Sueño Profundo: Espada Oxidada - 07
— ¡JAJAJAJA! ¡¿POR QUÉ TE DUERMES, HUMANA?! —Quedé atónita— ¡ESTA PELEA! ¡¡NUESTRA BATALLA!! ¡¡¡NECESITA UN GRAN FINAL!!!
— ¿Ehh?
Aterrada, giré mi cabeza. Un estoque se hallaba clavado en el campo de guerra. Repentinamente, una boca apareció en el mango de esa espada. Curva, sonriente; repleta de colmillos, con roña y baba. Y arriba del hocico —cual verruga—, un repugnante ojo apareció como si nada, en llamas azules.
— ¡TE VEO! ¡JA, JA, JA! ¡¡PUEDO VERTE!! ¡JA, JA, JA!
¿Qué?
¡¿N-Némesis?!
—Yo… ¡N-no comprendo! —Escupí sangre—. ¡¡Acabé contigo!! ¡¿P-por qué?!
—…
— ¡B-bastardo! —expresé—. ¡Mírame a la cara y responde! ¡¿Soportaste?!
Némesis esbozó una vil sonrisa.
— ¿SOPORTAR? —empezó a reír—. JA, JA… ¡¡¡UNA MIERDA!!! —Perdió la calma—: ¡ACABASTE CONMIGO! ¡EN VERDAD LO HICISTE! —Tomó una pausa—. SIN EMBARGO… ESTOY AQUÍ, JUNTO A TI, RIÉNDOME. ¡JA, JA, JA!
—… yo… no comprendo, ¿cómo es que?
—Es sencillo, muchacha. He transferido parte de mi C.C.C a este pedazo de chatarra. La mayor parte de mí ha sido destruida. Soy incapaz de luchar o matarte. Lo sé. Empero, tengo la fuerza necesaria para explotar y llevarte conmigo al infierno. Ja, ja. ¡Eso sí!
— ¿Ahh?
— ¿NO ESCUCHASTE? —Tragué saliva—. ¡¡TE LLEVARÉ CONMIGO AL INFIERNO, MOCOSA!!
¿Ehh?
No…
¡Estas mintiendo!
—Me niego…
— ¿QUÉ DIJISTE?
— ¡¡Me niego a aceptar tus palabras!!
Ignoré esas palabras. Me iba a levantar, iba a coger mi espada e iba a reventar su boca a punta sablazos.
Forcé mis piernas. Endurecí mis pies.
Pensé: ‘¡Hagan lo que digo, estúpidas patas!’.
En ese momento, despertaron.
Reaccionaban, indómitas, al llamado de mi alma rebelde. El dolor no importaba. Mi sangre, mis lágrimas, el miedo. ¡No perderé ante ellos!
¿Salmia? ¿Energía?
¡Váyanse al carajo!
Lo haré sola… con sangre, sudor, y agallas. Elevé la mirada, mi objetivo estaba al frente. Podía lograrlo, un corte… y listo…
Técnica de rango intermedio… ‘sonic assa…’
No obstante, antes de siquiera pararme, un fogoso entramado de verrugas sebosas apareció en él. Un sinfín de ampollas nacían por segundo.
Quedé pasmada.
De la piel nacían ampollas, de los tumores ampollas. Y de las ampollas, más ampollas. Grandes, pigmeas; inmensas, pequeñas. Ninguna estallaba. Se acumulaban y crecían. Asimismo, latían (como una sola) y charlaban entre ellas, cual enjambre mordaz. En pocos segundos, el arma dejó de crecer. Y con ello, la efigie de una abultada víscera apareció en escena.
¿Qué es eso?
Con ahínco bestial, le rogué a mis piernas que se movieran. Imploré, supliqué, ¡les pedí un esfuerzo más!
A pesar de ello, cayeron al piso, y se quedaron ahí, al igual que resortes oxidados.
Ignorando mi suplicio, la efímera sonrisa que mostró el bastardo creció —más y más—. Su gran papada, la gran barriga. Las verrugas trepidaron, me habló:
— ¡JA, JA! ¡FALTA POCO, MOCOSA! ¡JA, JA! ¡¡FALTA POCO!!
Me lamenté con fervor insano. Estaba en llamas… estaba harta, no me gustaba demostrarlo. ¡Pero odiaba esto! ¡Aborrecía pelear de esta forma tan estúpida! ¡Y sobre todo, detestaba perder así!
