Yatareni - Volumen 3 - 08
Después de que acabamos de almorzar, Araceli me pidió que la llevara a conocer el pueblo. No sé por qué actuaba tan emocionada por algo que, ahora que lo pienso, siempre repito cada vez que viene alguien a visitarme. Incluso me tomó del brazo con tanta fuerza que creí que quería arrancármelo.
Solo noté que Mayra no me prestaba mucha atención. Es más, parecía evadirme. Me pregunto si algo como eso la molestaría de algún modo. Después me puse a pensar si yo sentiría lo mismo si la situación fuera al revés. Ni siquiera sé por qué pensaba en eso.
Pero así fue. Llevé a Araceli a mostrarle el pueblo, acompañados de Mayra Palacios quien de todos modos decidió seguirnos. La llevé a los mismos lugares a los que, tiempo antes había llevado a Renata. Aunque la realidad es que en este pueblo no hay mucho que ver y las pocas cosas interesantes del pueblo se encuentran todas en el centro del mismo. Por eso decidí primero llevarla ahí. Seguramente ella vio este lugar cuando llegó a Yatareni ya que aquí está la parada de autobuses pero quizá no lo vio del todo bien.
Y como si hubiera sido obra de algún escritor que moviera los hilos de esta historia, en el kiosco del pueblo, estaban los chicos de SPEED pasando el rato. Al parecer no tenían nada que hacer. Parecían gatos asoleándose.
Me reconocieron desde lejos por que me acompañaba la única chica con capa que vive en el pueblo. Y seguramente también vieron a mi otra acompañante cuando me tomaba del brazo.
Ni bien, todavía me acercaba a ellos cuando ya me estaban bombardeando con las preguntas que más esperaba recibir:
─¿Quién es ella?
─Es una amiga que vive en donde yo vivo ─respondí─. Estudió lo mismo que yo.
─Oh vaya ─sonrió Gibrán al tiempo que acariciaba su mentón─. Entonces acabamos de entrar al arco en el que la amiga de la infancia hace su aparición.
─¿De qué habla? ─preguntó la rubia.
─No le hagas caso ─le susurré al oído─. Así es él.
─Me llamo Araceli ─se presentó la chica─. Es un placer.
─¿Entonces también eres arquitecta? ─preguntó Mayra Páez al tiempo que le correspondía el saludo.
─Así es chicos ─respondió con un poco más de arrogancia que de costumbre─. Solo que yo terminé primero la carrera que Eliseo y por eso gano muuucho mas.
Sí, definitivamente había algo de comentarios en su arrogancia, pero no mucha.
─Pero eso es porque ella es mayor que yo ─declaré para despejar posibles dudas.
─¿Cuántos años tienes? ─preguntaron.
─25 ─respondió.
─¿25?
Hubo un silencio de pocos segundos hasta que fue roto por un comentario de Claudio:
─Ara Ara Araceli-san.
Y todos estallamos de risa. ¿Cómo no se me ocurrió eso antes?
─No entendí ─murmuró la chica─. ¿Qué fue lo que dijo?
─No es nada ─respondí.
─Chistes que no entenderías si no estás metida en este mundillo del anime ─dijo Gibrán mientras se acomodaba sus lentes oscuros.
Y eventualmente, Araceli también se dio cuenta de ese otro detalle que mencionan las personas siempre que ven a las dos Mayras.
─No sabía que la caperuza tenía una hermana gemela ─se preguntó─. Pero esta parece ser más “normal” por decirlo así.
─Ella no es mi hermana ─respondió Mayra Páez.
─¿Ah no? ─exclamó sorprendida─. ¿Entonces por qué se parecen tanto?
─No sabemos ─respondieron las dos al unísono, muy sincronizadas.
─Justo también nos preguntamos cómo hacen eso que acabas de ver ─comentó Guadalupe.
─En fin ─dijo Gibrán─. ¿Te gustaría ver nuestra base?
─¿Base?
─Es verdad ─comentó la líder de SPEED─. Creo que no nos hemos presentado formalmente ─y luego comenzó a hacer las mismas poses que suele hacer Gibrán.
Hace daño volverte el líder de estos chicos.
─Nosotros somos SPEED ─dijo efusivamente al tiempo que los demás miembros, excepto yo, posaban de diferentes formas─. Somos una Sociedad cuyo objetivo es el entretenimiento personal basado en la animación y la literatura grafica japonesa.
Nada fuera del otro mundo, uno se acostumbra a la larga a sus… esperen ¿Mayra Palacios se les unió?
─Básicamente lo que me estas tratando de decir es un eufemismo ¿cierto? ─replicó Araceli─. ¿Ustedes son solo un grupo de otakus que se reúnen solo para leer manga y ver anime?
─Ehm, si, algo así ─respondió Mayra Páez sintiéndose apenada después de ver lo que acababan de hacer.
─Y te acababa de llamar la gemela “normal” ─murmuró Araceli─. Me retracto. Ustedes dos se parecen en todo, hasta en eso.
Si, hasta en el hecho de que Mayra Palacios se les unió en esa cosa de las poses ridículas, qué novedad. Pero bueno, lo mires como lo mires, es un cambio.
