Yatareni -Volumen 2 - 46
No me esperaba que hiciera lo que hizo. Incluso estuve a punto de moverme pensando que planeaba hacerme alguna broma o algo por el estilo. Qué bueno que no lo hice porque se habría visto muy grosero de mi parte aun si lo hubiera hecho sin querer.
─No solo te agradezco lo que hiciste por mi ese día ─se sinceró─. También quiero que sepas que estoy agradecida por darme la oportunidad de usar tu historia para mi anime. Es una buena obra y es por eso que le pongo tanto empeño a esto.
─Solo para que quede claro ─interrumpió la madre de la chica arruinando el momento de cierto modo─. Yo no le pedí que dijera eso pero es la verdad. Yo pienso que tienes un gran futuro como escritor.
─Cla-claro ─suspiré─. Gracias.
─Estoy feliz de haberte conocido ─Mayra siguió hablando─. Eres un buen chico en muchos sentidos y… quiero que sepas… que yo… yo… te agradezco todo lo que has hecho por mí.
─Eres una cobarde Mayra ─bromeó su madre.
─¿Cállate mamá!
Ahora era yo el que se sonrojaba demasiado. Entiendo que me hubiera querido dar las gracias pero no entendía la razón de tanta gratitud.
─Gracias ─respondí todavía un poco confundido─. Creo que no es para tanto, pero…
─Yo creo que sí ─Mayra se alejó de mí y poco a poco volvió a su actitud cotidiana─. Me voy a esforzar mucho para darte el anime que te mereces. Tu novela me mostró que siempre se puede lograr lo que uno se propone, y así como tú pudiste, yo también me esforzaré con mi sueño para convertirme en una gran cantante.
─Hablando de eso ─pregunté─. ¿No te ha hablado la representante de “La Mimosa”?
─Me comentó acerca de una audición de prueba que tendré más adelante ─respondió─. Pero dijo que me llamaría después para decirme la fecha. Lo más seguro es que sea en Enero
─Ojala te hablen pronto ─comenté─. Y que también te vaya bien.
─Yo igual ─respondió.
─Bueno ─me despedí─. Fue un gusto, y también me dio gusto volver a verla señora.
─Señorita por favor ─respondió la madre de Mayra apenada─. Otra vez.
─¿No está casada?
─Soy madre soltera ─explicó─. Por eso te dije que si mi hija no aprovechaba, entonces yo…
─Nos vemos después Eliseo, ya vete ─Mayra me empujó hacia la salida precipitadamente─. No creo que sea buena idea que te quedes mucho tiempo aquí.
Debo reconocer que Mayra tiene una madre interesante. Y no, no me refiero a “eso” que ella pretendía conmigo. En eso se parecen aunque Mayra parezca no reconocerlo.
Sin embargo, yo estaba bastante alegre por las noticias que me habían dado, pero también un poco confundido por el comportamiento de la líder. Aunque al poco tiempo dejé de pensar en ello. Y eso fue porque, al pasar por el parque del pueblo, oí que alguien me hablaba. Se trataba de la última persona de la que me esperaría que me hablara.
La madre de Martina me vio desde lejos y se acercó a mí presurosa. Estuvo a punto de caerse por los tacones tan altos que llevaba, pero lo disimuló muy bien.
No es bueno usar zapatillas de tacón alto en una calle con revestimiento de piedra de rio, suelen ser muy resbalosas. Pero al parecer a esta mujer le interesa más presumir que está a la moda.
─Tú eres el chico que estaba con Martina ¿cierto? ─me preguntó una vez estuvo cerca de mí.
─S-si ─respondí titubeando porque todavía no podía creer que fuera ella la que me hubiera hablado.
Fue inevitable ponerme a la defensiva.
─¿Cuál es tu nombre?
─Eliseo.
─¿Puedo…conversar contigo?
─¿Conmigo? ─pregunté─ ¿De qué?
No tenía muchas ganas de hablar con ella, pero acepté solo porque íbamos a hablar en un cierto restaurant del pueblo y ella aceptó pagarme la comida.
Las tehuanas de la fonda de la madre de Gibrán nos recibieron tan amables como de costumbre y nos condujeron hacia nuestra mesa. Una mesa que la madre de Martina pidió específicamente para dos comensales de manera que nadie pudiera oír lo que habláramos.
Otra tehuana nos pidió nuestras órdenes mientras nos daba el menú y pedimos lo que teníamos que pedir. De hecho, ni ella ni yo perdimos el tiempo en eso, aunque si íbamos a comer ahí le daríamos prioridad a nuestra plática.
─Bien ─dije sin rodeos una vez que la tehuana se fue─. ¿De qué quiere hablarme?
─Es sobre Martina.
Y todavía se me ocurrió preguntarlo. Creo que era demasiado obvio.
─¿Desde cuándo conoces a mi hija? ─preguntó la mujer.
─Desde hace unos cinco meses más o menos ─respondí.
─¿Cinco meses? ─exclamó exagerando un poco su sorpresa─. ¿Cómo es que se llevan tan bien en tan poco tiempo?
─No lo sé ─respondí─. Debe de ser porque nos gusta lo mismo, el manga y el anime, y por aquí no hay muchos a los que les guste eso o que incluso lo conozcan.
─Pero tú no eres de por aquí ¿cierto? ─me dijo─. Tienes un acento diferente a la gente de este pueblo.
─Exacto señora ─respondí indiferentemente─. Soy de la ciudad de México, vine a vivir una temporada con mis tíos para trabajar con un arquitecto en el pueblo.
“Aunque tiene como mes y medio que no he trabajado con él” completé mentalmente.
─¿Arquitecto? ─otra vez reaccionó exageradamente sorprendida─. ¡Wow! Esto es inesperado.
─¿A qué se refiere?
─Tenía una idea de ti muy diferente hasta este momento ─comentó─. Pero bueno, es inesperado.
─¿Qué pensaba usted de mí entonces?
Justo en ese momento, las tehuanas llegaron con nuestros pedidos.
Fueron demasiado rápidas en prepararlos aunque eso fue también porque no pedimos platillos grandes, fue algo sencillo. Lo había dicho, veníamos más que nada a platicar.
Después de aquello, volví a hacerle la última pregunta a la mujer.
─No es nada, olvidemos eso ─me dijo y prosiguió al tiempo que revolvía su comida y le soplaba, cosa que yo también estaba haciendo con la mía─: Veras, quise hablar contigo porque he notado que eres el que mejor se lleva con Martina. Pensé que se llevaba bien con las otras chicas con las que se junta a veces.
─De hecho yo pensaba eso mismo.
─Quizá entonces puedas ayudarme.
─¿Ayudarla? ¿A qué?
─Bueno, supongo que para que entiendas mejor de qué estoy hablando, tengo que explicarte la razón por la cual vine a este pueblo.
─Justo eso me estaba preguntando yo también ─comenté sarcásticamente─. ¿Por qué la mujer que abandonó a su hija cuando era una recién nacida volvió después de tantos años?
─Lo dices como si fuera algo muy grave ─comentó─. Quizá no fue la mejor decisión pero en ese entonces no tenía alternativa, y ahora me gustaría enmendar eso.
─¿Enmendar?
─Vine por Martina ─anunció─. Me la llevaré a vivir conmigo a Santa Miranda.
─¿Qué?
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QUE TE PARECIÓ?