the color of the eyes - 10
Sam: ¿por favor, podrías decirnos?…
Liz miró directamente a los ojos de Mia y pensó en no decírselos, según ella no estaba en obligación de decirles algo, unos niños arrogantes los cuales estaban como invitados, faltándote el respeto en tu propia casa.
Liz: ¡largo! – Dijo en un tono muy frío.
Sam: por favor, perdónanos, sé que no estás obligada a decirnos nada, pero… por un momento ponte en nuestro lugar, piensa que somos tus hijos y queremos encontrarte.
Rápidamente puso sus rodillas contra el suelo y agachó la cabeza en señal de arrepentimiento, trató de pensar las palabras adecuadas para no agravar más el problema.
Sam: sé que no nos conoces en lo absoluto, pero por favor, ayúdanos, sin ti estaríamos perdidos, por favor.
Se quedó en silencio esperando una respuesta, necesitaba a toda costa que le dijera la ubicación, él simplemente estaba preocupado no porque Liz estuviese molesta, sino porque posiblemente perdieran la única pista que les importaba.
Liz: si vas a pedirme perdón, al menos actúa mejor, no engañas a nadie con esas palabras falsa y caer tan bajo para poner a mis hijos como ejemplo, eso es caer bajo.
Tal parecer, ella de alguna forma se había dado cuenta del “engaño” de Sam, quizás porque en algún punto de su vida alguien le haya hecho lo mismo.
Sam: pero yo…
El simple hecho de ya no creer en sus palabras nubló por completo la mente de Sam, tenía todo un discurso preparado, pero él sabía que ella ya no se lo creería.
Se puso de pie, volteó su cuerpo y se acercó a Mia, la agarró delicadamente del brazo y le susurró
Sam: vámonos – dijo en un tono melancólico.
Mia trató de ver a Sam directamente a los ojos, pero él no se lo permitía, realmente había sido ella la causante del problema, se dio cuenta en reconocer su error y pensar que él no tenía nada que ver, pero aun así trató de apaciguar las cosas.
Su mirada se dirigía hacia los de Liz, la mano se Sam, como si tratara de decirle con sus gestos “tranquilo, yo lo arreglo”
Se puso cara a cara con ella, Liz al verla se sorprendió un poco, ella pensaba que Mia tenía un orgullo muy elevado como para siquiera considerar el pedirle perdón.
Mia por otro lado sabía que Liz era una chica un poco dura con respecto a lo que sentía y con lo que hacía.
Así que trató de hacer algo predecible, se arrodilló frente a ella y agachó la cabeza.
Liz: ¿tú también?
Mia: olvida lo que dijo, él no tiene nada que ver, y aun así trato de convencerte, sé que tal vez no lo hizo de la mejor manera, pero lo intentó, cuando realmente tenía que hacer eso debería ser yo.
Liz: ¿Cuál es tu punto?
Su voz tomó un tono más agudo, trató de sonar lo más arrepentida que podía, no hasta el punto de llorar, pero si hasta el punto en el que la otra persona realmente sintiera su arrepentimiento.
Mia: no tengo un punto en concreto, sólo busco que me perdones, tenías razón al decirme que yo me equivocaba, porque realmente no te especifiqué nada, tienes justa razón de molestarte conmigo y por eso pido perdón.
Liz: solo dices eso porque me necesitas.
Mia: si, solo digo esto porque te necesito.
Esas palabras asombraron a Liz, eso realmente no era nada predecible, todas las personas a las que ella conocía, siempre lo negaban y le daban el mismo vago argumento, pero esta vez fue diferente, por alguna razón en vez de molestarla más, esto causaba un efecto contrario.
Mia: digo esto porque ambos te necesitamos, sé que es muy egoísta de mi parte, pero así soy, soy alguien egoísta como todo ser humano, cometo errores y estoy tratando de remendarlos.
Liz: cállate.
Esas simples palabras despistaron a Mia e hizo que levantara la cabeza y mirara directamente a los ojos, pero en vez de ver una expresión enojada, vio una expresión neutral.
Liz: simplemente quería que reconocieras tu error, no hiciste algo tan grave, sólo quería escucharte diciéndome perdón, como dijiste que todos somos egoístas, entonces soy egoísta al no querer perder nada – dijo con una pequeña sonrisa.
Sam: entonces si nos vas a decir – dijo muy emocionado.
Liz: oh, casi me olvido de ti.
Sam: que mala eres para olvidarte tan fácil de mí.
Liz sonrió levemente al escuchar que Sam se tomó muy a pecho lo que ella le dijo, realmente ella si tomó en cuenta lo que le dijo Sam momentos antes y eso la alegró un poco, después de todo, no eran tan inmaduro como ella pensaba.
Mia: ¿nos vas a decir o no?
Liz: si, pero primero tienen que hacer algo por mí.
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La neblina poco a poco se iba disipando dejando ver un poco la luz del sol, y bajo ésta se encontraban ellos dos, caminando y cargando varias bolsas, afortunadamente para ellos, no se habían topado con algo que los pusiera en peligro.
