Yatareni -Volumen 2 - 31
Temprano al día siguiente, que era domingo, pasé a la casa de la niña para que fuéramos a comprar su vestido, pero como aún no estaba lista decidí esperarla afuera. Mientras tanto conversé un poco con el abuelo de Martina. Ya a esa hora estaba sentado frente a su jacal viendo el pasar del tiempo.
El abuelo comenzó a hablarme de cuando era niño y cómo durante su infancia vivió acontecimientos como la guerra cristera. De ahí cambió el tema a leyendas que yo no conocía, leyendas que posiblemente ni mi madre ni mi tía sabían. Y de ahí cambió al tema de la política, de su opinión sobre la minera que se había ido y de otras cosas más. Así era él. Podría comenzar hablando de una cosa y después sin percatarse cambiaba de tema. Pero todo lo que él contaba lo contaba de un modo que atraía, generaba interés en los que lo escuchaban, aun cuando fueran cosas que ya sabían de antemano. Un día me gustaría conversar más tiempo con él. Como es de las personas de más edad en el pueblo seguramente sabe muchas cosas.
Estuvimos hablando, o mejor dicho, él estuvo hablando hasta que la niña salió preparada para que nos fuéramos.
Fue un poco peculiar verla vestida de una manera muy diferente a la que estoy acostumbrado. Ella siempre usa ropa tradicional a veces muy colorida. Pero esta vez vestía de una manera más urbana. Unos jeans de mezclilla y una playera con un personaje de anime que no pude identificar porque llevaba también una chaqueta que combinaba con su pantalón. Usaba también unos tenis blancos y unos tines y cargaba una pequeña mochila a su lado, más bien una bolsa. Pero lo que más me sorprendió fue su peinado. No tenía las mismas trenzas que siempre tiene. Su cabello estaba suelto y le llegaba hasta un poco más abajo del hombro. Creo que jamás la he visto sin sus trenzas. Ni siquiera yo me había arreglado tanto.
─Estoy… lista ─dijo nerviosa─. ¿Qué tal… me veo?
─Bien ─respondí un poco incómodo─. Te ves un poco… mayor.
Y sonrió.
Nos despedimos de sus abuelos los cuales nos dijeron que no llegáramos tarde. Nos dirigimos a la parada del autobús que nos llevaría a Sayula. Tomamos el camión y, una hora después ya estábamos en la cabecera municipal.
─¿Y bien? ─pregunté─. ¿Dónde venden el vestido?
─En el mercado ─respondió─. Abue dice que hay una parte donde hay muchos locales que rentan y venden trajes para toda ocasión, vestidos y cosas de ese tipo.
Y eso hicimos, caminamos por todo el centro del lugar hasta llegar al mercado. El mismo mercado que, en su momento, visitamos de paso a la playa. Un mercado popular de esos que normalmente tienen nombres de fechas en el calendario. Nunca supe por qué, pero me imagino que ese fue el día en el que las inauguraron.
Adentro hay, literalmente, de todo dividido por áreas. Cada una se especializa en la venta de algún producto o servicio. Desde ropa, calzado, comida, utensilios del hogar, electrónica, refacciones, herramientas, etc… Es común oír el barullo de toda la gente, tanto la que va a comprar algo como la que invita a los transeúntes a que les compren diciendo siempre que ellos son los que tienen lo más barato y de mejor calidad. Son de aquella gente que, sin importar el color de la piel, siempre llaman a las mujeres como “güerita”
Martina, aunque no habla mucho, tampoco es tan callada como Mayra, al menos durante las reuniones de SPEED habla un poco más. Pero ahora estaba inusualmente más callada que de costumbre. No sabía por qué, pero tampoco quise obligarla a decir algo. Quizá todo eso la incomodaba de algún modo.
Llegamos a un gran pasillo lleno de locales con un montón de vestidos de novia, trajes de primera comunión, esmóquines, etc., en grandes vitrinas. También vimos algunos disfraces para fiestas infantiles y otros más que ya podrían considerarse cosplay, aunque eran más de superhéroes de comics americanos.
Vi todos esos locales y ni me molesté en calcular cuánto tardaríamos en escoger el vestido de Martina. Esto iba para largo. Pero todo sea para complacer a la “Flor de Capomo” De manera que, uno a uno visitamos todos los locales, preguntamos precios. Ella se probó no sé cuántos vestidos y siempre me preguntaba si se veía bien. Y aunque le decía que sí se veía bien, porque de hecho, así era, todos se le veían bien, ella no parecía muy convencida. Al final es ella la que tiene que decidir si le gusta o no ya que es ella quien lo usará. Luego me enteré que, en realidad estaba buscando algo más “oriental”, es decir, más relacionado al anime, o quizá algún vestido parecido a alguno que hayan usado en algún anime.
Dudo que haya algo como eso aquí. Y se lo dije.
Al final, después de unas tres horas, se decidió por un vestido que habíamos visto en el primer local que visitamos. Después de haber recorrido como quince. Pobre del que se case con ella y la lleve de compras.
Creo que se decidió por ese porque comenzó a sentir hambre. De manera que solo eligió el que le pareció mejor de todos los que se había probado. Una decisión precipitada por el hambre.
Cuando hubo pagado el vestido nos dirigimos otra vez al área de comida del mismo mercado. Había muchos negocios de comida rápida, de comida corrida y de otros tipos. Decidimos comer en una fonda que parecía tener mucho espacio. Servían consomé de pollo, tacos dorados, tacos de carnitas y otras cosas por el estilo. Y los dos pedimos consomé, pero ella pidió el suyo sin pollo porque decía que no le gustaba mucho la carne. También nos sirvieron agua de tamarindo.
