Yankee love © - 23
La confesión dejó mudos a los yankees. Rina cerró los ojos esperando que alguien dijera algo, o diera algún indicio de entender lo que había pasado.
Jack habló, de los dos, era quien veía el rostro enrojecido esforzándose por mantenerse firme. Notablemente tenía miedo de la situación que enfrentaba, al brindarle explicaciones a un pandillero declarando su amor a quien se encontraba detrás.
—Ya veo, conque es eso. Te enamoraste de él. —Suspiró. Creía que el corazón de una damisela era asunto serio. Los sentimientos de las chicas, decían más que las propias palabras.
—¿Qué están haciendo ahí? —La entrenadora Kazumi los encontró en un rincón del patio, sospechosamente reunidos a la hora de la salida.
—¡Ah! —Se exaltó Rina pudiendo abrir los ojos.
—Entrenadora, no estábamos haciendo nada —dijo Jack sonriendo. Kazumi despertaba sensaciones contradictorias en él. Una adulta en el cuerpo de una adolescente, con la autoridad para mandarlo y la apariencia para enternecerlo—. ¡Se-se ve muy bien hoy entrenadora! ¡¿Tu-tuvo un buen fin de semana?! —trató de encubrir el hecho de que casi hubo un enfrentamiento entre yankees.
—Ahórrate saliva, ¿quieres? —Miró al resto de los estudiantes involucrados—. ¿Hamasaki? —se refirió a la chica, extrañándole hallarla con un par de alumnos conflictivos.
—¡Sí, entrenadora!
—¿Qué haces en el patio?
—Yo… yo… —no supo explicar, ni inventar una excusa para justificar la huida de sus responsabilidades.
—Estás en la lista de tutores que no cumplieron su primer día de trabajo. Acompáñame, el director reunió a todos ellos —la invitó.
Sea cual sea el problema en el que se había metido, como adulta tenía el deber de ayudarla. Hasta el momento, no existían buenos estudiantes como Rina influenciados por los yankees, pero cualquier cosa podía pasar cuando la pandilla no dejaba de crecer.
Rina partió con Kazumi, Jack por su lado, se marchó sin generar más conflictos.
Kimura permaneció pensativo, a los diecinueve años una chica se le declaró, por lo que era un acontecimiento sumamente nuevo. No creyó que fuera una mentira para convencer a Jack, sería un insulto para ella considerarla una mentirosa con sus sentimientos, después de todo lo que tuvo que pasar para mantener creíble el personaje de Kimi en su cumpleaños.
Se rascó la cabeza confundido, ¿qué seguiría ahora?, ¿qué debería decir?, ¿cómo debería actuar? Muchas preguntas se acumularon, era peor que enfrentar un examen de matemáticas donde cualquier error alteraría el resultado final. No quería lastimarla, ni tampoco ilusionarla, el amor no estaba dentro de sus objetivos. Se propuso cambiar el ambiente corrompido de la institución, ahora estando definitivamente afuera del grupo, sin posibilidades de acceder, solo observando desde la distancia, todo se dificultaba.
Trepó hacia el exterior por la misma salida que le propuso a Rina. Caminó hacia la estación en soledad.
La enamorada no recibió respuesta, ni pudo ver la cara de Kimura al confesársele, eso la entristeció. Le preocupaba más cómo afectaría su relación, que su futuro. Los padres estarían decepcionados con el comportamiento de la obediente hija, sin embargo no hizo tanto peso en su consciencia.
«¿Qué pensará Kimura senpai de mí ahora? Justo cuando me consideraba una amiga, yo… lo puse en esta situación».
Aguardó a ser llamada por el director, sentada en una silla afuera de la dirección, al igual que una fila de estudiantes destacados, aterrados por los delincuentes durante sus tutorías.
—Rina, ¿qué haces aquí? —La encontró Manami algo decaída.
—¿Manami senpai? —dentro del centro de estudios adhirió el “senpai” a su nombre, para no ser vista como irrespetuosa hacia una estudiante de grado superior, además Manami era una de las más conocidas de tercer año—. Estoy… bueno, yo… no cumplí con mi deber.
—Ya veo, te asustaste. Si quieres puedo sugerirle al director quitarte del programa.
—¡No! —exclamó decidida a seguir adelante pese a los obstáculos—. ¡Mañana le enseñaré todo lo que sé a Jack!
—¿Jack? ¿Hablas de “Jack el destripador”? El que en la clase de biología…
—Ese mismo.
—Pobre de ti. El presidente del consejo estudiantil no agrupó bien a las duplas.
—¿Tienes un alumno a cargo? ¿Por eso estás aquí?
