Soy un ser inferior con la habilidad de seducir mujeres - 056
CAPÍTULO 56- Subasta. Parte 1.
Antes de irse a casa, Kei llegó a la Capital para visitar a Diama, la Titán, pero ciertos problemas lo interrumpieron durante su camino.
Él visitará a Diama para ver cómo estaba y ver los resultados de su entrenamiento, pues ahora más que nunca necesita compañeras poderosas a su lado, pero mientras volaba en dirección hacia la tienda del padre de Diama, vio a dos hombres robando unas simples frutas. Kei comúnmente ignoraría eso y no le tomaría importancia, pero su sangre Molfer está tan caliente por la furia e impotencia que siente en su corazón, que inmediatamente bajó, y sin pensarlo dos veces, los atrapó por las piernas y los azotó contra el suelo varias veces, hasta que sus huesos estaban más rotos que un plato de vidrio al caer desde un edificio, y la sangre en el suelo parecía un gran charco de lluvia.
En el suelo están los cuerpos casi sin vida de esos pobres hombres, que son más huesos que carne por lo delgados que están, y algunos de esos huesos están saliendo de sus cuerpos.
Dos vagabundos que posiblemente han sufrido mucho más que Kei en la vida, y él no se detuvo a pensar en su situación.
Al ver lo que hizo, Kei cerró los ojos y usó su magia curativa en ellos, mientras las personas veían con cierto miedo a Kei, pero seguían con sus vidas, como si eso no estuviera pasando, pues eso es normal en ese mundo, así que prefieren ignorarlo para evitar meterse en problemas que les podría costar la vida.
Kei se siente una mierda en ese momento y quiere llorar, pero no quiere poner en ridículo el apellido Molfer. Le costó mucho trabajo lograr que Kei Molfer sea un nombre temido y respetado, y no lo arruinará llorando por esto.
Los hombres están desmayados, pero al menos sus vidas ya no están en peligro gracias a la magia curativa de Kei.
Las guardias de la ciudad vinieron por los hombres, y sin hacerle ninguna pregunta a Kei, se los llevaron.
Él intentó irse, pero la culpa lo consumía por dentro, después de todo, esos pobres hombres estaban tan hambrientos, que entraron en desesperación y cometieron un crimen en la Capital, sabiendo perfectamente que es un lugar protegido por la familia Molfer. Estaban tan desesperados por comida que incluso hicieron esa estupidez. Kei comprendió su sufrimiento y creó una barrera de tierra frente a las guardias, que se asustaron, se dieron media vuelta y se arrodillaron ante Kei.
Comúnmente Kei se pondría incómodo por eso, pero le duele tanto la cabeza que no puede tomarle importancia a eso.
Dos hombres, débiles, inútiles, seres inferiores a las mujeres solo porque una Diosa odia a los hombres porque su esposo se separó de ella por culpa de sus celos enfermizos.
Hombres que simplemente están condenados a sufrir por nacer con pene.
—Alimenten a esos hombres y quiero que les consigan un trabajo de cualquier cosa bien pagado. Están bajo mi protección. Si los dañan, recibirán una muerte lenta. ¿Entendido?
Ellas rápidamente asintieron, sin atreverse a hablar, y eso enfureció a Kei, por no recibir una respuesta verbal.
—¡Dije que si entendieron mi maldita advertencia, idiotas!
—¡S-sí!- Dijeron todas, llenas de miedo.
—Tsk… Ah…
Kei suspiró y siguió su camino, mientras reflexionaba sobre su comportamiento.
—Cada día soy más un Molfer… Sigo siendo Kei Edna… ¿Verdad?- Pensó, recordando a su viejo yo, aquel chico que defendía a los débiles de los bravucones.
Kei Edna nunca hubiera golpeado tan brutalmente a dos pobres vagabundos solo por robar para tener algo en sus estómagos, al contrario, les habría dado comida y ayudado a conseguir algún empleo, pero Kei Molfer actuó como un Molfer, usando la violencia como primera opción, algo que Kei odia, pero al mismo tiempo, disfruta hacer.
