Yatareni -Volumen 2 - 20
El comportamiento de la madre de Eliseo era un poco peculiar hasta para su propia hija.
Mayra Páez incluso, mencionó que aquel comportamiento le recordaba un poco a su propia madre.
─¿Usted es el arquitecto con el que mi hijo ha estado trabajando? ─preguntó aquella mujer.
─¿Quién es usted? ─respondió el aludido.
─Soy la madre de Eliseo y de esta niña ─respondió al tiempo que acariciaba el mentón de Renata, la cual permanecía a su lado─ Me llamo Eugenia.
─¿Es su madre?
─Mi hijo me platica a veces de lo que sucede aquí en el pueblo ─comentó la mujer─. Me ha comentado también que últimamente ya no ha tenido mucho trabajo porque usted tenía a su cargo una importante obra residencial pero que la cancelaron por haber tomado en la vía publica ¿o me equivoco?
─¿Su hijo le cuenta todo lo que pasa aquí?
─También me ha contado sobre su hija porque se llevan bien ─continuó la señora─. Me cuenta cómo es, qué es lo que le gusta y las cosas que hacen con sus amigos. Creo que se divierten mucho aquí. La verdad, estoy sorprendida porque en un principio Eliseo parecía no estar a gusto con la idea de vivir aquí por un tiempo. Pero no pude evitar escuchar toda la conversación que los chicos tenían con usted. Puede que me meta en algo que no me interesa, pero también puede que no me interese ese detalle.
Mientras todos los miembros de SPEED, Renata y Jim, los tíos de Eliseo y también algunos curiosos que pasaban por ahí observaban y escuchaban, la madre de Eliseo siguió hablando:
─Por lo que estoy entendiendo, su esposa falleció no hace mucho, pero le hizo prometer que intentaría hacer feliz a su hija sin conseguirlo. Bueno, después de ver el “espectáculo” que ha armado definitivamente me consta que no lo ha hecho. Es comprensible la reacción de su hija.
La mujer acomodó sus muñecas en su cintura y siguió hablando. Esta ve, se formó una pequeña sonrisa en su rostro, una un poco maliciosa:
─¿Quieres que te diga un pequeño secreto arquitecto? esta es mi hija Renata ─la presentó al tiempo que la tomaba por los hombros, mientras la niña estaba preguntándose extrañada lo que su madre hacía─ Tiene 15 años, va en preparatoria y tiene excelentes calificaciones, además sabe jugar futbol muy bien y es capitana del equipo de futbol de su escuela. Incluso gracias a ella han ganado varios torneos regionales.
─¿Mamá qué estás haciendo? ─murmuró la chica.
─No me da vergüenza decirlo, y a ella tampoco, aunque es un tema que preferimos no tocar por las críticas de la gente ─dijo la mujer─. Pero mi hija es bisexual.
Los que estaban oyendo esto se sobresaltaron incluso la propia Renata.
─Oye, es verdad que no me da vergüenza admitirlo ─murmuró la niña─. Pero tampoco es algo que puedas decir de buenas a primeras.
Sin atender a los reclamos de su hija, la madre de Eliseo siguió hablando:
─A pesar de eso, yo me siento orgullosa de mi hija y de todo lo que ha logrado. Yo metería las manos al fuego por ella, y también por Eliseo. Algo como eso nunca la ha limitado. En su escuela también lo saben y aun así la admiran y respetan porque ella se los demuestra. Se ha ganado el respeto de mucha gente por su manera de jugar futbol. Pero usted entenderá que no mucha gente piensa lo mismo que nosotros ─continuó─. Por ejemplo, mi exesposo, quien simplemente, no estuvo de acuerdo con nuestra manera de pensar y nos dejó. Pero le aseguro que no lo necesitamos. Ni a él ni a todos los demás idiotas que tienen el prejuicio de que ella es así solo porque juega futbol cuando una cosa no tiene nada que ver con la otra.
─¿Por qué me está contando todo esto señora? ─preguntó el papá de Mayra.
─Yo también me pregunto lo mismo ─comentó Renata roja de vergüenza.
─A lo que voy es que yo que tengo que lidiar con problemas mucho más grandes por esto, aun así creo que he podido hacer que la vida de mi hija, y también de mi hijo Eliseo sea de algún modo felices, aunque no tengan padre y yo me encargue de todo, aunque ella no tenga muchos amigos por lo mismo, porque, de hecho, si los tiene. Siempre que Eliseo me habla de lo que sucede aquí puedo percibir que lo hace muy entusiasmado. Me cuenta cosas que hace con su grupo de amigos, y por su tono de voz deduzco que se divierte mucho y que es muy feliz aquí.
Y mientras tanto, los aludidos sonrieron de manera sincera.
─Y ella ─dijo la mujer señalando a su hija─. También es muy feliz haciendo lo que más le gusta. Sé que hay cosas que no les he podido dar pero creo que han tenido vidas felices y no solo gracias a mí. Mis dos hijos se han esforzado por cumplir sus sueños, ella con el futbol y Eliseo con su carrera como arquitecto. Como su madre los he apoyado en lo que he podido. Pero usted, usted que tan solo tiene que lidiar con una chica emo, no ha podido siquiera brindarle una pizca de felicidad a su hija.
─Perdón por la interrupción ─dijo Gibrán─. Pero ella no es emo, es… ¿chuuni?
─¿Qué no las personas chuuni son las que fingen que tienen poderes? ─comentó a su vez Claudio.
─¿Entonces lo que Mayra seria es hikkikomori?
─¿Y si mejor se callan los dos y dejan a la señora hablar? ─interrumpió Mayra Páez.
─Como sea ─continuó la mujer─. El punto es que no pudo hacer feliz a su hija. Sé que perder un ser querido es terrible, pero eso no es pretexto para que se deprima. Al contrario, si su esposa le dijo que intentara hacerla feliz porque sabía que sin su presencia ella sufriría, entonces estaba obligado a hacerlo. Pero no lo hizo, y eso no fue tanto porque no quisiera hacerlo, fue más bien por su irresponsabilidad, por haber caído en el alcoholismo en un intento de superar su pérdida cuando en realidad estaba cayendo más bajo, sin percatarse que su hija también caía cada vez más y más en la oscuridad y no hizo nada por rescatarla.
El arquitecto bajó la cabeza.
─Dicen que su hija es la inmadura porque siempre anda vestida de forma extravagante ─comentó la madre de Renata─. Pero parece ser que aquí usted es el inmaduro. Después de ver cómo su hija le reprendió de ese modo creo que los roles de padre e hija están invertidos.
Todos guardaron silencio.
─La madre de Eliseo da miedo ─murmuró Claudio.
Justo en ese momento, sonaron en el cielo las primeras explosiones de los juegos pirotécnicos al tiempo que el castillo comenzaba a encenderse, liberando una enorme columna de humo. El cielo oscuro comenzó a iluminarse de distintos colores. También, corriendo por todos lados, los toritos encendidos perseguían a quien se les pusiera enfrente.
Todos dejaron de prestarle atención al papá de Mayra y observaron el espectáculo.
Comments for chapter "20"
QUE TE PARECIÓ?