—Sí, tengo uno… pero no estoy aquí por no cumplir mi trabajo. La vicepresidenta del consejo estudiantil se mudó a otra ciudad y el director quiere que tome su cargo.
—Es una buena noticia, Manami senpai. —Se alegró por ella. Ser miembro de ese selecto grupo hablaba muy bien de sus calificaciones y de la popularidad entre los estudiantes.
—Es un problema, más trabajo extra para mí.
—Hamasaki, el director te atenderá —le avisó la secretaria. Rina se puso de pie, respiró profundo e ingresó a la dirección.
«Se ve determinada a continuar. ¿Será que la pequeña kohai está creciendo?». Sonrió, desconociendo el motivo del cambio.
Kimura perdió el tren con cinco minutos de retardo. Los pensamientos lo enlentecieron en la caminata, dándole la oportunidad a Takeshi de alcanzarlo en la estación. Sabía que una de las chicas más populares estaba enamorada de él y pretendía averiguar qué precisamente encantaba a las mujeres de un yankee, ya que nadie se le había declarado en el pasado. La imagen de un adolescente, la reputación formada con los años, era fundamental a la hora de atraer al sexo opuesto, todos estaban seguros de ello, la reputación de los yankees era una explicación lógica para espantarlas.
«Notar a una mujer enamorada es sencillo, en cambio descubrir los factores que la llevaron a enamorarse de un yankee es difícil. Necesito elaborar una teoría que me ayude», pensó acercándosele.
Kimura parecía distraído, y sin mostrar señales de responder a los estímulos del exterior. Probaría suerte intentando recabar información.
—Las tutorías son un asco —comentó parándose a su izquierda.
—¿Qué quieres? —preguntó Kimura sin verlo, no denotando tanta hostilidad.
— Trato de romper el hielo hablando sobre un evento que tenemos en común. A ambos nos preparan para los exámenes de mitad de año… —El silencio lo forzó a volver a intentarlo—. ¿Saki Matsurina se encuentra bien? Después de aquel día, no asistió a clases.
—Está bien, pasará un tiempo con su familia.
El tren arribó, Kimura entró y se sentó en un espacio vacío, abandonado por un trío de estudiantes de otro instituto. Takeshi lo persiguió tomando el asiento de al lado.
—Manami Azuma es mi tutora, ¿qué opinas de ella?
—¿Rita? —se le escapó el nombre de la dueña de sus actuales pensamientos.
—No dije Rita, dije Manami —aclaró, para luego sospechar:
«¿Pensaba en otra chica? ¿Es un mujeriego?».
—Ya que estás aquí, maldito cuatro ojos, te preguntaré algo. ¿Qué haces cuando una chica se te declara?
«¡¿Manami se le declaró?! ¡¿En qué momento?! ¡Esto es malo, me pondrá a leer todos los libros del mundo!».
—Yo… ahora que recuerdo… —fingió indagar en sus recuerdos hasta contestar—: Nunca se me declaró una chica.
—Lo supuse.
—¡¿Cómo que “lo supuse”?!
—Las chicas se aburrirían contigo —dijo hurgándose la nariz.
«¡¿Aburrir?!… ¿Es ese su secreto? ¿Divierte a las chicas? —Takeshi imaginó a Kimura en medio de un montón de chicas contándoles chistes—. No, no puedo pensar en lo más literal. Debe haber otra forma de diversión. —La siguiente imagen no fue apta para menores, ni personas con alto grado de sensibilidad—. ¡¿Qué clase de tipo es?!».
—¿Qué pasa? Pareces nervioso —descubrió viéndolo sudar y con una expresión tensa en el rostro—. ¿Quieres defecar? No puedes hacerlo aquí, cerdo.
—¡No quiero defecar!
Los pasajeros observaron disgustados al escandaloso estudiante.
—Gritar en el transporte público es de mala educación —enseñó, como si hurgarse la nariz enfrente de todos no lo fuera.
—Eres… —Takeshi se contuvo de no insultarlo. En el tren había chicas con el uniforme de la escuela de su hermana menor, lo último que quería era que se burlaran de ella por su culpa. Tenía suficiente con ser pariente de un yankee—. Volvamos con la declaración. ¿Quién fue? —quiso averiguar más del tema.
—No te interesa.
—No es poco que la chica más popular lo hiciera.
—¿Rita es popular?
—¡! —Takeshi reaccionó al nombre. No era Manami quien lo hizo, alguien más estaba enamorada de Kimura.
