the color of the eyes - 11
La mente de Sam se rebobinó y recapituló todo lo que había vivido estos últimos días.
Ocurrió una explosión y un terremoto al mismo tiempo, esto causo que Sam fuera aplastado con un poste metálico que le fracturó ambas piernas, adolorido regresó a su hogar con la ayuda de una escoba, se encontró con una chica la cual estaba siendo perseguida por sujetos vestidos de negro, por razones del destino (o porque el autor es muy flojo y no tiene imaginación) ella le revela su nombre a Sam, el cual era Mia, ella tenía la capacidad de sanar sus piernas.
Ambos fueron en busca de comida, pero se encontraron con un extraño tipo al cual no le dieron mucha importancia, llegaron a su destino y consiguieron alimento.
Luego de eso trataron de buscar una pista de donde estaban sus familiares, perdieron el tiempo ya que no encontraron nada, solo un poco más de comida en táper.
Decepcionados trataron de regresar a la casa de Sam, pero desafortunadamente en el camino se encontraron con un felino aparentemente deforme el cual había sido atraído por el olor de la comida, el animal ambiento y en el borde de su razonamiento fijó a Sam y Mia como presas para luego atacarlos, pero lograron acabarlo con la ayuda de una desconocida.
Ella los llevó a su casa, esta chica se revela con el nombre de Liz, ella tenía una pista de donde podrían esconderse los policías que tenían capturado a gran parte del pueblo, ella les ofreció darles la ubicación a cambio de que ellos la llevaran a los limites del pueblo para que ella pudiera escapar junto a sus dos hijos.
Y aquí están en este punto, buscando el escondite para poder reencontrarse con sus familiares.
Sam: ¿en serio queda tan lejos?
Ahí se encontraban ellos, caminando por las desoladas calles, donde no corría ni un alma.
Liz llevaba una mochila repleta de cucharas y objetos pequeños de metal, como un cuchillo, tenedores y una olla.
Además de eso también llevaba una varilla de metal guardada dentro de la mochila, la cual la utilizó para acabar con el animal y un par de fósforos con un poco de petróleo.
Sam pensó que llevar todo eso es una exageración ya que con el simple hecho de llevar una varilla de metal bastaba.
Según él, nadie sería tan fuerte como para ganarles, además de ser tres personas, tenían habilidades sobrehumanas.
Sam podía cambiar el color de sus ojos según sus emociones, lo cual era totalmente inservible según él.
Mia podía curar cualquier herida con el simple hecho de tocarla, el único problema era que la persona que era sanado por ella quedaba totalmente inconsciente.
Y por último Liz, ella podía controlar pequeños objetos de metal, lo cual era el “poder” más útil según Sam.
Liz: ya falta poco, así que si escuchan algo traten de esconderse, usualmente los hombres vestidos de negro merodean por aquí.
Se le hizo muy raro a Sam el hecho de que, con el poco tiempo que llevaban en esto, Liz ya se había familiarizado mucho con el entorno.
Por alguna razón aun no lograba entender por completo el hecho de que esos hombres estuvieran capturando a las personas de su pueblo, en el peor de los casos, los encerrarían en jaulas, pero eso sería muy desalmado.
Sam se perdió en sus pensamientos por unos momentos, divagado sobre su “poder”.
Realmente estaba decepcionado de él.
De repente Liz jaló bruscamente a Sam y lo tiró contra la pared de la casa mas cercana, Mia al ver esto, también se tumbó contra la pared.
Sam: ¿Qué estás?…
Antes de siquiera terminar su frase, ella le tapó la boca para que dejara de hacer ruido y se recostó contra la pared junto a ellos.
Liz levantó su dedo y tocó sus orejas en señal de que ellos presten atención al sonido.
Mia: escuchó voces.
Liz: shhhh.
Mia entendió que realmente había más gente cerca de ellos.
Sam trato de asomarse un poco para tratar de observar algo.