Kei Edna y Kei Molfer. Podrán compartir alma, pero… ¿son realmente la misma persona?
Kei tiene miedo de cambiar tanto, pero considerando su estado actual con su relación con los demonios, no puede darse el lujo de deprimirse, por eso prefiere ignorar sus problemas psicológicos y seguir adelante con su vida, sin pensar en eso.
Tomó aire y se acarició el pecho con su mano.
—Ya no hay marcha atrás.
Intentó entrar a la tienda, pero al momento de abrir la puerta, y como si hubiera visto el futuro, Diama saltó inmediatamente sobre él cuando Kei abrió la puerta, golpeando el pecho y estómago de Kei con su enorme cabeza, sacándole el aire que acababa de tomar.
—¡¡¡Kei!!!
Fue tanta la fuerza y potencia de su salto, que destruyó las paredes de 4 diferentes tiendas con el cuerpo de Kei, y casi mata a un niño que estaba en medio de la calle, jugando con una pelota, pero afortunadamente Kei reaccionó y logró frenar a tiempo, antes de tocar a ese pequeño niño con su cuerpo.
El niño se fue llorando con su papi, mientras Kei se volvía a meter las costillas dentro de su cuerpo y cerrar sus heridas con magia curativa.
Diama siguió abrazándolo, acariciando el pecho de Kei con su enorme mejilla, mejilla que se llenó de sangre porque, al golpearlo en el pecho con su cabeza, le rompió las costillas, y esas mismas costillas salieron del pecho de Kei, y no solo lo dañó a él, también la dañaron a ella, pues al acariciar a Kei con su mejilla, era como si estuviera acariciando clavos con su mejilla.
—¡¡Me alegra tanto ver que estés bien!!
—Ah, Diama, debes controlarte mejor.
Kei le acarició la mejilla y usó su magia curativa en ella, para cerrarle las heridas.
—Espero que solo hagas esto conmigo, porque no cualquiera puede evitar que mates a alguien con tu embestida.
Las personas alrededor se asustaron, pero siguieron con su camino, pues esto ya había pasado varias veces, así que estaban acostumbrados.
Los dueños de las tiendas suspiraron y comenzaron a limpiar con una sonrisa en sus rostros, pues Kei siempre les termina pagando una gran suma de dinero para evitar que se enojen, muchísimo más de lo que vale la reparación.
—¡¿Estás bien?! ¡Escuché lo que pasó con los demonios! ¡Cuéntamelo todo!
—Lo siento, no tengo tiempo, tal vez mañana. Solo quiero descansar. Vine a ver tus avances y a dejarte nuevos ejercicios.
—¡Estarás orgulloso de mí! ¡He avanzado un montón! ¡Vamos!
Diama comenzó a correr, mientras arrastraba a Kei por el suelo, pues lo tomó del brazo y no le avisó que correría.
Kei se está lastimando las piernas, pero no se queja y solo cierra los ojos, intentando mantenerse tranquilo.
Tantos problemas en su vida actual lo tienen agobiado, por eso prefiere primero resolver sus pendientes como el entrenamiento de Diama, para tener más tiempo para entrenar. Incluso en ese momento, mientras Diama corre llena de emoción y con una gran sonrisa en su rostro, Kei está activando y desactivando su modo rojo una y otra vez, en menos de 0.1 segundos. Los rayos rojos apenas se generan antes de desaparecer, y así sucesivamente.
El actual límite del modo rojo de Kei, es de un minuto sin recibir daño, pero ese tiempo se acorta cuando recibe daño. Puede mantenerlo por más tiempo, pero eso aumenta el daño que recibe al desactivarlo, disminuyendo más sus puntos de vida, y entre más tiempo pase de su límite, más puntos de vida perderá.
