Segadores Saga Primera - Capitulo 01
La chica abrió sus brillantes ojos azules solo para iniciar con otro largo, tedioso y monótono día como los que ha estado teniendo desde hace varios años atrás. Se enderezó sobre su elegante, mullida y enorme cama rodeada de cortinas rosadas que impedían el paso directo de los rayos del sol, los cuales brillaban con intensidad fuera de las paredes del castillo.
—Buenos días, princesa Jessenia — Le dijo una suave voz femenina con educación.
La princesa soltó un bostezo repleto de pereza, se limpió los ojos con el dorso de la mano y miró en dirección a la persona que le deseó los buenos días. Allí se encontraban un par de lindas y encantadoras sirvientas que esperaban por sus instrucciones.
—Buenos días, Jane — le respondió Jessenia con pereza.
—¿Durmió bien, princesa? — Le preguntó la segunda sirvienta, la cual era de cabello largo, castaño y con un par de coletas que le colgaban a los lados de la cabeza.
—Como de costumbre, Emily.
La princesa se levantó de la enorme cama con desinterés, como si no tuviera ganas de moverse, no obstante, tampoco deseaba quedarse todo el día acostada. Atravesó las cortinas rosadas que cubrían el lugar donde dormía y sin energías se encaminó hacía el cuarto de baño. Sus sirvientas, como era la costumbre desde hace años, se mantuvieron a cierta distancia de ella mientras la seguían a donde sea que fuera. Entraron con ella al cuarto de baño y siguiendo la tradición, la ayudaron a quitarse la ropa: le retiraron el camisón, dejando al aire libre una piel tersa, blanca y suave; se metió a una bañera que ya estaba llena con agua caliente y sus dos jóvenes sirvientas pasaron a limpiar cada parte de su cuerpo.
—¡Tiene una piel tan hermosa, princesa! — Le dijo una de sus sirvientas mientras le tañaba la espalda —. ¡Tan blanca, tan suave, tan cálida y sin una sola mancha…!
Jessenia le respondió con indiferencia, aquella no era la primera vez que escuchaba esa clase de halagos.
—Gracias.
—¡Y no solo es su piel, princesa! — Le contestó su segunda sirvienta. Jessenia se había levantado de la tina para que sus sirvientas continuaran limpiando otras partes de su cuerpo —. ¡Tiene un cuerpo maravilloso! — Exclamó mientras tañaba sus largas piernas y metía la esponja enjabonada dentro de las nalgas de la princesa, acto seguido, estrujo la esponja y comenzó a limpiar su entrepierna mientras la otra sirvienta tañaba con suavidad el cuello y el torso de la princesa —. ¡Estoy segura de que cualquier hombre sería dichoso de tenerla como esposa! ¿Ya tiene a alguien en mente?
—No. Al menos no de momento. — Les respondió secamente mientras sus dos doncellas seguían limpiando y sonriendo tontamente mientras tallaban meticulosamente cada parte de su anatomía. En el pasado, cuando a penas estaba iniciando su vida como princesa, aquella actividad de desnudarse ante esas dos chicas para que la ayudaran a bañarse le supuso un reto monumental: recordó que la primera vez casi se moría de la vergüenza, no obstante, con el pasar del tiempo, todo aquello se volvió tan normal, tan rutinario que ya no la hacía sentir nada en particular —. Creo que ya es suficiente.
Y salió de la tina. Si no las detenía, aquellas dos chicas seguirían y seguirían toqueteando el cuerpo de la princesa bajo el pretexto de limpiar correctamente cada parte de su anatomía. En el pasado sintió vergüenza de ser tocada de aquella manera, no obstante, ahora las manos de ese par de chicas no la hacían sentir nada en particular, ya que su piel se acostumbró al tacto de esas doncellas.
Las sirvientas: Jane y Emily, ayudaron a la princesa a secar su cuerpo; peinaron su larga cabellera castaña que le llegaba hasta la espalda media y como era la costumbre, la ayudaron a ponerse un incómodo vestido llenó de adornos y volantes.
—¡En serio le tengo tanta envidia, princesa! — Le dijo Emily mientras cepillaba su larga cabellera castaña —. ¡Ya quisiera yo ser tan atractiva como lo es usted!
