Yatareni - Volumen 3 - 11
Mayra despertó cuando el reloj ya marcaba mediodía. Miró a su alrededor y comprobó que solo estaba ella. Aún seguían en su mesita de centro los libros y cuadernos con los que el día anterior había estudiado antes de quedarse dormida. Aunque dio un vistazo a su habitación, ya desde el primer momento sabía que Eliseo no estaba.
─No puede ser ─se dijo─. Creo que todo eso… ─y se ruborizó─. F-fue un sueño.
Se levantó y se dirigió a la habitación de su padre. Ahí lo encontró, aun dormía.
Seguramente llegó muy noche y se fue directo a dormir sin pasar siquiera por la habitación de la chica.
Regresó a su habitación y contempló en la mesita el cuestionario que la chica contestó y que fue evaluado por Eliseo.
─¿Debería ir a buscarlo? ─murmuró la chica.
Pero después de recordar el “sueño” de la noche anterior no sabía si podía verlo de nuevo a la cara.
Sin embargo, eso no la detuvo. Decidió salir de casa y buscarlo.
Anduvo dando vueltas por todo el pueblo hasta que finalmente lo vio sentado en una de las bancas del centro del pueblo. Pero estaba acompañado. Y su acompañante era nada más y nada menos que la chica que le impuso la apuesta el día anterior.
─No puede ser ─se dijo Mayra─. Aun no pasan las 24 horas ¿o sí?
Y se encaminó presurosa hacia ellos.
****
─Supongo que ya hablaste con tu hermana ─preguntó Araceli a su amigo.
─Si ─respondió Eliseo─. Ayer hablé con ella, ya me contó todo. Entonces ¿fue por esa razón que viniste?
─Algo así ─respondió Araceli─. Como insistió con eso de que este lugar era muy lindo, me dijo que me quedara un tiempo aquí y que te esperara, pero ya lo sabes, yo vine realmente por ti.
─¿P-por mí? ─Eliseo se sobresaltó después de malinterpretar, quizá a propósito, el comentario de la rubia.
─No-no lo dije en ese sentido ─respondió un poco apenada─. Me refiero a que tu madre me pidió que viniera por ti. Ya sabes, como Renata se irá, alguien debe de quedarse con ella, aunque bueno, no tenemos mucha prisa de todos modos.
─Entiendo ─y acto seguido Eliseo bajó la cabeza, como si contemplara el suelo.
Él, mejor que nadie, sabía que todo aquello no duraría para siempre.
─Aunque me quede a turistear aquí tenemos que regresar en máximo un mes ─dijo Araceli─. Te lo digo para que te vayas preparando, para que te despidas de tus amigos y lo que tengas que hacer.
─Creo que esa será la parte más difícil de todas ─murmuró el chico después de dar un gran suspiro.
─No sé si sea correcto que yo diga esto ─dijo la rubia─. Pero quizá puedo entenderlo. Después de conocer este pueblo, de conocer a tus amigos otakus, debe ser difícil dejar todo esto. Tus amigos me agradaron mucho, supongo que te diviertes mucho aquí.
─De hecho sí ─respondió─. Me han ayudado mucho, sobre todo la líder de mi club. Hizo que la editorial de su madre corrigiera mi novela y le hizo un anime.
─¿Un anime? ─comentó sorprendida Araceli─. Nunca mencionaste eso.
─Ah, pues ─dijo Eliseo─. La líder del club tiene también una pequeña empresa de animación. Apenas van comenzando, pero son buenos, creo que tienen potencial.
─Oye, pues no estaría nada mal ver lo que han hecho si dices que son buenos.
─Te llevaría ahorita pero Mayra está ocupada ─comentó el chico─. La próxima semana tiene una audición y todo el tiempo está ensayando. Cuando haya pasado ese día quizá te lleve a verlo.
─¿Audición de qué?
─Es que también quiere ser cantante ─respondió Eliseo─. Y para variar, también canta muy bien.
─Entiendo ─murmuró Araceli.
Justo en ese momento ambos vieron cómo Mayra Palacios se acercaba rápidamente. Aunque la chica parecía decidida también daba la impresión que se daría la vuelta en cualquier momento.
─Hola Mayra ─saludó Eliseo─. Perdón por no avisarte ayer cuando me fui, pero me llamaron y…
─Olvida eso ─interrumpió Mayra─. Hay algo que quiero decirte.
─¿De qué se trata?
Mientras tanto, Araceli, que ya sabía lo que iba a pasar, esbozó una ligera sonrisa.
─Verás… ─Mayra juntó los dedos de sus manos y evitaba mirar al chico directamente─. Yo quiero que… sepas que…
A medida que intentaba hablar se ponía más colorada.
─¿Pasó algo? ─preguntó Eliseo─. ¿Tú papá volvió a tomar?
─No, no es eso ─respondió─. Déjame hablar.
─Es que no dices nada.
─Ya, está bien ─replicó Mayra─. Yo quiero decirte… que me… me agradas mucho.
