The Lost Crystallus - 9-05
[Reina]
A pesar de los años, aun mantengo bien en claro, los recuerdos de aquel día…
Tan frescos como si hubiesen sucedido ayer…
Cierto día, mis padres me dijeron que debían hacer un pequeño viaje. Y que yo no podía acompañarlos, pues era un asunto serio de adultos. Ellos me dejarían al cuidado de la familia de Zero, por lo que la idea me alegraba muchísimo.
Yo… ignoraba lo que sucedía realmente. Incluso a día de hoy, desconozco bastantes detalles, pero una cosa es segura. Mis padres recibieron una misión muy importante, pese a estar retirados como agentes, se vieron obligados a regresar.
Fue una simple despedida, sin tristeza ni sospechas de mi parte.
“Cuídate mucho, volveremos pronto”. Es lo último que me dijeron, entonces se marcharon y yo me quede con mi preciado amigo.
No sé cuántos días fueron, pero quien vino a recogerme, fue mi abuelo. Eso me pareció extraño, pero como no pasaba mucho tiempo con él, me alegro volver a verlo.
Me despedí de mi amigo con una sonrisa.
No… de hecho no fue una despedida, fue un “Nos vemos mañana”. Algo que no pude cumplir…
Todo se derrumbo de un momento a otro…
Mi vida… se destruyó…
Recibí palabras crueles, muy crueles…
Mis padres ya no iban a regresar, nunca más. Abandonaría mi hogar de forma definitiva, para irme a un lugar muy lejos. Y ya… no podría volver a estar con Zero…
Sé que no debió ser fácil para mi abuelo, el tener que decirme todo eso. Yo no podía comprenderlo. Me estaban quitando todo lo que amaba… todo… sin saber el motivo…
Ni siquiera… pude despedirme de mi preciado amigo…
Abandone el mundo exterior, derramando lágrimas que parecían ser infinitas…
Lo último que hice, fue dejar mi peluche favorito, en la entrada de mi casa, como último mensaje para Zero. Una manera pobre e injusta de decirle adiós…
La vida puede ser muy cruel. Lo es así con todos, no tendrá piedad con los niños. Todos estamos en las mismas condiciones de poder perderlo todo de un momento a otro. El destino… no es algo que siempre puedas controlar…
Eso aprendí desde pequeña…
—————-
La pequeña Reina Alcott, no tuvo tiempo para poder llorar todo lo que debía, ni para asimilar su nueva vida. Mucho menos para detenerse a pensar y preguntarse en donde se encontraba ahora.
No, la vida no se detiene para nadie. El tiempo avanza, debe seguir su curso normal. Hay costumbres que deben realizarse…
Para cuando quiso darse cuenta, Reina se encontraba vistiendo formalmente de negro. Con una mirada sin brillo que desgarraba el corazón.
Solo mira hacia adelante, aunque realmente no puede visualizar nada. Todo luce sin color y sin propósito para ella…
A su lado se encuentra su abuelo, junto a muchísimas personas que nunca ha conocido. Todos visten de negro. Todos… reunidos en el exterior, bajo un cielo gris que amenaza con liberar una lluvia fría y desoladora.
La pequeña se encuentra en el funeral de sus padres y los demás agentes caídos de la primera generación.
Ha pasado una semana desde que ella llegó, pero debido a su tristeza, no se ha percatado de ello. Su corazón sigue atrapado en el día en que lo perdió todo…
A pocos metros de ella, se encuentra una niña de su misma edad, de cabello rubio y ojos azules. Al igual que ella, su corazón se encuentra triste, pues también perdió a alguien querido. Sin embargo, debido a la experiencia, es capaz de soportar un poco mejor, la dolorosa situación que atraviesan.
Voltea a ver a la pequeña Alcott, como su rostro luce demacrado, sin brillo en los ojos, totalmente perdida y hundida en la tristeza.
