Yatareni - Volumen 3 - 03
Llegué con el mandado y dejé todas las cosas que había comprado sobre la alacena de la cocina.
─Te tardaste un poco ─replicó la chica.
─Si sabes que solo hay una tienda en este pueblo ¿verdad? ─reclamé─. Y por lo mismo suele tener mucha gente.
─Olvídalo ─dijo la chica.
Para entonces Mayra ya había calentado el sartén para freír la comida y tomó el aceite que compré para verterlo ahí. Pero me di cuenta rápidamente que no iba a medir la cantidad de aceite necesaria sino que iba a soltar demasiada de golpe. Definitivamente jamás había cocinado.
─Espera, es demasiado ─le dije al tiempo que tomaba la botella de aceite para detenerla. Y también sus manos.
En otra época solo ella se habría sonrojado, pero esta vez fuimos los dos. Y es cada vez más frecuente. Creo que me está contagiando sus costumbres.
─Es decir… ─dije mientras la soltaba y tomaba la botella de aceite para echarlo en el sartén vertiendo cuidadosamente una cantidad pequeña─. Como no es mucha comida la que prepararemos no necesitas usar mucho aceite.
─Lo… siento ─dijo apenada sin mirarme.
─No te preocupes ─respondí igual de apenado─. Es tu primera vez cocinando.
Yo tampoco podía verla a la cara, así que para evadirla, se me ocurrió tomar el jamón y todo lo demás, sacar una tabla para picar y comenzar a cortar todo eso.
Aunque de todos modos la chica también me secundó. Sacó su propio cuchillo, su propia tabla y entre los dos picamos la cebolla, el jamón y los jitomates en trocitos pequeños. Ninguno de los dos dijo palabra alguna, pero eso sí, poníamos mucha atención en cómo lo hacia el otro, como si esto fuera una competencia. Era la primera vez de ambos cocinando pero queríamos demostrar que éramos mejor que el otro. Por culpa de eso en más de una ocasión estuvimos a punto de cortarnos un dedo.
Cuando terminamos de cortar todo en trocitos pequeños los agregamos poco a poco en el sartén. Le pedí a la chica un cucharon y al dármelo procedí a revolverlo todo. Poco después Mayra rompió todos los huevos y depositó la clara y la yema en un recipiente que posteriormente agregó al sartén al tiempo que yo seguía revolviéndolo todo además de agregarle una pizca de sal. Al final, yo terminé de cocinarlo todo y ella solo observaba atentamente. Pero estaba muy cerca y me ponía un poco nervioso. No lo entiendo, antes no pasaba esto.
Lo más raro es que ella también parecía ser consciente de eso pero no se alejaba como era su costumbre. Quizá sí estaba muy interesada en aprender a cocinar. Incluso sonreía como si disfrutara la lección de cocina.
La verdad es que yo también estaba sonriendo. Creo que de algún modo lo estaba disfrutando sobre todo por el hecho de que se trataba de algo que nosotros dos hicimos. Aun sin saber nada desde el inicio logramos cocinar esto.
Era solo una simple comida, un platillo básico, pero se sentía como si hubiéramos hecho algo grande.
─Creo que esto nos alcanzará para los tres y todavía sobraría un poco ─dije sin dejar de revolverlo todo.
─Ok ─dijo Mayra sonriendo.
─Ahora calienta las tortillas ─le ordené.
La chica encendió otra parrilla de la estufa, puso el comal, esperó a que se calentara y calentó unas veinte tortillas, un aproximado de lo que comeríamos los tres.
Finalmente, cuando la comida ya estaba en su punto, aunque no sé si ese sea el término correcto, esperamos a que se enfriara y procedimos a servirlo todo en tres platos que acomodamos en la mesa, junto con las tortillas recién calentadas, el refresco que compré y algunos vasos, tenedores y cucharas. Además, claro está, de acomodar las sillas de cada uno de los que comeríamos. La cena estaba lista.
Ver todo eso que preparamos en la mesa nos daba mucha satisfacción aunque creo que fue más porque antes habíamos limpiado toda la cocina.
Entonces oímos un ruido. Unos pasos en el pasillo. Y al asomarnos lo vimos. El papá de Mayra se había levantado y se dirigía al baño.
─¿A dónde vas? ─preguntó su hija.
─Voy a bañarme ─respondió sin voltear y se encerró en el baño.
─Bien ─dijo Mayra un poco incrédula pero un poco alegre─. Báñate rápido, ya servimos la cena, te esperaremos.
Aunque no recibimos respuesta de su parte Mayra y yo sonreímos complacidos.
Esa noche cenamos la comida que Mayra y yo preparamos. Para ser nuestra primera comida nos quedó bien, pero hubo algunas cosas que se nos pasaron, por ejemplo, la sal, y que tomaríamos en cuenta para cuando cocináramos de nuevo.
─Oye papá ─le dijo Mayra intentando iniciar una plática porque el arqui no había dicho ninguna palabra en toda la cena─. Estuve viviendo unos días con la tía de Eliseo pero voy a regresar a vivir aquí. Eliseo y yo estaremos limpiando la casa estos días y prepararemos de comer, sirve que aprendemos. Sería bueno que salieras a buscar algún trabajo mientras tanto.
Aunque el papá de Mayra comía, lo hacía lentamente como si la comida le diera asco y tenía la mirada perdida. Bueno, si realmente le da asco no lo culpo.
─Olvidemos lo que pasó ─continuó─. Ya te lo dije, no quiero perderte como a mamá, así que quiero hacer las paces, que comencemos de nuevo.
Entonces levantó la mirada y tomó la mano de su hija. Qué repentino considerando cómo estaba hasta hace un momento. Fue como si aquello que dijo Mayra hubiera activado algo dentro de él.
─Lo siento hija ─dijo su papá─. Te prometo que intentaré cambiar, que dejaré de tomar y que buscaré un mejor trabajo que el de la residencia.
Eso espero ─sonrió Mayra.
Y él también sonrió.
Y así, Mayra y su papá se reconciliaron luego de más de un mes de no hablarse. De una manera bastante simple si se me permite decirlo. Pero yo también sonreía porque me daba gusto ser parte de algo como esto.
Ver que el arquitecto por fin había sentado cabeza y realmente tenía intenciones de cambiar, de mejorar su vida y su relación con su hija. De verdad espero que lo haga. Pero creo que me daba más gusto ver cómo Mayra también iba mejorando como persona.
Sí, definitivamente esta Mayra me estaba agradando más.
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