Al activar y desactivarlo, Kei recibe daño y pierde poder mágico. Pierde el 0.01% de su poder mágico y 10 puntos de vida al activarlo y desactivarlo. No es demasiado porque solo dura 0.1 segundos activado, pero una vez que alcance su límite, perderá cada vez más.
Drin, en su forma como gato, que estaba sobre el techo de una tienda observando la situación, mira con tristeza a Kei y se va de ahí, pues comprendió la cruel realidad de ser Kei Molfer.
Un chico destinado a sufrir.
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Después de pasar una hora con Diama y darle su entrenamiento semanal, se fue a su casa para no preocupar más a Mei.
Al llegar, se dio cuenta de que las sirvientas estaban arreglando un agujero en la pared, y como había restos de la pared en el suelo, significaba que eso era reciente. Al principio se asustó, pero como vio a las sirvientas tranquilas, trabajando como siempre, se relajó, pues si algo malo hubiera pasado, ellas no estarían perdiendo el tiempo en cosas tan insignificantes como arreglar una pared.
Entró a su casa y Mia lo recibió con una sonrisa.
—Bienvenido, amo Kei.
—Solo Kei, por favor… ¿No ha pasado nada raro? ¿Qué sucedió con la pared?
—No. Desde el ataque de los demonios, no ha pasado nada. Y lo de la pared se debió a que Mei la rompió con una embestida contra tu padre.
—¿Una embestida?
—Sinceramente no sé nada más.
—Vaya, vaya. Ya veo… ¿Y Mei?
—Está en tu habitación. Dijo que te tenía una sorpresa. Nos prohibió entrar a tu habitación, así que no sé lo que esté planeando.
—¿Sorpresa?
Kei sintió demasiada curiosidad e inmediatamente se fue a su habitación.
Subió las escaleras y entró a su habitación, pero lo que lo esperaba dentro lo dejaría muy traumado y asqueado.
—¿Eh?
Al entrar, quedó en shock y comenzó a temblar, lleno de inquietud, miedo y confusión.
Una Mei adulta estaba esperándolo.
Mei parecía una chica de 20 años, y estaba desnuda. Completamente desnuda.
Sus pechos eran incluso más grandes que los de su madre y su figura era sexy y delgada, resaltando incluso más sus enormes pechos.
Al ver a Kei entrar, Mei dio pequeños saltos para que sus enormes pechos reboten, y con cada rebote, el asco de Kei aumentaba, al igual que su confusión, porque no entiende nada de lo que estaba pasando.
—¡Bienvenido, hermanito!
—¿Q-qué?
Mei simplemente se veía muy hermosa y ardiente. Excitaría a cualquier hombre… Excepto a Kei, por obvias razones, pues ella… Ella es su hermana de sangre. ¿Se necesita de más razones para justificar que no se sienta excitado?
Ella se acarició sus pezones rosados con sus dedos, buscando excitar a su hermano, pero solo logra el resultado contrario, solo lo confunde muchísimo más.
Kei no era virgen, Mei lo sabía, por eso hace eso, porque tiene la esperanza de que Kei sienta lujuria por ella. Los hombres de ese mundo solo sienten lujuria por las mujeres que ellos aman románticamente, pero como Kei ha demostrado ser como una mujer por ser poderoso y para nada parecido a los hombres de ese mundo, quiere comprobar si Kei siente lujuria como las mujeres, pues ellas sienten lujuria con la belleza, fuerza y, obviamente, por lo sexual. Y si Kei llegaba a sentirse excitado con ella, y siguiendo con el sentido común de ese mundo, significaba que él la amaba. En otras palabras, quiere manipularlo para que él crea que él la ama románticamente.
Lamentablemente para ella, Kei no es un enfermo que se excita al ver a su hermana de sangre desnuda, mucho menos con una menor de edad.
—¿Q-qué?
Al ver que no estaba logrando el resultado deseado, Mei le guiñó y sonrió, usando su arma secreta y debilidad de Kei: lo adorable.
