the color of the eyes - 04
Un silencio incómodo llenó todo el lugar, de tal manera que al cruce de sus miradas se produce una gran incomodidad.
Sam: está bien.
Se agachó y con sus manos remangó el pantalón de la pierna izquierda, su pierna aún se veía muy mal pero antes estaba peor, por alguna razón se había mejorado en muy poco tiempo.
Mía: uffff eso se ve… muy mal. ¿Te duele?
Sam: no, ya no me duele.
Mía se acercó un poco más, a tal punto de estar rozando sus brazos, mía se agachó y lentamente dirigió un dedo hacia la pierna fracturada de Sam.
Sam: ¡auch!
Mía: perdón, dijiste que no te dolía.
Sam: no me dolió, sólo que me tomaste por sorpresa.
Mía: perdón.
Nuevamente acercó su dedo hacia la pierna fracturada de Sam, al tocarlo podía sentir como sus huesos y sus músculos estaban desgarrados, era como una bolsa de carne, en otras palabras era irreparable.
Por otro lado el chico de cabello negro lo sentía muy bien, pareciera como si el tacto de la chica lo aliviara.
Sam: oye ¿puedes poner toda tu mano en mi pie?
Mía: ¿eh?
Mía, colocó la palma de su mano contra la pierna de Sam y podía sentir que sus huesos y músculos lentamente se movían dentro de él, pareciera como si el tacto de ella estuviese reacomodando la fractura de su pierna.
Mía: se siente muy raro, parece que tus huesos se están moviendo.
Sam: …
Mía: ¿Sam?
Inconsciente o dormido Sam estaba con los ojos cerrados y con todos sus músculos inactivos, sus músculos de la cara y brazos lo hacían ver como si estuviese muerto.
Pero aun respiraba, esto asustó mucho a Mía, pero se calmó al ver sus pulmones moverse, se levantó para tocar su cara y tratarlo de despertar con unas palmadas en el rostro.
Mía: Sam despierta.
Al no obtener respuesta alguna, levantó su palma lo más alto que pudo y le dio una fuerte cachetada en el rostro del chico.
Sam: ¡auch! ¿Por qué hiciste eso?
Mía: despertaste.
Una mano roja quedó impregnada en el rostro de Sam, éste se sobó el rostro y rápidamente se paró para entrar por la puerta de la cocina.
Mía: ¡OYE!
Sam: ¿Qué?
Por unos segundos Mía se quedó en silencio tratando de asimilar lo que acababa de ver.
Mía: tu acabas de…
En la puerta de la cocina se encontraba Sam, con un tomate sobre el cachete que tenía la marca de la mano.
Mía: ¿Qué haces?
Sam: me enseñaron que cuando tienes una marca de algún golpe y te deja la piel roja, pues para que no te arda tienes que ponerte un tomate helado.
La cara de Mía era completamente de confusión al mirar a Sam.
Mía: no, me refiero a que estas caminando.
Sam: …
Mía: estás de pie, acaso no te das cuenta.
Sam, dejó caer el tomate y lentamente bajó su mirada hacia el piso donde se encontraban sus pies, el derecho estaba un poco torcido pero el izquierdo estaba completamente perfecto, como si nada hubiera pasado.
Sam: ¿Qué me hiciste?
Mía, solo respondió con silencio y simplemente silencio ya que ni ella misma tenía alguna idea, ni siquiera una pista de lo que había hecho.
Mía: simplemente te toqué
Tal vez no fueron las mejores palabras que ella pudo elegir.
Sam lentamente levanto la pierna izquierda y la coloco delante de él, simplemente dio un paso pero lo hizo como si nunca lo hubiera hecho, pisó fuerte contra el suelo, levanto su otra pierna pero esta si le dolía un poco pero a comparación de antes, el dolor era como un calambre.
Sam: en serio dime que hiciste.
Mía se levantó del mueble con su mirada fijada hacia los pies de Sam lentamente camino hacia él y le dijo.
Mía: t-tu pie derecho ¿Cómo está?
Sam levanto y movió su pie derecho, parecía como gelatina, tembloroso y sin capacidad de enderezarlo.
Sam: aun me duele un poco y además no puede moverlo por cuenta propia.
Mía: siéntate rápido.
