Yatareni - Volumen 1 - 07
Me puse mi chamarra y salimos a la oscuridad de la noche.
Yatareni era un pueblo hermoso de día, pero de noche cambiaba completamente debido a que no todas las casas y calles contaban con luz eléctrica. Había grandes espacios vacíos y oscuros donde no se veía prácticamente nada. Apenas y se distinguían las siluetas de los cerros entre la noche estrellada, por cierto, más estrellada que en la ciudad, debido a la ausencia de contaminación.
Caminamos unas tres cuadras hasta que llegamos a una especie de jacal, ahí afuera, estaba sentado un anciano con sombrero, como de costumbre y una chamarra parecida a la de mi tío.
─¿Tienes pulque? ─preguntó mi tío.
─Claro Isidoro ─respondió el viejo mientras sonreía al tiempo que se levantaba─. Para ti siempre hay. Pasen.
Los dos entramos al jacal donde había algunas cubetas blancas y esperamos sentados en una banca, entonces el viejo gritó el nombre de una mujer ordenándole que trajera una botella vacía.
Minutos después, una niña de alrededor de 14 años, llamada Martina, llegó corriendo con una botella de refresco vacía de tres litros.
Era una niña morena, de baja estatura, y pelo castaño amarrado en dos trenzas que estaban rematadas con dos listones rojos. Vestía un atuendo tradicional simple, una especie de camisa con decorados de grecas, un short corto y unas sandalias.
─Aquí tiene abue ─dijo la pequeña antes de lanzarme una rápida mirada y alejarse rápidamente así como vino.
El viejo tomó la botella y un embudo que había cerca de las cubetas, vertió el contenido de la que estaba más vacía y llenó la botella.
─Aquí tienes Isidoro ─y le entregó la botella llena de pulque─. Recién salida de las pencas.
─Por eso me gusta tu pulque ─respondió─. ¿Cuánto se te debe?
─Ya sabes, lo que gustes.
Mi tío sacó un billete arrugado de veinte pesos y se lo dio al viejo, agradeció y nos despedimos.
Iba a preguntarle a mi tío si eso era pulque pero la respuesta era demasiado obvia.
Y es que jamás lo había visto.
Mi madre comentaba a veces que su abuelo tomaba mucho pulque, y tenía un negocio así como este que acabamos de visitar, donde la gente venía a comprarle.
Eran muy comunes los negocios así antes, pero últimamente, ya no hay porque me parece que la planta de donde se obtiene esa bebida ya se está extinguiendo.
Pero aunque me decían esas cosas, yo jamás había probado el pulque ni tampoco sabía cómo se veía.
Llegamos a casa y mientras mi tío ponía música El Recodo, Los Cadetes de Linares, Los Tigres del Norte y demás grupos similares como para crear ambiente, yo examinaba aquella bebida blanca.
Se notaba que era demasiado espesa.
Verlo cómo se movía cuando mi tío me sirvió un vaso, o mejor dicho, una jarra llena de pulque, me dio un poco de asco, pero traté de que no se me notara tanto.
─¿Jamás lo has probado verdad? ─me preguntó.
─No ─respondí.
─Ah pues, ahora lo probarás.
─Pero, en sí, ¿qué es esto?
─Bebida de origen prehispánico ─respondió─. Obtenida del maguey. La llamaban “La bebida de los dioses”
Interesante su nombre.
Vi a mi tío tomarse su bebida en segundos, así que supuse que no sabría tan mal.
Y entonces le di un sorbo, sentí una extraña sensación en mi lengua, pero seguí tomando.
─Sabe bastante agria ─dije al final cuando me la acabé con algo de trabajo.
─¿Queres que la endulze? ─me preguntó mientras se levantaba y tomaba un tarro lleno de azúcar─. Como es tu primera vez tomando pulque, quizá no estés acostumbrado.
─Si por favor ─respondí sin saber si realmente era buena idea.
Él tomó una cucharada de azúcar y la revolvió en el pulque como si fuera agua, luego me dio a probarla de nuevo. Ya no sabía tan agria como antes aunque esa sensación pastosa en mi lengua no se fue.