Al hacerlo se percató de tres hombres malheridos vestidos de una tela negra manchada con sangre, lo cual se le hizo muy raro, el hombre de en medio era el que más lastimado se encontraba ya que la mayoría de su cuerpo estaba cubierto por sangre y se le notaban heridas muy graves, mientras que el hombre de la derecha parecía el más ileso de los tres.
Sam trató de concentrarse en el sonido para intentar oír su conversación.
Hombre de en medio: duele, duele mucho.
Hombre de la derecha: ¿Cómo nos pudo ganar, éramos tres contra uno?
Hombre de la izquierda: ningún golpe le hacía daño.
Hombre de en medio: informémoselos a los demás, que nadie se acerque a él, realmente es una amenaza.
Hombre de la izquierda: primero ese sujeto de metal, y ahora esto.
Hombre de la derecha: ¿alguien sabe quién era ese sujeto?
Hombre de en medio: creo que es uno de esos prisioneros que se acaban de escapar.
Hombre de la izquierda: carajo, todo se está yendo a la mierda.
Le dio un pequeño escalofrió a Sam el pensar que alguien o algo les había hecho tanto daño a esos tres hombres.
Trató de seguir escuchando más de su conversación, pero los sujetos ya se habían alejado demasiado, lo cual era bueno para ellos.
Sam: ya se fueron – dijo mientras se levantaba.
Sam les extendió su mano a ambas chicas para ayudarlas a levantarse.
Mia: eso realmente me asustó, pensé que nos iban a encontrar.
Liz: en el estado en el que estaba, era muy difícil que nos hayan ganado.
Sam se quedó pensado en las palabras de los hombres – sujeto de metal – él se imaginó a un robot o un androide, pero eso sería algo muy adelantado a su época, suspiró al darse cuenta que no sabía nada de lo que estaba pasando.
Sam: dejemos eso a un lado y sigamos.
Un poco más calmados siguieron su recorrido, el plan inicial era ir a dejar a Liz al límite del pueblo, luego de eso ella les daría el lugar exacto para que ellos pudieran asegurarse que sus padres se encontrasen ahí.
No les faltaba mucho para llegar, Sam pensaba despedirse de Liz y darle un fin a este “pequeño” problema, a Sam lo le afectaba mucho el hecho de despedirse de Liz ya que él no le tenía mucho aprecio a ella, más bien, él diría que le tenía un poco de tirria, pero muy en el fondo de su ser, le agradaba un poquito.
Por alguna razón Sam no le tenia aprecio a mucha gente, ya que siempre era perseguido por el mismo pensamiento » ¿y si solo me aceptan por pena? » desde que él tenia memoria siempre se guio por ese pensamiento.
Caminaron en silencio por el pueblo que estaba totalmente vacío, al hacer esto, Sam se imaginó en alguna película de terror relacionada a zombis y caos por la ciudad, él era un fanático de este genero, aunque cuando era niño, todo lo relacionado con zombis le aterraba mucho.
Él se quedó fantaseando por un buen rato hasta estar cerca de los límites del pueblo.
Se le hizo extraño a Sam el hecho de que, en situaciones como estas, aun había bolsas de basura, posiblemente llenas de hojas de cuaderno o bolsas plásticas ya que, al estar en épocas de finales de año, por lo usual la gente tiraba a la basura los cuadernos viejos para el próximo año comparar nuevos.
Estaban a punto de llegar a los límites de la ciudad, Mia tenía una expresión un poco triste ya que, a comparación de Sam, ella si le tenía un poco más de aprecio, aunque solo la haya conocido hace dos días.
Mia: supongo que ¿esto es un adiós?
Liz: supongo que sí, déjenme darles la ubica…
Sam: ¿Q-Qué paso?
….
Sam se preguntó así mismo ¿Por qué? ¿Por qué le pasaban estas desgracias a él? ¿Por qué todo le salía mal? ¿Por qué tenia tan mala suerte?
Una impotencia empezó a surgir en lo más profundo de su ser.
Liz: ¿Por qué?… ¿Por qué esta… esto?
Era demasiado larga y profunda que era muy difícil ver que había del otro lado, era demasiado extraño que esto aparecerá así de repente, prácticamente imposible.
