The Lost Crystallus - 9-01
“Mi pequeña Reina/Reina”
“Todo comenzó bajo un cielo naranja…”
“Ante la inmensidad de este mundo y la vasta cantidad de personas, tú me miraste solo a mi…”
“Al mirarnos a los ojos, algo nació, algo comenzó para nosotros…”
“No hay manera de que pudiésemos saberlo, pero los engranajes de un destino hermoso y cruel, comenzaban a girar…”
“Tu tuviste tu recorrido, lejos de mi. Y también sufriste por mi…”
“Yo también tuve mi propio sendero. Uno lleno de espinas, así como también hermosas flores…”
“Pude reír, pude llorar, pude fortalecerme, pero jamás te olvidé…”
“Por favor… quiero que escuches mi historia…”
“Y que al final… podamos…”
Esta es la historia de una pequeña niña llamada Reina Alcott. De corazón puro como el de un hermoso ángel y llena de inocencia como todo ser ansioso por descubrir el mundo que le rodea. Con una sonrisa tan adorable, capaz de calmar el tormento de cualquier ser humano.
Fue el fruto del gran amor de Ilhan Alcott y Lynette Vega, quienes llegaron a ser de los mejores agentes de su época.
Al nacer su preciada hija, no quisieron que tuviese que enfrentar una vida llena de peligros. Tampoco querían que tuviese que soportar el peso de ser juzgada por el apellido heredado. Ambos habían enfrentado demasiada discriminación y lucharon hasta el cansancio para que su amor pudiese ser aceptado.
No, ellos no deseaban que su preciada hija, tuviese que soportar aquella sociedad donde tu origen familiar lo es todo y lo demás ya no importa.
Al ser nieta del líder principal e hija de dos agentes elite del conocido grupo primera generación, las expectativas en ella ya estaban ahí, incluso antes de siquiera abrir sus ojitos por primera vez.
Ilhan y Lynette, decidieron alejarse de todo. Su hija significo un gran cambio de perspectiva para ambos. Ya habían alcanzado la gloria que buscaban, ya habían demostrado su valor. Y más importante, lograron alcanzar el amor que tanto les costó concretar.
¿Qué razones había para seguir? ¿Qué era más importante ahora? ¿El mundo o su hija? ¿Acaso ella no era su nuevo mundo ahora?
De esta manera, fue que ellos decidieron vivir en el mundo exterior, para que su hija creciera alejada lo más posible de Ancardia. Por supuesto, sabían que no podrían desligarse totalmente, pero bastaba con poder relacionarse con personas normales.
Graham J Alcott, se opuso a esta idea, pero no les prohibió hacerlo.
Y así fue como Reina se crio en el mundo exterior, viviendo en una pequeña casa de un vecindario tranquilo con buena gente a su alrededor.
Pero no fue sencillo para sus padres el poder adaptarse. Ellos pertenecían a otro mundo, con costumbres diferentes. Temían relacionarse demasiado y causar problemas.
Esto ocasiono que no se atreviesen a enviar a su hija a una escuela común y corriente, optando por asignarle un tutor personal.
Al principio, su hija era muy feliz junto a sus padres. Siempre sonriendo, siempre con una mirada dulce que alegraba el hogar.
Pero a medida que pasaba el tiempo y la pequeña iba creciendo, la soledad comenzó a invadir su corazón. Su sonrisa se apagaba, sus ojitos perdían ese brillo único.
Su alma ansiaba explorar más el mundo, relacionarse con otros. Ella lo veía en sus dibujos animados de la tele, que los personajes tenían amigos, jugaban y se divertían.
¿Por qué ella no? Es lo que comenzaba a cuestionarse.
Su madre se dio cuenta de esto y comenzó a pensar en una solución.
¿Cómo hacer que su pequeña haga amigos?
Entonces mientras regresaba de hacer unas compras, paso junto a un pequeño parque que no estaba lejos de su hogar. Allí vio a unos cuantos niños jugar en las pequeñas atracciones.
-¡Eso es! ¡Traeré a mi hija aquí para que pueda hacerse amigos de los niños del vecindario!-. Es lo que pensó con emoción y brillo en sus ojos.
Al día siguiente, al caer la tarde, Lynette fue a ver su hija en su habitación. La pequeña se encontraba sentada en la cama con carita triste, abrazando un peluche de gatito.