Sam: detengámonos un momento, ya me cansé de caminar.
Claramente Sam llevaba más bolsas que Mia, él llevaba 3 bolsas en cada brazo mientras que ella solo sostenía 1 en cada mano.
El sudor empezó a aparecer en su rostro, sus delgados brazos comenzaron a temblar y finalmente todo se le cayó al suelo.
Sam: ¡ahhhg! no entiendo para que quiere todo esto.
Se agachó y empezó a recoger todo mientras hacía ruidos de disgusto.
Mia: bueno lo que me explicó fue, que quería tener bastante comida para ya no salir y ponerse en peligro.
Sam: pero no creo que esto le dure mucho.
Terminó de recoger todo lo que había dejado caer y trató de seguirle el paso a Mia.
Sam: estos últimos días han sido muy extraños.
Mia: claro, “como es muy normal que todo esto pase” – dijo en un tono sarcástico.
Él soltó una pequeña risa por el comentario que hizo ella, trató de ponerse un poco más delante de ella y se puso rígido.
Mia: oye, realmente no te ves tan asustado o preocupado como cualquier persona normal estaría en estos momentos.
Sam: bueno, a decir verdad, al principio si estaba demasiado asustado, más por lo de mis piernas, me sentía solo y perdido, pero cuando llegaste supongo que me sentí mejor, por eso me preocupé mucho cuando pensé que te habías ido.
Los brazos de Sam nuevamente empezaron a temblar y sintió que todo se le caería de nuevo.
Sam: oye ¿quieres llevar algunas bolsas?
Mia: aguanta un poco, ya casi llegamos.
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Se tiró sobre uno de los muebles y se quejó por el dolor de sus brazos, mientras pensaba – hacer tanto solo para que ella nos diga unas cuantas palabras es realmente injusto, ella es realmente perezosa – Liz se les acercó con un vaso de agua para cada uno, le entregó uno a Mia y otro para ella misma.
Sam: ¿oye y para mí? – preguntó en un tono molesto.
Liz: me hubieras avisado que querías agua.
Él trato de decir algo más, pero mejor se quedó callado al pensar que ella se podía volver a molestar.
Sam: no hay problema, yo iré a buscar mi propia agua – dijo mientras soltaba una sonrisa claramente fingida.
Se levantó del cómodo mueble y se dirigió hacia la cocina repleta de comida chatarra, agarró una botella de agua y empezó a tomar de ella.
No había tenido nada con que mojar su garganta durante un buen rato así que se sintió realmente bien el probar un poco de agua.
Liz: bueno, vámonos.
Mia: ¿vámonos? ¿a qué te refieres con vámonos?
Liz: bueno, ahora que pensé bien, no voy a quedarme aquí para siempre. Así que decidí salir a explorar un poco el terreno.
Sam: ¿y tus hijos?
Liz: ¡María, Luis vengan rápido!
Rápidamente los pequeños niños se acercaron corriendo, el mismo niño con el cual se había encontrado Sam y una niña más pequeña con un pijama de color morado la cual también estaba descalza.
Liz se les acercó y se agachó para ponerse a su altura.
Liz: niños, mañana voy a salir para encontrar un lugar más seguro que este, ya saben lo que tienen que hacer.
Ambos niños afirmaron con la cabeza, ella acaricio la frente de ambos y serenamente les dijo.
Liz: ya vayan a dormir.
Los dos niños se retiraron, a Sam le pareció realmente increíble el comportamiento de ambos, realmente no actuaban como niños.
Liz se levantó y volteó a verlos, se acercó a Sam y le tocó el hombro derecho, picaronamente le dijo.
Liz: vas a dormir en el mueble ¿verdad?
Sam: ¿Por qué yo tengo que dormir en el mueble?
Ella señaló con su dedo a Mia la cual se sorprendió un poco al ver esto.
Liz: ¿acaso quieres que tu novia duerma en un mueble?
Sam: ¿mi novia?
Mia: ¿su novia?
La cara de Sam empezó a sonrojarse, que alguien supusiera que una chica era su novia, era algo nuevo para él.
Sam: n-no ella realmente no es mi n-novia, solo la conocía hace un par de días – dijo muy nervioso.
Liz: solo bromeo, ya sé que no es tu novia, solo quería ver tu reacción.
Mia se le acerca a Sam y gentilmente tira de su manga, él la voltea a ver, ella se pone de puntilla para ponerse al nivel de Sam, ambos parecían muy nerviosos.
Mia: tengo algo que preguntarte.
Se acerca a su oído y le susurra.
Sam: ¿quieres dormir en el mueble o no?
Realmente él no se esperaba eso, tenía ilusiones, pero se esfumaron rápidamente.
Él cayó en sus encantos femeninos y terminó accediendo, aunque no quería dormir en el mueble, se molestó un poco por esto, pero no lo demostró.
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¿?: ¿Qué pasó gordo? – dijo en un tono agresivo.
