Yatareni - Volumen 3 - 01
Parte Cinco
─Bien ─anuncié a Mayra─. Ya estamos aquí. Te toca a ti dar el siguiente paso.
Mayra Palacios estaba nerviosa, aún más que de costumbre. Incluso le temblaban las piernas y titubeaba al intentar tocar el timbre.
─¿De verdad vas a tocar el timbre? ─cuestioné─. Es tu casa, puedes entrar cuando quieras.
La chica se tranquilizó, dio un largo suspiro y finalmente abrió la puerta de su casa.
El panorama que contemplamos se sintió como si entráramos a la base de SPEED justo antes de que la Sociedad se instalara ahí. Era obvio que habían pasado semanas desde que alguien había hecho limpieza.
Todo estaba en el más grande desorden. Muchos muebles ya acumulaban varias capas de polvo. Había algunos montículos de basura casi todos de comida chatarra en diversos lugares. Si no supiera que hay gente viviendo en esta casa pensaría que estaba abandonada.
─¿Que pasó aquí? ─pregunté.
─¿Dónde está mi papá? ─se limitó a decir la chica que me acompañaba.
Caminamos entre algunos montículos de basura y diversos objetos tirados hasta llegar a la habitación del papá de Mayra. Ahí, sobre la cama vimos un bulto enorme cubierto de cobijas.
Era el arqui. Aparentemente estaba durmiendo. Parecía un oso en hibernación.
─Supongo que lo único que hace es dormir, y sólo se levanta para comer ─comenté.
─Que descuidado se ha vuelto ─murmuró la chica─. Pero creo que es porque está deprimido.
─No es muy diferente de ti ¿sabes? ─comenté─. Tú también, pero a tu manera, solo lees manga, comes y duermes.
─Cállate ─me dijo─. Ven, hay que despertarlo.
Nos acercamos y la chica y yo movimos un poco a su papá.
─Oye, despierta, ya regresé ─murmuró Mayra.
El papá de Mayra se movió un poco. Por momentos pensé que estaba por levantarse pero luego regresó a su posición original como si se hubiera arrepentido.
─Vine a hablar ─dijo─. ¿Por qué esta tan sucia la casa? ¿Qué tanto has hecho en mi ausencia?
─Oye, huele mal ─mencioné─. Creo que tampoco se ha bañado en un buen rato.
─¿Desde hace cuánto que no te bañas, papá?
No hubo respuesta de su parte.
De cierto modo me daba un poco de lastima verlo así, aunque también, su comportamiento era un poco infantil. Y este es el único hombre de todo el pueblo, y quizá también de los alrededores, que es profesionista. Yo no cuento porque técnicamente no vivo aquí.
Mayra entonces decidió hablar de todos modos:
─Aunque no me contestes te lo diré. Quiero hacer las paces, olvidemos lo que pasó el día de la fiesta patronal… la verdad es que… después de lo que pasó con el abuelo de Martina me di cuenta de que no te quería perder así como a mamá por eso es que quiero perdonarte. Vine a ayudarte y Eliseo vino conmigo también para eso.
─Espera, yo solo vine a…
Una mirada penetrante que me lanzó la chica fue suficiente para que desistiera.
─Está bien, también vine a ayudarlo señor. No podemos dejarlo en este estado.
Pero el papá de Mayra seguía sin responder.
─Ok ─comentó la chica─. Esperaré a que tú tomes la iniciativa de levantarte y darte un baño si es que de verdad quieres cambiar la relación que tenemos. Eliseo y yo prepararemos algo de cenar y limpiaremos la casa mientras tanto.
Y de ese modo salimos para dejarlo de nuevo solo.
─Espera ─me dijo─. Antes quiero ir a mi habitación.
─Claro.
La habitación de Mayra era la única que aún se conservaba un poco limpia siendo que es la que más tiempo estuvo vacía porque ella no estuvo viviendo aquí. Y eso se lo hice notar.
─Fue mi papá ─dijo sonriendo─. Él la ha mantenido limpia aunque no tanto como el resto de la casa.
