Tres Espadas - 07
Capítulo 7: Hijo de un traidor
Cuando eres niño piensas que el mundo es más cálido y puro de lo que en verdad es, violencia, traiciones, venganza y maldad, son solo unos de los muchos aspectos que no conocemos hasta cierta edad. En algún momento podemos llegar a pensar que la desgracia es el gobernante de la tierra, pero la verdad es que no es así, si hablamos de la proporción que hay, la «bondad» tiene unas 10 veces más de presencias que la «maldad», el problema es que por desgracia lo malo siempre destaca mucho más que lo bueno.
Siento como unas diminutas manos tocan mi cara, es extraño, abro mis ojos, de inmediato veo un pequeño bebe encima de mí, riendo y al parecer jugando con mi rostro. Levanto mi cuerpo, me siento en la cama y un dolor pulsante ataca alrededor de mi pecho. Todavía cubierto por las sábanas, percibo una sensación ajena en mi piernas y apartó la cubierta. Veo como ninguna de mis dos piernas están, las dos han sido cortadas… eso pensé, sin embargo solo estaban cubiertas por otra sabana. Una mujer que jamás había visto entra a la habitación.
—Si estas despierto supondré que ya te sientes mejor —hablo la mujer.
La señora empezó a cambiarme los vendajes de mi mano izquierda, mientras yo jugaba con el bebe con mi mano libre.
—Desde que llegamos, no se quiere apartar de ti —habla la mujer muy gentilmente.
—¿Es su hijo? —dijo Desmont.
La mujer carga al niño y lo pone en sus piernas.
—Se llama Agares —Ella toma una de las manos del bebe para hacer que el pudiera producir un gesto de saludo—. Mira Agares, saluda a tu hermano.
Al escuchar lo que dijo la mujer quede desconcertado.
—¿Hermano? —La mujer mira hacia mí y sonríe.
—Fue muy descortés de mi parte no habernos presentado —La mujer se pone de pie junto al bebe—, mi nombre es Schnee y el es Agares, tu pequeño hermano menor.
Aun estaba confundido, el bebe que la señora cargaba se comportaba inquieto y fastidioso, pero luego la mujer me lo acerco, lo puso en mi cama e inmediatamente el bebe se calmó, demás se puso de buen humor. La mujer se ve bastante contenta.
—¿Te agrada mucho tu hermano mayor, Agares? —dice Schnee.
Ser hermano, es una sensación muy gratificante.
—Así que… usted y mi papá… —dijo Desmont a la vez que jugaba con Agares.
—Si, Yermos y yo tuvimos un bebe.
Cuando hablaba con la mujer, Sol entra al cuarto junto a María algo apenada.
—¡Desmont, despertaste! —exclamó Sol.
Estuvimos todos hablando un rato y les presente a mi hermano menor, ellas terminaron fascinadas con él, los bebés son muy populares. Después de un tiempo me doy cuenta que Sol no tiene ni un rasguño, que raro, recuerdo haber visto cómo esos hombres la maltrataban. María se disculpó conmigo por lo que me dijo ese día, supongo que solo estaba alterada, no tenia malas intenciones. El sol comenzaba a ocultarse, la señora se prepara para irse, recogió todas su cosas y se aproximo a mi.
—Desmont ya tengo que irme, despídete Agares. —Baje al primer piso para despedirlos, Schnee me acerca a Agares para poder darle el «adiós», el bebe empieza a llorar cuando están cerca de la salida—. Vendré seguido, para que puedas verlo.
La mujer subió a un lujoso carruaje que estaba estacionado en frente de la casa, finalmente los caballos del carruaje tomaron rumbo y solo puede ver como ellos se alejaban. Ese día Sol me ayudó en casi todo ya que mis manos dolían mucho y una de mis piernas no la podía mover bien, cepillo mis dientes, me acompañó al mercado, cargó casi todas las bolsas, me ayudó a bañarme, esa parte fue la que mas me gusto, se siente muy bien cuando otra persona lava tu espalda y cabello. Por último solo quedaba hacer la comida, por suerte mis preparaciones no son muy complicadas, solo hay que rebanar un par de cosas ponerlos en un sartén y listo. Le dije a Sol que tomará el cuchillo y cortara las verduras. Durante el tiempo en el que Sol está en la cocina voy ordenado en la despensa todo lo que compramos en la tienda, en ese instante escuchó a Sol quejarse de lo duro que está una de las papas que está cortando, Sol hace una queja de dolor y me acerco a ella.