Jessenia se miró a sí misma en el espejo y notó que mantenía la misma expresión carente de emociones que empezó a tener desde hace algunos años atrás. Observó sus llamativos ojos azules los cuales, según su propio criterio, eran su mejor atributo, ya que siempre creyó que sus ojos, acompañada de una mirada indiferente, eran muy honestos. Según creía la princesa, una mirada podía ocultar muchas cosas a simple vista. Miró también su rostro, el cual había sido halagado de muchas formas diferentes desde que se volvió princesa del reino hace varios años atrás. Tanto hombres como mujeres, cada que la veían pasar en las calles, le gritaban que ella era hermosa, bellísima, increíblemente elegante; ¡un ángel caído del cielo…! Y bla, bla, bla… Tantas cursilerías y palabras bonitas que Jessenia nunca fue capaz de creerse. Se observó a sí misma en el espejo y si debía ser objetiva, la princesa no creyó ser merecedora de halagos tan extrovertidos. Estaba de acuerdo en que tenía un lindo rostro y un cuerpo de generosas proporciones, pero estaba lejos de ser una belleza sin igual. A decir verdad, Jessenia se veía más con una pueblerina algo bonita a una princesa de hermosura exuberante.
—¿Se encuentra bien, princesa? — Inquirió Jane con preocupación en la voz. La princesa la observó y reconoció que sus dos sirvientas eran un par de jóvenes muy bellas: Jane era de piel morena, cabello negro y corto; tenía un lindo rostro y una sonrisa que derretiría el corazón de cualquier hombre. Su cuerpo era sencillo si se le comparaba con Emily, cuyos pechos, caderas y trasero, eran el doble que los de Jane. Aún así, sus doncellas eran un par de jóvenes alegres, educadas y encantadoras.
—Estoy bien, no te preocupes. Solo estaba un poco distraída. — Les dijo con suavidad en la voz.
—¿Qué desea hacer ahora, princesa? — Preguntó la sirvienta luego de que terminó de peinarla —. ¿Quiere desayunar algo ligero? ¿O tal vez desea encerrarse en la Gran biblioteca para leer? Podemos llevarle algunos alimentos si no desea ir al comedor con su familia.
—No, pero gracias por la oferta — le respondió con educación. Se puso de pie y caminó hacía la puerta, la cual fue rápidamente abierta por una de sus doncellas para que pudiera pasar sin preocupaciones, acto seguido, la sirvienta se hizo aun lado e inclinó ligeramente el cuerpo cuando la princesa pasó junto a ella —. Hoy amanecí con más apetito de lo habitual, me gustaría comer apropiadamente en el comedor, además, hace algunos días que no veo al rey ni a las princesas del castillo. Sería una descortesía no saludarlos después de que me permitieron quedarme tanto tiempo con ellos.
Salió de la habitación caminando tranquilamente mientras sus doncellas se quedaban unos pasos detrás de ella.
—¡No diga eso, princesa! — Exclamó Emily —. ¡Usted es un miembro muy importante de la familia real!
—¡Es cierto! — Secundó Jane —. ¡Me atrevería a decir que usted es inclusive mucho más importante que el mismo rey Joseph! ¡El día en que usted llegó al castillo de Fior fue el más feliz de todas nuestras vidas ya que pudimos conocerla y servirla!
—¡Es verdad! — Afirmó Emily —. ¡Estoy segura de que la familia real también se alegra de tenerla aquí…!
Jessenia dejó de escuchar a sus doncellas, cada vez que se ponían a exclamar halagos injustificados hacía ella, la princesa ya no podía detenerlas, solo seguían y seguían hablando maravillas de una mujer que no hizo nada para ganarse todos esos reconocimientos. Se sentía cansada de mantener toda esa farsa y aburrida de la vida monótona y carente de sentido que ella misma se buscó tener años atrás, cuando pidió aquel deseo en ese desolado sendero.
Llegó al Gran comedor del castillo y como se lo había imaginado, los tres integrantes de la familia real estaban allí: el rey Joseph, un hombre maduro de más de cuarenta años que se mantenía en buena forma; tenía el cabello, la barba y el bigote algo canosos pero ese detalle le hacia parecer más sabio e imponente. También estaban las hijas del rey: Aureola, una joven encantadora de veintitrés años con un largo cabello rubio, ojos azules, piel blanca y pechos abundantes. Aurea, la hija menor del rey, una jovencita de quince años con el cabello rubio un poco más corto que su hermana mayor y cuya pubertad parecía no querer llegar con ella, puesto que su cuerpo poco desarrollado era una sombra lúgubre si se le comparaba con la figura de su hermana mayor.