Recordé a muchas personas. Mi madre, mi hermano, el tío Renato, los abuelos, John, Lilith, mis compañeros de clase, Kana-sensei, la profesora ‘S’. ¿Qué va a pasar con ellos si fallo en esto?
—Mu-muévanse… estúpidas piernas… muévanse —musité.
No sabía qué hacer.
‘Cuando miras el abismo, el abismo te mira a ti’.
Comencé a llorar, un llanto leve y rojizo.
No sabía qué hacer, iba a rendirme. Pero entonces, una voz extraña apareció en el lugar. Abrí mis ojos, no estaba dentro, estaba afuera. En el plano real.
— ¡Deja de pensar en cosas sin sentido! —La voz indómita creció de tono, y dijo—. ¡¡Y mueve ese culo!! ¡¡Ed!!
— ¡¿R-Rebecca?! —replicó Edward.
—Rapidez. ¡Tenemos que salvarla! ¡¡Apúrate!!
— ¡En eso estoy!
¿De dónde?
No era Naomi. Ese grito, esa voz —por alguna razón—, desterró mi soponcio, ¡dejándome en blanco! No me sentía helada, tampoco pasmada; en su lugar, estaba despierta, ardiendo.
Sus palabras calaron en mi alma.
Mi corazón latía con brío, me sentía en llamas, un tremendo ‘calor’ incineraba mis lágrimas, despertándome. Busqué el origen de esa voz rebelde, en el cielo, retozando cual liebre, una joven se abría paso, dando saltos salvajes. Su cabello marrón danzaba con la brisa, su mirada cortante parecía un puñal. Aterrizó en el césped, y pareció quejarse, sin embargo, ignoró sus molestias y siguió avanzando. En simultáneo, Ed avanzó con todo. Ambos personajes corrían hasta mí.
— ¡DIEZ SEGUNDOS! ¡JA, JA, JA! ¡¡EL INFIERNO TE ESPERA, HUMANA INSOLENTE!!
¿Qué hacen?
¡Aléjense! Ustedes… ¡No pueden hacer nada!
Aunque se esfuercen…
Aunque lo den todo…
Nuestros mundos son distintos…
Ustedes…
— ¡JA, JA, JA, JA, JA! ¡ESTÁ LISTO! ¡¡POR FIN ESTÁ LISTO!! —Las ráfagas de viento incrementaron su fuerza—. ¡¡NOS VEMOS EN EL INFIERNO, HUMANA INSOLENTE!!
Cerré mis ojos… lo entendía… por fin lo entendía…
No quería morir. ¡En verdad no quería hacerlo!
¡Yo…! ¡Quiero seguir practicando con la espada! ¡Quiero hablar con Edward! ¡Quiero ver a John, a mis amigas, a mi madre! ¡Quiero…¡ ¡Mi promesa!
Yo…
— ¡¡No quiero desaparecer!!
…
La trompeta sonó. Un feroz grito resonó en el parque. Al compás de mil tambores, el engendro maldijo este mundo. Y explotó.
— ¡¡MUEEEREEEEE!!
Aparté la mirada, cerré mis ojos; en el fondo, un miedo creciente me obligaba a no mirar. Pero entonces, dos gritos ahogados resonaron como uno.
— ¡Rebecca! ¡Hagamos eso! ¡Los dos juntos!
—Exclamación. ¡Pensé que jamás lo dirías!
—Uno, dos —ellos se pararon frente a mí, extendieron sus brazos y exclamaron en sincronía— ¡¡PROTEJE A LILY!! ¡¡SUNSET SHIELD!!
Se trató de un evento casi instantáneo.
En menos de un parpadeo, una flor apareció en escena. No podía explicarlo, pero de algún modo, Edward y Rebeca proyectaron una flor hermosa… en sus manos extendidas. Era bellísima. Su intenso matiz naranja atraía la vista de muchos, y sus pétalos, carnosos, me recordaban una sola palabra: ambrosía.
Conté sus pétalos… tres…
Miré su forma… una flor…
¿Qué es esto?
Antes de perder la cabeza, esa ‘cosa’ empezó a crecer. Lo hizo de forma tan rápida que parecía imposible. Ellos voltearon sus cabezas, me apuñalaron con la mirada y dijeron.
