Tres Espadas - 04

Capítulo 4: Un nuevo hogar

—Niños entren, pasaremos la noche aquí.

En la ciudad más cercana, bastante lejos de la iglesia, Zelica, Demost y Sol, pasan la noche en un hotel de bajo costo.

—Desmont, siéntate en la esquina del cuarto y mira hacia la pared, si miras para acá me enojare, y mucho —Zelica mira a Desmont y le señala una de las esquinas del cuarto.

—S-si —dice Desmont.

—Y tú, ¿Te llamas Sol, no es cierto? Siéntate en la cama, voy a revisarte.

—Bueno —Sol se sienta en la cama con algo de desconfianza.

—Sé que puede ser algo vergonzoso, pero tienes que abrir la piernas… no te vayas a mover —dice Zelica, a lo que Sol comienza a separar sus piernas pausadamente.

No puedo creer que el hijo de perra del padre le haga esto a los niños, es un desgraciado. Lo peor de todo es que al tener tanto poder político y una gran influencia a nivel social, lo protegerán a toda costa… da igual que atrocidades haga.

—Sol quédate quieta, voy a tocar un poco.

Zelica comienza a revisar con cuidado a Sol, durante ese tiempo la niña intenta quedar inmóvil lo mayor posible, apretando los puños, cerrando sus ojos y mirando hacia arriba, aun así Sol se agita un poco.

Veamos… espera… que extraño, su himen no esta roto, de hecho esta en perfecto estado, ningún indicio de desgarre, ni siquiera hinchazón, esto es muy extraño, vi sangre escurriendo de esta parte y tampoco veo ninguna herida.

La mujer aparta sus manos de la niña, se pone de pie y procede a lavar sus manos.

—Perfecto, está todo bien. Desmont ya puedes darte la vuelta… verían dormir, es bastante tarde.

—¿Y dónde dormirá usted? —preguntó Desmont.

Zelica camina hacia la puerta y toma la perilla.

—No te preocupes, yo estaré fuera haciendo algunas cosas que me quedaron pendiente.

A la mañana siguiente.

—Nos vamos niño.

—¿Y que pasara como Sol? —Preocupado preguntó el niño.

—No lo se, ese no es mi problema. —La indiferencia de Zelica no es una sorpresa.

Desmont se queda pensando un poco y luego mira a Zelica.

—¡La llevaré conmigo!

Zelica se lo queda mirando unos segundo y después suspira.

—Mira niño… un dinero te llegará mensualmente, es de parte de tu padre para que puedas sobrevivir hasta que te puedas mantener tu solo, si la vas a llevar es tu responsabilidad ¿ok?

—¡Si! —Emocionado respondió el niño.

Un largo viaje de 7 días en carruaje. Pasa el tiempo rápidamente, hasta llegar a una gran ciudad.

—Les presento la ciudad Caedes —habló el conductor del carruaje.

Pasean un rato la ciudad, está llena de soldados armados y con armaduras de cuerpo completo, paran en algunos puestos de comida y siguen su camino, hasta que llegan a cierta parte de la ciudad.

—Bien, ya llegamos, este será su hogar por un buen tiempo —dice Zelica.

Los dos niños voltean su mirada y se dan cuenta de la enorme vivienda que Zelica señala, 2 pisos, lujosa y muy bien mantenida hasta el punto de parecer recién construida.

—¿Esto… es para mi? —pregunto Desmont asombrado.

Los dos niños entran mientras la mujer de cabello rojo se queda apoyada en la entrada de la vivienda.

—Es lo que la academia te proporciona, recuerda que aunque sea tuya debes cumplir algunas reglas, aunque te puedo decir que no hay ninguna regla que impida tener otra personas viviendo aquí mientras sean familia —Zelica se sonríe—, así que deberías ir inventando algo para que la niña puede quedarse contigo… pero eso sí, te recomiendo que no sepan que vives con un ángel caído, solo por si acaso.

—¿Angel caido? —el niño inclina su cabeza a un lado.

—¿Está ciego o que? ¿No ves el color de su ala?

—Pues…

—Da igual, recuerda que mañana vendrá un inspector a administrar suministros y a darte todo lo que necesitas para asistir a la academia —Zelica se da media vuelta—… bueno… ya mi trabajo terminó aquí, nos vemos niño… o tal vez no.

Zelica les da la espalda a los niños mientras se despide. Demont y Sol revisan todo el apartamento, antes de irse a dormir, luego entran al dormitorio y hay dos camas. A la vez que van ordenando sus pertenencias Desmont pregunta.

—¿Sol, sabes que son los ángeles caídos?, jamás escuché de ellos.

—Mnn, pues somos ángeles… pero con las alas negras supongo.

Luego de ordenar todo, cada uno sube a su respectiva cama y se cubren con las sábanas dándose unas buenas noches mutuamente. A la mañana siguiente.

—Demont, oye, Desmont, despierta —Desmont abre los ojos y lo primero que ve es a Sol—, están tocando la puerta.

Desmont y Sol bajan las escaleras, abren la puerta y un hombre de traje los saluda.

—Buenas tardes, ¿está el joven Desmont?

—Si, ese soy yo —dice Desmont algo nervioso.

—Perfecto, entren chicos.

Un pequeños grupo de personas van dejando cajas en la sala de la vivienda, mientras el de traje les da algunas instrucciones al niño.