Sam sin preguntar algo obedeció rápidamente a Mía la cual al ver que Sam se sentó en el mueble, se agacho, le quito la zapatilla y el calcetín, podía ver el pie lastimado de Sam, tenía un color oscuro al igual que el que tenía su pierna izquierda.
Mía: voy a tocarlo, si sientes algo me avisas.
Sam asintió rápidamente con la cabeza.
Mía: 3, 2, 1.
Rápidamente pego la palma de su mano contra el pie malherido de Sam.
Mía: dime ¿Qué sientes?
Sam: …
Ella despego rápidamente su mano de su pie al no obtener una respuesta, vio que Sam estaba en el mismo estado de dormido que antes, se puso de pie, levanto su mano lo más alto que pudo y…
Mía: sabes que, mejor duerme.
Su conciencia nuevamente dejó su cuerpo, pareciera como si estuviese realmente exhausto, cansado y sin energía, no podía hacer nada más que caer en un profundo sueño.
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¿?: Miren ahí viene la ballena.
Caminando en un pasillo repleto de gente se encontraba un pequeño y obeso niño, aunque hubiera mucha gente, sólo lo veían a él, como si los demás no existieran.
Él era el objeto de burlas por su aspecto físico, era muy pequeño y eso hacia resaltar más su físico, estaba lleno de grasa, su ropa estaba sucia y su cabello despeinado.
¿?: Todos apártense que él solo podría llenar todo el pasillo
Estando al borde de las lágrimas caminó más y más rápido hasta que empezó a correr, al escuchar insultos de los demás.
Uno de sus pies se enredó con el otro haciendo que pierda el equilibrio y finalmente callera al piso
Al caer al piso se podía ver a través de su ropa sudada como toda su grasa se movía por el impacto contra el piso.
¿?: Miren la gelatina humana
Sonidos de risas llenaron todo el lugar, absolutamente todas las personas que estaban ahí y sin excepción empezaron a reírse de ese gordo y pequeño niño.
Entre lágrimas el pequeño se levantó, trató de hacer fuerza para no volverse a caer.
Mentalmente maldijo a todos los que estaban presentes, deseando la muerte de todos, ni siquiera los quería ver a la cara
¿?: Los odio a todos – dijo el niño entre lágrimas
Un joven alto, musculoso y con pelo rizado de color marrón se acercó al pequeño niño y suavemente colocó la mano en su cabeza diciendo.
¿?: Supongo que el sentimiento es mutuo, ahora lárgate gordo.
Lo empujó de la espalda haciendo que el pequeño perdiera el equilibrio nuevamente, pero esta vez, no se cayó al suelo.
Simplemente siguió con su rumbo natural y se marchó de ese pasillo repleto de gente superficial.
¿?: pero en especial te odio a ti Jonatan – dijo el pequeño en voz baja.
Para ese pequeño niño, lo que acababa de vivir no era algo extraño, por el contrario era un día normal.
Ese horrible sueño le hacía sentirse impotente, afortunadamente para él sólo fue un mal sueño y nada más que un mal sueño.
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Despertando entre lágrimas se encontraba Sam, ese dueño realmente le había afectado.
Se levantó del mueble y estiró sus extremidades, movió su cabeza hacia delante y hacia atrás, bostezo e inmediatamente su estómago empezó a pedir comida, caminó lentamente y se dirigió hacia su cocina, abrió su refrigerador pero solo había perejil o culantro… esto le dio un pequeño recuerdo a lo que hizo cuando llegó a su casa, después que sus piernas fueran aplastadas, lo cual lo llevó a verlas y se dio cuenta que estaban bien, se habían curado muy rápidamente, lo cual lo llevo a pensar en la persona la cual lo había curado, Mía…
Sam: ¿Mía?
Salió de la cocina y buscó en la sala, miró hacia todos los lados, pero no la encontró.
Sam: ¿Mía?
Un pequeño escalofrió recorrió todo su cuerpo, desde la cabeza hasta la punta de sus pies al ver la ventana rota, pasó por su mente la idea que tal vez ella lo haya dejado solo.
Sam: ¡MÍAAAAAA!
Sam gritó su nombre a todo pulmón, pero nadie le respondió
Él pensó que tal vez se quedó nuevamente solo en un lugar conocido pero tan distinto como él lo recordaba.
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