Yatareni -Volumen 2 - 24
─¿Qué pasó aquí?
─Si tu conocer a Mayra ─dijo Jim─. Tener que avisarle de esto, yo no saber dónde está.
─¿Yo?… ─preguntó Alice─. ¿Por qué yo?
─Yo quizá saber quién hacer esto ─respondió el canadiense─. Y tengo que resolverlo.
─De acuerdo ─comentó la pelirroja resignada─. Supongo que tendré que hablarle por teléfono, después de todo, esto es una emergencia.
─Espera ─preguntó Jim extrañado─. ¿Podrías hablarle por teléfono? ¿Por qué pedirme entonces que acompañarte?
─Es complicado ─respondió la chica─. Ella y yo estamos… peleadas. Regresé porque quería disculparme por todo lo que sucedió entre nosotras, pero…. ─Alice bajó la mirada─. Creo que soy una cobarde.
Jim permaneció en silencio.
─Yo lo siento ─dijo al fin─. No saber qué problemas haber entre ustedes dos, pero olvidar eso ahora. Tengo que irme.
─Espera…
No había terminado de hablar cuando Jim ya se había alejado corriendo.
Y la chica suspiró.
─¿Por qué me tenía que tocar esto a mí?
Alice bajó de nuevo al pueblo. No sabía qué hacer. Es decir, sabía que tenía que dar aviso de lo sucedido a Mayra. Pero no sabía cómo hacerlo. Aunque el problema ahora era localizarla.
Se preguntaba si sus compañeros de Nipponkenkyo podrían saber su ubicación. Pero entonces la vio por casualidad. La líder de SPEED iba caminando despreocupada, quizá haciendo algún mandado. Aun no se percataba de la presencia de Alice.
─Tiene que ser una broma ─exclamó la pelirroja al creer que todo eso había sido una mala jugada del destino.
─Bien, no quería encontrarte tan pronto ─murmuró─. Pero supongo que era inevitable.
Aunque tenía miedo de la reacción de la chica, sabía también que era importante lo que tenía que decirle.
─Ok, aquí vamos, no pasará nada.
Soltando un profundo suspiro, la chica se encaminó hacia su vieja amiga. Al inicio lentamente y luego, aumentando su velocidad para no perderla. Cuando ya estaba a una distancia aceptable, pensó en gritarle. Tenía que hacerlo rápido antes de que se alejara. Y se armó de valor.
La pelirroja grito el nombre de Mayra. Y ella volteó.
Casi de inmediato, Alice se acercó a ella. Mayra tardó unos segundos en procesar la imagen frente a sus ojos. Alice, la chica que hablaba a sus espaldas, que la había despreciado y que fue expulsada de Nipponkenkyo había regresado.
─Alice ─preguntó Mayra mostrando un rostro un poco temeroso y confuso─ ¿Qué… haces aquí?
─Yo… quería hablar contigo de lo sucedido ─respondió─. Pero eso no importa ahora, algo pasó en el lugar donde te reúnes con tu Sociedad.
─¿De qué hablas?
─Sígueme.
****
Después de haber visto la iglesia hecha un desastre, Jim corrió hacia la minera. Fue directo hacia su hermana y le recriminó lo sucedido. Estaba completamente seguro de que ella había tenido algo que ver.
─¿Fueron ustedes verdad? ─replicó el chico─. Ustedes se metieron a la base y robaron los documentos.
─¿Cuáles documentos hermanito? ─contestó sarcásticamente Rebeca─. No sé de qué hablas.
─No te hagas la tonta ─respondió Jim aun conociendo el carácter explosivo de su hermana, aunque parecía estar más relajada de lo normal─. Tú sabias que yo me reunía con ellos ahí ¿Quién más podría haberlo hecho?
─Solo los recuperamos ─contestó Rebeca─. Fueron órdenes de papá. Sabía que él estaba buscando unos documentos, y me enteré que tus amigos los tenían, así que simplemente le ayudé a conseguirlos.
─¿Sabes al menos de qué son esos documentos que robaste?
─¿Y eso importa? ─respondió la chica─. ¿Tú acaso también lo sabes?
Jim se quedó callado.
─Eso no me interesa ─respondió Rebeca─. Yo solo cumplí lo que me dijo papá. Digo, por algo soy su preferida.
─Maldita mocosa mimada ─murmuró Jim, lo suficientemente bajo para que su hermana no lo oyera.
