Yatareni - Volumen 3 - 10
─Solo te digo ─le dijo Eliseo a Mayra─. Que aunque soy profesionista, no sé nada de lo que tú estudiaste, así que no sé cómo podría ayudarte.
─No hay problema ─respondió Mayra─. En la guía que me dieron hay un cuestionario con preguntas respondidas. Voy a realizar ese cuestionario tratando de recordar lo que estudié y tú lo calificarás.
─Entiendo.
Lo normal sería que, cuando una chica invita a su habitación a un chico este sea el que se ponga nervioso. Pero estaba sucediendo al revés.
“No pasará nada” se dijo mentalmente Mayra mientras ambos pasaban a su habitación. “Ese tipo de cosas solo pasan en los animes”
Pero las palabras de la apuesta de Araceli llegaron a su mente destruyendo esos pensamientos. Lo que tenía enfrente era la oportunidad más grande para poder cumplir la apuesta. Pero no sería para nada fácil.
─¿Y bien? ─preguntó Eliseo al tomar asiento en la cama de la chica─. ¿Qué tengo que hacer?
─Es-espera ─respondió la chica.
Mayra se acercó a un estante de donde sacó algunos libros y cuadernos un poco maltratados lo cual indicaba que ya tenían algunos años de existencia.
─Estos son mis libros y cuadernos que usé cuando estudiaba la carrera. Los voy a repasar para el cuestionario.
Todo eso lo acomodó en una mesita de centro. Ahí también sacó sus útiles, lápices, goma, sacapuntas y demás cosas que necesitaría. Sacó también unas hojas donde venía el mismo cuestionario que en la guía, pero sin respuestas, para que la chica las respondiera.
─¿Puedo leer alguno de tus libros mientras espero?
─Claro.
Y mientras Eliseo intentaba entender una carrera que no era la suya, Mayra respondió poco a poco el cuestionario. Ocasionalmente, cuando se quedaba estancada, hojeaba alguno de sus libros o sus apuntes hasta encontrar la respuesta correcta y procedía con la siguiente pregunta. Pero no podía concentrarse, y no era tanto por la dificultad de las preguntas, sino por la presencia de Eliseo, y con una apuesta a cuestas era aún más difícil. Llegó un momento en el que en vez de concentrarse por las preguntas, intentó pensar en una forma de poder declararse al chico. Una plática, o alguna otra cosa, lo que fuera.
─Oye ─preguntó la chica tímidamente.
─¿Qué cosa?
─No, nada.
“No le puedo preguntar si hay alguien que le gusta” se dijo a si misma mentalmente “Será muy obvio, tengo que pensar en otra cosa”
─Oye ─preguntó de nuevo la chica unos minutos después.
─¿Qué?
─¿Qué harás después de esto?
─No lo sé ─respondió Eliseo─. Ya está atardeciendo.
─Cierto ─comentó la chica─. Entonces… no habrá nada que hacer… por hoy.
─Claaaro ─comentó de nuevo el chico al percatarse de lo raro de la conversación.
─Me preguntaba… si no saldrás con nadie ─preguntó Mayra.
─Hoy no.
─¿Y mañana?
─No lo sé ─respondió─. ¿Por qué la pregunta?
─Yo… quería… ─titubeo─. No mejor olvídalo.
─Como quieras ─comentó el chico─. Mejor ponte a estudiar.
─Claro.
Pasó otro rato más en el que la chica poco a poco avanzaba en su cuestionario y Eliseo terminaba de leer un libro de leyes y de derecho. Pero sin importar qué, la chica no lograba concentrarse.
Cuando Mayra acabó su examen personal, se lo dio al chico para que lo calificara usando el cuestionario resuelto de la guía.
─Se supone que no debes ver las respuestas del manual ¿verdad?
─Por supuesto ─respondió nerviosa─. Para saber qué tanto tengo que estudiar.
─Pues sí tienes que estudiar bastante ─le dijo después de calificarlo─. Porque saliste muy mal. De noventa preguntas, solo tuviste bien siete.
─¿Solo siete? ─se dijo la chica decepcionada─. Supongo que tendré que estudiar más duro. Ya he olvidado varias cosas.
No es que las hubiera olvidado, Eliseo seguía ahí, en sus pensamientos más recónditos.
─Libros tontos ─murmuró la chica─. ¿Cómo quieren que sus letras entren en mi mente?
─¿Dijiste algo?
─No, nada.
