Yatareni -Volumen 2 - 39
Lo primero que hice después de que mi tía se fuera a dormir fue cambiarme de ropa y guardar el traje de cadete que usé ese día porque lo tenía que devolver al local donde lo rentamos. Claro, después de llevarlo a una tintorería a que lo lavaran.
Solo los chambelanes rentamos nuestros trajes, Martina se compró su vestido.
Mayra y yo nos servimos de comer unos frijoles bayos refritos, un poco de carne de res empanizado, y jugo de naranja y nos sentamos a comer. A las tres de la mañana.
¿Quién come a las tres de la mañana? Si, como cierta estrella de mar.
Mayra todavía no daba el primer bocado cuando decidí preguntarle:
─Mayra ¿Estás bien?
─¿De qué hablas?
─Hoy estuviste un poco distante ─respondí─. Es decir, más de lo normal ¿estabas enojada?
Dejó de comer y se paralizó. La chica volteó hacia otro lado, pero devolvió su mirada hacia mí.
─No… es nada ─contestó─. Bueno… tú y Mayra… se tardaron mucho en volver hoy.
─Ah, ya te habíamos dicho ─comenté─. Una de las llantas de su auto se ponchó y pues…
─¿Pero que hicieron en todo ese tiempo? ─preguntó rápidamente.
─Pues esperar a que lo repararan ─respondí─. ¿Por qué preguntas acerca de eso?
─Era… solo curiosidad ─dijo y tomó un sorbo de su vaso de agua.
─Sabía que era mentira pero se lo dije con tal naturalidad que realmente me creyó, y ahora me siento un poco mal, sobre todo por si Mayra en algún momento revela la verdad y esta Mayra que tengo frente a mí se da cuenta de que le mentí.
─Pues bien ─comenté─. Hay otra cosa que quería preguntarte ¿Has hablado con tu papá?
─No ─respondió tajantemente─. Y no quiero hablarle.
─Vas a tener que hacerlo en algún momento ─dije─. No se pueden distanciar para siempre. Es tu papá sin importar como sea. Además, ya pasó un mes.
─Pues a él tampoco parece importarle ─dijo─. Tampoco me ha hablado ni se preocupa por mí.
─Oye Mayra ─intenté hablar más seriamente─. Yo sé que tu papá es como es y que quizá eso nunca cambie. Aun con la humillación que sufrió el día de la fiesta patronal creo que ni con eso se le quitará esa costumbre, pero puedes estar segura de que él te quiere. Solo que creo que debe de estar avergonzado de lo que te hizo pasar. Quizá deberías tú de dar el primer paso.
─¿Y porque yo debería de hacerlo? ─replicó─. Él fue quien cometió esa estupidez, él debería de tomar la iniciativa, y ni así no lo ha hecho…
─Baja la voz que mis tíos están durmiendo ─le dije─. Ya sé, pero… ya te lo dije, tú papá no va a cambiar, creo que así como es debes de aceptarlo, él te quiere así como eres de… bueno, asocial y tímida, bueno, tú sabes bien, pero él se preocupa por ti.
─Claro ─respondió Mayra sarcásticamente─. Se preocupa por mí como para haberme llamado alguna vez.
─Creo que si hablaras con él quizá podrías…
─No Eliseo ─creo que me iba a decir algo más pero calló por un momento y se puso pensativa─. Pero es cierto, no podré evadirlo para siempre, es solo que… necesito tiempo.
─¿Quieres que te ayude?
─No ─respondió─. Yo solo… quiero hacerlo a mi ritmo.
─Oye ─le dije titubeando un poco─. Supongo que… recuerdas lo que te dije esa noche en la base cuando fue la fiesta patronal. Sé que quizá no te lo demuestro correctamente, pero ya sabes, puedes contar conmigo para lo que necesites. No lo olvides.
Mayra se sonrojó de nuevo. Parece que es bastante fácil hacer que se sonroje.
─Gra-gracias.
Pasaron unos segundos y ella ahora fue la que me cuestionó:
─¿Tú has hablado con él?
─¿Por qué hablaría con él? ─le pregunté mientras daba un sorbo a mi vaso de jugo.
─Por tu trabajo ─respondió─. ¿Ya no estás trabajando con él?
─Ah ─respondí─. Pues, ya sabes cómo han pasado las cosas. Perdió el trabajo de la residencia, casi no teníamos trabajo en la oficina más que uno que otro encargo menor, y, desde que pasó lo de la fiesta patronal, tu papá no ha abierto su oficina, excepto una vez que abrió en la noche para limpiar un poco. Ese día yo lo ayudé y le pregunté si volvería a abrir pero me dijo que no estaba seguro. Ya tiene tiempo que no sale a la calle, y si sale, sale unos minutos y siempre de noche, muchos hasta creen que ya no vive aquí. Me sorprende que tú, siendo su hija no sepas nada de eso.
─Creo que he permanecido bastante distanciada de él ─dijo la chica y me preguntó─: ¿Y tú estás bien sin trabajo?
─Pues… ─respondí─. Ya no estoy trabajando, pero con el dinero que nos dieron por lo de la mina estoy bien.
─Por cierto ─preguntó de nuevo, cosa no muy común en ella, que ande de preguntona─: ¿Tu mamá sabe que nos dieron dinero por lo de la mina?
─Si ─respondí─. Mi hermana le contó todo, acerca de que nosotros encontramos los documentos y logramos que la mina se fuera, así que también sabe que nos dieron dinero, pero no sabe cuánto es, tiene una idea de que nos dieron como diez mil pesos pero prefiero que siga creyendo eso.
─¿Por qué no se lo dices? ─me preguntó de nuevo.
Enserio ¿porqué de buenas a primeras comenzó a cuestionarme tanto?
─Supongo que por seguridad ─respondí─. No quiero que se enteren que tengo mucho dinero, aunque aquí sea un lugar muy tranquilo, allá donde vive mi mamá no tanto, así que prefiero evitarle problemas.
─¿Pero no le estarías mintiendo?
─No ─respondí─. Nunca me ha preguntado directamente cuánto dinero tengo, así que, técnicamente, no le estoy mintiendo, solo le estoy ocultando la verdad, que no es lo mismo.
Pero creo que Mayra no pensaba eso. Quizá por eso se me quedó mirando con ojos entrecerrados, como si dudara de lo que le dije.
─¿Ella también sabe que ya no trabajas con mi papá? ─me volvió a preguntar.
─Tampoco lo sabe ─respondí.
─¿Por qué no se lo dices?
Tardé en responder, di un gran suspiro y le contesté:
─Porque ya no estaría aquí.
─¿Qué quieres decir?
─Recuerdas cuando nos conocimos ¿no? ─respondí─. Yo vine a este pueblo únicamente para trabajar con tu papá. Pero ahora que ya no estoy trabajando con él, ya no tengo nada que hacer en este pueblo. Yo debería de regresar a mi casa.
Y agregué, aunque fue más bien, algo para mí mismo:
─Supongo que en este caso, ocultarle la verdad estaría justificado.
Cuando dije esto, Mayra se sobresaltó. Creo que se arrepintió de preguntarme eso porque pude ver que su rostro perdía brillo.
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