—¿Qué paso? —Miro hacia la mano de Sol.
Uno de sus dedos fue cortado por el cuchillo, es una herida bastante profunda y está dejando escapar mucha sangre. Estaba apunto de tomar a Sol y llevarla a un lugar donde pudieran ayudarla, pero no podía creerlo, el profundo corte de su dedo se curó en segundos.
—¡¿Queeeee?! —exclamó Desmont.
Sol ni se inmuta, sigue contando las papas como si nada, yo por el contrario estoy impactado.
—¡Oye! ¿Cómo puedes hacer eso? —dijo Desmont
Veo que está súper concentrada en lo que hace, ni escucharme puede de lo centrada que esta, así que ignoro lo que pasó y la dejo en paz. Mi heridas curan rápido también, no tanto como Sol pero si es unos días estoy como nuevo, en la academia me dieron días libres para recuperarme, pero antes de lo esperado ya me sentía en condiciones de volver a la escuela.
—Chicos recuerden que el proyecto final a más tardar lo tienen que tener antes que termine esta semana de clases —dice la profesora Claudia.
—¿Oye Ginse, de que habla la profe? —Desmont se voltea a mirar a Ginse.
—Es cierto… estuviste ausente estos días. —Ginse se inclina un poco hacia delante para hablar con Desmont—. Tenemos un proyecto que tiene un gran porcentaje en las notas de este semestre, es en grupo de dos, pero no te preocupes, le dije a la profe que lo harías contigo.
—¡Yeeeeee!
Al final de la semana a unos días de entregar dicho proyecto Ginse llega a la casa de Desmont, para llevarlo a la suya y allí hacer el proyecto. Un día antes el niño unicuerno le dijo a Ginse que podía entrar a la casa como si fuera la de él, así que Ginse entra con total confianza. Pasa y su mira baja a ver a una chica de largo cabello negro tirada en el suelo que también lo queda mirando.
—¡Oh! mira Desmont entró un ladrón a la casa —dice Sol bastante tranquila, luego Desmont baja las escaleras.
—No es un ladrón, es Ginse un amigo de la academia. Ginse, vámonos.
Desmont antes de poder dar un paso hacia la puerta, Sol lo toma del pantalón arrastrando un poco a la niña tirada en el suelo.
—¿Qué pasa Sol? —dice Desmont.
—Me aburro —balbuceó Sol.
Desmont queda pensativo un momento, hasta que le dirige la palabra a Ginse.
—¿Ginse, Sol puede venir con nosotros? —pregunto Desmont.
—Claro, por mi no hay problema, pero… ¿quién es ella? No me la presentaste.
—Oh es verdad, ella es Sol mi espo… ¡Mejor ya vámonos se nos hará tarde!
En el camino Sol mira con curiosidad para todos lados, al no salir mucho de casa, ir al hogar de Ginse es como una excursión para ella, es tanto así que cada ciertos pasos Desmont tiene que ir buscando a Sol porque se distrae con todo.
—¿Ya llegamos? —dice Ginse
Desmont se para enfrente de una humilde casa hecha de madera con un pequeño pero cuidado jardín, camina hacia la puerta, pero Ginse lo toma por el hombro.
—Desmont ahí no es, es acá. —Ginse señala hacia el otro lado donde se encuentra una gran mansión protegida por docenas de soldados por fuera.
—Oh.
Entrando por las gigantes puertas unos soldados dan el paso a los tres niños, todos ellos saludando cordialmente a Ginse, se ve como dentro hay otra docena de soldados repartidos estratégicamente por la propiedad. Yendo por los pasillos del lugar , los mayordomos acuden a servir a los niños, ofreciéndoles bebidas, comida y otros servicios, obviamente Desmont y Sol se negaron por pena.
—No se porque te ves tan impresionado, recuerdo haberte dicho que pertenezco a la familia Caedes, los gobernantes de esta ciudad.