«No hablamos de la misma persona. ¿Rita?… ¿Habla de la chica con ojos adorables?… ¡Es muy diferente a Manami! Desde lo delantero, lo trasero… dos chicas completamente diferentes escogieron al mismo chico. ¿En qué se basaron? ¿Qué rescataron de este idiota?». Los datos recabados eran confusos, complicados de asimilar entre sí.
El tren paró en la estación central, la más cercana al hotel. Kimura salió dejando a Takeshi con más dudas que respuestas.
Atardeció, el último estudiante retenido por el director se retiró. Fue un largo día en el trabajo, quiso relajarse poniéndose los auriculares para escuchar el nuevo sencillo de Pori-pori-rin, sin embargo su hijo lo interrumpió con Manami.
—Padre, nos hiciste esperar mucho. ¿No recuerdas lo ocupados que estamos para perder el tiempo afuera?
—Es verdad, no deseaba perder el tiempo con Yamato como compañía —concordó Manami, arrojando una piedra de descontento hacia su exnovio.
—Auch.
—Me disculpo, jóvenes. ¿Discutiremos el nuevo puesto del consejo estudiantil?
—Sí exactamente, postulé a Ma… —inició Yamato, a lo que Manami lo interrumpió.
—Aceptaré ser la vicepresidenta si la jerarquía del presidente se comparte.
—¿Compartir la jerarquía?
—Así es, como escuchaste. Quiero tener la misma autoridad que tú. Seamos sinceros, el presidente tiene que ser una figura respetada por todos los estudiantes. Los yankees no respetan a Yamato, es un chico lindo hijo del director. Si acompaño esa imagen, propongo ganarme el apoyo de ellos.
—¿Y cómo pretendes ganarte a los yankees? ¿Crees que van a respetarte? Estás dentro de nuestro círculo social.
—A diferencia de ti, me preocupan los estudiantes en su totalidad.
El director se vio envuelto en una discusión ajena. Aprovechó la oportunidad para silenciosamente tomar un auricular y colocárselo al menos en una oreja.
—¿Te preocupan los yankees o uno en especial? —probó el “supuesto amor” que sentía por él.
—No voy a mentir, conservaba una pésima imagen de ellos, pero ahora eso ha cambiado. Estamos en un lugar donde se discrimina al diferente, está mal.
—Bueno si quieres hablar de integración. ¿Quién crees que apoyo el programa de tutorías?
—¿Apoyar? Para ti es solo un juego. Pusiste a Jack el destripador con una chica que sueles ver frecuentando con Kimura. ¿Quién crees que se encarga de enseñarle a Anzu? Tú elegiste tenerla como alumna.
—¿Te molesta que le enseñe modales a la rebelde pelirroja? —Sonrió.
—Si piensas que funcionan tus provocaciones estás muy equivocado. Eres un inmaduro jugando a ser un dios. Ahora que lo pienso mejor… ¡Director! ¡Tengo una propuesta mejor que la anterior! —se dirigió a la máxima autoridad. El hombre rápidamente se quitó el auricular y atendió.
—Diga, señorita Azuma.
—Propongo que se adelanten las próximas elecciones del consejo estudiantil para después de las vacaciones de verano, y que los yankees puedan votar.
—¡Ja! Yankees interesados en la elección del consejo estudiantil, es lo más tonto que he oído —manifestó Yamato.
—Ese es el principal problema de esta escuela, director. El consejo no se ocupa de incentivar la participación de los yankees en las actividades estudiantiles. Si mira con atención las listas de los clubes, ni siquiera un 2% de ellos se registra en uno. Crear un programa de estudios negociando por comida es inadecuado. No son simios, son personas.
—Manami, no eres realista. ¿No los ves día a día? No les importan los estudios, viven para luchar entre ellos, demostrar quién es el más fuerte. Lo que hacemos es lo correcto, nos ocupamos de elaborar exámenes que puedan aprobar y colaboramos entre los más calificados para hacerlo posible.
—Elaborar exámenes especialmente para ellos no es la solución, estás subestimándolos, debemos incluirlos como parte de la institución.
—Vives en una utopía. Tus sueños de paz no se cumplirán aquí. Despierta de una vez.
—Director, por favor. Concédame esta propuesta, trabajaré duro para fomentar el cambio.
—Las elecciones del consejo estudiantil… entiendo. —Se mostró interesado, incluso motivado a pensar una forma de acelerar las cosas—. De acuerdo, adelantaré las elecciones, pero con una condición. Viendo el interés que tienes por incluirlos, se me ocurrió una buena idea que lo facilitará.
—Padre, ¿estás seguro de esto? A los padres del grupo no les agradará saberlo.