Una zanja de aproximadamente 30 metros de profundidad, tan ancha que media unos 17 metros – ¿Cómo apareció eso ahí? ¿Cómo apareció eso ahí? ¿Cómo apareció eso ahí? – se preguntó Sam así mismo.
Cualquier persona coherente se daría cuenta de eso, definitivamente alguien había hecho eso, pero ¿Por qué?
Liz se tiró al suelo, cayo de rodillas contra la tierra, una mezcla de sentimientos y sensaciones comenzaron a surgir dentro de ella.
Se dio cuenta de que no tenían escapatoria, no importa cuanto lo intentaran, pasar eso sería imposible.
Se notaba que realmente estaba molesta y frustrada, frunció el ceño y desfogó su ira.
Liz: ¡AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH! – gritó a todo pulmón de impotencia o frustración.
Sam y Mia se sorprendieron de esto, pero no tanto al punto de llegar al extremo de gritar.
Sam hasta cierto punto entendió el grito de Liz, con ese obstáculo en frente ¿Cómo podía escapar con sus hijos?
Él puso su mano sobre el hombro de Liz para tratar de consolarla un poco.
Liz no reaccionó a esto, pero a Sam no le importo.
Sam: tranquilízate un poco.
Ella empezó a golpear el suelo de tierra, expresó su ira a través de golpes, en cada golpe que daba bajaba un poco la intensidad hasta que finalmente se cansó y se tranquilizó un poco.
Sam también se llenó de impotencia al no poder hacer nada, pero una vez más, retuvo sus emociones.
Liz: ahora… ¿Qué vamos a hacer? – dijo un poco triste.
Sam: no lo sé.
Realmente nadie podía hacer nada contra esto, esta situación era frustrante para todos ¿Qué haremos? ¿Cómo cruzaremos? ¿Quién hizo esto?
Esas fueron las preguntas que formulaban en la cabeza de Sam.
Mia: pues, deberías volver con tus hijos y nosotros con nuestros padres.
Él se sorprendió al escuchar la voz de Mia, ya que no había dicho nada al respecto de lo que tenían en frente.
Sam sacó una extraña sonrisa de su rostro, se sentía un poco molesto, pero no hizo nada más sacar una sonrisa exagerada, tal vez para que ambas se tranquilizaran un poco o tal vez para tranquilizarse un poco a él mismo.
Él confirmó lo que había dicho Mia, en estos momentos todos deberían volver con su familia, después de todo ya nada podría salir mal.
Mia le extendió su mano a Liz y la ayudó a ponerse de pie, todos probaron una vez más la mala suerte y lo impredecible que puede ser la vida en algunos momentos, pero en estos casos era más extremo que algo cotidiano.
Liz: gracias por acompañarme hasta aquí… aunque fue en vano, trataré de recompensárselos llevándolos al donde pueden tener a sus padres – dijo mientras caían pequeñas lagrimas de su rostro.
Extrañamente Sam estaba demasiado callado y seguía con esa rara sonrisa en su rostro, pero en el fondo quería llorar por la impotencia de saber que no podían escapar de ese lugar, el lugar que antes lo consideraban su hogar, un lugar seguro y acogedor, poco a poco se estaba volviendo su peor pesadilla.
Regresaron decepcionados, no podían salir de ese lugar, no podían hacer nada en este tipo de situaciones, porque lo que pasaba era algo fuera de sus manos.
Liz se sacó su mochila, le dolía un poco su espalda cargar con todo eso que llevaba.
Liz: oye chico, podrías llevarla tú – dijo mientras extendía la mochila hacia él.
De mala gana Sam aceptó la mochila y la puso en su espalda.
Liz: gracias pibe – dijo con un tono argentino.
Mia: oye ¿Por qué hay veces en las que hablas como argentina?
Liz: pues, me gusta mucho su acento.
Mia se preocupó un poco por Sam ya que, aunque no lo conozca mucho, el hecho de que se quede callado en una situación como ésta, le pareció muy raro.
Ella volteó a verlo, Sam tenía una cara inexpresiva, sus párpados estaban cerrados y sus labios secos.
