Yatareni -Volumen 2 - 29
Parte Cuatro
Sesenta y seis
La minera canadiense, antes de retirarse de Yatareni, tuvo que pagar una muy grande indemnización por daños al medio ambiente así como varias multas debido a la corrupción con que ejerció la gestión y construcción de la mina.
Ahora, en aquel lugar donde antes se asentaba la minera sólo quedó un agujero enorme producto de las excavaciones. Quizá más adelante lo conviertan en algún parque o algo por el estilo.
No estoy seguro de la cantidad de dinero que tuvieron que pagar, pero calculo que debió pasar de los 15 millones.
Unos días después el alcalde de Yatareni mandó llamar a toda la tropa de SPEED y nos reunimos a puerta cerrada en su oficina. No se cómo se enteró. El pueblo es pequeño y las noticias vuelan. Él sabe que fuimos nosotros los que encontramos los documentos en la hacienda y también los que los llevamos a Santa Miranda salvando de esta manera el pueblo. Aunque hubo más personas que nos apoyaron, fuimos nosotros específicamente los que hicimos el trabajo como tal. O al menos, tomamos la iniciativa.
El alcalde estaba agradecido con nosotros pero también se sentía mal de que fuéramos nosotros, y no él los que resolvimos el problema.
Pero insistió en recompensarnos por lo que habíamos hecho. Nos entregó a cada uno una tarjeta de crédito con una cierta cantidad de dinero. Dijo que era parte de la indemnización de la mina y que nos lo merecíamos. También dijo que la idea de darnos una recompensa no fue de él sino de algunos vecinos que hablaron con él sugiriéndole aquello.
Aunque al inicio, como personas humildes y sencillas que somos declinamos el regalo, después de que el alcalde insistiera aceptamos el dinero.
Tuve la oportunidad de checar cuánto dinero había en la tarjeta de crédito y casi me caigo de espaldas cuando vi un número de seis cifras. Probablemente a todos nos dio la misma cantidad.
No sé qué voy a hacer con tanto dinero. Pero creo que los demás sí.
Mayra Páez usó parte de su dinero para arreglar la iglesia y también para comprar los aparatos que nos habían robado antes, pero como ella ya tiene mucho dinero deporsí, prácticamente no gastó nada.
Y en mi caso usé una pequeñísima parte del dinero para celebrar un cumpleaños ocho días después de que la minera se fuera. No era un cumpleaños cualquiera, aunque esa era su temática principal. También celebrábamos el que hubiéramos tenido éxito al detener la mina y estábamos estrenando las nuevas instalaciones. O como lo dijo Gibrán, la tercera reforma de la base de SPEED.
A pesar de todo el dinero que teníamos nuestra fiesta no fue tan ostentosa. Era más como los cumpleaños que mi mamá me celebraba cuando era niño e invitaba a los tíos y primos.
Refrescos de sabor, algunos globos y serpentinas adornando por ahí, gelatinas, música de anime. Bueno, esto último no lo hacían en mis fiestas, era algo original de nosotros. Y no podía faltar un pastel de tres leches con interior de chocolate.
Y en la parte posterior, las palabras “Feliz cumpleaños Mayra Palacios” y dos velas, un 2 y un 1, formando el número 21, velas que cuando les soplabas y se apagaban, se volvían a encender solas. Mayra ahora tenía 21 años.
Se suele decir que el 21 es símbolo de madurez, pero aunque pareciera que esto no aplica en ella, yo pienso que sí. Al menos es más madura que cuando la conocí.
Mayra naturalmente no se lo esperaba. Fue algo que yo planeé con ayuda de todos los demás chicos. Y aunque la chica había dicho al inicio que no había necesidad de que celebráramos su cumpleaños terminó disfrutando bastante la fiesta.
Brindamos con los refrescos así como lo hacen los japoneses, diciendo “Kampai” y “Omedeto gozaimasu Mayra-chan” Bueno, esto último yo no lo dije, fueron ellos. Yo la felicité normalmente. El anime aun no me afecta lo suficiente la cabeza.
Y en medio de todo ese jolgorio, la pequeña Martina pidió la palabra.
Fue curioso cómo tomó uno de los tenedores de plástico y lo hizo chocar contra su vaso de unicel como si fuera una cena de gala, para llamar nuestra atención.
─Chicos, por favor préstenme atención, quiero decirles algo importante.
Guardamos silencio de inmediato y Gibrán le bajó el volumen a la música.
─Antes que nada ─dijo dirigiéndose a la festejada─. Felicidades Mayra, y perdón por usar tu fiesta para darles este mensaje.
─No, no te preocupes ─replicó la susodicha sonriendo─. Di lo que tengas que decir.
─Verán ─Martina intentó hablar más seriamente pero su particularidad de “loli” no ayudaba mucho─. Este cumpleaños de Mayra no será el único que festejaremos. En un mes yo también voy a cumplir 15 años.
─Felicidades ─soltó Claudio.
─Pero si acaba de decir que falta un mes ─le dijo Mayra Páez.
─Lo siento.
─Ya déjenla hablar.