—¿Te gusta, hermano? ¿Me veo linda?
Pero Kei seguía temblando nervioso, y solo eso. Seguía en shock. Ver a su hermana desnuda era… raro.
Se quedó en silencio por unos segundos, mientras intentaba controlar su nerviosismo y tratar de encontrarle lógica a la situación actual.
—¿Y bien, hermanito? ¿Cómo me veo?
—P-p-p-p-p-p-p…
Kei trataba de decir algo, pero su cuerpo está temblando tanto, que incluso su mandíbula tiembla al intentar hablar, evitando que sus palabras salgan, como si estuviera descompuesto.
Mientras eso sucedía, el padre de Kei estaba en la cocina, partiendo algunas frutas para Kei con ayuda de Mia y otra sirvienta, como un ligero refrigerio para comer mientras hablan de lo ocurrido.
—Listo.
Tomó la bandeja y sonrió, pues está feliz por pasar tiempo con sus hijos, algo que rara vez pasa porque siempre están entrenando.
Un buen padre, que lamentablemente tiene como hijos a tres idiotas que se aprovechan del apellido Molfer para abusar de los demás, una incestuosa y a un reencarnado.
—Espero que esto le ayude a sentirse un poco mejor.
Regresando con Kei y Mei, la situación no ha cambiado.
Kei sigue trabado, intentando hablar, mientras Mei juega con sus nuevos pechos frente a él y también le enseña el trasero, que era igual de grande que sus pechos, dándose nalgadas y rebotando sus nalgas, como lo hace con sus pechos.
Una escena que se podría considerar «excitante», pero que se torna turbia y asquerosa no solo por el contexto de que son hermanos, sino por las exageradas proporciones de los pechos y trasero.
Pero finalmente, después de unos largos segundos, por fin logró mantener la compostura (al menos un poco).
—¡P-p-p-p-p-ponte ropa, Mei!
Se puso completamente rojo y cerró los ojos, para no seguir viendo la desnudez de su hermana, regresando a la normalidad a Kei, que había estado deprimido y solo pensaba en hacerse daño a él mismo, pero gracias a la pervertida de Mei, el Kei tímido había regresado.
—¡¿Q-qué haces?!
Mei había fallado en su objetivo, y para que Kei no sospeche, decidió usar su plan de emergencia.
—¡Mejoré mi magia de transformación, hermano! ¡Ya puedo transformarme en adulta y cambiar mi apariencia! Fufu. ¿No me vas a felicitar con un abrazo, hermano?
—¡Felicidades, pero ponte ropa primero!
Pero eso no detendría a Mei, que intentaría una última cosa.
Ella abrazó con fuerza a Kei y él se puso aún más rojo, y su mente quedó en blanco, incapaz de procesar lo que estaba pasando.
Su querida hermana gemela, aquella que siempre había estado con él, se estaba comportando demasiado raro, incluso más de lo común.
—¡Me esforcé mucho! ¡Dame un poco de cariño, hermano!
La cabeza de Kei estaba entre los pechos de Mei y sus pezones le tocaron las orejas, lo que provocó que su timidez llegara a su límite.
Su ritmo cardíaco estaba tan alto, que Kei sentía que en cualquier momento iba a explotar.
Incapaz de soportarlo, Kei se liberó de los brazos de Mei.
—¡D-debo irme!
Kei salió de su habitación, destruyendo la puerta con su cuerpo al no querer perder el tiempo abriéndola, pero la puerta no fue lo único que sufrió daños.
El padre de Kei estaba a punto de abrir la puerta, cuando fue embestido por Kei y salió volando, menos Kei, que frenó a tiempo antes de caer.
El padre de Kei cayó desde el segundo piso y Mia, que estaba pasando por ahí, intentó atraparlo, pero cuando vio que Kei estaba arriba, mirando la situación preocupado, inconscientemente bajó los brazos antes de atraparlo, provocando que su cara impacte de lleno contra el suelo.
