Tres Espadas - 10
Capítulo 10: Una nueva familia
—¡Desmont, aléjate! —grito Zelica, por desgracia en ese mismo momento el hombre ejecuta un fuerte ataque mientras Zelica se encuentra distraída. La mujer choca contra una pared, atravesándola, escombros son disparados por todo el lugar, además el viento que fue generado por el impacto hace retroceder al niño. Dentro de un almacén de suministros militares permanece Zelica, tirada en medio de escombros y algo desorientada.
—¡Auch!… ¿Atacando a tu oponente mientras esta detraído? ¡Eso es jugar sucio! —Aun en esta situación Zelica bromea un poco. El por lo visto fuerte contrincante camina hacia ella imponiendo confianza.
—No lo puedo creer —dijo el hombre de la espada sierra—… tanto que hablan de ti, el respeto que todo el mundo te tiene, todas la leyendas que te rodean y… ¿esto es todo lo que puedes dar?
—Es lo que hay —La mujer de cabello rojo eleva sus hombros en señal de indiferencia.
—No quiero seguir con esto —El hombre empuña fuerte su arma—, aunque fue aburrido, fue un gusto tener un encuentro con usted, Zelica Sakka, no creo qu…
Desmont aparece de la nada, dando con sus dos piernas un rápido golpe en la cara del hombre, separando distancia entre él y Zelica.
—¡Desmont! —exclamó la mujer de cabello rojo—, ¿qué está haciendo?
—¡No! ¡¿Tu que estas haciendo?! ¡Levántate! —responde enojado Desmont.
Tomando de nuevo la conciencia, solo con un leve dolor de cabeza el soldado enemigo con ira inicia un ataque hacia el pequeño mestizo. Desmont esquiva unos cuantos golpes, el hombre no usa su espada y solo ataca con sus extremidades. Zelica solo observa a lo lejos.
—Eres bueno niño pero —El hombre se da la vuelta toma impulso y acierta una patada que manda a Desmont hacia una pared, chocando contra ella—…. te falta mucho. Será mejor que te vayas, esto no te incumbe, no hagas que te maten por estar creyéndote el héroe.
Desmont permanece tirado en el piso, el hombre se da la vuelta ignorando al niño por completo, pero desde el suelo una mano toma por la pierna al hombre.
—¿Pero… qué haces, niño? —El soldado patea la cara a Desmont, haciéndolo retroceder y librando su pie del niño.
—Desmont, déjalo y vete, yo estoy bien —dijo Zelica.
—¡Mentira! —Grito Desmont— Puede que sea un niño pero no soy estúpido, ese tipo estaba a punto de matarte.
Desmont de los escombros toma un pedazo de madera que usa como arma para atacar, el hombre no tiene más remedio que usar su sierra. La batalla entre los dos está bastante equilibrada, a pesar que la pelea es de un niño contra un adulto, sin embargo está claro que el hombre no hace ni un mínimo de esfuerzo, no tiene intenciones de lastimar al niño, aun así solo están perdiendo el tiempo, el enemigo de la sierra comienza a desesperarse, así que impacta algunos ataques al niño, superficiales cortes en los brazos y piernas, que es muy poco probable que lo maten, pero si lo puede dejar inmóvil. Desmont a pesar de las heridas sigue en duelo, el hombre ya por la desesperación de ver como ese niño a pesar de los intentos de inhabilitarlo sigue en pie, toma a Desmont por el cuello, lo levanta y lo golpea en el estómago con el mango de su arma. El niño de un cuerno es tirado al suelo delante de Zelica. la mujer está disgustada por lo que ve, pareciera tener intenciones de hacer algo al respecto, por el contrario no hace nada.
No te levantes niño, no te levantes, no te levantes…
Desmont tosiendo y respirando fuerte intenta levantarse del suelo, temblando usa sus manos para levantar su cuerpo, pero es en vano.
—Es inútil… no le vas a ganar, solo vete —dice la mujer pelirroja— ¿Por qué haces esto, solo harás que te maten?
—¿Crees que voy a permitir que maten a mi familia de nuevo? Pues no, no otra vez. —contesta Desmont.
—¿Familia? —Por la mente de Zelica pasa un recuerdo, un recuerdo que contiene la mismas palabras que salieron de la boca del niño.
Desmont mientras gradualmente levanta su cuerpo del suelo, una especie de energía comienza a brotar de él, esto deja sin palabras a la pelirroja mujer.
¿Que? ¿Qué es esa enorme cantidad de maná? Los registros médicos decían todo lo contrario.
—Que gran poder —dice el soldado enemigo—. Aun con ese poder no debería ser un problema, es un niño después de todo, pero es mejor ser precavido. Bien niño te perdone la vida demasiadas veces, así que no me queda de otra.
El hombre con un fugaz impulso se aproxima hacia Desmont teniendo su espada inclinada hacia atrás, preparando una contundente arremetida.
—Ya perdí a mi familia una vez —Llorando habla Desmont con una voz temblorosa pero sin dudas —, no voy a permitir que pase de nuevo.
Teniendo todavía todo ese poder rodeándolo, el niño pone un pie adelante, cierra su puño y se prepara para recibir la embestida de la espada de su enemigo. El hombre se impresiona con enojo por ver cómo el niño después de todo piensa enfrentarlo, él estaba aún dispuesto a dejarlo ir si se rendía en ese mismo instante.