Jessenia tomó asiento a cierta distancia de la familia real, dado que ella no poseía la misma sangre dentro de las venas, no creyó que fuera apropiado mantenerse tan cerca de ellos, no obstante, en cuanto la vieron entrar escoltada por sus doncellas, la pequeña familia no pudo reprimir grandes sonrisas en el rostro.
—¡Jessenia, pero que agradable sorpresa! — Exclamó el rey separando los brazos.
La joven princesa asintió levemente mientras mantenía una sencilla sonrisa en los labios.
—Sentí deseos de cambiar la rutina para variar, rey Joseph —. Eso fue lo que dijo, pero en realidad la rutina estaba allí afuera, esperándola y de eso no podía salvarse —. Además, usted y su familia fueron tan amables de acogerme en su castillo que pensé que sería descortés no presentarme ante ustedes, aunque fuera unas pocas veces.
—¡Tonterías! ¡Te he dicho muchas veces que tú formas parte de la familia real, eres como hija!
—¡Es verdad, Jessenia! ¡Eres como mi hermana menor! — Le dijo Aureola con una sonrisa y en cuanto observó las muecas de esas personas, Jessenia apretó los puños por debajo de la mesa y se esforzó por reprimir un grito de desesperación. ¡Ya estaba harta de esa falsa muestra de cariño y bondad! ¡No podía soportar por más tiempo las hipócritas y mentirosas sonrisas de todas esas personas! ¡Deseaba gritarles que estaban siendo engañados, que ella no era la persona que ellos creían que era…! Pero no lo hizo. Respiró profundo, relajó los puños y se limitó a aceptar la suerte que le tocó vivir —. ¿Te ocurre algo? ¿Te ves un poco tensa?
—Estoy bien, solo tengo un poco de hambre — les dijo con una sonrisa llena de resentimiento.
El rey Joseph ordenó que trajeran el desayuno y esa mañana la familia real comió mientras charlaban alegremente de cualquier tema que Jessenia prefirió ignorar. Luego de que acabaron, la joven princesa se levantó de la mesa y salió caminando mientras era seguida por sus jóvenes doncellas, las cuales la seguían a donde sea que ella fuera para facilitarle la vida tanto como fuese posible.
—¿Qué desea hacer ahora, princesa? — Preguntó Emily en cuanto salieron del comedor —. ¿Quiere leer un poco en la Gran biblioteca?
Jessenia se detuvo junto a un gran ventanal y miró el cielo azul que se proyectaba del otro lado. El firmamento estaba limpió de nubes, el sol se veía acogedor y al juzgar por el leve movimiento de los árboles, la princesa supuso que el viento de ese día soplaba con gentileza.
—Hoy no me apetece quedarme encerrada en el castillo, salgamos un rato a caminar por las calles del reino.
—Brillante decisión, princesa — coincidió Jane —. Hoy hace un día maravilloso, sería un desperdició quedarse encerrada en el castillo.
—¡Todas las decisiones que toma la princesa Jessenia son brillantes, de eso no me cabe la menor duda! — Exclamó Emily con orgullo y acto seguido, el par de doncellas comenzaron a alabar a la princesa por cualquier cosa que ella decía o hacía.
Jessenia, por el contrario, no las escuchaba, la joven princesa se quedó mirando con gran seriedad un pájaro que volaba libre por el cielo; subiendo y bajando a placer, con la libertad de ir y venir cuando quiera en el momento que quiera. La chica sintió envidia del ave y deseó tener alas para irse del reino de Fior, no obstante, cuando pensó en la posibilidad de irse para ya jamás volver, la realidad la trajo de golpe a la tierra y recordó que no importaba a donde fuera, su maldición la seguiría a cualquier lugar al que deseara ir. No tenía sentido infectar a personas inocentes con su pecado por lo que optó resignarse nuevamente y aceptar su mala suerte. ¿Qué otra cosa podía hacer? En la vida no siempre se tenía lo que uno deseaba.
—Andando. No desperdiciemos el lindo día.
Y siguió adelante mientras sus doncellas continuaban halagando y alabando a la princesa Jessenia por aptitudes que no poseía y por méritos que jamás cometió.