¿Por qué Mia no lo atrapó? Porque pensó que eso podría poner celoso a Kei y no quería eso, aunque se terminó arrepintiendo de su decisión, pues sintió pena por él al verlo sufriendo en el suelo.
—A-amo, lo siento, yo…
—¡L-lo siento, padre!
Kei puso su mano sobre su nuca y usó su magia curativa.
—Listo. ¡Y lo siento, me tengo que ir!
Kei se fue y Mei, que seguía en la habitación de Kei, cruzó los brazos e hizo un puchero, frustrada porque su plan salió mal.
—¡Eres malo, hermano!
Después de eso, el padre de Kei decidió quedarse en la planta baja por el resto del día, para evitar que sus hijos lo maten por accidente.
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Kei salió de su casa corriendo, sin mirar atrás, escapando lo más lejos posible de su casa para no pensar más en lo que acaba de pasar.
—¡Mierda, mierda, mierda, mierda! ¡Eso fue raro! ¡Sé que Mei se emociona mucho cuando logra perfeccionar un hechizo, pero esto es exagerado!
Kei no sospecha que Mei hizo eso para excitarlo, pues es de sentido común que los hombres no sienten lujuria por cualquier mujer, por lo que piensa que ella hizo eso solo para mostrarle su gran avance, sin malicia alguna en sus acciones, algo muy contrario a la realidad.
—¡Ahhhhhhhhhhhhh! ¡Necesito sacarme esa imagen de mi cabeza!- Refiriéndose a la Mei desnuda que sigue invadiendo su mente.
Kei no es un pervertido, y el hecho de que los pechos desnudos de su hermana estén en su mente no significa que lo sea. Cualquiera no podría sacar de su mente una escena tan extraña y random.
Y afortunadamente, un milagro llegó a su vida para salvarlo. Recordó un evento muy importante que pasará el día de hoy: la gran subasta de esclavos.
—¡Es cierto, la subasta!
Nem y Mio son las menos inteligentes del grupo, son muy ignorantes debido a que no podían estudiar porque toda su vida han vivido ocultas y tratando de sobrevivir, pero las demás son muy inteligentes, excepto Nerka, que es algo tonta debido a que solo le importaba su apariencia y poder.
Ellas sabían que la subasta era un evento muy importante para Kei, por lo que él cree que ellas lograron retrasar el evento hasta que él despierte.
Con esa esperanza en su mente, las llamó.
[«Comunicación de pensamiento» activada. Terkiana, Nerka, ¿ya están listas? ¿La subasta comenzará hoy?]
[¡Ya estamos listas, lindo esposo!]
[Mi nieta y yo estamos en la subasta. Comenzará en unos minutos. Me sigue sorprendiendo la velocidad con la que estas clases de eventos se llenan de personas.]
[¡Sí, gracias, Dios supremo y chicas! ¡No sé cómo lo hicieron para retrasarlo hasta mi despertar, pero gracias! Llegaré en unos minutos.]
[Pues… No fue necesario. Despertaste justo el día de la subasta.]
—¿Eh?
[Drin estaba a punto de secuestrar a los esclavos cuando nos avisaste de tu despertar.]
Al escuchar eso de Terkiana, Kei se detuvo y parpadeó un par de veces, sin poder creer que tal coincidencia sea posible.
—Ah… ¡¡Gracias, Dios supremo, Zius o cualquier Dios!!
Cerró los puños y un vapor rodeó a Kei, y mientras el vapor cubría su sonrisa, su esperanza aumentaba.
—Espero tener suerte esta vez.
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La subasta de esclavos es un evento donde las mujeres ricas y poderosas pueden comprar hombres para usarlos como sirvientes, mascotas, juguetes o reproductores. Los hombres son tratados como objetos sin valor, y se les asigna un precio según su apariencia, habilidades, salud y potencial. Los precios varían según la oferta y la demanda, pero en general son muy bajos comparados con los de otros bienes y servicios.
