Yatareni - Volumen 3 - 07
Araceli ha vivido casi toda su vida en el mismo vecindario que yo de modo que llevo ya varios años conociéndola. Ni siquiera recuerdo claramente el primer día que la vi. Pero seguramente fue en primaria.
Es curioso porque aunque ella es mayor que yo, y por ende, iba a un curso más avanzado, siempre hemos estado de algún modo juntos. Y eso también es porque, debido a que mi madre y la madre de Araceli se llevan muy bien, y a que ella es hija única, nosotros, refiriéndome a mi hermana y a mí, somos los que más hemos convivido con ella.
Araceli, al igual que yo, aunque en el caso de ella, sí fue por convicción, decidió estudiar la carrera de arquitectura en la misma escuela donde yo estudié. Nadie dijo que esa carrera fuera fácil. Fue ella la que me recomendó estudiar arquitectura cuando yo todavía no decidía realmente qué estudiar y ella ya llevaba tres años inmersa. Menciono lo de la convicción, ya que debido a que a mí me faltaba eso, yo batallé más que ella para terminar la carrera. Seguramente para Araceli fue como un viaje de ida y vuelta el mismo día.
De cierto modo siempre le tuve un poco de envidia porque ella pasó por todo eso demasiado fácil e, incluso, logró al poco tiempo de acabar la carrera acomodarse en una gran empresa de modo que gana mucho más que yo. ¿Y yo? De pura suerte terminé encontrando un pequeño trabajo en un pueblo remoto de la provincia mexicana aunque ya ni eso tengo. Pero eso no quita que haber venido a este pueblo haya valido mucho la pena.
Pero, como dije antes, esto no se trataba de la suerte de ella o mía, era más la convicción, la pasión que siente cada uno por algo que le gusta y que, aunque sea difícil, no se siente así precisamente por eso.
Yo descubrí lo que más me gustaba cuando estaba por terminar la carrera. Realmente solo la terminé para no dejarla a medias, pero si no he conseguido puestos altos como el de Araceli ha sido más que nada porque yo me he enfocado en esas otras cosas que me gustan mucho más que mi carrera.
Pero en fin. Araceli aprovechó sus vacaciones para venir a visitarme. Al parecer Renata le dijo que yo me encontraba en este pueblo trabajando aunque realmente no estoy trabajando en este momento.
─Tu hermana dijo que ese pueblo era hermoso ─comentó mientras almorzábamos en casa de mi tía acompañados también de Mayra Palacios─. Pero no me imaginé que lo fuera tanto. Este pueblo se parece a los que salen en las pinturas de los calendarios que están en mi casa.
─Lo es ¿verdad? ─comenté─. Y también pensaba lo mismo que tú acerca de los calendarios.
─Lo único malo es que aquí no hay hostales ─se quejó la rubia─. Así que no sé dónde pasaré la noche.
─No te preocupes por eso mija ─intervino mi tía─. Te puedes quedar aquí los días que necesites. Aquí toda la familia y amigos de Eliseo son benvenidos.
Mi tía y su bondad inconmensurable, hasta da ternura.
─Muchas gracias señora ─agradeció Araceli.
Después de que mis tíos se retiraron dejándonos a los tres solos en la mesa, le pregunté a Araceli:
─No es que me desagrade tu presencia, pero me gustaría saber ¿Por qué viniste?
─También me pregunto lo mismo ─dijo Mayra Palacios sonando algo seria.
─Ya te lo dije ─respondió la chica sin hacerle mucho caso a la de la capa roja─. Tu hermana me contó que aquí trabajabas y quise venir a visitarte ¿O es que no puedo visitar… ─e hizo énfasis─. A mi amigo de toda la vida?
─Pues no es eso ─respondí─. Solo me pareció algo curioso, considerando que llevo aquí casi seis meses.