La frase que acababa de decir fue muy parecida a la que ella dijo en sus sueños. Pero no esperaba, ni por asomo, que Eliseo reaccionara del mismo modo.
─¿Qué cosa? ─preguntó el chico─. Hablaste muy rápido así que no entendí la última parte.
─Quiero decir… ─respondió Mayra─. Que quiero agradecerte por haberme ayudado a estudiar anoche.
─Ah, claro ─comentó Eliseo─. Pero tuve que irme sin avistarte y te dejé dormida en tu mesita de noche. Ha de haber sido incómodo.
─Eso es lo de menos ─dijo la chica─. Mi examen es la siguiente semana así que me gustaría… que me siguieres ayudando… a estudiar.
─Por supuesto.
Solo hasta ese momento ambos chicos se percataron de que Araceli intentaba contener la risa.
─¿Que es tan gracioso? ─preguntó Mayra molesta.
─N-no nada, nada ─respondió la rubia, como si estuviera sofocada─. No me hagas caso.
Y efectivamente, no le hicieron caso.
─¿Quieres que estudiemos hoy? ─preguntó el chico─. Tengo tiempo libre.
─Me encantaría ─sonrió Mayra─. Pero, espera.
─¿Qué sucede?
─Antes quiero ir a la tienda a comprar algo para preparar la cena ─respondió Mayra─. Verás, ayer no te lo agradecí apropiadamente, así que hoy… me gustaría… prepararte algo de comer, lo que gustes, sirve que practico un poco la cocina.
─¿Lo que yo quiera? ─preguntó Eliseo─. En ese caso, dame el dinero y yo lo compraré por ti, así podré escoger lo que yo quiero comer.
Si ese es el caso ─intervino Araceli─. Me retiro Eliseo.
─¿No vendrás con nosotros?
─¿De verdad? ─comentó la rubia─. La caperuza dice que te preparará de comer ¿y tú me invitas?
─¿Qué harás entonces?
─Andaré por ahí ─respondió Araceli─. Tus amigos me contaron que hay por acá una hacienda abandonada y quiero ir a explorar un poco, a ver qué encuentro.
─Seguramente te dijeron que hay tesoros ahí y por eso irás a buscarlos ¿verdad? ─le dijo Mayra.
─¿Tesoros?
─No le hagas caso, no hay nada de eso ─le dijo el chico─. Pero ¿Iras sola?
─¿Crees que me da miedo? ─replicó la rubia─. Iré de día.
─Bien ─le dijo Eliseo─. Te veo al rato.
Después de que Mayra le dio el dinero al chico, este le dijo que la esperara y se dirigió a la tienda presuroso.
Pero Araceli todavía no se retiraba.
─Oye caperuza ─le dijo Araceli─. ¿Qué fue eso de hace rato?
─¿De qué hablas?
─Te le ibas a declarar ¿verdad? ─dijo la rubia─. Pero al final no te atreviste.
─¿Ah… eso? ─respondió Mayra─. Solo iba a cumplir la apuesta que me pediste.
─No estaba hablando tan enserio, pero veo que sí planeabas hacerlo, lo cual quiere decir que sí te gusta demasiado ¿verdad?
─Pero al final no se lo dije.
─Olvida eso ─respondió─. Solo te puse a prueba. Quería ver si realmente te atrevías a hacerlo y ya vi que no, pero no me lo tomes a mal, no lo hice para burlarme de ti o algo así.
─¿Y tú le dirás lo que sientes?
─¿Yo?… es decir… No, de hecho, no planeo decírselo nunca.
─¿Por qué?
─Porque llevo conociéndolo muchos años ─Araceli se sinceró─. Después de tanto tiempo él seguramente me ve como una hermana, y eso es también porque yo soy hija única. Me agrada mucho convivir con él y su familia, me agradan cómo son las cosas con Eliseo actualmente y pues, tengo miedo de que si le digo lo que siento todo eso se acabe.
─¿Realmente crees que eso se acabe si se lo dices? ─le preguntó Mayra─. ¿Crees que te odiaría por algo como eso?
─¿Me estás diciendo que me declare?
─No, no hablo de eso ─respondió─. Es solo que… Eliseo no es de esos que se molesten tan fácilmente. Sé que si yo también le digo lo que siento no se molestará, es solo que… tengo miedo de que me rechace. Aun cuando él ya me ha dado indicios de que solo me ve como una amiga o una hermana menor a la que tiene que cuidar, algo de mí me dice que quizá, sí existe la posibilidad de que él… o quizá no.
─Eres buena caperuza ─le sonrió Araceli mientras acariciaba su cabeza como si la chica tuviera cinco años de edad─. Te aseguro que si Eliseo alguna vez se fija en ti, lo hará realmente por lo que eres y significas para él y no porque seas otaku como él.
─¿Qué quieres decir con eso?
Pero la rubia ya no contestó, se dio la vuelta y se retiró dejándola sola.
Comments for chapter "11"
QUE TE PARECIÓ?