─Miren ─la niña continuó hablando, ahora más nerviosa─. Yo siempre he querido una fiesta de XV años, pero yo sabía que mis abues jamás podrían pagarme una porque no tienen el dinero suficiente y por eso es que jamás lo mencionaba. Pero creo que ellos siempre lo supieron porque cuando nos invitaban a fiestas de XV años yo siempre me quedaba embobada viendo el vals y los chambelanes, y ellos se daban cuenta. Ellos me preguntaban que si quería una fiesta de XV años y aunque no les respondía, ellos y yo sabíamos que yo sí quería.
─Pero, ahora que recibimos este dinero del alcalde ─continuo─. Ya podemos pagarnos una fiesta. Se lo comenté a mis abues y me dijeron que estaban de acuerdo, así que esta semana nos dedicamos a organizarnos para la fiesta, a conseguir los padrinos y todo lo demás.
─Oh, qué bien ─exclamó Angelina─. Será un honor acompañarte en la fiesta.
─Gracias ─Martina agradeció y continuó hablando─: Les comento todo esto porque obviamente están invitados, pero también porque… todavía estoy buscando un último chambelán.
Entonces, como si le costara trabajo, se levantó de su asiento y mientras me señalaba así como lo suele hacer Gibrán, me dijo:
─Eliseo, me gustaría que tú fueras mi chambelán.
Todos guardaron silencio. Yo pensaba que era porque no habían entendido lo que había dicho, pero entonces me di cuenta que fue porque estaban esperando mi respuesta.
─¿Yo? ─pregunté extrañado─. Es decir… no tengo problema con eso, pero ¿Por qué no elegir a Gibrán o a Claudio? es decir, a ellos los conoces más tiempo que a mí.
─Oye ─me dijo Mayra Páez─. Si no quieres, solo díselo y ya.
─No, no es eso ─repliqué─. Me halaga de cierto modo que me hayas escogido a mí, pero… es decir, ¿tus otros chambelanes no son de tu edad? ¿No se verá raro que yo salga con ellos porque soy mayor?
─No hay problema─ respondió la niña─. Los demás chambelanes tienen entre 18 y 20 años, yo misma pedí que tuvieran esa edad para que pudieras acoplarte con ellos.
─¿Te das cuenta de lo que dijo? ─ahora fue Guadalupe la que me habló─. Lo hizo por ti, de verdad te quiere como chambelán.
Mientras contemplaba como la niña se ponía completamente roja, tomé mi decisión. Al final suspiré y sonreí.
─Acepto, será un honor acompañarte como tu chambelán ese día Martina.
Creo que sin darme cuenta, se lo dije como lo hace el típico galán de un anime shojo, cuando se le declara a la chica.
Y Martina sonrió, pero no fue una sonrisa como siempre las hace. Deporsí se ve tierna cuando sonríe, pero esta vez su sonrisa fue mucho más alegre por así decirlo.
─Solo te quiero dejar en claro que no sé bailar ─comenté.
─No importa ─respondió sonriendo─ .Yo tampoco sé bailar, pero de eso se encargará el coreógrafo.
Durante el resto de la reunión a la “Flor de Capomo” nunca se le borró su sonrisa.
Cuando ya nos estábamos despidiendo para irnos, Martina me dijo que esa misma tarde en su casa se reunirían los chambelanes para conocer al coreógrafo que pondría los bailes del vals y a partir de mañana todas las tardes ensayaríamos en su casa.
─Te espero al rato ─me dijo Martina al despedirse sin borrar su sonrisa─. Y de verdad te agradezco que hayas aceptado.
Acto seguido salió corriendo sin dame una oportunidad de despedirme de ella. ¿Podría haberle dicho eso mismo a los demás chambelanes cuando aceptaron acompañarla?
─¿Soy yo o Martina ha estado actuando muy raro últimamente? ─me dijo Mayra Páez mientras también la veía alejarse.
─¿Qué quieres decir? ─pregunté.
─No, nada ─respondió─. Quizá es solo una idea mía.
Esa misma tarde, en el patio de tierra de la casa de Martina la niña y los cinco chambelanes que éramos conocimos al coreógrafo.
Siempre me he preguntado por qué todos los coreógrafos de este tipo de eventos tienen la misma apariencia. Visten como hípsters, están peinados con una mohicana y hablan y caminan de una manera muy afeminada. Pero en fin, esa tarde nos estuvo enseñando los pasos básicos y al día siguiente comenzamos de lleno con los ensayos.
Fue Martina la que escogió los temas que bailaríamos en su fiesta. Por lo general, para este tipo de bailes se escogen canciones de vals, valga la redundancia. Es decir, canciones de música clásica, como las que ponían en los convivios que hacían cuando iba a la primaria. Canciones como El Danubio Azul, El matrimonio de Amor, Para Elisa, La Bella Durmiente, Recuerdos de infancia o Corazón de niño no pueden faltar.
Pero en algunos casos, sobre todo en los vals con canciones modernas que siempre se bailan al final, por lo general hay canciones de género electrónico, reggaetón o alguna canción de moda. Por ejemplo, la canción Tiempo del vals de Chayanne, una de las canciones que eligió Martina.
Pero la mayoría del repertorio musical que eligió la niña se componía de canciones… prefiero dejarlo como una sorpresa para ese día, pero creo que es algo fácil de adivinar.
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