Yatareni -Volumen 2 - 12
Y finalmente, el evento mayor del pueblo llegó: La fiesta patronal.
Dos días enteros en los cuales se celebraría al santo patrono de Yatareni, el cual por cierto, aun no sé cuál es. Qué curioso que a estas alturas en las que llevo unos tres meses viviendo en este pueblo aun me lo pregunte o no lo haya investigado.
De todos modos, este día estaría flojo. Habría pocos eventos porque todo lo demás, los eventos más grandes y más importantes serian al día siguiente, el domingo.
Pero desde ese día estaban en funcionamiento los juegos mecánicos que por lo general están más activos de noche. Los puestos de comida formando un verdadero mercado por todas las calles del centro del pueblo, vendiendo toda clase de comida, juguetes, ropa y cosas de ese estilo. Cada cierto tiempo las explosiones de varios cohetes lanzados al cielo sobresaltaban a todos los perros del pueblo.
Gibrán llegaría a mencionar que todo eso le recordaba los matsuri, o las vendimias nocturnas que suelen hacer en Japón.
No habría muchas bandas musicales y presentaciones este día, exceptuando a Los Esterilificos, que eran un grupo musical que, como había mencionado Guadalupe antes, apenas estaban despegando. Por lo mismo de que ella quería asistir a su concierto, no la vimos en buena parte del día.
Lo único relevante de este día fue el torneo de futbol de Martina. Ella quería entrenar un poco antes del partido y por eso le pidió ayuda a mi hermana para que le enseñara algunas cosas la noche anterior. Aunque me da la sensación de que no solo hicieron eso.
Adaptaron la cancha que está afuera del pueblo para que albergara a más gente, así que instalaron tribunas improvisadas. Mucha gente que venía al partido trajo sus propios asientos, sus propias sombrillas, para el calor y su propia comida. También abundaban los puestos de comida y los vendedores ambulantes.
Y naturalmente nosotros estuvimos en las tribunas apoyando a la “Flor de Capomo”.
No sé hasta qué punto este partido era importante para Martina, como para pedirle ayuda a mi hermana. Realmente necesitaba buenas notas al parecer. Aunque igual y si hubiera querido, no hubiera podido pedirle ayuda a otra persona porque nadie más sabía realmente.
Y eso me lo preguntaba porque ella mencionó que, en todos los partidos anteriores ella no hacía mucho, y no porque no la tomaran en cuenta, era más porque la veían como el último recurso por así decirlo. La persona a la que le pasas el balón, solo para que lo pase a la persona a la que realmente lo quería pasar.
En todo el torneo había apenas tocado el balón unas cuatro o cinco veces.
Parece ser que su equipo estaba bien con eso pero ella no. Ella quería hacer algo más, quería ser alguien de ayuda para su equipo, pero ayuda de verdad. Por eso quisimos venir a apoyarla, pero aun si no jugara mucho como ella lo decía, aun así hubiéramos venido a apoyarla. Eso no cambiaba nada.
Nos sentamos en un lugar céntrico de las tribunas y desde ahí apoyábamos al equipo de la secundaria rural “Benito Juárez” los cuales vestían de blanco. Se enfrentaron contra una secundaria de Calkini llamada “Vicente Guerrero”
Las otras dos secundarias que habían llegado a semifinales, eran una secundaria de Sayula y otra de un pueblo llamado Tomochic, que es al parecer el pueblo más alejado de la cabecera. Este partido se llevaría a cabo inmediatamente después de que acabara el actual.
Cuando el partido comenzó, pasaron unos 17 minutos antes de que Martina hiciera contacto con el balón por primera vez, solo que al menos, supongo yo, lo pensó bien.
En vez de aprovechar su primera oportunidad en hacer un tiro que podría haber fallado, decidió pasarle el balón a la persona más cercana a la portería contraria. Cuando se le presentara la oportunidad, lo intentaría, y lo haría bien.
Lo intentó por primera vez al minuto 35 cuando estaba muy cerca del lado contrario y estaba despejado. Disparó un tiro y el balón pasó sobre el travesaño superior rebotando ahí mismo y saliendo despedido de la cancha.
Aunque estuvo por poco de lograrlo, la felicitamos y la seguimos animando. Pero para ella no sería suficiente.
Mi hermana tenía su propia manera de animarla, o mejor dicho, de darle indicaciones, a ratos le decía lo que debía hacer o cómo tirar correctamente. Sonaba más como una entrenadora de futbol. Me pegunto si la niña al menos podía oírla.
Pero me preguntaba también, qué pensaría su equipo al ver que Martina, por primera vez desde el inicio del torneo, estaba jugando más en serio.
Y entonces sucedió. El equipo rival se impuso en el minuto 42 anotando el primer gol del juego. Pero eso no quitaba el hecho de que la niña jugaba cada vez mejor, poniendo a veces en aprietos al equipo rival.
En los 15 minutos de descanso que dieron, aprovechamos para comprar unos raspados de fruta porque el calor estaba aumentando. Y eso que, estábamos a inicios de noviembre, cuando se supone que la temperatura debía de bajar más.
Hubiéramos querido acercarnos personalmente a animarla pero creo que no se podía ya que las jugadoras se metían a una tribuna para descansar y rehidratarse.
