Tres Espadas - 08
Capítulo 8: Equilibrio
—No puede ser. —Saraquiel está impactada—. Tu padre es Yermos Harenae, el traidor.
—¿El traidor? —pregunta Desmont.
—¿No sabes la historia de los tres traidores? —dice Ginse, a lo que Desmont responde moviendo su cabeza a los lados.
—Bien te explico. —Saraquiel se pone de pie—. Ellos son unos individuos que después de la segunda guerra en la que los ángeles caídos salieron victoriosos, traicionaron su propia sangre, un ángel, un ángel caído y un demonio, tomaron el bando de los humanos y gracias a ellos pudieron ganar la última guerra, por esa razón ahora gobiernan gran parte del territorio que una vez fue de los ángeles de alas negras.
—Así que… papá es uno de ellos —susurra Desmont.
—Por eso tienes un solo cuerno, eres mitad humano —habla Ginse.
Ya en casa, acostado en mi cama, quede pensativo por lo que me contó la hermana de Ginse, ahora que lo pienso tiene sentido que papá viva en una cárcel, ¿porqué habrá traicionado a su propia raza? Al día siguiente por la curiosidad salí a que me prestaran un libro de la biblioteca que hablaba de los tres traidores, el libro se llama Tres Espadas. Era obvio pensar que cada uno de ellos tenía una razón por la cual tomaron el bando de los humanos, Mikael un ángel, sus pensamientos eran diferentes a los que le eran impuesto por el actual Dios, Sebastian. Azazel un ángel caído o mejor dicho «el ángel caído» ya que antes de cambiar de bando, fue el monarca caído, es decir el líder supremo de su raza, y por último papá, Yermos el demonio, es sorprendente saber que hasta el día de hoy es considerado el demonio mas fuerte que haya existido. Después de leer todo el libro, note que en toda la lectura no hablaban de la razón por la cual papá le dio la espalda a los demonios, lo más cercano fue que en una parte decían que sus razones eran «mundanas».
El día de hoy el grado al que pertenece Desmont tiene una pequeña excursión a la academia de batalla, le muestran a todos la instalaciones de esta, como ya se habrán imaginado o tal vez no, para Desmont era como un sueño entrar allí. Dentro es raro ver que había más lugares de aprendizaje común, es decir aprendizaje cognitivo, que centros de entrenamiento físico. La persona que guía a los jóvenes explica que «aunque los demonios en su gran mayoría no tengan la habilidad de moldear mana, lo que es lo mismo a usar la magia, es importante que se tenga gran conocimiento de ella». Mientras pasan por el campo de entrenamiento, era fácil ver quien entrenaba a los soldados, ya que su llamativo color de cabello destaca entre todos.
—¡Zelica! —exclamó Desmont.
—Pero si es Queen, ¿la conoces? —habla María.
—Ella actualmente entrena en la academia —dice Ginse—, en un rato dará una charla a los estudiantes de esta academia, si quieren puedo decirle a papá si nos da el permiso de ir a verla.
—ventajas de tener de amigo al niño rico —susurra Desmont
—¡Oye! te escuche.
Los tres niños entran a un gran coliseo en el que están presentes una cantidad considerable del personal de la academia de batalla, estudiantes y profesores, escuchando atentamente las palabras de la mujer de cabello rojo que está frente al atril. Los niños llegaron tarde, así que solo pueden escuchar lo que queda de la presentación.
—…Por esa razón la muerte de Dios es la primera y más importante desgracia que ha acechado al mundo, sin un pilar en el que repose el equilibrio, todo se desploma eventualmente, como ya pasó. Las muertes, guerras y catástrofes que abordan nuestro mundo no son más que el fruto de la ausencia de ese pilar.
—Pero… ¿Puede haber un nuevo pilar? ¿No? —habla una persona del público, un profesor.
—¿Por qué lo pregunta? ¿Piensa ser usted la nueva base de nuestro mundo? —dice Zelica, burlándose un poco—. Es broma, la verdad es una buena pregunta. No descartaría por completo que pueda existir un nuevo cimiento para la tierra, pero si lo piensan bien, el último verdadero y único líder que tuvo el mundo es Dios, un ser omnipotente que fue el creador de toda la existencia, por lo que pensar que pueda haber un nuevo ser con las misma características para ocupar ese puesto es… por lo menos difícil.
Después de terminar la presentación, Zelica se reúne con algunos individuos que dejan ver una aura de alta estirpe, profesores de alto nivel y algunos nobles rodean a la mujer de cabello sangre, teniendo con un par de ellos una conversación. Desmont anima a sus amigos a acercarse a donde está Zelica, todos corren entusiasmados hasta que unos guardias que rodean el espacio en el que están lo nobles impiden el paso.
—Perdone joven Ginse, pero hasta usted tiene negado el paso —hablo el guardia que niega el camino al grupo de jóvenes.
—No pasa nada, yo conozco a Zelica —dice sonriente el pequeño Desmont.
Aun así el guardia no da paso a los niños, estando ya un buen rato insistiendo, Desmont comienza a desesperarse, lo que provoca que en un descuido de la persona que opone el paso Desmont aproveche la oportunidad para correr con fuerza hacia Zelica. Los guardias, ya no solo el de antes, reaccionan rápidamente para detener al niño, antes que pudiera ni acercarse a Zelica. este evento llama la atención de todos, incluyendo a la mujer de rojo cabello, por lo que mira por un par de segundos y luego lo ignora, fingiendo que no vio nada. Desmont atrapado por dos guardias, desesperado grita múltiples veces el nombre de Zelica, nuevamente Zelica habla con los nobles fingiendo que no escucha. Desmont ya siendo arrastrado por los hombres, el niño con lágrimas casi saliendo de sus párpados, grita otra vez el nombre de Zelica pero con un tono mucho más bajo y triste. La mujer ve cómo llevan al niño fuera, cierra sus ojos, suspira y aparta a las personas que están en el camino.
