Yatareni -Volumen 2 - 28
─¿Lidia? ─pregunté mientras empezaba a recordar─. ¿Entonces?…
─¿Pasa algo?
─Dices que eres de Yatareni, entonces ¿de casualidad eres hija del señor Isidoro y la señora Julia?
─Si ─contestó sorprendida─. ¿Cómo sabes eso?
─Soy Eliseo ─me presenté─. Soy el hijo de la hermana de tu mamá.
─¿Eres el hijo de mi tía Eugenia?
─Si ─respondí─. Estoy viviendo en casa de tus papás por ahora y duermo en tu habitación. Mi tía había mencionado que tú trabajabas en el gobierno del estado, pero, francamente, esto ha sido una coincidencia sorprendente.
─Espera ─exclamó más emocionada porque, al parecer, ella también me recordó─. Ya te recuerdo, ¡Cómo has crecido primo!
Y acto seguido me abrazó muy fuerte.
Se sentía raro porque, técnicamente la acaba de conocer y ya me abrazaba como si me conociera de toda la vida. Y es que no la recordaba para nada, pero supe que era ella, tan solo porque mencionó su nombre y su procedencia. Y como ella es mayor que yo, naturalmente me recuerda mejor, al menos hasta que supo quién era yo.
─Ok ─dijo Mayra mientras cruzaba los brazos─. Este es un buen ejemplo de ese tipo de cosas que siempre pasan en los animes.
─Gracias por ayudarnos Lidia ─dije con algo de dificultad─. Pero ya puedes soltarme.
Como epilogo a esta historia. Efectivamente, se comprobaron todos los fraudes de la minera de manera que tuvieron que retirarse. Además, también tuvieron que pagar una indemnización por daños al medio ambiente y por los fraudes. Por lo que sé, también se planea más adelante declarar toda esta zona como área natural protegida, con lo cual se evitará que esto suceda de nuevo. El presidente municipal de Sayula, al descubrirse su complicidad con la minera canadiense, fue removido de su cargo y se nombró un presidente interino.
Todo había salido bien excepto por una cosa. El hecho de que se fuera la minera, significaba que también Jim se iría. Al menos tuvimos una oportunidad de despedirnos de él.
Nos encontramos una última vez en la base de SPEED. Pero lo inusual de aquella despedida, es que esta vez, venía acompañado por su hermana.
─Muchas gracias por todo ─dijo Jim sonriente, pero también al borde de las lágrimas─. Yo divertirme mucho aquí, y además, enseñarme nuevo pasatiempo.
─Genial ─dije un poco sarcásticamente─. Creo que lo convertimos en otaku.
─¿Y eso no sería lo mejor del mundo? ─preguntó Gibrán.
─Papá estar molesto por lo sucedido ─comentó Jim─. Pero quizá esto sirva para que él deje de hacer malos tratos y haga las cosas correctamente.
─Esperemos que sí ─comentó Mayra mientras lo saludaba de mano─. Fue temporal pero, fue bueno tenerte en el equipo.
─¿Y ella no dirá nada? ─preguntó Martina refiriéndose a Rebeca.
Hasta ese momento, la hermana de Jim había permanecido alejada y distante de nuestra conversación. Al sentirse aludida, decidió acercarse como si la estuviéramos obligando, aunque no le dijimos nada. En todo momento nos estuvo mirando de una manera rara, como si quisiera encontrar las palabras correctas para comunicarse con nosotros.
Sin dejar de lado su actitud “tsundere” como diría Gibrán después, ella nos dijo, por cierto, en un español casi perfecto:
─Yo… me disculpo por todo lo que dije acerca de ustedes, sobretodo porque tampoco estaba al tanto de lo que mi padre estaba haciendo.
─No, está bien ─respondió Mayra Páez─. Es decir, no fue culpa de ustedes, como dices, no lo sabían.
─No sé si yo volver después aquí ─comentó Jim─. Pero yo tratar de venir algún día.
─Eres bienvenido aquí Jim ─le dije─. Al igual que tu hermana.