—Antes de ser suya, es mi escuela. —Se levantó de su trono, conservando la “pose Gendo”, expectante con ver los resultados de su idea—. La condición es…
—La condición es… —Manami esperó que no se tratara de una locura imposible de concretar.
—¡EL YANKEE QUE SAQUE LAS MEJORES CALIFICACIONES EN ESTOS EXÁMENES, SE POSTULARÁ A FORMAR PARTE DEL CONSEJO ESTUDIANTIL! —La afirmación retumbó en todo el edificio.
—¡¿MIEMBRO DEL CONSEJO ESTUDIANTIL?! —exclamaron los jóvenes al mismo tiempo.
—Como escucharon. No hay mejor forma de acercar a los yankees, que compitiendo contra estudiantes normales. Veremos… de qué están hechos esos rebeldes indomables. —Terminó sonriendo. El último sencillo de Pori-pori-rin hablaba sobre las diferencias de las personas y cómo combatirlas con el poder del amor. Seguiría las enseñanzas de su idol favorita sin lugar a dudas.
—¿Cómo hará para que el yankee con mejor calificación esté de acuerdo? —cuestionó Manami.
—Es fácil, mi padre adjuntará una cláusula al contrato que firmaron para llevar a cabo las tutorías. ¿Me equivoco? —Era la salida más prevista, hacer trampa en los contratos que los pandilleros no se tomaron la labor de leer.
—Es fraudulento… si hacerlo contribuye al principal objetivo… no tengo objeciones —aceptó Manami.
—Es exactamente lo que haré. Azuma, te ruego no difundir esta información. Todo sea por el futuro de los estudiantes.
—De acuerdo. —Abandonó la dirección—. ¿En qué me he metido?
Kimura tenía mucha tarea por hacer para recuperar todas las clases perdidas en el correr del año. Superaría los exámenes y alegraría a Emiko justo en el momento indicado, su padrastro planeaba volver para las vacaciones de verano. Era un sujeto sumamente estricto, opuesto a su padre biológico. Si lo encontraba sin calificaciones en los exámenes, le quitaría su mesada y lo obligaría a trabajar en el hotel todo el día, limpiando los desperdicios de los vagabundos que se colaban a altas horas de la noche.
Resistió media hora leyendo un libro, bastante para no ser un hábil lector, realmente estaba empeñándose en mantenerse despierto, pero como un soldado en batalla, cayó.
Rina estudió por su parte, preparándose como tutora. El deber gritaba fuerte, sin embargo una vocecita interna le susurraba en la mente “llama al senpai”.
—¡Deja de pensar en él! —se dijo pellizcándose las mejillas—. Pensar en mi futuro es más importante. —Volvió a escribir en el cuaderno, cuando la vocecita le habló de nuevo.
«El senpai puede ser parte de tu futuro. ¿Qué estás esperando para escribirle?».
—Parte de mi futuro… —susurró. Los planes de su vida primero estaban enfocados en estudiar, ir a la universidad y conseguir un buen empleo, imitar lo que hizo su padre. De esta forma se aseguraba una estabilidad económica inamovible. Seguir los planes, no le había parecido tan aburrido antes, como luego de conocer a Kimura—… un futuro con él. —Sonrió, le agradaba la idea, demasiado.
Tomó el celular, el pulso le temblaba por la adrenalina de romper las reglas, desviarse del plan. Escribió un email invitándolo a la azotea de la escuela en la mañana, para expresarle mejor sus sentimientos. Rina no se esperanzaría con un “sí” como respuesta, imaginarse milagros no era lo suyo, pero lucharía para conquistar el corazón del pandillero.
Terminó de escribir el texto y miró la pantalla, nerviosa. Dio el primer paso confesándose en una situación extrema, no consideró ser la mejor manera de iniciar ese largo camino. Aún sospechaba que Manami estaba interesada en el mismo chico, por la forma en la que se le insinuaba y con su pasado con los hombres, tenía la ventaja de la experiencia.
—Es ahora o nunca. —Presionó la opción “enviar”.
Kimura despertó con el sonido de su celular. Leyó el mensaje y aceptó encontrarse con ella mañana.
Comments for chapter "23"
QUE TE PARECIÓ?
Me gustó la dinámica planteada por Manamí y la discusión con el director y su hijo, muy interesante, me gustó ver la situación de los estudiantes más aterrizada, expande el mundo y lo hace más creíble y aporta interés al relato.
Por otro lado empatizé con el director, (quién lo diría, pensé que iba a ser un tirano o algo así), me recordó muchísimo a mí mismo escuchando las canciones de las Idol de Macross, mi saga de animé favorita, ignorada por todos. Y como dirían en Macross: Éste es el verdadero poder de una canción. n_n