Tres Espadas - 02
Capítulo 2: Hipócritas
—¡Eres una inútil! tu debilidad hace que seas una vergüenza, para ti… y para mi.
—Lo siento papá, te juro que me haré más fuerte… ¡te lo juro!
—Eso no va pasar, Sol.
—¿Papa?
¿Sabes que es amar tanto a alguien, que darías y harías todo por él, aunque si esa persona te odia, la seguirías queriendo con toda tu alma? Hace tiempo que vivo en esta iglesia, está en el reino demonio; cuando fui desterrada por mi padre ellos me dieron un techo donde vivir y aunque estoy muy agradecida por todo lo que ellos hicieron por mi, no quita que sean todos unos malditos hipócritas, fingen que les agrando pero no es así, todos piensan que soy un monstruo. Tengo una habilidad especial que me permite leer los pensamientos de los demás y gracioso por que detesto que me mientan… Eso no lo soporto, y por esta habilidad obviamente siempre se cuando me mienten. Recuerdo perfectamente la primera vez que llegué aquí.
Nota: lo que esta entre » » son los pensamientos que puede leer la niña.
—¿Estás bien niña? ¿Tienes hambre? «Es una niñita muy linda». —Habla un hombre con una túnica negra
—Si, si tengo hambre. —dice con timidez la niña de largo y oscuro cabello.
—Toma, puedes comer esto «¿es un ángel caído? ¿Debo tener cuidado?» ¿Por qué no vienes a mi iglesia?
—¿Iglesia?. —Gira su fría mirada hacia el hombre de túnica negra.
—Si no tienes donde vivir, puedes quedarte ahí, te daremos comida y tendrás una cama caliente donde dormir. —Toma la mano de la niña y le sonríe con gentileza.
El padre Juan no parece una mala persona, de hecho pienso que es muy amable, pero hace cosas muy extrañas, todas las noches cuando es muy tarde entra a las habitaciones de algunas de las niñas de la iglesia, pienso que es para hacer algunas oraciones pero me sigue pareciendo extraño que lo haga tan tarde. Desde que llegue intento llevarme bien con los demás niños, pero creo que eso es imposible.
—Oye, ¿por qué no juegas con nosotros? «Solo tiene una ala, debe ser porque mató a alguien».—Habla uno de los niños que juega en los campos de la iglesia
—Claro, juguemos. —responde la pequeña.
Mientras jugamos todos intentan tener el minino contacto conmigo y cuando me toca el turno de atrapar a los demás, de la nada ahora nadie quiere jugar.
—Chicos, creo que me deje algunos deberes sin hacer «No quiero que ella me toque».
—Es cierto, deje mi cama si hacer «Tal vez nos pase alguna enfermedad rara».
—Yo creo que me está llamando una de las monjas «Ella da mucho miedo».
Y siquiera los adultos se salvan.
—Señorita Sol, el padre Juan quiere verla «No sé por qué el padre quiso traer este engendro, espero que tenga pensado hacer un sacrificio o algo así».
—Gracias, voy enseguida.
No me gusta vivir aquí, pero supongo que no tengo más opción, todavía no tengo el derecho a volver a casa. Una noche, ya bastante tarde note por la ventana como una mujer de cabello rojo con un niño entraban a la iglesia, no le di más importancia y volví a dormir.
—Buenos días mis niños, hoy les presento un nuevo compañero —habló el padre Juan.
—H-ho-hola a todos, mi nombre es Desmont.
—Hola Desmont, bienvenido. —Todos los niños respondieron.
Casi de inmediato Desmont fue socializando con el grupo, jugaban, reían, pero se da cuenta que uno de los niños está apartado, sentado en una escaleras, viendo desde lejos como todos los demás juegan. Desmont corre hacia la solitaria niña.
—¿Estás bien? —preguntó el niño de un cuerno, sin tener ninguna respuesta por parte de la chica, ella solo lo queda mirando sin ninguna expresión en su rostro por unos segundos y luego lo ignora—. ¿Te duele el estomago o algo así?
—No, no me duele nada, solo quiero estar sola. —Responde la solitaria niña, sol se mueve ligeramente para ignorar al niño nuevo, dándole la espalda.
—¡Tienes una ala! —Exclamó el niño con gran asombro.
Ahora creo que no tendrá más ganas de invitarme a jugar. Siempre he pensado todos los demás son basura.
—¡Ohhhh! «Que bonita es… creo que es un ángel, papá me contó de ellos, ¿por que es de color negro? ¿Puede volar?, solo tiene una así que no creo, quiero tocarla».
Pero ahora creo que existen algunas menos basura que otras.
—¿Cómo te llamas? —preguntó el niño con entusiasmo.
—S-sol. —Ella respondió.
—¿Por qué estás aquí sola? «su cabello se parece al de Zelica».
Qué le pasa a este chico, es… raro.
—Me gusta estar sola. —dijo con un poco de inseguridad.
—¡Queeee! A nadie le gusta estar solo «Debe ser que es muy tímida, así como Nene».
—No soy tímida solo es que…—Al no terminar su frase, el niño inclina su cabeza hacia un lado, dando a entender su confusión—. ¡Solo vete!
Desmont toma la mano de Sol y la lleva con los demás niños.
—Miren, ella también quiere jugar.
Todos los niños muestran una cara de inconformidad, Sol de la vergüenza aparta a Desmont y corre hacia su habitación. La noche llega, las luces se apagan y toda la iglesia se prepara para dormir.
