The Cryptohunter: Shadow Organization for Mythic Balance - 0
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Bueno…
¿No sé por dónde empezar…?
Siempre he considerado que tengo un asco de vida, solo por mi apariencia me han catalogado como un vago sin futuro… un parasito que busca una victima para poder sobrevivir en esta sociedad. Ser juzgado de esa manera, sin que me conozcan a la perfección, es demasiado doloroso.
¿Mis apellidos?… Lo único que poseo es un nombre, pero ni siquiera se si eso me pertenezca. De ahí en mas, no sé nada de mis padres, orígenes ni identidad.
Desde que tengo memoria… me crie en un orfanato.
Aun recuerdo como era mi vida ahí. No había mucho que comer, pero para mi eso era todo un festín. Nuestra entrada era una sopa de tortilla en caldo de frijol, de plato fuerte unos frijoles refritos, acompañados de un poco de picadillo con algunas verduras, las cuales eran donación de un local del mercado. En los días mas especiales, nos brindaban un poco mas de carne.
Quizás no era la gran cosa, pero nunca faltaba el alimento y además, tenia un techo donde vivir.
Gracias a estos pequeños pero valiosos aspectos, pude desarrollarme como todo chico de mi edad. Aunque me hubiera gustado, por lo menos tener un poco más de músculos, así hubiera podido defenderme…
A los chicos mayores, les desagradaba por completo mi apariencia. Mi cabello y ojos grises, eran objeto de burlas hacia mi persona. Adoraban hacerme y decirme de todo. Y aunque buscara el auxilio de alguien… nadie me creía. Todos a mi alrededor me ignoraban.
No había día que no recibiera, ya sea golpes, empujones o jalones. Parecía que era un juguete para ellos, un simple entretenimiento. Su frase favorita para fastidiarme era: «Tus padres te tenían tanta aberración, que por eso decidieron abandonarte», con esa frase siempre remataban todo lo que me hacían.
¿Qué tus padres no te quieran? Acaso no eran unas palabras muy hirientes para cualquier niño.
En mi interior, estaba roto. Pero, si les demostraba el más mínimo indicio de debilidad, un simple e insignificante llanto, seria el combustible perfecto para alimentar su insaciable hoguera. Por eso, por más que me molestaran, mi única opción era la de tragarme todo mi llanto, aguantar y brindarles una sonrisa falsa, mostrando mi indiferencia de la situación.
Estaba en una situación que no lograra entender. ¿Cómo fue que no acabe al borde de la locura…?
– ¡¡¡Ikal… !!!
…Aaah… ya recuerdo…
…siempre hubo alguien en esos días…
–¡¡¡Cuántas veces te he dicho que robar, no es tomar las cosas prestadas!!!
Dainzú Sakani, es uno de ellos. Por aquel entonces, él me encontró en ese edificio en ruinas hace 16 años. Él solo tenía 14 años, por eso no pudo adoptarme; a pesar de eso desde entonces me visitaba habitualmente en el orfanato. A veces me traía regalos, pero no me ayudaba a salir de aquí. Desde ese momento, creo que ya estaba destinado a vivir una vida rodeada de una montaña rusa de emociones.
Aun así, debía de liberar de mi pequeño cuerpo, todo indicio de locura o descontrol. En cualquier momento, este vaso de agua se derramara. Debía buscar una salida, debía mantener la cordura. Desconectarse cinco minutos, era lo que necesitaba para estar «estable».
«¿Riddkers?» ahora recordé, el momento exacto donde mi vida volvió a sonreír un poco. En medio de todo este sentimiento, un día llego a mi… uno de los motivos que me animaban y me hacia feliz.
No era fácil, ese pequeño pasatiempo, era inaccesible para mi. Comencé a realizar algunas tareas en el orfanato, recibía una pequeña paga y ahorraba todos los días. Y en el momento indicado, iba a gastar mis ahorros en tarjetas coleccionables de Riddkers. Un juego que te mostraba las cosas fantásticas de diferentes partes del mundo. ¿Muy friki?
Pero…
Por mi pequeña mente, pasaba un: «Desearía haber vivido, todas esas historias y aventuras».