─Oye ─me preguntó otra vez un poco nerviosa─. ¿Te gustaría que fuéramos a otro lado?
─¿Aquí en Sayula?
─Por supuesto ─respondió─. No es muy tarde y hay algunas cosas que quiero ver.
─¿Estas segura que es buena idea? ─le pregunté─. Es cierto que no es tan tarde, pero tu abuela dijo que quería que llegáramos temprano y no me gustaría que lleguemos cuando esté oscuro.
─¿Por qué?
Le di un sorbo a mi agua y respondí naturalmente:
─Porque podría ser peligroso y no quiero que te pase nada.
Se puso roja como un tomate. Aun sabiendo que este lugar es tranquilo creo que ella no pensó en ello. Y al parecer yo tampoco pensé lo que le dije. Yo igual me sonrojé.
─Está bien, está bien ─repitió─. Mejor regresemos a la casa.
─De todos modos ─le dije evitando mirarla a los ojos─. Quizá más adelante… cuando tengamos tiempo, podremos venir.
Por la tarde llegamos a la casa de la abuela y le enseñamos el vestido, incluso Martina se lo puso para que ella lo viera. Sus abuelos quedaron encantados.
Hasta hoy solo los abuelos de Martina y yo sabemos cómo estará vestida aquel día.
Será una sorpresa para todos. Sobre todo porque, aunque solo se lo estaba probando se veía hermosa.
No puedo esperar a que la vean todos el día de la fiesta. Los deslumbrará, bueno, nosotros los deslumbraremos.
****
Mayra Palacios salía de la tienda “La Poblanita” Acababa de comprar un refresco y unas frituras. Paseaba por la plaza central cuando oyó que mencionaron su nombre:
─¿Cómo te trata la vida tocaya?
Mayra Páez estaba también en el lugar, quizá haciendo algún mandado pero Mayra de la capa roja ni se molestó en preguntárselo. Probablemente tenía algo de prisa en llegar a la base.
─Vine a comprar comida ─respondió Palacios─. Y después iré a la iglesia a leer manga.
─¿Y eso haces todos los días?
─Todos estos días sí ─respondió─. No tengo nada que hacer y ahora que tengo dinero, pues, así me entretengo, jeje.
─Que buena vida tienes ─bromeó sarcásticamente Páez─. Te la pasas leyendo manga en la base y solo bajas para comprar frituras, que por cierto, no es comida, y regresas a seguir leyendo, y en la noches vas a casa de los tíos de Eliseo, los cuales te quieren mucho, a dormir. Ojala yo también tuviera un estilo de vida tan despreocupado como el tuyo.
Mayra Palacios entendió su sarcasmo, pero no dijo nada.
─Además, me agrada tu nueva imagen ─dijo─. Ya no usas los vestidos estilo victoriano de siempre, ese vestido negro se te ve mejor.
─Gracias ─musitó Palacios.
─Bueno, te dejo tocaya ─le dijo Páez─. Tengo algo de prisa.
─Oye ─la detuvo Palacios.
Mayra Páez se volteó.
─¿Qué sucede? ─preguntó
─¿Has… visto a Eliseo?
─No lo he visto desde ayer que fue a verme al estudio ─respondió.
─¿Fue al estudio?
─Ya terminamos el primer capítulo de su anime ─respondió Páez─. Y se lo mostré.
─Ah, entiendo.
─¿Por qué la pregunta? ─preguntó Páez sonriendo.
La chica se sonrojo.
─N-no es nada ─respondió─. Era curiosidad nada más.
─No estoy segura, pero quizá esté con Martina.
Mayra Palacios sintió un pequeño escalofrío por la espalda.
─¿P-porque estaría con ella?
─Eliseo me dijo que Martina le pidió que fuera a su casa ─respondió─. Parece ser que la “loli” iría a Sayula y los abuelos de Martina querían que Eliseo la acompañara.
─¿Eso fue ayer?
─No ─respondió─. Fue a su casa ayer y hoy se fueron a Sayula.
Fue como un balde de agua fría.
─¿Fueron… a una cita?
─Si lo quieres ver así, está bien ─Mayra Páez sonrió─. Pero yo no lo creo. Parece que tiene que ver con la fiesta de XV años de ella. Además, recuerda que ella es más pequeña, así que no tienes de que preocuparte.
─¿Pero solo fueron ellos dos?
─Claro ─dijo y la líder de SPEED se despidió.
Después de que se quedó sola Mayra Palacios no sabía qué pensar ni qué hacer.
Obviamente sabía que Eliseo no intentaría nada con Martina, tal y como se lo dijo la otra Mayra. Solo había ido a Sayula a un asunto relacionado a la fiesta de la niña y nada más, no pasaría nada.
¿Pero qué tal si ella intentara algo?
─No, es imposible ─murmuró en voz baja pero parecía que la gente a su alrededor podía escucharla─. Aunque ella pensara en intentar algo, Eliseo no aceptaría… ¿o sí?, no… estoy pensando así porque me siento celosa, es todo. Tengo que pensar bien las cosas, no creo que realmente pase nada… sin embargo, aun así duele… ─la chica se apretó el corazón─. Porque una mocosa se me está adelantando… tengo que pensar en algo.
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