“Pobre chica”, es lo que pensó, para luego preguntarse si será capaz de superar la tristeza y seguir hacia adelante. No todos pueden, no todos vuelven a encontrar la luz…
La pequeña Reina, ahora vivía en la mansión de su abuelo, la cual presentaba una gran cantidad de mayordomos y criadas, para cuidarla e instruirla. Sin embargo, durante unos cuantos días, ella no salió de su habitación, apenas probo bocado alguno, apenas abandono su cama…
El clima acompañaba a su corazón, pues el cielo se mantenía constantemente cubierto de nubes grises, que no dejaban de atacar con una lluvia fría y lenta…
Reina no dejaba de rogar por sus padres. La soledad le resultaba horrible e imploraba por volver con su amigo y recibir un abrazo. Deseaba tanto refugiarse allí, pero no le era posible…
Su abuelo intentaba consolarla, pero no existían palabras que pudieran devolverle su brillo. No existía acción alguna que pudiese calmarle su dolor…
Ancardia lloraba por sus pérdidas y su líder debía lidiar con ello. Podía sanar su mundo, pero no a su nieta, la única familia que le quedaba. Es allí donde supo ver todos sus mayores errores y de cómo el mundo fue salvado, pagando un gran precio…
Debido a la falta de alimento, la pequeña se debilito bastante y acabo por enfermarse. Fue tratada por la doctora Agnes, quien hizo todo lo que pudo por ella.
Le rompía el corazón ver a la hija de su mejor amiga, en un estado tan lamentable. Quería restaurar su sonrisa, pero nada podía hacer para lograr tal cosa…
Con una débil voz y lágrimas brotando, la pequeña imploraba por volver a ver a su amigo, quien aún permanece en este mundo. Pero se encontraba lejos, separados por una gran brecha…
De a poco, la pequeña se fue recuperando, alimentándose un poco mejor. Poco a poco, su alma iba asimilando su nuevo presente. Ya era consciente de que sus padres no regresarían, que su anterior hogar ya no sería su castillo. Pero algo que se negaba a aceptar, era que no volvería a ver a su amigo. Aun conservaba esperanza de poder regresar a su lado. Se aferro a ese deseo, lo que le fue dando fuerzas para poder abandonar su habitación y explorar su nuevo hogar.
Los días pasaban y la pequeña comenzaba a interactuar un poco más. Aun así, el brillo de sus ojos se había perdido y su sonrisa no era más que un recuerdo lejano…
Cierto día, la pequeña fue con su abuelo para hacerle una pregunta, pues finalmente se había dado cuenta de algo…
-Abuelo… ¿Dónde estamos…?-
-¿A qué te refieres, mi pequeña?-
-Esta casa grande… ¿En qué lugar de la ciudad está? ¿Está lejos de… donde está mi anterior casa…?-
Su abuelo se mantuvo en silencio y luego comenzó a explicarle de manera sencilla, que ahora vive en un lugar que se encuentra lejos de su antiguo hogar. Un mundo aparte, lejos del que ella conocía. Un lugar mejor, donde ella podrá estar protegida.
-¿Ya no puedo ver a Zero…? Es mi amigo… yo… lo quiero mucho…-
Su abuelo estaba al tanto de cuan especial era su amistad con aquel niño. Es por eso que no fue sencillo para él, tener que darle la amarga noticia…
-Lo siento, pero por un tiempo… no podrás ver a tu amigo-
-¿Eh? Pero… *Snif* ¿Por qué…? ¡¿Por qué no puedo verlo?! *Snif* Zero… aun… *Snif* Zero sigue aquí… no como papi y mami…-
-Reina… las cosas… están complicadas ahora, pero… si eres paciente, llegará el día en que puedas volver a verlo-
-*Snif* ¿Por qué…? *Snif* ¿Por qué me lo quitan todo…?-
El corazón de Reina, no dejaba de romperse. ¿Cuál era el sentido de continuar?
¿Qué motivos tenia para despertar cada día?