Al tenerlas en mis manos…
Mi mente me convertía en todo un cazador.
Viajaba por todo el mundo, enfrentaba grandes y peligrosas bestias, rescataba hermosas chicas, tenía un grupo que me entendía y aceptaba tal cual era. Esos dioses, semidioses y personajes astutos, podían afrontar y librar todo. Pero al final, esto no era más que una fantasía, que, por unos escasos minutos al día, por lo menos servía para alejar toda tristeza de mí.
Desgraciadamente… este bello momento no duraría mucho…
Un día, mientras la directora me mandado al mercado a comparar la despensa; mis bully, con el afán de molestarme. Husmearon mis cosas. Y si…
Encontraron mi mas grande tesoro. Y una vez en sus manos…
«¡¡¡Deténganse!!! ¡¡PORFAVOR!!» las destrozaron justo delante de mis ojos. El ver que mis tarjetas ahora eran un puño de confeti y apreciar como caía al suelo para ser pisoteado o que el viento se lo llevara…
Desde el corredor, podían oírse las carcajadas que inundaron la habitación. «¿Por qué todo esto me tenía que pasar?» el oírlas retumbando en mis oídos, hacían que de nueva cuenta maldijera esta vida que me toco.
«¿Qué es esto que sale de mis ojos?» cuando mis brabucones abandonaron el cuarto. Ya me encontraba de rodillas, tratando de recuperar ese confeti. El este todo papel rasgado, era como ver como mis ilusiones se desvanecían por completo.
«¿Lagrimas?» mi única felicidad era destrozada… «¿Acaso esto… es el sentimiento llamado tristeza?»
¿Pero qué más podía hacer?
Por ese entonces, yo era demasiado débil.
Lo único que estaba en mis manos, era orara todos los días, y pedir que esto acabara pronto. Simplemente mi único deseo, era ser adoptado rápido y dar por finalizado todo este martirio.
Pasaban los años…
Veía como se iban y venían niños al orfanato.
Al final…
En todo este tiempo…
Nadie me adopto.
Mi vida ha estas alturas ya era un caos total.
«¡¡¿Por qué no puedo salir de este lugar?!!» frustración, desesperación, molestia, ira. Era un mar de emociones, no había manera de calmarme y olvidar todo.
Esto sí que era… una gran infancia… a estas alturas, sentía que estaba apunto de cometer alguna tontería.
Los meses pasaron y un día mientras vagaba camino al orfanato, una frase me cautivó por completo.
«Ladrón que roba a ladrón, tiene cien años de perdón»
Era como si alguien trataba de darme un mensaje. Sentía que esa frase cambiaría por completo mi vida. El haberla leído y comprendido, fue un motivo para salir de este gran abismo.
Por fin, todas estas burlas acabarían.
El día donde la justicia se aplicaría había llegado.
Junte todas mis fuerzas y valor para afrontar a mis bully.
–¡¡¡Gane!!! –expresé con entusiasmo, al momento en que vi a mis bully tumbados en el suelo.
Ahora yo era una nueva persona, nadie más me molestaría.
Por fin pude defenderme… había renacido un sentimiento en mi, pero esta era una alegría diferente… ¿Qué era lo que deseaba en ese momento?… quería que alguien se acercara a felicitarme… ¡¡¿?!!…
–¿Vieron lo que les hizo a esos chicos?… ¿Quién desearía a un chico como él?…
–Pobres chicos, vean como los dejo…
–No es más que un abusivo. Vieron sus ojos, es como si una bestia se hubiera apoderado de su cuerpo por completo…
–Si no le dan una corrección rápida, en el futuro se convertirá en un gran problema…
«¿Problema?» «¿Por qué nadie me felicita?» «Todo este tiempo, he sido su víctima» Pensaba al ver cómo todas esas miradas, trataban de comerme vorazmente.
–Ahora lo entiendo –susurré mientras bajaba la mirada, para evitar cualquier contacto visual.
El odio y desconfianza hacia mí, nunca había desaparecido. Siempre me acompañará toda la vida, y como una sombra aunque haya oscuridad siempre estará presente.