En el segundo tiempo el equipo blanco intento más desesperadamente anotar un gol, para, por lo menos empatar y de ahí intentar el desempate. Pero lo que no se esperaba nadie es que este gol llegó a los cinco minutos de iniciado el juego. Y sí, fue realizado nada más y nada menos que por la miembro más pequeña de SPEED.
Martina lo hizo muy bien. De nuevo se le presentó una oportunidad como la primera, pero esta vez, como los rivales estaban más alejados, tuvo más tiempo de planificar bien su tiro, y por eso logró anotar.
Estaba desbordante de felicidad, ella y las demás chicas de su equipo.
El problema con eso es que creo que se confiaron un poco. Naturalmente, ahora el equipo rojo intentó anotar otro gol más que nunca.
Sin embargo, quedaron empatados por casi todo el juego hasta que pasó de nuevo.
Un gol demasiado espectacular para haber sido realizado en un partido amateur, por así decirlo. La chica más alta del equipo rival hizo una chilena y logró anotar un épico gol casi desde la mitad de la cancha. Yo creo que lo hizo más para lucirse. O más bien fue pura suerte que le saliera un gol así.
El equipo de Martina ya no pudo logar otro empate, y perdieron el encuentro.
De todos modos, todas las chicas se acercaron a Martina y la felicitaron por haber anotado el único gol del partido. Y ella también estaba muy feliz por, al menos, haber hecho un gol.
Nosotros también nos acercamos a ella y la felicitamos.
─Lo hiciste muy bien para haberte enseñado lo básico por media hora ─le dijo Renata sonriendo como si fuera su superiora─. Quizá tienes potencial para el futbol. Si sigues practicándolo, podrías ser muy buena.
─Estoy feliz por el gol que hice ─contestó la niña─. Pero por ahora es suficiente para mí, gracias.
Esperamos a que Martina se cambiara de ropa y también esperamos a que Guadalupe se nos uniera después de que su concierto terminó y nos dedicamos a pasear por los puestos de comida que se habían puesto en el centro del pueblo.
No había mucha gente aun aunque ya había gente de otros pueblos comenzando a disfrutar las atracciones. Así que no hicimos mucho ese día.
De algún modo me encantaba ver todo eso. La banda de viento que tocaba a ratos música, la gente comprando comida o subiéndose a los juegos mecánicos, el sonido de los cohetes que en otra época me aterraban, los eventos y presentaciones que se estaban haciendo.
Y para el día siguiente, el día culminante, las cosas se pondrían mucho mejor. Y lo esperaba con ansias.
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Mi escuela
Yo asisto a la escuela secundaria rural número 54, llamada Benito Juárez y curso el tercer grado de secundaria. Voy en el grupo “B”
Mi escuela es pequeña porque no hay muchos alumnos, creo que somos solamente 150, o eso dijo una vez el director, así que tampoco hay muchos salones.
En mi escuela sólo hay cinco salones, además está la dirección, la casa del conserje, y una bodega donde guardan bancas viejas y rotas y donde las reparan. También hay un pequeño cuartito donde se pone la señora que vende sopes y quesadillas a la hora del recreo, y al lado su hermana tiene un pequeño puesto de dulces.
El patio de la escuela es enorme, es de tierra roja que creo se llama tepetate donde siempre jugamos y donde hacen honores a la bandera cada lunes a las 10 de la mañana, frente a la bandera que siempre está en una pirámide chiquita al extremo del patio.
Aunque el patio es de tierra y al jugar nos ensuciamos mucho, me gusta mucho jugar ahí, y eso es porque, una vez, la maestra de español nos hizo leer una novela llamada Las batallas en el desierto, donde dice que los niños de la escuela jugaban un juego con ese nombre en un patio como el nuestro, y como me gustó mucho esa novela, cuando juego ahí, me siento como si estuviera dentro de la novela, por eso también me gusta leer, aunque solo leo manga.
Tengo muchas profesoras y profesores y todos nos explican muy bien las cosas y también tengo buenas calificaciones pero no soy la mejor de la clase, además, soy muy mala en matemáticas y geografía. Aun no me aprendo las capitales de los estados.
Aunque juego con algunas chicas en el recreo, en realidad no me llevo con ellas porque no les gustan las mismas cosas que a mí, y me da miedo decirles eso, porque no saben lo que a mí me gusta y tengo miedo de que me llamen rara.
Pero una vez, en primer grado, una chica que asistía en mi salón llamada Lucia comenzó a hablarme porque sabía que no le hablaba a nadie y siempre me invitaba a comer juntas en el receso, creo que ha sido mi única amiga en toda la escuela, incluso una vez me quedé a dormir en su casa. Nos juntamos por algunos meses hasta que le ofrecieron un trabajo a su papá en la capital y se mudó de aquí, aunque en las primeras semanas intercambiábamos cartas y una vez vino a visitarme, pasó el tiempo y dejamos de escribirnos y desde entonces no he vuelto a saber nada de ella.
Y ya pasaron dos años desde que la vi por última vez.
A veces pienso en ella porque Guadalupe me la recuerda mucho ya que se parece un poco, me pregunto dónde y qué estará haciendo y si ella piensa en mí.
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