La subasta se realiza una vez al mes, en un coliseo, en un gran escenario donde se exhiben los hombres, y las gradas donde se sientan las compradoras. También hay una zona de inspección donde las compradoras pueden examinar a los hombres antes de pujar por ellos.
Los hombres son traídos a la subasta por cazadoras, comerciantes o dueñas que quieren deshacerse de ellos. Algunos son simplemente esclavos por haber cometido crímenes, otros son vendidos por sus familias o comunidades, y otros son abandonados por sus anteriores dueñas. Los hombres son sometidos a un proceso de registro, limpieza, evaluación y clasificación antes de ser puestos a la venta.
Los hombres se dividen en cuatro categorías según su calidad: A, B, C y D. La categoría A corresponde a los hombres más bellos, talentosos y sanos. La categoría B corresponde a los hombres que tienen alguna cualidad destacable, pero también algún defecto. La categoría C corresponde a los hombres que son mediocres o promedio en todo. La categoría D corresponde a los hombres que son feos, inútiles, enfermos o débiles.
Los precios de los hombres dependen de su categoría, pero también de otros factores como la edad, el tamaño, el color de piel, el cabello, los ojos, la personalidad, el temperamento, la educación, el entrenamiento, la experiencia, la fertilidad, la resistencia, la obediencia y la lealtad. Los precios pueden variar desde unas pocas monedas hasta cientos. Por ejemplo, estos son los precios promedio:
Categoría A: Entre 99 y 999.00 monedas de oro. (Aproximadamente 1,683 y 16,983 dólares)
Categoría B: Entre 49 y 499. (833 y 8,483)
Categoría C: Entre 24 y 249. (408 y 4,233)
Categoría D: Entre 5 y 10. (85 y 170)
Las compradoras pueden pujar por los hombres que les interesan usando una varita mágica que emite una señal luminosa con el monto de su oferta. La subasta es conducida por un maestro de ceremonias que anuncia el nombre, la categoría y el precio inicial de cada hombre. El maestro de ceremonias también hace comentarios sobre las cualidades y defectos de los hombres, y trata de animar a las compradoras a pujar más alto. La subasta termina cuando nadie supera la última oferta durante 10 segundos.
Las compradoras que ganan una subasta deben pagar el precio acordado al maestro de ceremonias usando solamente efectivo. Luego reciben un contrato mágico que certifica su propiedad sobre el hombre comprado. El contrato incluye las condiciones y restricciones que se aplican al hombre, como las obligaciones y las penalizaciones por desobedecer a sus compradoras. El contrato también incluye un sello mágico que se imprime en el cuerpo del hombre para identificarlo como esclavo.
Las compradoras pueden llevarse a sus hombres inmediatamente después de la subasta o dejarlos en un almacén temporal hasta que los recojan más tarde. Las compradoras pueden hacer lo que quieran con sus hombres, sin límite alguno. Las compradoras pueden usar a sus hombres para trabajar, divertirse o procrear. Las compradoras pueden castigar o recompensar a sus hombres según su comportamiento. Las compradoras pueden vender o regalar a sus hombres cuando quieran. Después de todo, son considerados como simples objetos.
Todo eso es solo en cuanto a los hombres. Con las mujeres esclavas es algo parecido, pero muchísimo más caro. Casi 100 veces más caras.
—Ah, que asco.- Dijo Kei, al ver a hombres semidesnudos meneando la entrepierna, para llamar la atención de las mujeres (clientes potenciales).
Kei, en su forma como aventurero, se paró frente a la entrada de un burdel, y considerando que las mujeres son las únicas pervertidas, sí, es un burdel lleno de hombres prostitutos.
Estaba en la zona más peligrosa de la Capital, la zona roja, pues en ese lugar hay una entrada para ir a la subasta.