─Bueno ─Jim habló de nuevo─. Lo único que sé es que esos documentos pertenecen a los habitantes de este pueblo, y por lo que me dijeron ellos, con esos podían detener la minera.
─Lo dudo ─contestó Rebeca─. Las concesiones ya están entregadas, ya es muy tarde.
─¿Aun si esas concesiones hubieran sido otorgadas de una manera corrupta?
─¿Qué quieres decir?
─Lo oí todo ─contestó─. Papá sobornó a varias autoridades aquí para que pudieran darle la concesión. Me imagino que necesitaba permisos ambientales o algo así porque así siempre lo ha hecho en las otras mineras, pero creo que no se los dieron y por eso tuvo que recurrir al soborno.
─Papá jamás haría eso.
─Lo hizo ─respondió Jim─. E incluso tiene los documentos que lo prueban, están escondidos en algún lugar de su campamento.
─Mientes.
─Podemos entrar y buscarlos ─dijo el chico.
─Si haces eso papá se molestará.
─Me da igual ─respondió Jim─. Si de verdad papá no espera nada de mí, si cree que soy un inútil, le demostraré que no lo soy salvando este pueblo.
─Te acusaré ─replicó la chica─. Eres un traidor.
─Quiero verte hacerlo ─dijo firmemente mientras se encaminaba hacia la caravana de su padre.
Rebeca no hizo absolutamente nada más que verlo alejarse. Quizá era la primera vez que lo veía tan decidido. Y después decidió seguirlo.
Llegaron entonces a la caravana. Pasaron por debajo de la ventana y se agacharon para que su padre no los viera. Él estaba dentro de la caravana hablando por teléfono con alguien.
─Cuando termine de hablar te acusaré ─le dijo Rebeca.
Jim no dijo nada. Y entonces los dos pusieron atención lo que su padre decía:
Ahí pudieron oír a su padre llamado por teléfono a alguien
─Ser yo… ya encontramos documentos… estaban en iglesia abandonada, aunque, mis hombres decir que había una biblioteca o algo parecido ahí… ya no haber problema… ¿los otros documentos? …Of curse… estar conmigo… ya poder avanzar la mina… gracias por money extra… sobornos ser más rentables que mina, jeje.
─¿Sobornos? ─exclamó en voz baja Rebeca─. No… puede ser, él no haría…
─Tú misma lo escuchaste ¿no? ─respondió Jim─. Sigue escuchando.
─Como recuperé documentos, tú prometerme darme más money la siguiente vez que te vea. Yo estar angustiado porque pensar que estos documentos aun ser válidos, porque aun lo son. Tu no contarme ese detalle, por eso seguirlos buscando, así que espero más pago de tu parte o si no, todos enterarse de tus actos corruptos… ¿Yo? Yo no tener nada que ver contigo my friend, yo solo recibir dinero de mi compañía minera. No importarme si me descubren, tengo otros negocios en otros países, y funcionar igual que este. No ser la primera vez que hago esto. Tú terminar en cárcel pero yo tener muchas influencias… ya sabes que hacer, bye.
Y acto seguido colgó. Rebeca se quedó sin palabras. Probablemente la imagen perfecta que tenia de su padre, se hizo pedazos en ese momento. Cuando notaron que su padre se había ido, hablaron más libremente.
─¿Papá siempre ha hecho esto? ¿En todas las mineras que ha abierto?
─Yo te lo dije ─comentó Jim─. Pero no querías creerme.
─Aun así ¿Qué puedes hacer tú? ─dijo Rebeca─. No puedes detenerlos.
─¿Quieres ayudarme?
─¿Yo?
Rebeca bajó la cabeza, como si fuera a llorar en cualquier momento. Ahí estaba la respuesta.
─Yo solo no puedo ─dijo Jim mientras se levantaba dispuesto a irse─. Pero sé que podremos hacerlo.
─¿Quiénes?
Jim volteo y respondió con una sonrisa:
─Mis amigos otakus.
Y se alejó dejándola pensativa.
****
Ahí estábamos todos reunidos contemplando el desastre en nuestra base. Todo estaba regado, libros de manga y anime tirados por el suelo, algunos estaban rotos. Mesas y sillas volcadas y ningún aparato electrónico estaba ahí.