Dos sujetos tenían de cada brazo a un pequeño niño, su uniforme estaba sucio a comparación de los otros sujetos, su cabello estaba despeinado y tenía lágrimas en los ojos, parecía que era el mismo niño con el que soñó hace unos días.
Se acercó un chico alto, musculoso y de cabello enrulado, tenía una sonrisa macabra dibujada en su joven rostro.
Se agachó y trato de mirarlo a los ojos.
¿?: sabes que cosas no tienes que hacer y qué cosas tienes que hacer.
Niño: ya lo sé, por favor suéltenme, diles que me suelten Jonatan.
El joven de cabello enrulado puso su mano delante de la cara del niño y golpeó su nariz.
Jonatan: ya, suéltenlo.
Los sujetos de atrás acataron las ordenes de Jonatan y soltaron sus brazos, uno de ellos le dio un pequeño empujón en la espalda del niño.
Perdió el equilibrio y terminó cayendo al suelo de tierra, se ensució la cara y su uniforme.
¿?: aja jajá, no me canso de esto – dijo uno de los sujetos de atrás en un tono burlón.
Jonatan: quédate en el suelo, no puedes levantarte hasta que nosotros te lo ordenemos.
El niño empezó a soltar sollozos y gemidos, estaba llorando, pero trató de aguantar para que ellos no lo supieran.
En su mente él pensaba – los odio a todos – para un niño de su edad, esos no eran pensamientos muy sanos.
Para este pequeño niño, lo que acababa de pasar el un día normal para él, sin nadie que se preocupara por él, ni nadie que lo ayudara.
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Se despertó con unas lágrimas en sus ojos, estiró sus músculos y bostezó, se levantó del mueble y empezó a rascar su cuello, por alguna razón su cuello le dolía un poco, tal vez sea el hecho de dormir en un mueble.
Caminó hacia el baño y cerró la puerta, todo muy cotidiano y todo muy normal.
Se miró al espejo y vio que todo su pelo estaba hecho un desastre, abrió el caño de agua, pero no caía nada, era de esperarse, en estas situaciones nadie necesitaría agua, trató de peinar su cabello con la mano, se dio cuenta que sus ojos estaban un poco llorosos así que los frotó despacio y salió tranquilamente del baño.
Sam: ¿ya estarán despiertas?
Se dirigió al mueble y se recostó contra éste, colocó ambas manos en su cara y dijo.
Sam: ¿Dónde estás?
Seguía muy preocupado de nunca encontrarla, pensó en lo que debería hacer para encontrarla, pero no se le ocurría nada, solo podía esperar y dejar que pase lo que tenga que pasar.
Mia: ¿ya estas despierto?
Escuchó su dulce voz, volteó a verla y entre sí dijo – se ve realmente linda con el pelo suelto – ella estaba con el cabello suelto, tenía una cara de recién despertada pero aun así se veía muy bien.
Sam: sí, las estaba esperando.
Mia: gracias – dijo con una pequeña sonrisa.
Pasaron un par de minutos, 15 minutos para ser exactos, ambos esperaron a que Liz se despertara para poder partir hacia su nuevo destino, el cual aún no sabían dónde quedaba.
Liz: hola chicos – dijo un poco dormida.
Mia: ¿ya podemos irnos?
Liz: si, solo déjame despedirme de los niños. Si quieres también pueden despedirse.
Sam: ya paso.
Al escuchar eso Mia golpeó el brazo de Sam, ya que para ella es de mala educación rechazar algo así, era irónico que ella pensara así ya que por ella casi los votan del lugar donde se encontraban.
Sam: ahhg está bien, vamos a despedirnos – dijo en un tono muy pesimista.
Habían pasado unos 10 minutos, mientras que los niños se despedían de todos.
Comenzaron a preparar su equipaje para por fin poder partir.
La que más cosas llevaba era Liz. Ella llevaba una mochila completamente llena de cucharas, cuchillos, también llevó unos fósforos y un poco de petróleo, tenia en su mano una varilla de metal, la misma con la cual mató al animal, se quedo mirándola por unos minutos para luego guardarla dentro de la mochila.
Sam: ¿es realmente necesario todo eso?
Liz: no sabes lo que te puedes encontrar.
Sam: pues entonces…
Él se dirigió hacia la cocina hizo un poco de ruido con algunas ollas y posteriormente trajo una.
Sam: eso realmente hace daño, créeme te lo digo por experiencia.
Mia: ¿ya estás lista?
Liz: todo listo.
Una pequeña sonrisa se dibujó en el rostro de Sam, finalmente algo le estaba saliendo bien, se sintió afortunado de haberlas encontrado a ambas, apuntó con un dedo hacia la puerta y dijo.
Sam: pues entonces ¡VÁMONOS!
AVISO:
Hola soy el autor de The color of the eyes y quería informarles de dos cosas.
_A partir de aquí los capítulos serán un poco mas largos y por ende tardaré un poco más en sacarlos.
_También quisiera agradecerles por llegar hasta esta parte de la historia, y tranquilos que, desde este punto, comienza la “diversión”
Comments for chapter "10"
QUE TE PARECIÓ?