Ya estaba apunto de irme a dormir cuando de repente escucho que alguien toca mi puerta. Tal vez sea el padre Juan, supongo que me hará algunas oraciones nocturnas como a las demás chicas, camino hacia la puerta y quitó el seguro.
—Hola Sol.
—¿Qué haces aquí? ?Tu… ¿Dismun?
—Es Desmont.
—Bueno si como sea, ¿qué quieres? —Muy amargada se expresa la niña.
—Pues… me preguntaba… si…—Desmont no le salen las palabras.
—¡Dilo rápido! —Sol grita e inmediatamente tapa su boca recordando que es muy tarde y todos están dormidos.
—Quisiera saber si… ¿Puedo dormir aquí? —Sol se muestra confundida por lo que dice el niño—. Sabes… donde yo antes vivía, dormida en el mismo cuarto que mis amigos, así que no creo poder dormir si estoy en un cuarto solo. —explicó Desmont.
—¿Por qué no se lo pides a alguien más?
—Es solo que… «ya le pregunté a todos y todos me dijeron que no, sólo quedas tú».
Al parecer soy su última opción, que sorpresa.
—No quiero que duermas aquí, así que mejor lárgate. —dice Sol, algo disgustada e indiferente.
—Por favor… —Desmont súplica
—¿No me escuchaste? —Sol empieza a enojarse por la insistencia del niño.
—Pero…
Cierro la puerta en su cara y camino a mi cama para irme a dormir. Tiempo después, bajo a la cocina de la iglesia a beber algo de agua, mi mirada pasa por el reloj y veo que es bastante tarde, creo que son las tres de la mañana, todavía no se leer del todo bien el reloj. Al ir regresando a dormir, paso por el cuarto del chico de hace un rato, pero sigo adelante hacia mi habitación, sin embargo al tomar la perilla para abrir la puerta me entra algo de curiosidad y camino de regreso hacia el cuarto de ese niño, me acerco a la puerta y miró por la cerradura de esta. Veo al niño, sentado en el suelo a un lado de su cama… llorando, sosteniendo un mazo de cartas en sus manos. Un dolor extraño me inunda, duele mucho, es como si me estuvieran apuñalando repetidas veces en el pecho. Abro la puerta del cuarto y caminó muy avergonzada hacia el.
—Este… si quieres puedes dormir en mi habitación —dijo Sol con seriedad, mirando a un lado.
—¿Enserio? —El niño se secó las lágrimas y se puso de pie.
—Si, pero solo será por esta vez. —La niña se da la vuelta y camina hacia la entrada de la habitación—. ¿Vienes o no?
Ya en cama, le di la espalda al niño para dormir… pasaron algunos minutos de silencio y estaba a punto de quedarme dormida, pero…
—¿Por qué tienes solo una ala? —susurro el niño a su espalda.
Me quise hacer la dormida, pero sin darme cuenta de lo más profundo de mi salen unas palabras.
—No lo sé.
Esa noche tuve un sueño, la verdad que más que un sueño fue un recuerdo.
En una gran estructura de piedra negra que roza los cielos se escuchan los gritos de una niña.
—¡Eres una inútil! tu debilidad hace que seas una vergüenza, para ti… y para mi. —Habla furioso un hombre de alas negras.
—Lo siento papá, te juro que me haré más fuerte… ¡te lo juro!. —dice la pequeña Sol, sentada en el suelo, viendo a la cara al gran ángel desde el suelo.
—Eso no va pasar, Sol. —El hombre se agacha mientras extiende su mano con lentitud hacia ella.
—¿Papa? —Sol por el miedo se da la vuelta y gatea para alejarse.
El ángel de enormes alas negras tomó con fuerza las pequeñas alas de la niña, puso su pie en la espalda y arrancó brutalmente una de ellas, los gritos de dolor eran inevitables, posteriormente la tomó por el cuello y la llevó hasta la orilla, estando en la parte más alta de la gran edificación, en la que lo único que se puede ver es el abismo por la extrema altura en la que se encuentran.
—Solo haré como que nunca exististe, adiós… mi querida Sol. —Todavía teniéndola por el cuello, él la alza y la coloca encima del barranco.
—Lo siento… papá —Dice la niña de una ala, faltándole aire por estar siendo estrangulada.
El ángel de grandes alas negras lanza a la casi inconsciente niña por el precipicio. Cuando va cayendo a una alta velocidad, ve a su padre alejarse por su declive, mientras el viento seca sus lágrimas y el ruido del aire retumba en sus orejas, las nubes tapan al hombre que desde la cima ve como ella cae. Sol cierra sus ojos.
La luz del sol entra por mi ventana y choca contra mi cara lo que provoca que me despierte, tengo lágrimas escurriendo en mis mejillas, me siento en mi cama, miro a mi izquierda y el niño de ayer sigue dormido, procedo a darle unas suaves palmadas en su rostro.
—No… Hermana Andrea… 5 minut…—balbucea Desmont.
—Oye despierta, antes de que vengan las monjas y nos regañen.
—Buenos días, So… ¡uaaaaaaah!… —el niño se sienta en la cama si estira sus brazos.
Hace mucho tiempo que no me despertaba con una sonrisa.
—Buenos días, Desmont. —Sol sonríe.
Comments for chapter "02"
QUE TE PARECIÓ?
Pasaron muchas cosas aquéllas noches, palabras, gestos, silencios que recordarán toda su vida, Lo que más me agradó es el gesto que tiene Sol con Desmont. ◕‿◕
Un capitulo muy profundo >﹏<