Rebeca estaba en ese momento de espaldas encaminándose para irse sin esperar a su hermano. Cuando dije eso último, ella se detuvo en seco y volteó a vernos.
Y nos sonrió. Y no fue una sonrisa forzada, fue sincera.
Y así, aquellos extranjeros se fueron.
Ese mismo día, pero más tarde, mi hermana Renata también dejaba el pueblo. Los miembros de SPEED fuimos a encaminarla a la parada del autobús que la llevaría a Sayula y de ahí a casa.
Mi hermana se despidió diciendo que había pasado aquí los mejores días de su joven vida.
─Vendré de nuevo después ─dijo─. Y jugaremos futbol, mucho futbol.
─Así será ─respondió la líder.
El autobús llegó y la ayudamos a subir sus maletas. Como todavía el autobús estuvo detenido esperando gente ella todavía nos habló desde la ventanilla.
─Por fin lo entiendo todo hermanito ─exclamó.
─¿A qué te refieres? ─pregunté
─Porqué te gusta tanto este pueblo ─respondió.
Todos le sonreímos mientras podíamos ver que ella se estaba limpiando los ojos. Creo que eso me causó mucha ternura, ya que es muy difícil que ella se conmueva tanto. Excepto cuando gana un campeonato de futbol, pero hasta eso, ya se acostumbró.
Ella entonces se despidió con un sonoro “Adiós”, cerró la ventanilla y el camión comenzó a moverse, alejándose del pueblo.
Todos, creo inconscientemente, dimos un gran suspiro.
─Bien ─comentó Mayra Páez devolviéndonos a la realidad─. Fue una buena semana ¿no lo creen? La fiesta patronal, detuvimos la minera…
─Creo que nos merecemos un buen descanso ─dijo Gibrán.
─Si ─comentó Mayra─. Pero eso será después. Mañana a primera hora los quiero a todos en la iglesia para acomodar todo el desastre que hicieron esos mineros.
─Lo siento ─intervine─. Pero yo mañana trabajo con el arqui.
─Él no va a abrir mañana. Quizá no abra en toda la semana ─increpó Mayra Palacios.
─¿Tú como sabes eso si se supone que estas peleada con tu papá?
─¿Crees que mi papá abriría su negocio después de la tremenda metida de pata que hizo en la fiesta patronal? ─respondió─. Yo no lo haría, solo vendrían a burlarse de mí.
─Tienes razón ─murmuré.
─¿Y qué haremos con los aparatos que se robaron? ─preguntó Claudio.
─Yo me encargo ─respondió Mayra Páez─. Mañana también pasaré a comprar todo lo que nos robaron a Sayula.
─Oye ─pregunté─. Si no es mucha indiscreción, pero ¿Qué tan rica eres?
─¿Rica en qué sentido? ─me respondió mirándome de una manera lasciva y poniéndose un dedo en los labios.
─Me-me refiero a la cantidad de dinero que tienes ─respondí nervioso─. Considerando que así de la nada puedes ir y comprar todo lo que nos robaron.
─Pues justo eso ─contestó─. La cantidad de dinero que me permite hacer eso mismo.
Después de hacer nuestra ya acostumbrada arenga de despedida, aunque de todos modos tenía bastante que no la hacíamos, cada quien tomó su camino.
Pero alguien me detuvo.
─Espera ─me dijo Angelina cuando ya solo quedábamos nosotros dos─. Quiero hablar contigo, no me tardaré mucho.
─¿Qué sucede?
─Mayra, la de la capa roja, no la otra, me dijo algo el día de la fiesta patronal ─contestó Angelina─. Me dijo que no se lo dijera a nadie porque ella ya no le veía mucho caso pero aun así quiero decírtelo. Tú sabrás qué hacer con lo que te voy a decir.
Con eso logró llamar toda mi atención.
─Pues entonces dime, ¿de qué se trata?
Como si fuera a revelar el secreto más grande del universo, la chica tomó mucho aire y al final exclamó:
─La semana pasada fue el cumpleaños de Mayra.
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