—Creo que cuando lo mencionaste no está prestando atención —dice Desmont.
Pasan por un campo de entrenamiento, un grupo de personas entrenan en él, pero una de esa personas llama la atención de Desmont. Una niña, de la misma edad que Sol, unos 12 años, está entrenando en ese lugar, su cabello rubio se balancea por los rápidos movimientos que ejecuta la joven junto a su espada. Desmont queda fascinado por la joven espadachín.
—Ella es mi hermana —dice Ginse.
—¿Tu hermana?
—Si, creo que es obvio, no parecemos bastante ¿No te has dado cuenta que tenemos el mismo color de cabello?
—Pues…
Los niños suben unos cuantos pisos hasta llegar a la habitación de Ginse, ya solo ese cuarto es más grande que la casa de Desmont. Ginse y Desmont empiezan a desarrollar su proyecto, Sol curiosea la habitación del adinerado niño mientras estos trabajan. En el transcurso de su trabajo múltiples sirvientes atienden, trayendo comida y bebidas. Ginse y Desmont comen sin dudarlo, por otro lado Sol prueba un poco de la comida y prefiere no seguir comiendo.
—Mama dice que dejes de estar… —La joven de hace un rato entra al lugar.
—Hermana… ¿Qué pasa? —Pregunto Ginse
—Era para… sabes que, no importa ¿trabajo de clase?
La joven se acerca, se agacha a ver lo que los niños hacen.
—Si quieres, puedes ayudarnos —dice Ginse—. Chicos les presento a mi hermana mayor, su nombre es Saraquiel Caedes, está en la academia de batalla.
—¿Academia de batalla? —pregunto Desmont.
—Si, es donde nos entrenan para ser grandes guerreros de élite. —Responde la Hermana de Ginse.
—¡¿QUE?! —Exclamó Desmont.
Desmont se levanta bruscamente y camina enojado hacia la puerta.
—¡Entonces qué hago perdiendo el tiempo aquí, haciendo proyectos tontos!
—Desmont… primero debes terminar la academia normal para entrar a la de batalla —habla Ginse burlándose un poco, Desmont queda paralizado, da media vuelta y se sienta de nuevo. La hermana de Ginse suelta una pequeña carcajada.
—Así que… ¿Quieres entrar a la academia de batalla, Desmont? —dice Saraquiel.
—¡Por supuesto! —Desmont exclamó.
—¿A qué familia perteneces? —preguntó la joven.
Ginse también se muestra con curiosidad, era una interrogante que tenía el pequeño Ginse ya hace un tiempo, pero nunca tuvo la oportunidad de preguntarle a Desmont.
—Nunca entendí esa pregunta —dice Desmont—. ¿Qué significa «pertenecer a una familia»?
—Significa que vienes de una familia con un apellido —Saraquiel responde—, para que entiendas mejor es como Ginse, pertenece a la familia Caedes, pero hay que tener en cuenta que pertenecer a la familia no es lo mismo a tener el apellido.
—No entiendo —dice Desmont.
—»Pertenecer» significa que te pueden echar de la familia si se decide, pero cuando ya tienes el apellido pertenecen a la familia de por vida por esa razón Ginse no puede usar el apellido de nuestra familia hasta que cumpla cierta edad, justo a mi me concedieron el apellido hace unos meses.
—Oh, entiendo —dice Desmont aunque no entendió del todo—. Aun así no sabría decirles a qué familia pertenezco.
—¿Cómo se llama tu papá? —pregunta Ginse.
—Yermos. —Ginse y su hermana quedan impactados por unos segundos, incluso se miran entre ellos.
—Espera, dices que tu papá se llama Yermos y… ¿cuál es su apellido? —Habla Saraquiel, con un poco de nerviosismo.
—Papa me lo dijo una vez, pero ahora no me acuerdo —Sol le pone la mano a Desmont en la barbilla para hacerle ver el gesto de «pensar»—. Tiene algo que ver con la arena si no estoy mal.
—¡Harenae! —exclamó Saraquiel.
—¡Si, es justo ese! —dice Desmont.
—No puede ser —Saraquiel está impactada—. Tu padre es Yermos Harenae, el traidor.
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