— ¡Abajo, Lily! —gritó Ed.
—Presteza. ¡No respires! ¡Cierra tus ojos! ¡Ya!
Un segundo después, un tremendo impacto remeció la tierra. Los tres pétalos recibieron con infamia el azote de un poder infernal. Se torcieron, se doblaron. Sin embargo, se mantuvieron en su sitio, abarcando un área circular grande, equivalente al de una sombrilla de playa.
Apenas un metro atrás, me encontraba yo, en una zona libre de fuego, ondas de choque y rocas volando.
Seguí mirando… no podía creerlo…
Ellos… de alguna forma… proyectaron un broquel hecho de salmia pura.
Tal hazaña me dejó absorta. El control necesario para crear algo de ese calibre, con esa forma exquisita, ese poder omnímodo y ese color…
No podía entenderlo. ¿Salmia anaranjada?
Apreté mis puños. No importaba. ¡Nunca presencié algo parecido a esto! ¡Un control de salmia tan refinado como este!
No exageraba. Una cosa es proyectar salmia en espadas, lanzas, arcos, etc. Y otra cosa, muy diferente, es manejar la salmia de forma tan detallada para crear algo tan bello y fuerte como ‘eso’.
Cuanto empeño… han de poner…
Cuantos cálculos… deben hacer…
¿Cómo es que…?
¡¿Cómo hicieron para crear ‘eso’ en este plano?!
Es… imposible… yo soy irreal para ellos… y ellos irreales para mí…
Entonces…
¡Ahhh!
¡No comprendo nada!
Mientras me devanaba la cabeza pensando, noté que ambos personajes parecían cansados. Zarandeé mi testa por reflejo. ¿En qué estaba pensando?
Repentinamente, esa chica abrazó a Edward por la espalda. Inmediatamente, el escudo naranja incrementó su fuerza. Hablaron:
— ¡¿Qué haces?!
—Pragmatismo. ¡Nada! —Ella abrazó con más fuerza a Ed—. ¡Si te abrazo de esta forma, es más fácil para mí! ¡No te confundas! ¡Vamos, mirada al frente! ¡Rápido!
— ¡C-comprendo!
El trío de pétalos que componía el escudo empezó a crecer. ¿Qué es esto?
De pronto, la hermana de Ed comenzó a gritar. Icé la vista.
— ¡¡Hermanito!! ¡Rebecca! —Naomi dio un paso al frente—. ¡No se rindan! ¡¡Por favor, ganen esto!!
Ese grito remeció mis entrañas. Mordí mis labios. Y dije:
—Ustedes… pueden… —me dirigí a ellos—, corten… mi destino… —tosí—. ¡Sé que pueden! Yo… ¡¡Sé que sí!!
Con una pasión más grande que el cielo, Ed cerró su mano extendida en un puño, caminó al frente, y le atizó un tremendo ‘cross’ al escudo. Un impacto remeció el mundo.
— ¡FLORECE! ¡¡SUNSET SHIELD!!
La colosal marea negra fue refractada en miles de vectores. Ni siquiera un retazo de ese poder llegó hasta mí. Las olas pasaron. La muerte, el pánico, todo ‘eso’ quedó atrás, en un simple ‘quizá’.
Esa noche (23 de diciembre del 2030). Un chico y una chica salvaron mi vida.
Intenté hablar con ellos, sin embargo, ni bien la explosión cesó, ambos cayeron al césped al igual que maniquís de carne y hueso.
Aun así, desparramados en el suelo, Ed y Rebecca esbozaron leves sonrisas.
—Lo hicimos, Lily… —dijo Ed, elevando su pulgar derecho—. Lo hicimos…
—G-gracias… hii, hii… gracias…
Mis lágrimas comenzaron a caer.
—Cansancio. No… llores… —musitó ella.
Rebecca golpeó levemente el pecho de Ed y cayó dormida. El joven Ed apoyó su cabeza en el césped y dijo:
—Hablemos… después, ¿ok? —Cerró los ojos—. En este momento… solo necesito descansar un poco… solo un poco… y…
*ZZZZzzz*
Él cayó dormido.
—S-sí… —gimoteé—, un día volveremos a vernos… de veras…
Observé la hora y cerré los ojos. Me quedaban diez segundos.
Gracias por todo, ultimé.
…
Desde la plaza llegaba el rumor de una victoria.
Continuara…
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