Con un poco de sorpresa, Mayra nos explicó que fue Alice, la vieja integrante de Nipponkenkyo la que le dio aviso. Las dos fueron a corroborarlo y luego Mayra nos llamó a todos para reunirnos y platicarnos lo sucedido.
─Tal y como lo supuse ─aclaró Mayra─. Los documentos no están. Esto fue obra de los mineros, no hay duda.
─Y para rematar, también se llevaron los artículos electrónicos ─dijo Claudio.
─Menos mal que no se llevaron el manga ─anunció Gibrán
─Dudo mucho que les interese eso ─dije.
─¿Creen que Jim haya tenido algo que ver? ─mencionó Martina y todos guardamos silencio.
─¿Quién es Jim? ─preguntó Alice.
─Un chico canadiense que se juntaba con nosotros ─respondió Angelina─. Pensé que se estaba acostumbrando a nosotros porque ya nos llevábamos bien pero…
─No saquemos conclusiones aun ─exclamó Mayra─. Honestamente no creo que esto haya sido obra de Jim.
─Esperen ─comentó Alice─. Yo hace rato hablé con un chico canadiense que decía conocerlos. No le pregunté su nombre pero creo que es ese Jim del que hablan, los dos encontramos esto.
─Un momento ─dije─. Si de verdad hubiera sido Jim el que hizo esto, ¿porque la llevaría al lugar de los hechos de nuevo?
─¿Para deslindarse de la responsabilidad?
─Dudo mucho que haya sido él, así como Mayra dice ─comentó Alice─. Él me contó que le gustó mucho el pueblo y que ustedes le caen bien ¿Por qué haría algo así? Incluso dijo que lamentaba que su minera estuviera destruyendo el pueblo.
Y justo en ese momento el aludido apareció. Jim apareció frente a nosotros jadeando porque parecía ser que había corrido bastante. Me dio la sensación de que percibí algo de hostilidad en algunos miembros del grupo. Mayra al parecer también se percató y les dio señales de que se tranquilizaran.
─Jim ─le preguntó Mayra─. ¿sabes algo acerca de esto?
─De eso venir a hablarles ─respondió jadeando─. Yo no robar documentos pero esto ser mi culpa.
─Explícate.
Jim bajó la cabeza y comenzó a hablar.
─Yo al inicio unirme a ustedes porque querer conseguir documentos para complacer a mi padre, pero mi padre jamás me ha aceptado como soy y él verme como un inútil. Además ustedes mostrarme cosas lindas de este pueblo, y ser mis primeros amigos, así que ya no querer robar nada, yo solo querer tener amigos. De verdad lo siento.
─¿Entonces tú no robaste los documentos?
─No ─respondió─. Pero yo saber quién los robó y donde están. Así que yo ayudarles a recuperarlos, y también a conseguir los otros documentos.
─¿Qué otros documentos?
─Papá hacer muchos fraudes y sobornos del presidente municipal de Sayula para conseguir concesiones ─contestó─. Hay una carpeta con varios documentos que lo prueban, el presidente tener otra con lo mismo.
─Tal y como lo suponíamos─ exclamó Mayra─. El presidente municipal de Sayula también es un corrupto.
─Eso significa que no le podemos pedir ayuda a él ─comentó Gibrán mientras se acomodaba los lentes─. ¿Con quién iremos entonces?
─Ayer el gobernador del estado regresó de su gira por el país, tendremos que verlo a él entonces, pero primero hay que recuperar esos documentos.
─Poder ingresar en la noche por ellos ─comentó Jim─. La seguridad es alta pero como yo estar adentro, poder dejarlos pasar a escondidas.
─Pero eso se tiene que planear muy bien ─dijo Guadalupe.
─Bien Jim ─dijo la líder de SPEED mientras puso una mano en su hombro─. Confiaremos en ti, así que hay que prepararnos para esta noche.
─¿Esta noche?
─Si dejamos pasar un día más seguramente destruirán los documentos, así que esperemos que no hayan hecho nada para esta noche.
Y eso hicimos, planeamos cómo meternos a la minera en la noche para conseguir los documentos. Básicamente era algo ilícito lo que íbamos a hacer pero era por un bien mayor. Y pues, esto no se lo podemos decir a nadie.
Creo que una vez dije que yo jamás le mentiría a mi tía para ir a hacer algo malo. Me retracto, no se lo merece, pero lo tenemos que hacer. Discúlpame tía, pero salvaremos Yatareni.
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