─¿Qué tal? ¿Mejor?
─Algo mejor ─respondí antes de percatarme que todo se movía un poco más rápido.
─¿Esta cosa tiene alcohol?
─No, pero es embriagante ─respondió mi tío─. No debiste haber tomado tanto de golpe, y menos si jamás has probado.
─¿Has tomado cerveza? ─preguntó mi tía que pasaba por ahí y ya se había enterado de todo.
─Me hicieron una fiesta cuando cumplí 18 años ─contesté─. Pero sólo tomé una botella de cerveza. Luego en mi fiesta de graduación tomé un poco más pero no me emborraché.
─Por eso te dije que no le deras pulque ─le replicó mi tía a mi tío─. Euge nos dijo que lo cuidáramos y ya lo stas enviciando.
─Tranquila, yo estoy con él ─respondió mi tío─. Si veo que se pone mal ya no le daré.
─Si es que tú primero no te pones mal ─le dijo viéndolo de reojo.
Pero mi tía no confiaba mucho en mi tío, así que también se sentó a la mesa y terminó uniéndosenos.
A partir de ahí todo se volvió algo confuso, no recuerdo el orden de los eventos ni lo que pasó después. Lo único que sí se me quedó grabado en la mente fue una conversación algo borrosa en la que yo dije bastante exaltado que quería tener amigos con mis mismos gustos porque en donde vivo no hay personas así.
Mis tíos me preguntaron qué es lo que me gustaba y yo respondí, sin nada de pena, que me gustaba el manga y el anime.
Y como ellos no sabían de qué estaba hablando, les expliqué que eran comics y caricaturas japonesas.
Creo que dije otras cosas, e incluso tengo la sensación que hasta imité algunos personajes de anime. Si esto resultara ser verdad, juro que no volveré a tomar pulque.
Esta parte no la recuerdo bien, pero creo que ellos me comentaron que conocían a alguien que tenía esos gustos, que, aunque no se hablaban, creían que esa persona le gustaba esas cosas porque siempre la veían disfrazada de un personaje de caricatura. También decían que a veces en los días nublados la veían subir al cerro, es decir, desde el patio de la casa de mi tía es posible ver cuando alguien sube a aquella iglesia abandonada.
Estaban hablando de Mayra.
Es obvio, esa chica resaltaría bastante en un pueblo pequeño con esa vestimenta tan peculiar.
Seguramente todos en el pueblo pensarán que está loca, quizá por eso es tan solitaria.
Y entonces me perdí.
Cuando desperté, estaba en la cama de la habitación donde me acomodé, me dolía la cabeza.
Supongo que esto es lo que se conoce como resaca.
Que sensación tan horrible, no puedo creer que haya gente a la que le guste tomar sabiendo que terminarán así al día siguiente.
Me levanté y encontré a mi tía haciendo el desayuno.
─¿Cómo amanecistes?
─Me duele la cabeza ─respondí.
─Es que tomates mucho pulque y de golpe ─me dijo mi tía─. Por eso no quería que tu tío te dera de tomar.
─¿Y mi tío?
─Se jue a trabajar al campo ─respondió─. A él también le dolía la cabeza y se jue a sembrar para que se le bajara.
─Ah.
─Desayuna hijo, para que vayas a ver al arqui, a ver si te da chamba.
Cierto, para eso vine a Yatareni, con todo eso de Mayra y la borrachera de ayer, se me había olvidado.
La verdad no tengo ganas de eso, pero ni modo, ya les estoy causando molestias a mis tíos con quedarme aquí, ahora tienen a alguien más a quien alimentar, así que debo de trabajar para pagarles algo de lo que me den.
Sobre todo después del desfiguro de anoche.
─Por cierto ─murmuré─ No le diga a mi mamá que me emborraché.
─Tranquilo mijo ─respondió con una sonrisa─. De esta casa no saldrá nada.
Sólo he visto dos veces a mi tía y creo que ya es mi tía favorita, creo que la adoro, es un amor de persona.
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