—Esta parte siempre es incómoda… ¡¿Eh?!
—¿Cuánto por hora, guapo?- Dijo una anciana obesa, acariciándole el trasero.
—¡No, gracias!
Inmediatamente entró al burdel, escapando de esa anciana. Suspiró aliviado, aunque ese alivio desapareció al ver el interior.
En el burdel había hombres en ropa interior, incluso algunos estaban desnudos. Y lo que más molestaba a Kei es que todos eran guapos.
Kei se sintió incómodo, pero también sintió envidia por la belleza de esos hombres.
—Yo también quisiera ser guapo.
Suspiró triste, pero cuando vio a la anciana entrar y hacerle ojitos, inmediatamente la tristeza desapareció y se dirigió a una chica, empleada del burdel.
Ella se encarga principalmente de administrar las habitaciones y el dinero, pero durante las subastas ella se encarga de la entrada.
—Buenas tardes. Vengo a participar en la subasta.
Ella lo miró de arriba hacia abajo, con una mirada juzgadora.
—¿Tú quieres participar? Fufu. Comúnmente es al revés, esclavo.
—Haha. Que graciosa, señorita.
Sacó una bolsa con monedas de su [Almacenamiento mágico], sorprendiendo a la mujer, pues era la primera vez que presenciaba algo como eso, confirmando la identidad de Kei, o más bien, de Crisfa, el famoso dueño del [Almacenamiento mágico].
—Aquí está el pago por la entrada.
—¿E-eres realmente Crisfa?
Ella dudaba de él y sus habilidades, pues aunque había escuchado rumores sobre él, sospecha que todos sus logros es gracias a sus compañeras, pues se le hace difícil de creer que un hombre pueda llegar a ser tan poderoso, sin contar a Kei Molfer, por ser un Molfer, una familia única en el mundo.
Los hombres aventureros son raros… Muy raros.
La mayoría de los hombres aventureros se encargan solamente de cargar el equipaje y satisfacer sexualmente a sus compañeras, para relajarlas y hacer de sus viajes menos pesados.
Kei sonrió y sacó una tarjeta de su [Almacenamiento mágico].
Se la mostró con orgullo a la chica.
—¡Soy un aventurero de clase B! Y pronto seré de clase A. Fufu. Sí, lo sé, lo sé, soy increíble. Hasta te mojaste, ¿eh? Te doy permiso de masturbarte pensando en mí, bebé.- Dijo Kei, guiñando un ojo, actuando como un mujeriego, aunque por dentro se muere de la vergüenza y se arrepiente por diseñar a Crisfa tan ridículo.
La chica no pudo evitar sentirse atraída ante tal obra de arte. Un hombre poderoso, guapo y con un objeto mágico único que ni las mismas héroes pudieron conseguir. Cualquier mujer cuerda en el mundo se enamoraría al instante de él. Kei lo sabía, por eso diseñó a Crisfa muy guapo, para ser más popular entre las mujeres.
Ella observó a detalle la tarjeta y comprobó que era real.
—Es real, no es falsa… Increíble.
—Lo sé, lo sé. ¿Ya puedo entrar?
Ella se acercó a él y abrazó el brazo de Kei.
Kei sintió los pechos de la chica y se sonrojó, pero solo duró unos segundos, pues se volvió a meter en el personaje.
Su naturaleza es tímida, no podía evitar sentirse incómodo, pero Crisfa no es para nada timido, al contrario, es tan extrovertido que incomoda.
—¿Qué haces?
—La subasta comenzará en 20 minutos. Tenemos algo de tiempo libre.
—¿A qué te refieres con eso?
—Solo quiero probar tus habilidades en la cama.
Ella acarició el trasero de Kei, y aunque por dentro se muere de la vergüenza, su expresión solo es de asco.
—¡Odio las infidelidades!
Él la empujó.
