecta con el mismo lugar al que llevaba el sendero de lado izquierdo. Si vamos por ahí es probable que terminemos en el mismo lugar que si hubiéramos tomado el derecho.»
En ese momento, el comité de bienvenida había hecho su aparición. Encubiertos por la oscuridad de la montaña, pero aun así claramente visibles por los ojos del Segador, un pequeño grupito de monstruos de baja estatura, terriblemente delgados y arrugados, con una tétrica piel gris, grandes ojos rojos que brillaban en la oscuridad, calvos, con taparrabos y uñas tan largas como garras en pies y manos, habían emergido de pisos superiores y ahora, el grupito yacía observando el niño con gran interés, mientras la baba caía de sus siniestras sonrisas.
«¡Ah! Parece que han venido a recibirnos…, los Necrófagos.»
— Necrófagos…
«Monstruos carroñeros que se alimentan de carne muerta y que siempre cazan en grupo. Solo pueden vivir en lugares totalmente oscuros ya que su piel no tolera la luz brillante. Aunque eso no es todo, es verdad que les gusta comer carne podrida, pero algo que les gusta mucho más, es matarla y comerla fresca, cuando la sangre aún está caliente al igual que la piel. Son glotones empedernidos, basta con ver esa habitación llena de huesos humanos para saber la cantidad que les gusta comer. Aunque, si tuviera que decir una única cosa buena de ellos, es que son excelentes constructores de túneles subterráneos, solo échale una mirada al lugar al que estamos. Sólido y resistente.»
Los Necrófagos, tan pronto llegaron y vieron al oponente al que se enfrentarían, no pararon de sonreír mostrando así un grupo de largos y afilados colmillos que, tratándose de alguien corriente, quizás hubieran logrado intimidar al Segador, no obstante, éste les devolvía una mirada aburrida y fastidiada. El grupo de monstruos empezó a gruñirse entre ellos.
Tan pronto como terminaron de comunicarse en una lengua ininteligible para el Segador, uno de esos Necrófagos le devolvió la mirada, solo que la de este monstruo era demencial, llena de ira y con una enorme sed de sangre que no podía ser ocultada. A decir verdad, la criatura ni siquiera necesito clavarle la mirada a su objetivo para saber que se echaría contra él, bastaba con sentir esa hambre de violencia que cada uno de ellos emanaba.
«Aquí vienen.»
Dicho y hecho. Uno de los Necrófagos, uno especialmente feo y temible, clavo las largas uñas de sus manos contra la pared de la derecha y apoyándose con los pies, comienza a trepar hasta llegar al techo, quedo suspendido de cabeza debido a las garras que se aferraban con firmeza del techo de roca y con una gran velocidad, se dirigió al encuentro con el Segador.
Como por arte de magia, un par de largos e intimidantes cuchillos, que más bien parecían espadas cortas, emergen del interior de sus anchas y largas mangas. El joven las sostiene con firmeza con ambas manos y mientras esperaba a que el monstruo se acercara lo suficiente, menciona lo siguiente:
— ¿Puedes entender lo que hablaban? —le pregunto el Segador a la voz femenina mientras miraba con indiferencia al Necrófago acercarse.
«No me enorgullece decir que entiendo su lengua, pero sí, yo puedo hablar, entender y leer gran cantidad de lenguas, de todo tipo de razas y especie.»
El Necrófago ya se había acercado lo suficiente al Segador y desde el techo, el monstruo da un salto con ambos brazos extendidos hacía el frente junto con las manos, claramente, sus intenciones eran obvias, quería ensartar sus largas y filosas uñas contra el niño usando su velocidad y su peso corporal. No obstante, el Segador evade con suma facilidad el ataque y mientras el Necrófago pasaba al lado del chico de cabello negro, éste, con una asombrosa velocidad, lo partió por la mitad. Mientras seguía en el aire, las dos partes del cuerpo se separan. Al caer, el suelo se llena de sangre e intestinos.
Pero esto no era todo. ¡Nueve Necrófagos se acercaban rápidamente! Tres de ellos por la pared de la derecha, otros tres por la izquierda y los últimos tres se aproximaban velozmente por el techo. Pese a parecer criaturas con poca inteligencia, los monstruos se habían organizado bien, pues al llegar a cierto punto, los nueve saltan al mismo tiempo con la misma posición que el original. Aprovechando el espacio de ese lugar, sumándole su pequeña altura, su facilidad para ver y moverse en ese ambiente y por supuesto, su ventaja numérica, los Necrófagos sinceramente creían que la victoria sería suya. Después de todo, no había ser humano que pudiera vencerlos en esas circunstancias.
Lamentablemente, el Segador no era humano. Abrió un poco los ojos que mantuvo cerrados después del primer ataque, esto lo hizo para concentrase, una vez entreabiertos y con sus armas firmemente sujetas…, todo había terminado. En un abrir y cerrar de ojos, el Segador se encontraba del otro lado de la habitación. Sus armas desaparecieron y prosiguió con el trayecto, pero antes de desaparecer de ahí, la voz de mujer habla:
«¡Ahhhh…! ¡Que aburrido, ¿Por qué los mataste tan rápido?, así no es divertido!
Detrás del Segador, los cuerpos mutilados de los Necrófagos habían caído junto con los huesos humanos. Ni siquiera supieron en que momento murieron. El chico los mato sin que se dieran cuenta.
—Yo no estoy para entretenerte—le espeto a la voz fríamente—. Tenemos trabajo que hacer, ¿o es que ya lo has olvidado?, los términos de nuestro contrato.
Al decir esto, el muchacho bajo la mirada y poso sus fríos ojos sobre una marca extraña perfectamente grabada en el dorso de la mano izquierda.
«Es imposible que lo olvide, yo deseo tanto como tú obtener mi venganza…» Hasta este punto, la voz de mujer hablo con seriedad y profundidad, como si estuviera rememorando el pasado, luego: «¡Pero eso no significa que no podamos divertirnos! ¿Qué sentido tiene obsesionarnos con el trabajo si no nos divertiremos en el momento? ¡Sobre todo yo, ¿tienes idea de cuánto tiempo he estado atrapado en ese lugar?! Al menos podrías jugar un poco más con tus enemigos, ya sé que les vas a ganar, pero has algo de tiempo para que yo también disfrute del combate.»
—De acuerdo a los términos de nuestro contrato, tendrás tu oportunidad de pelear, pero hasta entonces, solo eres una espectadora, una mera herramienta que me provee de energía para cumplir con mi objetivo. Asegúrate de no olvidarlo.
El orgullo de la voz fue herido por las frías palabras del Segador. Aun así, esa frialdad es uno de los motivos por lo que podía estar segura que era él, quien le serviría para cumplir con sus propósitos.
«Y tu no olvides que eres un mero muñeco, un simple recipiente que yo usare para cumplir con mi deseo. No olvides los términos de nuestro contrato.»
—Somos herramientas en las manos del otro. No moriremos hasta cumplir con nuestras metas.
«Exacto.»
—No hay forma de que lo olvide.
«No te preocupes, no dejare que lo olvides, al menos, no mientras yo siga dentro de ti, observando y escuchando cada cosa que experimentes.» La voz hablaba con profundidad y seriedad, con una intensidad que resultaba atemorizante para quien sea que la escuchara, luego dijo: «¡Pero aun así quiero que hagas tus peleas más lentas, resulta aburrido ver como acabas con todos tus enemigos demasiado rápido.»
El Segador continuo con su camino, como siempre, ignorando la mayoría decosas que la voz le decía.
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