-Reinita, ¿Qué te parece si salimos a caminar un poco? –
-Si mami…-
La pequeña no se opuso a la idea, pero tampoco la acepto con mucho entusiasmo. Aquella sonrisa ya había desaparecido. Verla desgarraba el alma…
-¡Oh! Mira eso Reinita, ¿No quieres ir a jugar allí? Hay muchos niños de tu edad-
-…-. La pequeña miro con tristeza y miedo, pues aún no estaba preparada para algo así, su corazón lo sabía muy bien.
-Yo estaré sentada en esa banca, por lo que estaré cerca-
-Si… mami…-
La pequeña no podía oponerse a su madre, no tenía el valor para hacerlo. Por lo que obedeció y camino directo hacia los juegos, cerca del arenero.
Observo atenta a los niños que jugaban, pero los veía como si fuesen sombras aterradoras.
Para ella eran seres desconocidos que podrían asustarla de muchas formas.
¿Y si la ignoraban? ¿Si la rechazaban? ¿Si le decían cosas feas?
No tenía el valor para soportar algo a si…
La pequeña de 6 años, se sentó en un columpio y se quedó sola, abrazando su peluche con la mirada baja llena de tristeza.
El tiempo avanzaba y los niños no le prestaban atención. Poco a poco, se fueron marchando hasta que solo quedo ella…
-Aaah… mi plan fracaso…-. Piensa Lynette mientras observa a su hija desde la distancia.
-Supongo que era de esperarse, mi hija no sabe cómo relacionarse con otros. Uuuh… es nuestra culpa… ¡Somos unos padres terribles! Ojalá Roland estuviese aquí, el sabría que hacer…-. Piensa la madre de Reina mientras se revuelve el cabello.
-Por favor… cualquier deidad que exista, ¿Sylphica cuenta? No lo sé, ¡Quien sea, pero por favor, que mi hija pueda hacer, aunque sea un amigo! Es todo lo que pido…-
Como si sus palabras fuesen realmente escuchadas, de inmediato se presenta un evento frente a ella.
-Mira hijo, allí hay una niña, se la ve tan sola y triste, ¿Por qué no la invitas a jugar?-. Dice una madre a su pequeño.
-¿Eh? ¡¿Acaso?! ¡Por favor, por favor! ¡Acepta! ¡Ve con mi hija!- Piensa Lynette mientras junta sus manos en signo de plegaria.
-Está bien… mamá…-
-Y recuerda, tienes que ser amable con ella, ¿Sí?-
-Si…-
Lynette observa como el pequeño camina directo hacia su hija. Le llama la atención que presenta la misma mirada triste. Es como si ambos estuviesen solos en el mundo.
¿Acaso podrán sanarse mutuamente?
La pequeña Reina Alcott, se encuentra hundida en su propia tristeza, por lo que no pudo percatarse de que alguien se acercaba.
-Ho-Hola…-
-¡¡¡…!!!-
De pronto fue sacada de su mundo y obligada a regresar a la realidad. Alzó la mirada para encontrar a un niño que no la estaba ignorando. Sus ojos apuntaban a ella…
Esto la desconcertó, ¿Qué buscaba? ¿Qué quería hacerle? ¿Iba a lastimarla?
Pero estos pensamientos fueron fugases, pues al instante, por alguna razón, no sintió miedo de ese chico.
Su corazón sentía emoción y ansiedad, porque había sido elegida. Nadie más importaba para ese chico, solo ella. Un pequeño con una mirada como la suya, expresando la misma inseguridad que estaba sintiendo.
Reina Alcott sintió una conexión especial, pero no sabía cómo responder.
-Hola…-. Fue lo único que pudo decir, más por acto reflejo que por deseo.
-¿T-Te gustaría jugar conmigo?-. Dijo el muchacho, con sus mejillas rojas y ojos temblorosos.
Aquellas palabras fueron como un rayo de luz para Reina. Pues era lo que deseaba, pero no se atrevía a hacerlo.
Deseaba tanto que alguien la invitase a jugar y ahora se había cumplido.
-¿Quieres… que juegue… contigo…?-. Dijo nerviosa, pero con gran emoción en su interior.
-E-Esta bien… si no quieres…-
-Quiero…-
-¿Eh?-
-¡Quiero jugar contigo!-. Dice la pequeña Reina, soltando una radiante sonrisa, que logra conquistar el corazón del muchacho.
-G-Gracias… ¿Va-Vamos?-
Aquel niño, había quedado encantado con ella. Su primer pensamiento cuando sus miradas conectaron, fue “Que linda es”
Ahora que fue aceptado por ella, le ofrece su mano para llevarla hacia los demás juegos. Ella sonríe con felicidad y…
-¡Si, vamos!-. Dice la pequeña Reina Alcott, con una gran sonrisa.