─Pero está bien ─le dijo Eliseo─. Es tu primera prueba. Si estudias mejor y haces de nuevo ese examen la siguiente semana estoy seguro de que lo harás mejor. Solo repasa los apuntes de las preguntas que tuviste mal… que de hecho fueron casi todas… así que… mejor repasa todo de nuevo.
Y eso hizo la chica, pero a los cinco minutos preguntó de nuevo:
─Oye.
─¿Qué cosa?
─No, nada.
Pero esta vez Eliseo no se quedó callado.
─Hay algo que quieres decirme ¿verdad? pero no te atreves.
─No, no es eso, es decir… ─Mayra suspiró y tomó aire─. Sí, sí hay algo que quiero decirte, pero… tengo miedo.
─¿Miedo de que? ─preguntó Eliseo─. Si es miedo de que no pases tú examen, tú misma lo dijiste, tienes que estudiar más y…
─No, no es eso ─interrumpió Mayra elevando la voz─. Es solo que… es esto que yo siento. Que a veces no me gustaría sentir porque creo que no me sirve de nada porque tú no lo ves.
─¿De qué hablas?
─No sé si sea buena idea decírtelo.
─Lo que sea dímelo ─comentó Eliseo─. Dudo mucho que me moleste.
─No es que te moleste ─replicó Mayra─. Es más el miedo de la respuesta que me des.
─¿Aún no me preguntas nada y asumes que te daré una respuesta negativa?
─Ok, está bien te lo diré ─dijo levantando la voz y cerrando los ojos─. Eliseo, me gustas mucho, muchísimo, demasiado. Realmente estoy enamorada de ti pero no sabía cómo decírtelo, aunque ya te lo dije, así que ya no me molestes, tengo mucho que estudiar.
Casi de inmediato la chica tomó uno de sus libros y se puso a leerlo en voz alta para evadir lo que acababa de pasar.
─Vi-vimos en… una sociedad… en la que…
Pero Eliseo le quitó el libro de las manos. El chico estaba demasiado cerca de Mayra. Y la chica estaba más que nerviosa.
─Oye ─dijo la chica─. Lo que dije hace un momento… yo…
No terminó su frase porque algo le impidió a sus labios seguir hablando. Acababa de suceder lo que Mayra más deseaba pero también lo que menos esperaba.
Eliseo la besó.
Cinco segundos después se separaron y Mayra estaba anonadada. Estaba muy feliz pero no lo podía creer. ¿Realmente estaba pasando? ¿Realmente él aceptó sus sentimientos?
─¿Qué te hizo pensar que me molestaría algo como eso? ─le dijo Eliseo con unas palabras dulces.
─Eliseo ─la mirada de ambos se perdieron en el otro.
Estaban por besarse de nuevo hasta que un celular sonó.
****
─Bueno ─contesté─. Hola tía… sí, estoy con Mayra en su casa, le prometí que estudiaríamos juntos pero se quedó dormida, jeje. No aguantó ni una hora.
─Mijo ─habló la tía de Eliseo─. Llamó tu hermana Renata. Dice que te comuniques con ella, que le urge hablar contigo.
─Entiendo ─respondí─. No me había dado cuenta de la hora. Ya casi son las nueve de la noche y el papá de Mayra aun no llega pero voy para allá, gracias tía ─y colgué.
Contemplé entonces a Mayra recargada sobre sus propios brazos y dormida en la mesita de centro. Se supone que tenía que repasar sus cuadernos porque salió mal en su prueba pero se quedó dormida en poco tiempo. Pero creo que también significaba que sí se estaba esforzando, a su manera claro. La verdad ni me percaté de en qué momento se quedó dormida porque me la pasé leyendo sus libros por eso tampoco me di cuenta de la hora.
Quién sabe qué tanto estaría soñando porque estaba sonriendo.
Me preocupa un poco dejarla sola porque su papá aun no llega, pero, creo que lo de mi hermana es importante, así que tendré que dejarla aquí. No creo que le pase nada.
No sé por qué me dio ternura verla dormir de ese modo. Era como volver a ver a Martina. Tampoco recuerdo la última vez que la vi dormida pero me parecía más linda de lo normal.
Como empezó a hacer un poco de frío, se me ocurrió tomar una cobija de su cama y taparla con ella.
Luego no entiendo por qué hice lo que hice, pero lo hice. Me acerqué a la chica y deposité un beso en su mejilla al tiempo que le susurraba:
─Descansa, seguiremos estudiando después.
Y la dejé dormir mientras me dirigía a casa de mi tía.
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