—¡Oigan! Ustedes dos, suéltenlo, él es conocido mío —dice la mujer mientras camina hacia el niño.
Los guardias de inmediato sueltan al pequeño, piden disculpas a la «señorita Queen» y retroceden. Zelica se arrodilla para hablar con Desmont.
—¿Qué estás haciendo? te pudieron hacer daño —Zelica golpea la cabeza de Desmont como regaño.
—Es… que no me dejaban verte —El niño soba su cabeza.
La mujer sonríe con gentileza, el niño habla un poco con la nombrada por mucho como «Queen«, también pide que saludara a sus amigos que lo esperan fuera del área, una pequeña charla después Zelica despide al niño.
—¡Nos vemos Zelica! —grita Desmont a lo lejos
—No vemos niño —susurró la mujer.
Cuando Zelica vuelve al grupo de nobles uno de ellos pregunta:
—¿Quién es ese niño? ¿lo conoces usted señorita Queen?
—Es el hijo de Yermos. —Zelica responde.
El hombre se sorprende y observa al niño de un cuerno en la lejanía, su mirada demuestra entre curiosidad y desprecio.
—Así que ese es el fruto de la alevosía. —susurra el hombre que tiene agrietado uno de sus cuernos.
Un par de días después Desmont y Ginse están en el comedor de su academia charlando, como ya era de costumbre María se acerca para almorzar con ellos, en el preciso momento que la niña toma asiento, ve pasar al niño Poubelle, el pequeño bully. La mirada de María y la de Poubelle se cruzan, en efecto el niño sonríe con malicia y con sus 2 acompañantes toman camino hacia ella, el pánico tomó posesión de la pequeña, no obstante mientras Poubelle se aproxima el pequeño acosador nota que está sentada en la misma mesa que Desmont y Ginse, por lo que retrocede junto a sus amigos. María se tranquiliza y comienza a degustar su almuerzo con alegría, mientras al otro extremo Ginse regaña a Desmont por su mala alimentación. De camino a casa como era de costumbre Desmont y María van juntos, compartiendo un paraguas por la lluvia de ese día, no conversan mucho, pero la mera presencia entre ellos hace que el transcurso sea más placentero.
—Gracias Desmont —dice María de la nada.
—¿Mnn? ¿De qué hablas? ¿Gracias por que?
—Por nada —María se muestra muy contenta.
Cuando Desmont llega a casa se da cuenta inmediatamente que Sol no esta, ya que es costumbre que ella lo reciba tirada en el suelo frente a la puerta principal, el niño escucha gemidos, y no esa clase de gemidos, en el jardín trasero. El niño de un cuerno deja su bolso en el piso y va hacia el jardín, ve como Sol bajo la lluvia está entrenado, una especie de combate cuerpo a cuerpo, Sol se da cuenta de su presencia.
—Oh, Desmont, ya llegaste.
—¿Qué haces? —pregunto Desmont
—¿Qué crees que hago? estoy entrenando.
Desmont entra a la casa, después de quitarse su uniforme, vuelve a donde esta Sol, entra bajo la lluvia y se coloca en frente de ella.
—¿Puedo entrenar contigo? —pregunta Desmont.
—¿Sabes luchar?
—Si, en el orfanato una de las monjas no enseñaba combate cuerpo a cuerpo —responde Desmont a la vez que se estira un poco—, nos enfrentábamos entre todos para entrenar, y no es por presumir pero… siempre ganaba yo.
—¿Siempre? —Sol le bromeó un poco.
Nota: recuerden que Sol puede leer los pensamientos
—Bueno, casi siempre —Los dos niños se ríen a carcajadas.
Desmont y Sol inician una batalla de entrenamiento, aunque al comienzo los golpes eran suaves y parecía que estaban jugando en vez de entrenar, el enfrentamiento toma impulso. Parecen estar igualados, ninguno de los dos puede conectar un golpe, los ataques que se reciben entre ellos, todos son esquivados, finalmente Desmont esquiva un puño de Sol a la perfección, dejando a Sol vulnerable. Desmont toma impulso y le da un fuerte golpe a la niña en la cara, tirándola al suelo lleno de barro por la lluvia.
—¡Lo siento! —exclamó Desmont preocupado y arrepentido.
Desmont camina a socorrer a la niña, ella se intenta levantar apoyando una de sus extremidades en el suelo, si previo aviso Sol con el puño que tenía en el barro toma impulso y golpea con fuerza la cara de Desmont, el niño retrocede por el impacto, dejando un rastro de sus pies en el suelo. Desmont voltea a verla, ella se levanta por completo, lo mira con frialdad, pone sus manos delante de ella haciendo la pose de defensa de un boxeador y le regala una pequeña sonrisa en forma de burla. Desmont sonríe también, como resultado vuelven a su batalla. Ahora ya no parecía un entrenamiento donde los dos contrincantes dan su mejor técnica para luchar, pasaron de esquivar los golpes a recibirlos todos, para cualquiera que presenciara este encuentro juraría que intentan matarse el uno al otro, pero la gran sonrisa que muestran los dos, da a entender la realidad… se están divirtiendo.
María visita a Desmont a su casa, pero cuando se abre la puerta la niña de gafas ve como Desmont está todo golpeado, lleno de barro y Sol al fondo también llena de lodo.
—¿Qué están haciendo? —preguntó María.
—Jugando —responde Desmont y Sol a la vez.
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