Yatareni -Volumen 2 - 49
Quedé sumamente confundido después de aquella inesperada petición de Martina. Al menos hasta que esa noche, después de contarle todo a mi tía me explicó la razón por la cual ella podría haberme pedido matrimonio. Esto también me lo contó alguna vez mi madre pero lo había olvidado al parecer.
En lugares como estos, pueblos remotos y bastante alejados de las grandes ciudades, suelen prevalecer más arraigados los “usos y costumbres” como ella lo dijo, aun si estos entrasen en conflicto con las leyes modernas. Y una de ellas, era que, las niñas, y también los niños de la edad de Martina, ya están en edad de casarse, siempre y cuando los padres, y se supone que también, los niños, estén de acuerdo. Y digo esto porque hay o había ocasiones en las que los niños eran obligados a casarse por motivos económicos o de distinta índole, como por ejemplo, que los padres dejaran de mantener a la hija porque también solían tener muchos hijos. Aunque al parecer, ahora también se les pide a ellos el consentimiento.
Pero cosas como estas son algo completamente normales aquí, aunque ya no es tan común. Sin embargo, sí que he llegado a ver parejas muy jóvenes, no solo en Yatareni, sino en otros pueblos. Hasta ahora me vengo enterando que estaban casados.
Tal y como mi tía me contó, antes, incluso eran los propios padres los que ofrecían a la hija al futuro esposo. Hay otras veces, como dijo también, en las que cuando los chicos quieren independizarse y aún no han llegado a la mayoría de edad recurren al matrimonio. Pero esto solo lo hacen cuando ya suelen tener una estabilidad e independencia económica lo cual es casi imposible a su edad.
Martina es uno de esos “casi”. Tiene aún algo de dinero de lo que obtuvo cuando nos recompensaron por la mina. Aunque ha tenido muchos gastos últimamente, supongo que ella se lanzó a proponerme matrimonio porque cree que con el dinero que tiene podemos subsistir, aunado al hecho de que yo igual tengo mi propio dinero.
Por eso fue que me propuso matrimonio. Si ella se casaba conmigo aunque fuera menor de edad, se habría emancipado y de ese modo ya no tendría que irse con su madre de Yatareni. Es decir, su propuesta matrimonial no fue por interés romántico, fue más como una medida desesperada.
Solo que Martina no tomó en cuenta el hecho de que yo no soy de este pueblo y en algún momento también me tendré que ir de aquí. Aunque tampoco negaré el hecho de que no sería mala idea quedarme a vivir aquí.
Aun así, yo no supe qué responderle pero creo que ella pensó que mi respuesta fue negativa por la manera en la que reaccioné. Se mostró decepcionada y arrepentida de haberme propuesto eso.
Mayra Palacios también estaba presente cuando mi tía nos explicó este asunto. La chica también sabía alguna de estas cosas y a veces complementaba un poco la explicación de mi tía.
Cuando mi tía nos dejó solos porque fue a preparar la cena, Mayra me preguntó como si tuviera miedo de la respuesta:
─¿Tú planeas… casarte con Martina?
─No ─respondí tajantemente─. No puedo, aun con todo lo que mi tía nos dijo, de que en teoría es posible, yo de todos modos no me puedo casar con ella porque es menor de edad.
─¿De verdad?
─Claro ─respondí─. Recuerda que yo soy de la ciudad, allá las cosas son distintas.
Mayra permaneció en silencio como si no tomara en serio mi respuesta.
─¿Por qué la pregunta? ─le dije al verla tan pensativa.
─N-no es nada ─respondió.
─Además ─continúe─. No le veo caso que me case con ella solo para evitar que se vaya, para empezar, no soy de aquí, y luego, si mi madre se enterara que ya la volví suegra pues…
Sonreí al pensar en eso pero en otras circunstancias quizá no lo haría.
─Suegra jeje ─murmuró la chica─. Supongo que todavía no piensas casarte.
─No ─respondí─. Y aunque quisiera, no tengo con quién, pero no pienso mucho en ello. Aunque ya terminé mi carrera hay otras cosas que me gustaría hacer antes de eso.
Me di cuenta de la chica quería sonreír pero parecía que ella misma trataba de evitarlo.
─¿Y qué tal tú? ─le pregunté con toda la calma del mundo─. ¿Cuándo te vas a casar?
La chica se puso nerviosa y evadió mi mirada.
─Cuando… conozca a alguien… ─murmuró─. O ese alguien… me lo pida.
─¿Ya hay alguien?
─Ah… m-me refiero a cuando haya alguien, pero aún no ─respondió rápidamente─. No quiero decir que ahorita… haya alguien… deja de pr-preguntarme cosas raras.
─Tú empezaste.
Y la chica guardó silencio.
****
Todavía hasta el día siguiente Martina estuvo pensando lo que había hecho el día anterior.
En todo lo que había trascurrido del día no había visto ni a Eliseo ni a sus amigos de SPEED. Quizá creyó que había dicho algo indebido cuando le propuso matrimonio al chico, o quizá este lo había tomado mal. Trató de no pensar mucho en ello, porque, suponiendo que él estuviera molesto habría sido su culpa.
Así que decidió de nueva cuenta imitar la costumbre de Mayra de ir a la iglesia a leer un poco de manga para pensar mejor las cosas.
Usando la llave que, temporalmente le prestó la líder del grupo para que pudiera entrar libremente a la iglesia, la niña entró a la base. Quizá pensó que imitando la costumbre de Mayra Palacios de encerrarse en la iglesia a leer manga como era su costumbre le ayudaría a distraerse de los acontecimientos recientes. Fue por eso que le pidió a la líder las llaves y esta aceptó.
Al entrar, se dirigió a la pequeña biblioteca y buscó entre los tomos algo que pudiera ser de su interés. Tardó bastante porque, en todas las reuniones que ya se habían efectuado desde la fundación de la Sociedad había leído casi todos los mangas del recinto. Ya no quedaban muchas opciones.
Decidió cambiar de opinión y se dirigió a los cuartos de la parte posterior para poder ver algún anime en pequeño auditorio improvisado. Entonces vio que la puerta de la parte del fondo, aquella que daba a la parte de la iglesia que correspondía a la pared curva de la parte posterior, estaba abierta. Sintiendo una brisa de aire frío que se colaba por la ventana pequeña de la pared curva, la chica se dirigió a cerrar esa puerta.
Pero no la cerró, se detuvo por un momento a contemplar todo lo que había ahí.
Esa zona fue la única parte de toda la iglesia que jamás fue reformada, ni por el entonces líder de SPEED Gibrán, ni por la nueva líder Mayra Páez. Se mantenía tal y como estaba en los tiempos en los que el recinto permanecía en estado de abandono y Mayra Palacios lo usaba para estar a solas. Y eso era porque, debido a la pared curva que la delimitaba, no pudieron encontrarle ningún uso práctico. Incluso ahí se almacenaba un poco de basura y desperdicio, a tal grado que sí era usado como basurero por los chicos cuando solían comer botanas en sus reuniones.
Sin embargo, la chica vio algo que destacó entre toda esa basura. Un papel hecho bolas con marcas de escritura. Ella lo levantó llena de curiosidad y lo leyó mentalmente. A medida que iba leyendo, su rostro se tornaba más sombrío y sus ojos se cristalizaban.
Cuando acabó de leer unas incipientes lágrimas brotaron de sus ojos. Y mientras volvía a comprimir aquella hoja de papel en una bola y la tiraba ahí mismo donde la encontró, se dijo a si misma:
─Ella te necesita más que yo.
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