the color of the eyes - 06
El hombre alto, se dio cuenta que la venda que cubría sus ojos, ya no estaba.
Sam: vámonos rápido.
Ambos se marcharon corriendo lo más rápido que sus piernas le permitían, dejando al hombre solo.
Observó que la venda estaba en el suelo, así que se agachó para recogerla, tétricamente volteó su cabeza para intentar verlos, su largo cabello cubría gran parte de su cara solo dejando ver su ojo derecho.
Repulsivo, sádico y tétrico esas son unas pocas palabras de describir la mirada del hombre.
Su iris se movía, como si fuera una lámpara de lava, alrededor de su ojo tenía una cicatriz que oscurecía la parte superior e inferior de su ojo, como si alguien le hubiese arañado bruscamente los ojos.
Sam: vamos sigue corriendo.
Mía: voy lo más rápido que puedo – le respondió agitadamente.
Ambos estaban agotados así que se detuvieron para recuperar el aliento, habían recorrido una gran distancia en muy poco tiempo lo cual era bueno ya que eso significaba que estaban más cerca de la tienda.
Sam: vamos, ya no falta mucho.
Mía secó el sudor de su frente con la manga de su polera, miró hacia atrás para verificar que nadie los estuviera siguiendo, al asegurarse de que estaban ellos dos solos empezó a seguirle el paso a Sam.
Sam: oye porque casi no hablas.
Mía: ¿Qué quieres que diga?
Sam: no sé, tal vez dime que cosas te gustan.
Mía: …
Ella se quedó totalmente callada, parecía más fría e indiferente que ayer, pero lo que realmente pasaba por su cabeza era el extraño hombre de hace un momento – porque la llamo Camila – pensó, tal vez el tipo solo estaba loco de remate – se supone que los policías se llevaron a todos, ¿Por qué a él no? – empezó a escuchar un sonido un poco extraño, un sonido que se repetía varias veces.
Sam: oye, oye, oye ¿me escuchas? – dijo mientras movía su mano delante de ella.
Mía: perdón no te escuche.
Sam: te estaba diciendo que ya casi llegamos.
Ella al percatarse de lo que tenía al frente pudo observar una casa un poco colorida que “sobresalía” del resto de edificios.
Mía: ¿es ahí?
Sam: si, ahhhh finalmente vamos a comer, ya tenía hambre.
Se acercaron un poco más a la tienda, al estar fuera de ella, Mía rápidamente agarró del brazo a Sam y con su otra mano tapó su boca.
Sam: bome qué bases? – soltó unos balbuceos de su boca.
Mía: escucha – le dijo mientras susurraba.
Al poner atención logró escuchar unos sonidos muy leves que provenían del interior de la tienda, sonidos metálicos, sonidos de bolsas y palabras que no se llegaban a entender.
Sam quitó las manos de Mía, se acercó sigilosamente hacia la entrada de la pequeña tienda y asomó tu cara para observar algo de lo que sucedía dentro.
Observó cómo unas cucharas estaban flotando por el aire, Sam se sorprendió por esto puso una expresión de asombro, pero su impresión duró poco al darse cuenta que había una silueta guardando cosas en… la mochila de Sam, tal parece que la mochila que Sam había dejado era la misma la cual la cargaba esa persona.
Sam: h-hola.
Mía: que haces idiota – dijo en voz baja.
Al oír esto la persona se escondió detrás del mostrador, al hacer esto todas las cucharas que estaban flotando en el aire cayeron al suelo haciendo ruido y matando el silencio.
¿?: ¡LARGENSE YO ME ENCONTRE ESTO PRIMERO!
Era una voz femenina, por lo tanto ambos dedujeron que era una chica, Sam entró a la tienda de forma lenta, Mía por otro lado se quedó fuera pensando – eres un idiota – ella lo estaba insultando mentalmente.
Sam: hola señorita t-tranquila, venimos en paz.
¿?: ¡LARGENSE!
La chica se levantó rápidamente, era alguien de piel un poco morena, vestía con una camisa de cuero de color negro, sus ojos negros empezaron a brillar, apuntó su mano hacia Sam, en ese mismo momento todas las cucharas que estaban en el piso empezaron a flotar y como si fueran balas se dirigieron rápidamente hacia Sam.
Este trato de cubrirse con sus brazos pero aun así las cucharas impactaban contra su cuerpo.
Sam: oye ahg ¡DETENTE! – dijo mientras las cucharas impactaban contra él.
Dolía el impacto de cada una pero lo podía soportar, entre tantas cucharas una cosa más grande se dejó ver, tal parecía que era una olla de metal… tal vez Sam no pueda soportar eso.
Sam: ahhg.
El cuerpo de Sam no era capaz de soportar el golpe de una olla y aún más, si esta había impactado contra su cabeza, él cayó al suelo como un saco de papas no quedó inconsciente pero si un poco aturdido.
Mía: qué esperas golpéala.
Sam: no… puedo golpear a una m-mujer – dijo de una forma rara.
Mía se asomó por la entrada, tal parece que a la chica se le habían acabado las cucharas lo cual hizo que Mía sonriera.
Mía: pero yo sí puedo golpearla.
La chica saltó sobre el mostrador, las miradas de ambas se cruzaron, era un momento un poco tenso, la chica dio un paso hacia delante y dijo.
¿?: Ni idea de quien sos pero te voy a re cagar a piñas.
Mía se aventó contra la chica e impactó su puño contra su cara, la chica cayó al suelo, el golpe la aturdió un poco e hizo que saliera un poco de sangre de su nariz, se puso débilmente de pie y limpió su nariz sangrante.
¿?: Maldita loca.
Agarró la mochila y salió corriendo sin antes empujar un poco a Mía, la cual la miró molesta (y también pisó a Sam, pero eso no importa)
Mía se acercó a Sam y le dijo.
Mía: ¿estás bien?
Sam: ahhhhg ¿Qué paso? ¿Ganamos?
Mía: bueno en cierto punto gané yo, pero ya no importa, ahora si ¡vamos a comer!
Ese ¡vamos a comer! Fue un poco sarcástico, pasar todo esto solo y simplemente para comer era un poco irónico.
Y más preguntas empezaron a surgir de la cabeza de Sam ¿Quién era ella? ¿Por qué aún hay gente que sigue en las calles? Y ¿A dónde se lleva la gente los policías?
Desechó todas esas preguntas y fueron a comer, no se imaginan el hambre que tenían ambos.
Aunque fuese una tienda pequeña tenía bastante comida (en su mayoría comida chatarra) Sam por su parte cogió una galleta y Mía una gaseosa, ahora a disfrutar del “festín”
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