Mia: Sam ¿estás bien?
El hecho de escuchar su nombre despertó su mente que divagaba en la nada, su cara inexpresiva cobró esa sonrisa extraña de nuevo.
Sam: estoy bien solo… no sé qué decir.
Liz: despreocúpate, todo va a mejorar – dijo con una pequeña sonrisa.
La ironía volvía a hacer acto de presencia al escuchar a Liz diciéndole a Sam que se despreocupara, cuando ella había sido la primera que se frustró con todo.
Liz puso su mano sobre la cabeza de Sam y empezó a frotar su cabello.
Esto molesto un poco a Sam – me trata como si fuera un niño – pensó mientras seguía con esa extraña sonrisa.
Mia: oye ¿Qué es eso?
Mia se refería a unas bolsas negras que se encontraban un poco lejos de ellos.
Liz: posiblemente sean bolsas de basura.
Sam repentinamente torno su cara inexpresiva de nuevo y esto lo notó Mia.
Mia: oye Sam, en serio que tienes.
Liz: si chico, dinos, estas demasiado callado.
Sam coloco sus manos en su cara tapando sus ojos y exhalo, tal vez de cansancio o de frustración.
Sam: pues…
*pisadas*
¿?: ¿Sam? – dijo una extraña voz.
Rápidamente todos voltearon a ver de dónde provenía.
Sam se quedó boquiabierto con quien tenía de frente, un miedo creciente se apoderó de él, un rostro que jamás quiso volver a ver, estaba frente a él.
Sam: ¿Qué haces… aquí?
La voz provenía de un hombre extrañamente musculoso, de hecho, era demasiado musculoso, tanto que su cabeza parecía desproporcionada a su gigante cuerpo, estaba sin camiseta así que su musculatura se podía apreciar mejor, solo llevaba puestos unos pantalones de lana de color grisáceos, tenía un pequeño arete negro en su oreja izquierda, su cabello enrulado y marrón combinaban con sus ojos inexpresivos, inexpresivos ¿Por qué? Tal vez sea el hecho de que no tenía cejas.
Sam: ¿J-Jonatan?
Decir ese nombre erizaba la piel de Sam.
La cara inexpresiva del sujeto desconocido fue borrada por una sonrisa un poco macabra.
Jonatan: en carne y hueso, me alegra que aun te acuerdes de mí “amigo” – dijo con una mirada de desprecio.
Sam: pensé que estabas…
Jonatan: pues pensaste mal, ¿sabes lo que esperé para volver a hablar con alguien normal? Con alguien que no sea un lunático.
El ambiente se puso tenso entre ambos, la tétrica sonrisa fue borrada del rostro de Jonatan.
Lentamente se acercó hacia Sam, él instintivamente retrocedió, comparando la altura de Jonatan con la de Sam, Jonatan le ganaba por unos 32 centímetros, su mera presencia imponía respeto y miedo.
Jonatan levantó su brazo izquierdo y con su mano agarró el cuello de Sam.
Jonatan: un año… un año de soledad, un año de sufrimiento y vergüenza, y ¿sabes de quien fue la culpa?
Apretó con brutalidad su tráquea cortándole la respiración al chico de cabello negro.
Sam: pensé que estabas… e-en la c-cárcel.
El hecho de que Sam mencionara la palabra “cárcel” sorprendió mucho a ambas chicas, por otro lado, esa simple palabra molestaba demasiado a Jonatan.
Apretó tu cuello con mayor fuerza y lo levantó del suelo.
Mia: ¡ahhh!
Mia rápidamente se acercó a Jonatan y lo golpeó por la espalda, pero… el golpe no le hizo absolutamente nada.
Ni siquiera un pequeño rasguño, pareciera como si su golpe no hubiese existido.
Jonatan: débil, pero al menos hiciste algo, no como este perdedor.
El ser llamado perdedor molestaba un poco a Sam, el cual trató de buscar la forma de librarse de él, se mareó un poco al no estarle llegado el suficiente oxígeno, pero esto no le importó mucho.