Más tarde ese mismo día, Jessenia salió del castillo para dar un paseo por las calles del reino. En cuanto los habitantes se percataron de su presencia, las calles se llenaron de espectadores curiosos que deseaban ver pasar a la hermosa princesa del reino de Fior; la joven Jessenia que recién cumplía los dieciocho años de edad y que ya estaba en la edad apropiada para casarse, lamentablemente para todos los hombres del reino, la joven jamás mostró interés en el amor ni mucho menos en el matrimonio. Todos esos temas románticos le eran completamente indiferentes y cuando algún hombre o mujer se arriesgaba a hablarle del tema, la joven princesa se limitaba a responder siempre lo mismo:
—No estoy interesa. — Les respondía secamente con una sonrisa forzada en los labios y seguía su camino.
Esa mañana, Jessenia caminó un largo tramo para recibir los cálidos rayos del sol y sentir la brisa fresca en el rostro, siempre escoltada por sus doncellas, las cuales se negaban a dejarla sola desde el día hasta la noche.
“El día sería perfecto si todas esas personas no estuvieran mirándome…”
Pensó mientras la gente se movía para dejarla pasar, pero aun así rodeándola como si de un animal exótico se tratase. La joven se detuvo en mitad de toda la algarabía apretando los puños con fuerza, ya no soportaba ver esas falsas e hipócritas sonrisas en las caras de todas esas personas que la rodeaban; Jessenia sabía que no eran sinceras porque la joven nunca hizo nada para merecerlas; toda esa gente no era más que víctimas de una mala decisión que tomó años atrás, el día que cambió su vida para siempre.
Esas personas no podían dejar de amarla por más que lo deseara, no podían dejar de ovacionarla ni de hablar maravillas de ella, fueran ciertas o no y la verdad, es que toda esa gente se había inventado historias que Jessenia jamás realizó. Ella casi nunca salía del castillo, pasaba la mayor parte de su tiempo encerrada en la Gran biblioteca leyendo libros y fantaseando que algún día, como por arte de magia, alguien bueno aparecería y la salvaría del cruel destino que ella mismo se buscó años atrás, cuando pidió aquel tonto deseo y su vida dio un giro inesperado. No lo negaría, al principio lo disfrutó como nunca, después de todo, ¿qué persona no disfruta de ser amado, querido y respetado por los demás?
Jessenia se sintió muy feliz luego de que se encontró con aquella mujer en aquel sendero desolado, de no ser por ella, la chica seguiría viviendo en la calle y alimentándose de la basura de otros; detestaba ser ignorada por las personas y despreciada como si portara alguna clase de enfermedad mortal. No obstante, con el correr de los años, todo el amor que la gente le profesó se volvió insoportable, pesado e injustificado, notó que las personas a su alrededor se inventaban historias falsas sobre ella como un pretexto para amarla.
Algunas historias decían que Jessenia había logrado descubrir la cura para varias enfermedades; otros decían que era la hija perdida del rey y que ella heredaría el trono y no las legitimas princesas del reino; también se decía que ella podía hablar con los animales y que el motivo por el cual no aceptaba el amor de nadie es porque estaba esperando al hombre indicado que le demostrara su valía. Tantas y tantas historias, unas más ridículas que las otras y el único punto en común de todas es que eran falsas. Jessenia nunca hizo nada para merecer el amor y la devoción que toda esa gente le profería, fue allí que la chica notó que todas las personas no la veían por quien era en realidad, sino que todos ellos veían una versión idealizada de Jessenia. Veían y creían en una ilusión, ninguno de ellos la veía por quien era ella realmente y eso la estaba volviendo loca. Ya estaba harta de las estúpidas y falsas sonrisas; estaba cansada de los halagos y las alabanzas. Lo único que deseaba era irse… ¿Pero a dónde? No lo sabía.
Jessenia suspiró por su mala suerte mientras era rodeada por un grupo de personas que no conocía y que francamente no le importaban en lo más mínimo.
“No tengo ningún lugar a donde ir”. Se recordó por enésima vez. “La maldición que tengo me seguirá a donde sea que vaya”.