—¡Niño, eres un estúpido! —grita exasperado el hombre.
El niño se impulsa en dirección al hombre estirando su brazo, pretendiendo detener el ataque con su puño, pero si previo aviso, toda la mana que expulsaba Desmont desaparece, el niño quedó inconsciente en mitad de su ataque, aun cuando Desmont está por caer al suelo, el hombre prosigue su asalto. El hombre acierta su con su espada dejando escapar una gran cantidad de sangre de su ponente.
—Con que… tu familia. —Zelica atrapó al inconsciente niño en el aire, abrazándolo en su pecho, también dándole la espalda a su enemigo y recibiendo el ataque. El hombre impactado retrocede una considerable distancia. Zelica deja suavemente a Desmont en el suelo, voltea a ver a su ponente y sus ojos toman un color dorado, muy parecidos a los del padre de Ginse—. Que mala suerte tienes.
—¡¿Que?! —exclamo el hombre.
Zelica toma su espada, la apunta en dirección a su enemigo, de la nada el suelo se agrieta y toma un color morado brillante, el hombre se sale del lugar de inmediato.
—¿Magia? Pero no hiciste un procedimiento, no vi ningún círculo mágico.
El soldado se abalanza hacia Zelica buscando un encuentro a corta distancia, pero inesperadamente Zelica muestra gran superioridad contra él. La mujer en uno de sus ataques una esfera de energía sale de su mano atravesando el pecho del hombre e inmovilizando unos segundo, Zelica aprovecha para acortar distancias, justo cuando el hombre puede volver a moverse la esfera de energía regresa, golpeándolo, lo que provoca que quede a merced del un contundente ataque por parte de la mujer de cabello rojo. El soldado enemigo queda de rodillas.
—¿Todo… este tiempo solo jugaste conmigo o que? —Zelica solo observa al hombre—. ¿Por qué fingir? Te puede haber matado.
—Te dejaría ir, no eres alguien despreciable —dice Zelica—, pero de todos modos cuando los soldados de Caedes te encuentren, te matarán, no solo eso, es probable que te torturen para sacarte algo de información.
—Agradezco su amabilidad, ahora que lo pienso, es hasta un honor morir a manos de Queen —respondió el hombre, sonriendo e inclinado su cabeza ante Zelica.
Zelica termina con la vida del hombre con un corte en la parte frontal de su cráneo.
—¡Zelica! —Desmont despierta de golpe en una cama de hospital, Zelica a su lado despierta, por lo visto toma una siesta mientras Desmont dormía.
—Al fin despiertas niño —dice Zelica—. ¿Te sientes bien?
—Si, estoy bien —Desmont responde—. ¿Y tú? ¿Qué paso con el tipo de hace rato?
—Soldados de Caedes llegaron a mi rescate, ellos se encargaron de todo. —En lo que habla Zelica, Desmont se tira sobre ella, abrazando la parte inferior de su cuerpo.
—Me alegro de que estés vida, Zelica. —Zelica le sonríe un poco a la declaración del niño.
—Yo también me alegro de estar viva —dice Zelica mientras acaricia el cabello del niño.
Algo de tiempo después entra un doctor al lugar, Zelica sale de la habitación junto a él, dejando a Desmont es su cama.
—¿Investigaste lo que te dije? —pregunto Zelica.
—Si… tuve que hacer un procedimiento muy cuidadoso —habla el doctor—, ya que los exámenes normales muestran un resultado erróneo. El niño al parecer tiene una reserva de maná abismal, unas 5 a 10 veces más que un demonio promedio, no estoy seguro, es muy impresionante.
—Entonces… ¿Por qué pareciera que no es así? —pregunto Zelica.
—Su cuerpo comprime la maná por su seguridad, cuando llegaste me dijiste que el niño es mitad demonio, mitad humano ¿no es cierto?, bueno esa es la razón, su poder es el de un demonio y su cuerpo el de un humano, ya de por sí un cuerpo humano no está preparado para soportar la carga de maná de un demonio promedio, ahora imagínate tener que soportar 5 o 10 veces esa cantidad. —Zelica y el doctor estuvieron hablando más tiempo, Desmont después de algunas revisiones más le dieron de alta, por lo que podía volver a casa. Estando ya en frente de la puerta de su hogar, Desmont abre la puerta.
—¡Ya llegué! —dice Desmont, se escucha un fuerte ruido en el segundo piso de la casa, como si alguien se fuera caído al piso. Sol baja torpemente las escaleras y corre a abrazar a Desmont. El niño se nota muy contento, igual que la pequeña ángel.
—¡Que bueno que esté bien! —habla Sólo baste alegre, aunque su expresión dura poco dado que voltea a ver a Zelica algo disgustada—. Bueno si, usted ya si se puede ir, vieja piruja.
—¿Vieja piruja? —Zelica suspira—, La verdad si tienes razón, ya es tiempo de irme.
Zelica les da la espalda y toma camino a quien sabe donde. Desmont escapa de las manos de Sol, corre fuera de la casa a Despedir a la pelirroja mujer.
—¡Zelica, nos vemos pronto! —Grita Desmont a la vez que agita su mano, acto seguido Zelica se voltea con impresión, sonríe y también agita su mano como despedida.
—Nos vemos pronto, Desmont —dice Zelica en voz baja, solo para sí misma.
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