Levantó sus piernas y las puso sobre el abdomen marcado de Jonatan, con sus manos trató de abrir la palma de su agresor para poder zafarse de él.
Sorprendentemente lo logró, se libró de él y cayó al suelo, rápidamente trató de alejarse, trató de recuperar el aliento para no sentirse mareado.
Liz: chico, la mochila.
Al percatarse de que él tenía la mochila, se la sacó de sus hombros y trató de aventársela a Liz, se le había hecho raro a Sam que Liz no haya atacado, pero el darse cuenta que ella no tenía la mochila le dio un poco de sentido a la situación.
La mochila cayó en las manos de Liz, ella rápidamente abrió la mochila, miró su interior y luego procedió a ver al sujeto musculoso que tenía en frente.
Liz: ahora si ¿comenzamos? – dijo con una sonrisa en su rostro.
Liz rápidamente levantó su mano y de la mochila salieron volando aproximadamente 24 cucharas y tenedores, los cuales se quedaron suspendidos en el aire.
Ella tiró su mano con fuerza hacia la dirección donde se encontraba Jonatan y como si de balas se tratasen, los pequeños objetos metálicos salieron disparados e impactaron contra el cuerpo del hombre musculoso.
Esto no pareció hacerle ningún daño, ni siquiera un rasguño.
Jonatan sacó una pequeña carcajada y lentamente se acercó hacia Liz, se puso delante de ella, pero Liz no era ninguna idiota.
Metió su mano dentro de la mochila y sacó una varilla de metal, Jonatan levantó su mano para golpearla, pero su golpe fue detenido por la varilla de Liz, la cual se chocó con la palma de su mano, pero esto no parecía hacerle algún daño.
Jonatan levantó su otra mano para tratar de golpearla nuevamente, pero antes de que su mano siquiera rosase su cuerpo fue detenido por Sam, el cual se tiró sobre él y puso sus delgados brazos rodeando su grueso cuello.
Sam hizo presión para tratar de “ahorcarlo” pero esto no le hacía ningún daño.
Jonatan redireccionó el ataque de su brazo y lo dirigió hacia Sam, pero al ver esto se soltó de su cuello, pero no fue lo suficientemente rápido así que el golpe igualmente impactó contra su cuerpo.
Jonatan agarró la varilla de metal y se la quito de las manos a Liz, y luego procedió a golpearla en la cara.
Jonatan se dirigió hacia donde estaba Sam, el cual se encontraba tirado en el suelo, Jonatan levantó la varilla de metal la cual estaba dirigida a clavársela en su hombro derecho.
Jonatan: tómalo como una venganza.
Dejó caer la varilla, Sam al darse cuenta de esto, trató de moverse lo más rápido que pudo, la varilla no se incrustó en su cuerpo como Jonatan lo tenía planeado, pero si le hizo un pequeño corte el su hombro derecho.
Liz: Mia atrapa.
La mente de Mia se despertó al oír el llamado de su nombre, volteó hacia la persona que la había llamado.
Liz al darse cuenta de esto le avienta la mochila a Mia, la cual con las justas logra atraparla.
Liz: utiliza lo que queda dentro de la mochila cuando yo te diga.
Mia asiente con la cabeza y hecha un ojo al interior de la mochila, entonces se le ocurrió una idea, pero para poder poner su plan en marcha tenía que retirarse del lugar.
Jonatan vuelve a levantar la varilla, pero esta vez apunto directamente hacia el estómago, Sam lo miró con temor al estar frente a alguien tan imponente, por alguna razón el estar en el suelo mientras otra persona estaba frente a él con intenciones de agresión no era algo nuevo…
El sujeto musculoso desnudó sus dientes y dejó ver una sonrisa con intenciones asesinas bajo su mano y…
No ocurrió nada, la varilla metálica no estaba en sus manos, Jonatan se confundió porque él aseguraba que la varilla estaba en sus manos.
Liz: ¡HEY!
Jonatan volteó al llamado y se dio cuenta que Liz era quien tenía la barra metálica.
Ella había usado su poder para quitarle la barra metálica de entre las manos al sujeto musculoso.