Alzó la mirada con un gesto vacío en el rostro, mirando con profundidad las nubes del firmamento, como a la espera de un milagro caído del cielo, no obstante, por más que esperaba, la princesa sabía que los milagros no eran reales. Los milagros al igual que la magia pertenecían al fascinante y exótico mundo de la fantasía, un género que Jessenia leía con avidez gracias a su capacidad para meterse dentro de la historia y escapar así, aunque fuera por unas horas, de su tediosa y monótona realidad. Lo curioso recaía en que la princesa casi siempre se metía en los personajes menos esperados, usualmente la gente se identifica con los héroes, los protagonistas, los valientes aventureros que salvan al mundo de la maldad… La princesa no era así, ella casi siempre se metía en el papel del ayudante, de la persona que estaba detrás del héroe sirviendo como soporte, como ayuda, como una especie de sanador que presencia desde atrás como alguien más salva el mundo. Esos eran los personajes con los cuales Jessenia se sentía identificada; no se creía capaz de soportar una responsabilidad tan grande como salvar el mundo a través del sacrificio y horas interminables de estudio y entrenamiento. La joven prefería que el héroe fuera alguien más mientras ella lo apoyaba desde el fondo. Ese era el papel que Jessenia se imaginaba para sí misma.
Lamentablemente, los sueños deben terminar y uno tiene que abrir los ojos para vivir su realidad, fuera la que fuera. Jessenia bajó los ojos y como era de esperar, el mar de personas seguía ahí, rodeándola, halagándola con palabras vacías; mirándola con expresiones estúpidas en el rostro y sonriendo como si…. Fue entonces que lo notó. De entre todas las personas que estaban ahí reunidas, un solo individuo la miró con unos profundos y afilados ojos azules que brillaban en mitad de una cortina de oscuridad. Jessenia lo perdió de vista ya que solo lo notó por una mera casualidad pero, en cuanto percibió la frialdad de esa mirada, la joven sintió por primera vez que alguien la veía por quien era realmente: una mujer como cualquier otra sin ningún tipo de talento, belleza o habilidad es especial.
En cuanto notó la mirada indiferente, Jessenia barrió a la multitud con la mirada, buscando desesperadamente al dueño de esos profundos y afilados ojos azules, no obstante, por más que lo buscó entre el gentío, la princesa no pudo localizarlo.
“¿Lo habré imaginado…?” Pensó, decepcionada. “¡Por supuesto que lo imagine! Nunca nadie sería capaz de mirarme de esa manera…!”
Y sin nada más que agregar, Jessenia continuó paseando por el reino, mirando cada tanto al gentío que se reunía para verla con la vaga esperanza de volver a ver esos fríos ojos azules. No los volvió a ver. Las horas pasaron y ya harta del montón de personas que la veían como si de un animal extraño se tratase, se marchó con sus doncellas de regreso al castillo. Ya estaba cansada de tanta realidad, era hora de meterse en las fantásticas historias de los libros y huir al cómodo mundo de la fantasía.
…
—¡Algo anda mal! — Exclamó una voz ronda desde la oscuridad.
—¿Qué le ocurre, mi señora? — Preguntó una gruesa voz masculina.
—¡Puedo sentir una perturbación en el aire! — Le respondió mientras escrutaba la oscuridad, como si las respuestas a sus preguntas estuvieran flotando por el oscuro lugar. Acto seguido, la entidad ataviada por una gruesa túnica negra levantó un arrugado brazo y repentinamente, un círculo de brillante color negro apareció rotando en el suelo y de su interior empezaron a aparecer imágenes de casas, calles, callejones; parques, el castillo; personas que caminaban despreocupadas por aquí y por allá y más y más paisajes que se veía a través del círculo en el suelo —. ¡Estoy segura de que algo entró al reino pero no puedo encontrarlo!
—¿Quizá fue un humano? — Opinó un tercer integrante con una voz chillona —. Últimamente hay muchos viajeros y comerciantes que entran al reino de Fior. ¿Quizá fue uno de ellos?
—¡Acaso creen que no se identificar a un humano de cualquier otra criatura! — Les espetó, furiosa con voz ronca —. ¡Si les digo que algo entró al reino es porque algo entró al reino!
—¿Y que piensa hacer? — Preguntó la voz gruesa —. ¿Se quedará todo el día buscando al intruso?
La entidad cubierta por una túnica negra no dijo nada, se mantuvo callada por largos segundos hasta que llegó a una conclusión:
—Adelantaremos el ritual, esta noche. — Se giró bruscamente y miró a sus dos subordinados, los cuales seguían cubiertos por las tinieblas —. Prepárense. Nos moveremos esta noche, cuando la luna este en su punto más alto.