─¿De verdad crees eso?
Definitivamente él tenía que había limpiado ya que era el único que estaba viviendo aquí, pero la pregunta era ¿Por qué se molestaría en mantener limpia la habitación de su hija y no el resto de la casa? Quizá era su manera de demostrarle que estaba arrepentido por lo que hizo.
La recamara de la chica era como la de Martina. Además de lo necesario en una recamara posters de anime inundaban las paredes y la puerta. En un tocador también había algunas figuras de PVC de anime en exhibición. Y también un pequeño mueble que fungía como librero para varios mangas y libros de arte de anime.
La chica se dirigió al ropero y contempló los vestidos góticos que siempre usa, o mejor dicho, usaba, porque de un tiempo para acá se viste de manera normal aunque sigue usando la capa roja que le regaló su madre. Solo que últimamente ha variado más. Ahora suele usar colores oscuros que no necesariamente son negros, por ejemplo, azul oscuro. Pensé que de un momento a otro me pediría que me fuera porque quería ponerse uno de nuevo. Pero fui primero yo quien lo preguntó.
─Creo que no ─respondió mientras cerraba el ropero─. Ya me acostumbré a la ropa normal.
─¿Y qué harás con esos vestidos?
─Quizá los venda.
─¿De verdad? ─pregunté sorprendido─. ¿Te vas a deshacer de todos esos vestidos?
─Ocupan mucho espacio ─respondió─. Quiero comprarme más ropa.
Me sentí como un profesor después de ver que su alumno favorito sacó el mejor promedio del salón. La verdad es que he estado un poco al pendiente del desarrollo que ha tenido Mayra como persona ahora que es más abierta. Aunque todavía tiene la costumbre de apenarse, aún le falta más, pero ya está progresando. Me agradaba mucho que cada vez más frecuentemente tomara la iniciativa o expresaba lo que quería en el momento.
De hecho, creo que esta Mayra me estaba agradando más que la anterior. Esta definitivamente no es la misma chica que conocí ese día lluvioso en la iglesia abandonada.
─Bien ─dijo─. Hay que hacer de cenar.
─Primero hay que limpiar la casa ─repliqué─. Sobretodo la cocina, no podemos preparar la comida en un lugar así de sucio.
─Y hablando de eso ─me preguntó─. ¿Sabes cocinar?
─No ─respondí─. Pensé que tú sabias cocinar.
─Yo sólo como frituras, ¿Crees que sé preparar algo? Ni las Maruchan me salen a veces.
****
─¿De verdad no te vas a levantar?
El papá de Mayra al inicio no se inmutó por aquella voz femenina que le pedía que se pusiera de pie. Solo cuando la escuchó por segunda vez e identificó su origen fue que se sobresaltó.
¿Estaría alucinando?
─No puedo creer que me hayas hecho venir solo para que te levantara de la cama ─repitió la voz─. Ya no eres un niño ¿sabes? tu hija, que supuestamente es bastante inmadura, parece más como tu madre. Al menos ella tuvo el valor de venir a verte.
El arqui permaneció inmóvil pero atento a esa voz. Sentía una combinación de sorpresa y miedo por lo que estaba escuchando. Porque no se trataba de su hija Mayra. Aunque ella acababa de llegar junto con Eliseo, ella no estaba presente.
─¡Ya párate flojo! Que quiero hablar contigo.
La cobija que cubría al papá de Mayra inexplicablemente se movió sola y terminó en el suelo. Y la vio.
Frente a él apareció una mujer parecida a su propia hija pero más entrada en años. Lucía un vestido blanco que brillaba como si reflejara toda la luz del sol, su piel fulguraba del mismo modo, y tenía un rostro terso y perfecto.
─N-no puede ser ─dijo el arqui tallándose los ojos─. ¿De… verdad eres tú? ¿Cecilia?
─¿Es que acaso ya no recuerdas a tu propia esposa? ─respondió─. Nuestra hija la otaku piensa más en mí que tú.
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