¡¡¡Si este no es mi lugar ¿Qué estoy haciendo aquí?!!!
«¡¡Padres!!, ¿enserio tanto les horrorizaba?… Si es así ¡¡¿Por qué me tuvieron en primer lugar?!!… ¿Qué no hay un lugar, al cual de verdad pertenezca?»
–¿Así que, soy un problema?
Una vez más, volví a mi agujero. No sabía qué hacer.
–Bien … ahora verán que por primera vez, no se equivocan.
«¡¡¡Quien embauca al embaucador, tiene 1000 años de perdón!!!»
Descubrí que tenía una gran habilidad para robar. Mis dedos, se movían como una serpiente en busca de su presa, era tal mi sigilo que cualquiera, se volvía mi víctima. Seguramente, esta gran habilidad era el único regalo que recibí en esta jodida y miserable vida.
En fin, me divertía mucho haciendo esto. Pero…
–¡¡¡Ponte a estudiar y deja de robar!!! –era una de las frases recurrentes del estricto Dainzú.
Gracias a él y a sus conexiones, pude salir por fin del orfanato y además tuve acceso a una educación.
¿Simpatía?… ¿Preocupación?… *Pfff*… como sea… Actualmente curso el 2do semestre en el bachillerato González-Casanova, aquí en Azcapotzalco, CDMX.
Aunque… la verdad. Para mí, la escuela, siempre ha sido un verdadero fastidio. Durante este tiempo, siempre he detestado escuchar los sermones de todos los profesores. Parecen discos rayados y otros son muy peculiares.
–Aunque la comunidad científica lo niegue. Yo, el Dr. Karl Rotker les digo que este mundo. ¡¡Está lleno de cosas fantásticas y paranormales!! –decía uno de mis profesores siempre en sus clases.
Veamos… no tengo alguna clase favorita: las matemáticas me estresan, ver tanto número me marea; la gramática, la odio desde que escribí una carta para una chica, para que al final se fuera con otro chico; las ciencias, siempre me han traumatizado, el gran tamaño de sus libros, fácilmente podría usarse como arma.
*Pfff*… ¿quizás?… mi habilidad atlética, es el segundo gran don que poseo. Era tan rápido y resistente, que todos los selectivos me querían. Al final, elegí atletismo, esto con la finalidad de ser constante en mi condición física. No es por presumir, pero todos los que me perseguían, parecían caracoles detrás de mí. Aunque… creo no debería de insultar a esas pequeñas criaturas con los humanos.
En fin… las clases deportivas, eran al aire libre y gracias a que mi profesor, se la pasa sentado y comiendo… «¿Por qué mi profesor es alguien gordo?» *aaaah* en fin … he podido escaparme y conseguir algo de mercancía para vender.
Agradezco que por lo menos, en la preparatoria tengo un poco más de libertad. Realizo encargos de todo tipo, tengo clientes fuera de la escuela. Aun así, antes de aceptar el pedido, lo analizo para evitar meterme en problemas, no robo nada que me comprometa.
Puedo decir que mis mejores compradores, siempre han sido mis propios compañeros. Es sorprendente todo lo que quieren los chicos de mi edad. En fin esta es la manera en la que me gano la vida. Soy un chico en pleno crecimiento y necesito alimentarme. Además de…
*Aaah*… Por cierto, falsifique la firma de Dainzú, y conseguí un departamento aquí en Azcapotzalco. Mi hogar, no es la gran cosa. Solo un viejo colchón está en mi cuarto, una mesa con propaganda de IcyCold esta en mi comedor junto con varios botes que uso como silla, también tengo un frigobar que recupere en un basurero y para mi armario, junte varias cajas de madera. Al final, lo importante, es que uno se sienta cómodo ¿no? Mi yo actual, no se preocupa por esta situación. Se que más adelante, me reiré de todo esto, y algún día… ¡¡¡ Me haré rico!!!
*Mmmmm*…. Ahora que lo recuerdo… creo que, aun le debo algo de renta a Don Jaime… bueno eso, puede esperar… tengo otras preocupaciones.
En fin, esa es mi vida…
La vida de un joven ladrón.
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