Y así fue cómo surgió aquel encuentro tan especial. El inicio de su gran historia de amor…
El comienzo de la historia de Reina Alcott y Zero.
-¡Sí! ¡Sí! ¡Están jugando! ¡Mi hija hizo un amiguito! ¡Viva!- Festeja Lynette, sin poder esconder su alegría.
-Juju, imagine que ella era tu hija, son como dos gotas de agua-. Dice la madre del niño, quien se sienta a un lado.
-¡Ah! L-Lo siento, que vergüenza…-
-Juju, está bien. ¿Cómo no alegrarse de que nuestros hijos hagan nuevas amistades? Soy Kat, es un placer-.
-¡L-Lynette! ¡Es un placer!-
-¿Ella es tu única hija?-
-¡Sí!-
-Es muy bonita. También es mi único hijo-
-¡Es encantador! ¡Estoy tan agradecida de que juegue con mi hija! Aaah… ser madre no es fácil…-
-Es todo un reto juju. Nuestro deber es guiarlos y protegerlos, pero no debemos prohibirles el experimentar cosas nuevas. Mientras sean sanas claro está-
No se trataba solo del inicio de la amistad de dos pequeños, pues también Lynette iniciaba su primera amistad con alguien del mundo exterior. Su nueva vida comenzaba a tomar forma y eso la hacía feliz.
Mientras tanto, los pequeños comenzaban a divertirse.
-¿Qué es esa cosa tan alta?-. Pregunta la pequeña con asombro y curiosidad.
-Es una resbaladilla, ¿Nunca te subiste a una?-
-No…-
-Bueno… ¡Es tu oportunidad! Si quieres…-
-Mmm… pero es muy alta… me asusta… ¿Qué hace?-
-Te subes y luego bajas rápido, como patinando o algo así, es divertido-
-Pero… ¿No duele? ¿Y si me lastimo?-
-No duele, yo no me he lastimado hasta ahora-
-¿Y si no puedo frenar…?-
-Mmm… ¡Ya se! Me pondré aquí para atraparte-
-Pero… puedo pegarte sin querer…-
-Estaré bien, yo te protegeré-
-*Rubor* Ah… está bien jeje-. La pequeña suelta una sonrisa y sus mejillas se enrojecen.
-*Rubor* T-Todo va a estar bien-. El pequeño aparta la mirada avergonzado, pues la lindura de Reina golpea fuerte a su corazón.
La adorable Alcott comienza a subir las escaleras de la resbaladilla. Para ella es como escalar la montaña más alta. Al alcanzar la cima, se asusta, pero también se maravilla con la vista. Desde su punto de vista, todo le parece tan alejado.
Tiene miedo, pero no quiere quedar mal frente a su compañero, por lo que junta coraje y se lanza hacia abajo por la resbaladilla, abrazando fuerte su peluche.
-¡¡¡Hiiii!!!-
Ella cierra sus ojos y da un grito, por primera vez experimenta la sensación de velocidad.
-¡Te tengo!-
La pequeña abre los ojos lentamente y se da cuenta de que se encuentra en los brazos de su compañero de juegos.
-*Rubor*Oh…-
-¿Te encuentras bien?-
-*Rubor*Si…-. Responde con una dulce sonrisa y admiración.
-¿Qué tal? ¿Te gustó?-
-Eso fue…-
-¿Sí?-
-Eso fue… divertido-
-Jeje-
-¡¡¡¡Muy divertido!!! ¡¡¡Quiero hacerlo otra vez!!!-
-Ah, de acuerdo-
-¿Me volverás a atrapar?-
-Sí, estaré aquí para cuidarte-
-¡Gracias! Ah, pero quiero hacerlo sin miau-san-
-¿Miau…san?-
-Es mi peluche, ¿Verdad que es bonito?-
-Si-
-¿Me lo cuidas?-
-Si-
-Jeje, gracias. ¡Ah! Mmm…-
-¿Qué pasa?-
-*Rubor* Reina…-
-¿Eh?-
-Soy Reina…-
-¿Eres una reina?-
-Jeje, no, mi nombre es Reina-
-¡Ah! Que nombre curioso, pero lindo-
-Gracias jeje-
-Yo… mmm…-
-¿Oh?-
-Todos me dicen Zero…-
-¿Zero?-
-Si…-
-¿Por qué?-
-Así se llama un personaje de un videojuego. Y en la escuela… se burlan llamándome así…-
-Mmm… ¿Y cómo es ese personaje?-
-¡Alto, con una armadura roja, cabello rubio y con una gran espada de luz! ¡Es genial! Ah… bueno… al menos para mí lo es…-
El joven mostró su emoción y admiración sin querer, cuando se dio cuenta, se detuvo pensando que Reina se burlaría, pero no fue así.