─Solo hasta esta fecha me dieron mis vacaciones en la empresa donde trabajo ─comentó la rubia─. Ya sabes, las prestaciones, las utilidades, los bonos que me dan en mi empresa, cosas que también tendrías si hubieras aceptado mi ayuda para que trabajaras ahí.
─¿Vas a empezar con eso de nuevo?
─Ni siquiera lo has considerado ¿verdad?
─Ya te había dicho que no le veo sentido meterme a una gran empresa si al final no planeo dedicarme a la arquitectura toda mi vida.
─¿De qué habla? ─preguntó Mayra Palacios.
─Le ofrecí a Eliseo una oportunidad ─respondió Araceli─. Podía usar mis influencias para meterlo a la empresa donde trabajo y en un alto puesto. No tendría que comenzar desde abajo como lo hacen todos, o incluso como yo lo hice pero él no quiso. Con el dinero que hubiera ganado podría haberse solventado sus novelas pero ni con eso pude convencerlo.
─Si pero… ─dije─ No sé, sonará muy cliché lo que diré pero no planeo pasar toda mi vida frente a una computadora, en una oficina, haciendo exactamente lo mismo todos los días a la misma hora durante 40 años, no es mi estilo ¿sabes? Hay muchas cosas que me gustaría hacer, lugares que visitar, cosas que comprar, y sé que necesito dinero para todo eso, pero lo que más me daría satisfacción seria que ese dinero provenga de algo que me gusta hacer porque le daría más valor. Si proviniera de algo como trabajar en una oficina lo sentiría más como si me lo dieran por lástima u obligación y así no me agrada.
─¿De verdad piensas que lograrás algo con las novelas que escribes? ─soltó─. Admito que son buenas, pero hasta tú deberías saber que lograr el éxito con esas cosas toma sus años y en ocasiones ni consigues eso.
─Y es por eso que siempre me dedico a ello ─me defendí─. Si no lo hiciera, con más razón no lo lograría, así es esto.
Araceli suspiró resignada.
─En fin, no quiero discutir contigo de eso, nunca llegamos a ningún lado. La cosa es que, me dijeron que tú por lo menos estás trabajando con un arquitecto acá ¿cierto?
─Trabajaba ─murmuró Mayra Palacios mientras tomaba un poco de agua.
─¿O sea que ya no?
─Es una larga historia ─respondí─. Solo te diré que el arquitecto con el que trabajaba no es muy responsable que digamos, y sumándole que tiene algunos traumas existenciales…
─Oye ─me interrumpió Mayra─. Estás hablando de mi papá.
─Hasta tú deberías admitir que tengo razón.
─Bueno… si, un poco.
─¿Tu papá es el arquitecto con el que trabajaba Eliseo? ─preguntó Araceli.
─Así es ─respondió.
─Viéndote a ti, me pregunto si Eliseo no exageraba con eso que me acaba de decir.
─¿De qué hablas?
─Olvídalo caperuza ─comentó─. Y bien, ya que estoy hablando contigo, puedo preguntarte ¿Por qué usas esa capa?
─Es un regalo de mi madre.
─¿Quieres tanto a tu madre como para usarla todo el tiempo?
─Yo diría que sí ─respondí por la chica─. Considerando que lleva muerta cinco años.
─¿No podrías haberlo dicho con más delicadeza? ─reclamó Mayra.
─Ah, lo siento ─se disculpó la rubia─. No sabía que tu madre…
─No es nada ─respondió─. Pero mi madre me regaló esta capa. A mi madre también le gustaba mucho el anime como a mí, incluso era cosplayer profesional.
─¿Cosplayer? ─preguntó─. ¿No son de esas personas que andan disfrazadas de personajes de anime?
─Exacto ─respondí.
─Entonces la madre y la hija son otakus ─murmuró Araceli como si confirmara algo─. Ahora entiendo.
─¿Qué cosa?
─No, nada, olvídenlo.
Comments for chapter "07"
QUE TE PARECIÓ?