Él se molestó un poco, levantó su pie y pisó a Sam en el estómago, se pudo oír un pequeño crujido que salió de su cuerpo, Jonatan se alejó de Sam y salió corriendo en dirección a Liz, ella muy confiada agarra con fuerza la varilla y pone la punta de esta al frente.
Ella se impulsó y trató de clavar la varilla en el estómago de Jonatan, pero…
Esto no le hizo ningún daño, ni un mísero rasguño, ni rastro de sangre.
Liz: ¿Q-Qué?
Jonatan agarró la varilla y la quitó de su abdomen intacto, la mantuvo en su mano y agarró la cabeza de Liz para luego proceder a golpearla en el estómago con su rodilla.
Sam: ¡aaaahhhhhhh!
Sam vino corriendo por la espalda y dio un pequeño salto para impactar su puño contra el rostro de Jonatan, pero esto no le hizo ningún daño.
Jonatan un poco molesto manda a volar a Sam con una patada en el estómago, él cayó al suelo casi inconsciente, un dolor creciente empezó a surgir de su abdomen, un dolor que le hacía un poco difícil respirar.
Sam: eso n-nunca pasa en los… animes – dijo en un tono de burla.
Jonatan: ja, sigues sin cambiar ni un poco. Sabes, siempre me molestó tu forma de ser, eres realmente exasperante.
Sam: n-nunca pierdo mi encanto – dijo mientras trataba de levantarse.
Jonatan: tu encanto siempre fue romperme las bolas.
Mia: ¡OYE!
La plática no muy amistosa de ambos fue interrumpida por Mia, ella se encontraba un poco alejada de ambos, se acercó lentamente a ellos mientras abría la mochila, saco un cuchillo y lo tiró al suelo….
Esto confundió un poco a Jonatan ya que cualquier persona cuerda lo atacaría con el cuchillo.
Mia sacó una botella de petróleo y la puso bajo su brazo, sacó una pequeña cajita de fósforos, la abrió y sacó 4 palillos y trató de prenderlos.
Jonatan no entendía lo que estaba planeando, pero para asegurarse de que no hiciera nada que fuera a salirse de sus manos se acercó con intenciones de lastimarla.
Mia prendió los fósforos y los dejó caer dentro de la mochila…
La cual estaba llena de pequeños pedacitos de plástico, bolsas de plástico y hojas de papel.
Todo eso lo había sacado de las bolsas de basura que se encontraban cerca de ellos.
Una gran parte de la mochila se prendió en fuego, Mia trató de agarrarla de la parte que aún no se quemaba y la lanzó hacia donde estaba Jonatan, el cual se asustó al ver esto, la mochila cayó a un lado de él, pero no le hizo ningún daño.
Mia: arde – dijo molesta.
Agarro la botella de petróleo y la abrió para luego verterla sobre Jonatan.
El petróleo causó una pequeña explosión de fuego y humo que cubrió por completo el cuerpo de Jonatan.
Bañándolo de un humo negro que empezó a aturdirle la nariz.
De entre todo ese humo negro, comenzaron a brotar pequeñas chispas de fuego.
Sam se preocupó un poco ya que Jonatan no hacia ningún ruido, posiblemente ya había muerto, aun el hecho de no hacer ningún ruido era demasiado extraño, porque el morir quemado es una de las formas más dolorosas de perecer.
Su mera presencia se perdió entre todo ese humo negro que emanaba del fuego, sin rastro de existencia y sin ningún sonido, todos asumieron su muerte.
Mia se confió un poco y se acerco lentamente hacia donde se encontraba el lastimado Sam.
Mia: Sam ¿estás bien?
Sam: si, solo me r-rompió las costillas, no es la gran cosa.
Mia: ahaha, ven y déjame sanar…
Antes de que terminara su frase, un puño salió de entre todo el humo y golpeo muy fuerte a Mia, la cual salió volando por el golpe y cayó inconsciente.
Todo el sitio fue llenado por unas carcajadas que pusieron la piel de gallina a Sam.
Jonatan: realmente soy impresionante.
El simple hecho de escuchar su voz le aterraba y le dificultaba respirar.