—Joven Desmont, en estos suministros podrá encontrar todo lo necesario para su estadía en la academia, comida en variedad que se le será suministrada cada 15 días, paquete de aseo que incluye, jabón, lavaplatos, desinfectante, entre otros, y por últimos con este tiquete podrá reclamar su uniforme, recuerde que solo le dará un par de estos , si por alguna razón tiene la necesidad de pedir otro uniforme, puede hacer la petición en coordinación… en este formato que le voy a entregar están las normas de la academia, su horario de clases y una que otra información que le será de utilidad, y por último quisiera saber ¿con quien compartirá su dominio? —El hombre gira su mirada hacia la niña.

­—¿Que? ¿Mi dominio?

—Si, es decir ¿con quien compartirá su apartamento?, supongo que esa niña de allí vivirá con usted.

—Pues sí.

—Perfecto, me podría decir que relación tiene con ella para terminar de llenar el formulario —El de traje queda esperando la respuesta del niño.

¡Esto es malo, lo olvide!, no le puedo decir que es una amiga, Zelica dijo que solo podría quedarse si en un familiar y no puedo decirle que es uno cercano, no nos parecemos en nada… ¿y ahora qué hago?

—¿Joven Desmont?

—Eh si… ella es —Desmont hace movimientos extraños con sus manos—… mi… ¿esposa?

Todos incluyendo a lo trabajadores que esta transportando las cajas quedan en silencio por unos segundos.

—¿Esposa? —El hombre hace una señal de «stop» con sus manos—… no eres muy… Sabes no importa, si tienes alguna petición recuerde que se puede acercar a la sala de coordinación.

Tan pronto como el hombre de traje entró, así salió. Sol se acerca a Desmont y lo toma con fuerza por la ropa.

—¡¿COMO QUE TU ESPOSA?!

—No… se me ocurrió mas nada.

Supongo que no nos faltara nada, debería ver el horario… veamos… mañana empiezan las clases, mejor debería ir a buscar mi uniforme.

—Sol, iré a buscar mi uniforme, quédate acá, cerraré la puerta, te dejare las llaves.

—¿Quedarme acá? ¿Sabe que en cualquier momento me puedo largar de aquí? —Sol mira a Desmont con la expresión vacía.

—No, no, no —El niño sonríe y mueve su dedo de un lado a otro—, no te iras a ninguna parte, por que con todo lo que nos trajeron, cocinare algo super rico al llegar.

Desmont sale de la casa y toma camino, al no conocer su rumbo va poco a poco recorriendo el lugar para llegar a su destino sin perderse, en el transcurso observa a los demás niños que también viven en la zona y no dudó en pedirles ayuda para encontrar el lugar de destino.
El niño de un solo cuerno encuentra una gran edificación en la que están entrando una cierta cantidad de niños, lo que llama su atención de inmediato, también algunos adultos rondando los alrededores, uno de ellos nota que Desmont se encuentra algo desorientado y se le acerca.

—¿Buenos días jovencito? ¿Qué buscas?

—Eh… Busco el centro de atención —respondió el niño.

—Bueno… estás justo aquí —La mujer se inclina para ver más de cerca al niño—, ¿eres nuevo verdad? no te había visto antes en semestres anteriores, mira, ve allá donde están haciendo cola los otros niños, ahí podrás reclamar tus uniformes.

—¡Ohhhh! ¡Muchas gracias señora!

—Mi nombre es Claudia, si tienes alguna duda en algo no dudes en buscarme.

Desmont asiente con la cabeza y camina rápido hacia la fila que la mujer le señaló, espera un poco y por fin le hacen entrega de su par de uniformes, los toma y camina de regreso a su casa, también preguntando cada cierto tiempo ya que aún no se sabe el camino. Desmont llega a su casa y le da algunos pequeños golpes a la puerta.

—¡Sol! ¡Ábreme, ya llegué!

El niño se queda unos segundos llamando a Sol, pero al tomar la perilla de la puerta se da cuenta que la puerta está abierta, entra, llama a Sol con fuerza, sube al segundo piso y entra tan desesperado a la habitación que resbala y cae al suelo. Desmont se apoya con sus manos, levanta la mirada y nota que Sol no está. El niño se levanta del suelo, baja las escaleras sin animo, mira un poco hacia los lados y se coloca en medio de la sala. El niño saca pecho y pone sus puños en su cadera.

—No pasa nada… así es mejor, toda la comida será para mi solito, además un héroe no necesita ayuda de nadie —Lagrimas comienzan a brotar del niño—. ¡Y eso también! solo tengo que hacer comida para mi, menos trabajo, está bien, no, ¡esta super bien!

De solo lagrimas, el llanto era de esperarse, Desmont coloca su brazo en su cara para intentar contenerse, y su lamento se hace mas fuerte.

—¡¿Que?! ¡¿Y ahora que te pasa?! —Desmont escucha detrás de él y se da la vuelta.

—¡Sol! —exclamó Desmont.

El niño todavía llorando corre hacia la niña, se tira sobre ella y la abraza con vigor, los dos niños caen al suelo, a lo que Sol se pone toda roja sin saber que pasa.

—¡¿Desmont, que te pasa?!

—¡Como dijiste que en cualquier… momento te ibas, pensé que te habías ido! —dice Desmont sin poder contener su llanto.

Sol lo mira cálidamente y aun estando un poco apenada le devuelve el abrazo.

—¿Eres bobo o que? estaba tomando una ducha. —Sol mientras le un abrazo procede a acariciar la espalda del niño—, nunca dije que me iba hoy, más bien por qué no haces algo de comida, dijiste que harías algo muy rico de comer.

El niño la mira a la cara y le muestra una gran sonrisa.

—¡Claro, ya empiezo!