Sin deseos ni motivaciones, simplemente dejo arrastrar por lo cotidiano del día a día…
Poco a poco fue comprendiendo donde estaba y que tan especial era el mundo que la rodeaba ahora. Pero por más asombroso que fuese todo, a ella no le interesaba, solo podía pensar en una cosa…
No dejaba de imaginar que era abrazada por su preciado amigo. Que este le decía que todo saldría bien, que estaría allí para ella.
Durante las noches, soñaba siempre con sus padres, pero al despertar, sufría el dolor de la realidad…
Tras pasar más de un mes, Reina continuaba sumida en un gran dolor y tristeza, pero al menos ya no se encerraba en su habitación, ni evitaba alimentarse. Su abuelo consideró eso un pequeño avance, por lo que decidió que era momento de ayudarla a volverse más fuerte. No solo para que pudiese enfrentar a la vida misma, sino también para encontrar algo de lo que distraerse y dejar de sumergirse en pensamientos negativos.
Nos trasladamos a una casa algo alejada del resto del vecindario. Apartada sobre una pequeña colina verde, con una hermosa vista a las montañas en su parte trasera. Una casa pequeña si la comparamos con la mansión en donde vive Reina, pero bastante grande y acogedora, si la comparamos con las que hay cerca de la zona.
Allí vive un agente que perteneció al grupo conformado como “La primera generación”, junto a su hija adoptiva y discípula.
Luna observa, escondida desde el pasillo, la visita de un anciano. Ella lo reconoce, sabe que es la persona más importante de este mundo secreto y apartado del resto.
-Lamento tener que molestarte con algo así, se que atraviesas un gran dolor…- Comenta el anciano, mirando con tristeza y lastima a Lucian.
-Jeh… lo dice como si fuese el único. No tiene que hacerse el fuerte conmigo. Y no se preocupe, no podemos quedarnos atrás, debemos avanzar… ¿Cierto?- Comenta el maestro de Luna.
-Lo sé… es por eso que quiero priorizar el bienestar de mi nieta. Es todo lo que me queda. Mis decisiones causaron dolor y pérdida…-
-No diga eso-
-Es la verdad. Al menos… no quiero perderla a ella…-
-Hare todo lo posible por ayudarla, puede contar conmigo. Y enserio, debería tomarse un descanso, confíe en Gate-
-Lo sé, supongo que estoy llegando a mi límite, el momento de pasar el mando a la siguiente generación. Los errores que he cometido, no deben repetirse. Sé que Gate hará un mejor trabajo y borrará las tradiciones obsoletas que solo nos retrasan…-
El abuelo de Reina se marcha. La pequeña Luna se acerca a su maestro y observa como este suspira…
-Maestro… ¿Algo anda mal?-
-Todo está bien, no te preocupes. Digamos que… tendrás una compañera de entrenamiento-
-¿Compañera?-
-La nieta de Graham, se unirá a nosotros-
-Mmm… ¡Ah! La chica de pelo rojo…-
-Por favor, se amable con ella, perdió a sus padres. De no ser por su abuelo, no tendría a nadie…-
-Está bien, no se preocupe, no volveré a cometer ese error…-
Su maestro la observa y le sonríe, para luego acariciar su cabeza.
-Se que nosotros también cargamos con nuestro dolor, pero eso no debe impedirnos el ayudar a otros-
-Su madre… era muy amable… con una bonita sonrisa. Era muy hermosa, es lo que pensé cuando Sonia me la presentó. Me dijo… que le gustaría que su hija y yo, fuésemos amigas-
-Puede que su deseo se cumpla, aunque no estás obligada si no quieres…-
-Ella también se fue… al igual que Sonia…-
-…-
-Hare lo que pueda para ayudarla, Maestro-
Al día siguiente, Reina fue llevada al hogar de Luna y Lucian. Si bien sentía miedo al estar con personas desconocidas, su tristeza era más fuerte, por lo que con resignación, simplemente aceptó la situación y se quedo callada, con la mirada baja…
Lucian no sabía cómo acercarse a ella, pues aunque le hablase, ella no respondía ni le dirigía la mirada, solo se sentaba en el borde del Dojo, con la mirada baja.