Su visión se puso un poco borrosa, tal vez sea el hecho de estar rodeados por humo.
De entre todo salió él, Jonatan, casi intacto, solo con unas pequeñas marcas de quemaduras, su ropa estaba quemada, pero aun hacían su función principal que es proteger tu cuerpo para no quedar desnudo.
Una sonrisa, solo una sonrisa, era lo único que hacía, y esa sonrisa representaba todo lo malo que había hecho.
Jonatan: pensé que el fuego me mataría, ¡PERO MI CUERPO LO RESISTE TODO!
En su mano izquierda llevaba la varilla de metal, casi derretida y con un color rojo intenso, tanto que salía humo al hacer contacto con la mano de Jonatan.
Solo quedaban ellos dos, Jonatan casi intacto y Sam que posiblemente este con las costillas rotas.
Sam no podía sentir nada ya que sus emociones estaban mescladas de una manera extraña.
No sabía si estaba molesto, triste, ansioso o lleno de adrenalina, ninguna emoción predominaba.
Así que, sin pensarlo, corrió hacia la acción, no sabía qué hacer, solo dejó que todo fluya.
Jonatan apretó la varilla ardiente, esperó a que Sam se acercara lo suficiente y…
Sam: ¡ahhhhhgg!
Jonatan clavó la barra de metal ardiente en el pectoral izquierdo de Sam, trató de clavarlo cerca su corazón, la camisa de Sam empezó a votar humo, él trato de agarrar la varilla para quitarla de ahí.
Sus manos ardieron al hacer contacto con el metal caliente, con las justas logró sacar la varilla de su pecho.
Afortunadamente la varilla no había perforado ninguna capa de piel, pero si le dejó ardiendo su pecho.
Jonatan le dio un puñetazo a Sam en la cara, el golpe lo aturdió demasiado, tanto que casi lo desmaya, Jonatan agarró a Sam de su camisa y lo aventó lejos.
Todas las extremidades de Sam le dolían, no quería mover ningún músculo porque sabía que en cualquier momento se le desgarrarían, no quería mover ningún hueso, porque sabía que en cualquier momento se le romperían.
Jonatan se acercó a la mochila prendida en llamas y la agarró como si nada, volteó a ver hacia Sam para luego aventar la mochila a su lado.
El fuego no le hacía daño, pero el humo lo mareaba demasiado, el humo negro hacía que sus ojos ardieran, tanto hasta el punto de no querer abrirlos.
Jonatan: mira a tu alrededor, las dos chicas, trataron de defenderte ¿y tú qué hiciste?
Sam trató de pararse, pero sus músculos no se lo permitían.
Jonatan: ¿Qué hiciste?
Un sentimiento dominante comenzó a abarcar todo el ser de Sam.
Jonatan: no hiciste nada, ¿sabes por qué? Porque eres débil, sigues siendo el mismo perdedor de siempre, el mismo perdedor que me metió un año tras las rejas.
Ese sentimiento era… miedo.
Estaba claro que tenía miedo, miedo de morir, miedo de sentir dolor, miedo de no encontrarse con su ser amado.
Jonatan: solo eres un maldito gordo, y siempre lo serás.
Sam: …
…
…
…
Esas palabras clavaron un cuchillo en su corazón.
“Maldito gordo”, esas palabras le recordaron su pasado, todo su dolor, toda su impotencia, todo su sufrimiento… toda su soledad.
El fuego de la mochila poco a poco se iba apagando, cada vez soltaba menos chispas de fuego y votaba más humo negro.
Sam trató de parase una vez más.
Sam trató de intentarlo una vez más
Lentamente se levantó, su corazón le dolía, pero no de dolor físico, era dolor emocional.
Entre todo el humo y pequeñas chispas de fuego emergió Sam, no, tal vez lo que era Sam, con su voluntad herida y sus sentimientos rotos.
Otro sentimiento arrasó con todos los demás, un sentimiento negativo, pero no para él… negativo para los demás.
“IRA”.
Lentamente abrió sus ojos, ojos de odio… ojos de un color rojo sangre.
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