Yatareni -Volumen 2 - 41
El siguiente sábado después de la fiesta de XV años de Martina, como era ya nuestra costumbre nos dirigimos a la iglesia para nuestra reunión.
Pero cuando Mayra Palacios y yo llegamos, únicamente se encontraba Mayra Páez. O al menos esa fue nuestra impresión desde el inicio. Aunque ya era algo tarde, Mayra Palacios y yo nos lo tomamos un poco con calma. Estábamos seguros de que ya todos los miembros estarían reunidos.
Sin embargo, nos sorprendió ver afuera de la iglesia a la líder de SPEED, como si estuviera haciendo guardia.
─¿Qué sucede? ─preguntó la otra Mayra.
─Guadalupe, Martina y Angelina no han llegado ─respondió la líder.
─¿Y los demás chicos? ─pregunté.
─Están dentro ─contestó─. Yo me salí para esperar a las chicas. Recuerden que no podemos comenzar hasta que estén todos.
─Pues supongo que habrá que esperar ─comenté.
Me preocupé por nada.
Aunque, como ella lo dijo, no podíamos comenzar hasta que estuvieran todos. Así que aunque me hubiera retrasado, me habrían esperado.
Pero de todos modos no podíamos comenzar porque faltaban las tres chicas. De manera que Mayra Palacios y yo entramos a la iglesia. La otra Mayra permaneció afuera esperando.
Vimos a Gibrán y a Claudio en la biblioteca del recinto. Gibrán estaba sentado en la mesa jugando algún juego con su celular. Claudio revisaba la repisa en busca de un manga que leer para pasar el rato.
─Qué curioso ¿no? ─comentó Gibrán al despegar su mirada del aparato y voltear a vernos─. Es la primera vez que alguien del grupo se retrasa por lo general siempre llegamos puntuales.
─Y no solo eso ─agregó Claudio sin dejar de mirar la repisa de los mangas─. Ahora son tres, ¿no creen que es un poco extraño?
─¿Por qué sería extraño? ─pregunté─. Quizá es solo una coincidencia.
─Seguramente llegarán muy pronto ─murmuró Mayra Palacios.
No había terminado de hablar cuando, pudimos oír los pasos precipitados de alguien que acababa de llegar.
Siendo la iglesia tan pequeña era posible oír perfectamente todo lo que pasaba afuera.
─Se los dije ─sonrió la chica de la capa roja.
Mayra y yo, y también Gibrán y Claudio nos asomamos a la entrada para comprobar que de verdad fueran las chicas faltantes. Teníamos la razón a medias.
Únicamente Guadalupe estaba presente. Estaba muy agitada lo cual evidenciaba que había venido corriendo. Vimos que le estaba diciendo algo a Mayra Páez.
Pero también vimos algo muy fuera de lugar. Guadalupe estaba llorando, o más bien, estaba sollozando. Tan solo verla así en ese estado me hizo sentir un escalofrío por todo el cuerpo. Fue algo muy horrible, sobretodo porque esa sensación ya no me abandonaría por el resto del día.
Tuve un presentimiento muy feo como si algo muy malo fuera a pasar. O quizá ya estaba pasando. Y lo sabía, por algo tres miembros de SPEED se retrasaban por primera vez. No era nada normal. Definitivamente algo estaba pasando.
Y que una de ellas regresara llorando pues… De verdad fue algo estremecedor.
En ese momento pudimos ver que Mayra Páez se acercaba hacia nosotros.
La líder de SPEED estaba muy seria. Es rarísimo verla así.
─Chicos, se suspende la reunión de hoy ─anunció.
─¿Que sucede? ─preguntamos.
No nos respondió, pero por detrás de ella pudimos ver que Guadalupe otra vez soltaba a llorar.
─¿Que está pasando? ─preguntó Claudio con un tono de preocupación que tampoco le había oído antes porque él siempre suele ser el bromista del grupo.
─Hay que ir a casa de Martina. ─contestó la líder.
Y eso fue todo lo que dijo.
No sabíamos lo que estaba pasando, pero, creía que si insistía por saber aquello seria quizá descortés. Por eso tuve que aguantarme las ganas de preguntarlo. Cuando llegáramos a la casa de Martina lo sabría. Aunque parte de mí no quería saberlo.
Llegamos en quince minutos a la casa de la niña.
Todavía estábamos lejos de la casa, cuando pudimos ver a un grupo de gente reunida frente a la casa de Martina. Eran bastantes, incluso obstaculizaban la calle. Creo que ni siquiera en la fiesta de hace ocho días había tanta gente. El presentimiento que comenzó cuando vi a Guadalupe llorar aumentó de manera descomunal. No sabía lo que estaba pasando, pero definitivamente no era nada bueno. Incluso sin darme cuenta, yo aceleré el paso y fui el primero en llegar a la casa.
Habían algunas personas paradas por ahí como esperando algo. Otras más estaban sentadas en diversos lugares, en algunas sillas, en la banqueta, o recargados en las paredes. La mayor concentración de gente estaba en la habitación de los abuelos de Martina. Desde ahí pude escuchar algunos sollozos.
─Ay mierda ─murmuré al escuchar aquello, no quería pensar en lo peor.
En ese grupo de gente también estaban mis tíos. Ellos no estaban dentro de la habitación porque había mucha gente y no se podía entrar. Y me acerqué para preguntarles lo que estaba pasando.
─Ay mijo, algo horrible ─me respondió mi tía─. El abuelito de tu amiga se nos adelantó.
─Espere ─solté intentando entender lo que me estaba diciendo─. Quiere decir que…
─Parece que sucedió mientras dormía ─agregó mi tío─. Menos mal que no sufrió.
Realmente no estoy seguro de que mi tío hubiera dicho eso. Estaba ido.
Cuando por fin entendí a qué se refería mi tía cuando dijo “se nos adelantó” sentí como si toda esa sensación horrible dentro de mí estallara y se expandiera a todo el mundo.
─N-no puede ser… ─dije casi tartamudeando porque no lo podía creer─. Apenas la semana pasada fue la fiesta de Martina… es decir… aunque ya estaba grande, aun se veía sano, no tiene sentido.
─Pero pus, así es la vida mijo ─dijo ella─. Ven, hay que darle el pésame a la señora.
─Cla-claro ─titubeé.
Nos hicimos espacio entre toda la gente y logramos entrar a la habitación. Pero por mi mente cruzó entonces la imagen de la niña. Me estaba preguntando dónde estaría porque no la había visto. Seguramente estaría en su habitación.
Realmente no sabía qué decirle. Todavía no podía creer lo que estaba pasando.
Comments for chapter "41"
QUE TE PARECIÓ?