Creo que a esa estampa ridícula le hacía falta una personita más. Y no hablaba de mí.
─Pero nos divertimos ─repliqué─. No solo hacemos eso que definiste muy bien, a veces organizamos salidas a algún lugar o hasta hacemos ayuda comunitaria.
─¿Ayuda comunitaria?
─Ya sabes, lo normal que hacen los otakus ─presumió Gibrán─. Ayudar en fiestas patronales, detener los siniestros planes de una minera canadiense…
─No olvides ganar concursos de belleza ─intervino Angelina.
─Eso no es ayuda comunitaria ─replicó la rubia.
─Pero ganamos.
─En todo caso la que ganó fui yo ─argumentó Mayra Palacios.
─Olviden eso ─interrumpió Mayra Páez─. Llevemos a Araceli a la base de SPEED para que la conozca. Me adelantaré con los chicos para… bueno, para limpiar un poco… ya sabes. Hay una cierta chica por acá que siempre se va a leer manga mientras come sus botanas y no es muy limpia que digamos.
─No le tienes que decir eso ─replicó la aludida.
─Claro, vayan ─les dijo Araceli─. Me quedaré con la caperuza para que me guie ─dijo al tiempo que pasaba su brazo por detrás de su cuello.
Araceli suele ser muy confianzuda con la gente aunque tenga poco de conocerla, pero espero que Mayra no lo tome a mal.
─¿Estás segura que es buena idea? ─preguntó Claudio a la líder─. Considerando lo que pasó la última vez que llevamos a un invitado a la base…
─Oye ─le preguntó Mayra Páez a Araceli─. ¿Eres canadiense o de ascendencia canadiense?
─N-no ─respondió la rubia confundida─. ¿Por qué?
─Por nada ─respondió─. Entonces vamos.
Y nos adelantamos dejando a las dos chicas un poco más atrás mientras nos enfrascábamos en algunas discusiones:
─Oye, ¿Por qué le preguntaste si era canadiense? Eso se oyó mal.
─¿Por qué?
─Oigan chicos, ¿qué significa eufemismo?
****
─Ya te dije que dejes de llamarme caperuza ─replicó Mayra Palacios.
─¿De verdad te molesta algo como eso? ─le preguntó Araceli sonando un poco más seria─. Tus amigos te tratan bien quizá por compasión o por problemas que sabrá Dios qué tendrás y que no me interesan, pero el mundo real es otra cosa. Pero oye, cambiando de tema, hay algo que me intriga desde que te vi junto con Eliseo.
─¿Qué cosa?
─Dime algo ¿estás celosa?
─¿Ce-celosa?
─Fueron conjeturas mías pero, solo hasta que tomé su brazo me percaté de que sí estabas celosa ¿verdad? ─soltó─. Precisamente lo hice para ver cómo reaccionabas ¿Acaso te gusta? Porque eres muy obvia. Los hombres no suelen darse cuenta de esas cosas pero te aseguro que las chicas con las que te juntas podrían ya saberlo también.
La chica quedó congelada. Si era verdad, como Araceli decía, que las chicas del club ya sospechaban, o hasta daban por sentado que ella se sentía atraída por Eliseo, ¿Qué pasaría si era otra chica y no ella la que le decía sus sentimientos al chico? Sería un golpe muy duro a su orgullo. La verdad es que solo una lo sabía y no había dicho nada hasta ese momento, pero ¿Qué harían las demás?
─Noto que eres muy tímida ─siguió hablando la rubia─. Así que asumo que no te atreves a confesarle lo que sientes, quizá por temor al rechazo, quizá porque no encuentras las palabras, o quién sabe.
─¿Y si me gusta mucho, qué? ─respondió Mayra intentando ponerse a la defensiva─. Ya sé que él me rechazará, por eso es que no se lo he dicho.
─¿Realmente estás segura de eso? ─sonrió Araceli con una sonrisa algo malévola─. ¿Por qué no lo descubrimos?
─¿D-de qué hablas?
─Verás ─dijo la chica mientras jugaba con uno de los mechones de su cabello como dándose a destacar─. No eres la única. La verdad es que a mí también me atrae mucho, y eso ya tiene muchos años, casi desde que lo conozco me ha gustado, pero él no lo sabe. Aunque yo no tengo problema con eso, yo simplemente podría ir en este momento y confesármele y si él me rechaza no tengo inconveniente, porque sé que seguiremos siendo amigos, pero ¿Qué pasaría si me correspondiera? ¿Qué harías tú?
Mayra tragó saliva.
─Así que haremos esto ─soltó la rubia─. Te daré 24 horas, de aquí a mañana para que le confieses tus sentimientos a Eliseo, y si no lo haces, yo le confesaré los míos.
Mientras la chica permanecía en silencio, Araceli todavía le dijo como para apoyarla, aunque no era su intención:
─Toma esto como una prueba para que así despejes tus dudas de una vez y sepas si realmente te correspondería o no.
Y, sin decir una palabra más, se pusieron en marcha a la base de SPEED.
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QUE TE PARECIÓ?