Lucian miró a su discípula con desesperación…
“Haz algo con ella por favor, solo tú puedes”. Es lo que le dijo sin emitir palabra alguna, cosa que Luna captó a la perfección.
Dio un gran suspiro y entonces se acerco a la pequeña pelirroja, pero por más amable que se mostrase, no fue capaz de sacarle de su burbuja de tristeza. Y así fue como ambos fracasaron en el primer día, pero no estaban dispuestos a rendirse.
Lamentablemente fracasaron el segundo y tercer día. Luna pensó toda la noche en una manera de lograr que Reina le hiciera caso. Y al final, llego a una única conclusión…
Al día siguiente, simplemente se sentó a su lado, permaneciendo en silencio unos minutos hasta que finalmente rompió el silencio.
-¿Tienes algún amigo?-
-¿Eh…?- Esa pregunto sorprendió bastante a la pequeña Reina.
-Yo no tengo, así que no se cómo es divertirse con uno…-
-¿No tienes… ningún amigo…?-
-¡Nada! Jeje-
-¿Por qué…?-
-Bueno… digamos que pasaron muchas cosas y no tuve tiempo de hacer amigos jeje. ¿Y qué hay de ti?-
-…-
-Mmm… no pareces ser alguien que le guste estar sola… ¡Así que debes tener muchísimos amigos!-
-*Snif* no…-
-Uy… creo que metí la pata…-
-*Snif* uuh…-
-¡N-No llores! ¡Está bien si no tienes amigos! ¡N-No es tan malo!-
-Si tengo…-
-¡Oh! ¿Enserio?-
-Tengo uno… pero vive lejos… y no sé cuando podre verlo de nuevo…-
-Ya veo… ¡Háblame de él!-
-¿Eh?-
-Si tú quieres…-
-Zero… ¡Es genial! ¡El más genial! Siempre me divierto cuando estoy con él. Siempre me cuida, siempre me hace sonreír…-
-…- Luna observa con una sonrisa.
-Me gusta cuando nos tomamos de la mano. Me gusta abrazarlo… ¡Me gusta darle besitos!-
-¿Eh?-
-Mami se enojaba cuando hacíamos eso, pero cuando no estaba cerca, aprovechaba para darle besitos a Zero, jiji. El tío Roland me enseño eso-
-Ah… creo que los amigos no hacen esas cosas…-
-¡Es porque nuestra amistad es muy fuerte!-
Reina proclama eso con brillo en sus ojos y apretando los puños. Su pasión sorprende a la pequeña Luna, quien se cuestiona que clase de amistad compartía con ese chico.
Por otro lado, Lucian escuchaba oculto detrás de una pared. Con su mano derecha, aprieta su frente y suspira… “Ay Roland… ¿Enserio tenias que corromper de esa manera, a la hija de los Alcott? ¿Besos? ¿En qué pensabas?”
Luna había encontrado la manera de llegar al corazón de Reina, haciendo que revivan sus recuerdos más preciados.
La pequeña de cabello rojo, demostraba una gran pasión al hablar de su amigo. Su sonrisa regresaba, así como también el brillo en sus ojos.
Durante tres días, ambas simplemente pasaban sus tardes platicando. Luna se divertía escuchando las aventuras y travesuras de Reina con su amigo.
Sin embargo, algo ocurrió, pues Reina dejo de relatar y se quedo en silencio con la mirada triste…
-¿Qué pasa?- Pregunta Luna, preocupada por el inesperado cambio.