—Escucha atentamente. Odio las infidelidades. Me dan asco las infidelidades. Mi corazón ya le pertenece a alguien. No la engañaré. Por favor, llévame a la subasta. No quiero usar la fuerza.
En un segundo, hielo rodeó el suelo y congeló los pies de la chica, y no solo los pies, comenzó a congelar todo el suelo del lugar, al igual que las piernas de los clientes y empleados, asustándolos e incluso lastimándolos, pues Kei realmente está furioso por haber sido acosado sexualmente.
—E-este poder mágico es…
—Sí, sí, increíble, lo sé. Por favor, llévame a la subasta.
Chasqueó los dedos e inmediatamente el hielo se derritió, mostrando un perfecto control en su poder mágico, sellando cualquier duda que ella y los demás pudieran tener sobre él y su poder.
—¿Nos vamos?
—S-sí, por aquí.
Kei comenzó a seguir a la chica y suspiró.
—Mi corazón ya le pertenece a varias chicas. Ah, soy un asco como hombre, pero al menos seré fiel… Bueno, fiel a mi manera… ¡Soy un asco de persona! ¡Zius, te odio!- Pensó Kei, desesperado por tanto estrés.
—E-es aquí.
La chica tocó una puerta con la palma de su mano.
—Subasta.
La puerta comenzó a brillar y la chica la abrió.
—Es aquí.
—Gracias.
Kei entró y la puerta se cerró detrás de él. Llegó al lugar de la subasta, el gran coliseo «Slave».
La puerta era mágica. Lo teletransportó a este lugar. En este lugar se llevará a cabo la subasta.
La magia de teletransportación puede ser replicada con objetos como la puerta, pero es casi igual que usarlo personalmente, pues ambos tienen tiempo de espera, pero con dos grandes diferencias.
Número 1: La magia de teletransportación con objetos o plataformas puede usarse dos veces cada 12 horas.
Número 2: Tiene un límite de distancia, de 5,000 kilómetros, al contrario de la magia de teletransportación verbal, cuyo límite solo lo define la cantidad de poder mágico del usuario. Kei, por ejemplo, puede viajar a cualquier parte del mundo al instante.
—¡Crisfa, por aquí!
Kei volteó a su izquierda y vio a Nerka y Terkiana sentadas en las gradas, disfrutando de unas banderillas mientras esperan.
—¡Te compramos algunas! ¡Ven rápido!
Se dirigió a ellas y se sentó con ellas.
Kei intentó hablar, pero Nerka inmediatamente puso una banderilla en la boca de Kei.
—¡Están deliciosas, ¿verdad?!
—Sí…
Le dio una mordida y sostuvo la banderilla con su mano.
—Perdón por llegar tarde.
—Todavía no comienza, no te preocupes.- Dijo Terkiana, sonriendo.
Sonrisa que hizo feliz a Kei, pero también lo puso algo pensativo y triste.
Las miró nuevamente. Una abuela y su nieta, comiendo juntas, pasando un rato agradable. Un ambiente tan feliz, pero que puede ser arruinado en cualquier momento por su culpa, por involucrarlas con su misión.
Mientras él sea enemigo de Fravi y los demonios, nadie cercano a él estará a salvo. Él más que nadie lo sabe, por eso prefiere evitar involucrar a personas que no quieran morir. Él ya aceptó que eso pasará, que habrá muertes, incluso también su propia muerte, pero eso no significaba que los demás lo aceptarían.
Kei levantó la mirada y miró el cielo, reuniendo el valor para preguntarles algo.
—… Quiero preguntarles algo.
—Claro.
—¿Qué quieres preguntarnos?
Kei sonrió e intercambia miradas con ellas.
—¿Quieren renunciar?
—¿Eh?
—¿Renunciar?
(Nota del autor: No olviden seguirme en Twitter: @HectorAngelAlv2 Necesito amigos :'(. Dejen comentarios, eso me inspira a seguir escribiendo. Y donen dibujos, soy pobre xd No importa que sean hechos con ia.)
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