Los subordinaros aceptaron y se fueron, dejando sola a la criatura de voz ronca escrutando el reino a través del círculo negro que apareció en el suelo y que seguía proyectando imágenes del lugar.
…
El cielo resplandecía de un maravilloso color azul cuando salió de la pequeña casa, las nubes surcaban el firmamento con lentitud y el viento que mecía las ramas de los árboles era cálido y cómodo de sentir en la piel.
La niña corrió hacía un pequeño parque que no estaba muy lejos de su casa y allí se reunió con un grupo de niños que curiosamente no tenían cara, parecía que alguien se las hubiese borrado. Se pusieron de acuerdo en que jugarían a patea la lata y ya que juntos eran en total doce niños, se dividieron en dos equipos de seis integrantes. La única niña del grupo pateaba la lata con gran fuerza y su velocidad era envidiable para el resto de chicos que la veían correr de un lado a otro. Cuando el juego concluyó, los niños optaron por jugar algo más relajado mientras se reponían de las horas que pasaron corriendo pateando la lata. La niña, por supuesto, era la única que podía seguir corriendo por algunas horas más, no obstante, no contradijo al grupo y decidió que también quería jugar a las escondidas. Después de varias horas de seguir jugando con los niños sin rostro y sin poder escuchar el sonido de sus voces, la niña miró el cielo y notó que ya era tarde, el sol estaba a poco tiempo de ocultarse y todos debían regresar con sus respectivas familias.
El grupo de niños sin rostro se despidió de la niña de cabello castaño agitando la mano y prometiendo que se encontrarían al día siguiente para continuar jugando “patea la lata”. La niña no pudo escuchar sus voces ya que no tenían boca, aun así, estaba segura de que alguno de ellos le dijo esas palabras. La niña caminó tranquilamente hacía su casa fantaseando con el increíble banquete que su madre le habría preparado y con deseos de contarle a su padre lo divertido que había sido ese día.
Finalmente, luego de una caminata de varios minutos, la niña llegó frente a una pequeña casa, caminó hacía la entrada y justo en el momento en que colocó una mano sobre el pomo de la puerta, la princesa Jessenia despertó.
…
—¿Por qué…? — Susurró para sí misma luego de enderezarse en la cama —. ¿Por qué he vuelto a tener un sueño como ese? Creí que ya lo había superado…
La princesa entornó los ojos mientras su cabello castaño se ondeó debido al viento de la noche.
—Que raro, estoy segura de que le dije a Emily que cerrara la puerta del balcón… — En el momento en que se levantó para cerrar la puerta por sí misma, se quedo petrificada al notar que no estaba sola en su amplia habitación. Parado en el balcón de su recamara y mirándola fijamente con unos brillantes ojos azules, un individuo ataviado con una gruesa capa de viaje negra la observaba con gesto indiferente.
Comments for chapter "Capitulo 01"
QUE TE PARECIÓ?
¡¡¡HOLA!!!!
Casi me da un infarto cuando
desapareció Fanfic.Es 😭😭😭.
Por diversas circunstancias no había podido seguir leyendo tu historia, ¡pero ya te encontré!💕💕💕
Yo sigo publicando en Wattpad, (aunque ando muy inactiva), allí está «Una historia a través de las eras». Podrías probar subirla en ambas plataformas 👍yo te ayudo a promoverla 😜
Voy a seguirte por aquí y releer ésta magnífica historia.
¡Hola Krista! Espero que estés leyendo esto y disculpa que no te haya respondido antes. A penas estoy aprendiendo a utilizar esta pagina y yo también estoy subiendo en WattPad con el mismo seudónimo de FanFic es: Tsunami Akira. Allí ya subí hasta el capitulo 34 de la historia y algunos capítulos tienen ilustraciones que representan determinadas cosas de cada capitulo. Espero, si lees mi respuesta, que también puedas seguirme por allí o directamente leer la historia en esa otra pagina, como quieras.
A mi también me entristeció lo de FanFic es, sobre todo porque llevaba años subiendo contenido allí y allí tenia casi toda la historia, pero re subire todo en ambas paginas, esta y Wattpad, pero como ando ocupado no he podido subir todo de golpe, por si te interesa, te dejare el link de Wattpad aqui. Espero pueda verte por allí. Gracias y cuídate mucho.
Johan Fausto (@TsunamiAkira1) – Wattpad