-¿Realmente no volveré a verlo…?-
-…-
-Papi y Mami… ya no volverán… porque los que se mueren… no regresan jamás…-
-Si…-
-Pero Zero… está vivo… ¿Por qué no puedo verlo…?-
-…-
-*Snif* No quiero estar sola… sin Zero… me siento sola… y triste… *Snif*-
Luna no pudo evitar encariñarse con la pequeña Reina, tras haber escuchado sus relatos y comprender la clase de persona que es. Es por eso que se acerca y le da un dulce abrazo.
-No te preocupes, ahora estoy aquí. No te dejaré sola-
-*Snif* ¿Eh? ¿De verdad…?-
-Yo te cuidaré y te acompañaré hasta que puedas volver con tu amigo-
-¡¡¡…!!!-
-Reina… ¿Te gustaría que fuésemos amigas?-
-*Rubor* ¡Ah! ¿Está bien? ¿Está bien si estoy contigo…?-
-Claro que si-
-*Rubor* Entonces… si quiero…-
-¡Genial! Ah… creo que estabas tan triste al principio que no sabes cómo me llamo-
-*Rubor* ¡Ah! Lo siento…-
-Jeje, no te preocupes. ¡Soy Luna Araciel! ¡Espero que podamos ser muy buenas amigas!-
-*Rubor* ¡Sí!-
Tras haber perdido sus preciadas luces que iluminaban su camino. La pequeña Reina fue afortunada de encontrar una nueva luz que pudiera brindarle calor y alegría a su dañado corazón.
Con su nueva amistad, nace una nueva esperanza y se revela un nuevo camino que puede guiarla hacia su incierto futuro.
-Luna…-
-¿Si?-
-Mi abuelo quiere que aprenda a pelear… ¿Realmente puedo…? ¿Y de qué sirve?-
-Mmm… pues te servirá para ser más fuerte y que los demás no te molesten-
-Oh…-
-Ahora que lo pienso, si eres fuerte, podrías volverte agente. Ya que suelen ser fuertes-
-¿Agente?-
-¡Sí! Tengo entendido que es un trabajo que te permite ir al mundo exterior. Si te haces fuerte y te vuelves agente, quizás así, puedas volver a ver a tu amigo-
-¡Ah! ¡Eso es!-
-Parece que tienes una meta jeje-
-¡Seré agente para poder volver con Zero! ¡Luna! ¡Seamos agentes!-
-¿Eh? ¿Yo también?-
-¡Sí! ¡Vivamos aventuras afuera con Zero! Jeje-
-Ah… mmm… ¡De acuerdo! Supongo que no puedo dejarte sola jeje-
Aquella tarde, su abuelo se sorprendió cuando fue a recogerla, pues se encontró una nieta que sonreía con gran intensidad y su espíritu ardía nuevamente. Ahora la pequeña Reina contaba con una nueva amistad y una meta fija en su corazón.
Luna se despide de su nueva amiga y observa cómo se marcha en un vehículo. Entonces vuelve a ingresar a su hogar. En ese instante, su maestro tenía algo importante que decirle…
-Luna… sobre ese amigo del que Reina tanto habla…-
-Lo sé, Maestro-
-…-
-Ya no puedo disculparme por lo que hice, pero al menos… quiero proteger a su amiga. Es lo menos que puedo hacer…-
Lucian se acerca a ella con una sonrisa y le acaricia su cabeza.
-Creces bastante rápido, procura no adelantarte tanto para no dejar atrás a los que aprecias-
-…-
-Tienes un gran corazón, lleno de bondad y de una gran fortaleza, yo lo sé-
-…-
-¿Y quién sabe? Quizás algún día, puedas tener la oportunidad disculparte. Nadie sabe lo que nos depara en el futuro-
-Ay maestro… ¿Por qué eres tan cool cuando nadie te ve? ¡En público eres demasiado amargado! Jeje-
-*Suspiro* Hasta tú te burlas de mi… siento que el espíritu de Roland me perseguirá por siempre-
-Jeje, eres un tontito, Maestro-
==FIN DEL CAPITULO==
Comments for chapter "9-05"
QUE TE PARECIÓ?