-¡Suena tan genial!-
-¿Eh?-
-¡Quiero conocer ese juego! ¡Suena muy genial ese personaje!-
-¿T-Tú crees?-
-¡Sí! ¿Por qué se burlan llamándote de una manera tan genial?-
-Pues…-
-Si te gusta ese personaje y te llaman así, ¡Es genial! ¿No crees?-
-Ah… no lo pensé así…-
-Zero… Zero… ¡Sí! ¡Me encanta! ¿Puedo llamarte así? ¡Es que es muy genial y bonito!-
-*Rubor* S-Si… si eres tú, entonces está bien-
-¡Viva! ¡Mucho gusto Zero! Jiji-
Reina Alcott había recuperado su sonrisa. Incluso era más radiante que antes.
Ambos jugaron juntos en todos los juegos del parque, se olvidaron de todo lo demás por tanta diversión.
Lamentablemente la diversión se acabó en cuanto sus madres los llamaron, pues ya comenzaba a anochecer. Ambos regresaron con una sonrisa y brillo en sus ojos.
-¿Te divertiste, Reinita?-
-¡Si mami! ¡Me divertí mucho con Zero!-
-¿Zero?-
-Así le dicen a mi hijo jeje. Vamos, preséntate ante la mamá de tu amiga-
-M-Mucho gusto-
-Es un placer conocerte. Te agradezco por jugar con mi hija y cuidarla de que no se lastime-
-¡Zero! ¡Zero! ¿Puedo ser tu amiga?-
-¿Eh?-
-¡Quiero ser tu amiga! Jeje-
-¿Mi… amiga…?-
-¡Mami! ¡Mami! ¡Quiero ver a Zero de nuevo!-
-¿Así que quieres verlo de nuevo? Juju-. Lynette se enternece ante tal escena.
-¿Qué dices, Zero?-. Pregunta Reina con gran entusiasmo.
El pequeño era ignorado en la escuela, nadie se interesaba en él, más que para objeto de burla. Por lo que las palabras de la pequeña, significaban mucho. Algo que su corazón deseaba a toda costa, aceptación.
-Quiero que seamos amigos-
-¡Viva!-
-Juju, Si le parece bien, podemos vernos mañana, aquí a la misma hora-. Ofrece la madre del pequeño.
-¡Sí! ¡Aquí estaremos!-
-Adiós Zero, me gustó mucho jugar contigo, ¡Juguemos mucho mañana! Jiji-
Y así, con la sonrisa más adorable que jamás haya existido, Reina Alcott se despide de su primer amigo. Durante su camino a casa, va de la mano de su madre, tarareando feliz.
[Presente]
[Reina]
-Y bueno, así fue lo que creo que es el mejor día de mi vida jiji-
-…-
-¡El comienzo de nuestra historia!-
-…-
-Si recuerdas… ¿Verdad?-
-Que linda…-
-¿Eh?-
-Eso fue lo que pensé al verte bien de cerca-
-*Rubor*Oh… jeje-
-Estaba pasándolo bastante mal en este entonces, por lo que tú fuiste mi luz-
-…- No puedo evitar sonreir jeje.
-Con el paso de los años, te volviste mucho más hermosa y adorable. Antes eras miedosa, pero ahora eres fuerte y valiente. Eres una mujer admirable, Reina Alcott-
-*Rubor* Oye… estas mucho más cariñoso hoy…-
-L-Lo siento…-
-¡No te disculpes, sigue comportándote así, me encanta!- ¡Amo sus elogios!
-Ahora recuerdo bien ese día y no creo que pueda olvidarlo. Gracias por haber aparecido en mi vida y por aceptarme-
-Yo soy la que debería decir eso jiji-
Reina extiende sus brazos y mueve sus dedos, me indica claramente que quiere que nos tomemos de las manos. Al hacerlo…
-Te quiero mucho, Reina-
-¡Yo también!-
-…- Te amo tanto mi lindo Zero…
-*Rubor* Y ahora, seguiré contando, pues vivimos muchas aventuras jeje-
==FIN DEL CAPITULO==
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