Yatareni - Volumen 3 - 12
─Bien ─le dije a Mayra Palacios después de haber estudiado hasta a altas horas de la noche─. Creo que con esto es más que suficiente. Ya dominas mejor los temas y en el último examen de prueba que hiciste tuviste 75 aciertos, es suficiente para aprobar ¿no?
─El mínimo es 60, así que sí.
Si, también aprendió a contar.
Precisamente porque era el día antes de su prueba fue que me quedé con ella más tiempo a estudiar para asegurarme de que dominara bien los temas. Creo que sí sirvo como profesor.
─Ya es tarde ─le dije─. Ve a dormir, te tienes que levantar mañana temprano ¿no?
─A las siete y media de la mañana ─contestó─. A las ocho de la mañana sale el transporte hacia Sayula para que tome ahí el autobús a la ciudad donde haré el examen.
─Vaya ─comenté─. Mayra, la otra, no tú, me comentó que su audición también es mañana, pero como es en otro lado se tiene que ir más temprano. Si se fuera más tarde quizá te hubiera dado un aventón pero está bien.
─No sabía eso ─dijo la chica─. Que Mayra también tenía su audición mañana.
─Si, es mañana ─le comenté.
─Ojala le vaya bien.
─Eso mismo esperamos todos. Pero en fin. Recuerda que los carros salen cada hora del pueblo, así que si no tomas el de las ocho ya no llegarás a tiempo a Sayula a tomar el camión.
─Ya lo sé ─contestó.
─Bueno ─dije al tiempo que me ponía de pie─. Yo también ya me iré. Ya es tarde y no quiero preocupar a mi tía.
─Gracias Eliseo ─me respondió─. Gracias por todo, por ayudarme a estudiar aunque te quité mucho tiempo.
─No es nada ─respondí─. Fue algo que me pediste pero también fue algo que yo quería hacer. Si no me lo hubieras pedido de todos modos yo me habría ofrecido así que no importa, suerte mañana con tu examen. Lo harás bien.
─Gracias.
Me despedí de la chica y dejé su casa.
****
─¡Despierta Mayra! ─se oyó un fuerte grito en la casa de la chica─. ¡Ya son las ocho de la mañana! ¡Ya te tenías que haber ido!
Mayra, todavía somnolienta, consultó el reloj de su celular, y efectivamente, ya era tarde.
─¡Ocho de la mañana con cuatro minutos! ─gritó─. ¡Me quedé dormida! ¡No escuché la alarma!
Rápidamente, Mayra se levantó, se vistió, tomó sus cosas y salió de casa cinco minutos después. No desayunó, no se arregló, no se despidió de su padre. No podía perder el tiempo en esas cosas.
Mientras corría hacia el centro del pueblo, reflexionaba en voz baja la situación:
─Ya no alcancé la corrida de las ocho de la mañana, pero si me espero a la corrida de las nueve, no llegaré a tiempo a Sayula.
Se repetía internamente: “¿Qué hago?, ¿Qué hago?”
Pero, más que su tristeza por perder el examen, era su remordimiento para con Eliseo.
El chico le había ayudado a estudiar toda la semana, incluso llegó a desvelarse con ella, y ella acababa de tirar todo ese esfuerzo, tanto el de ella como el del chico, a la basura. Se sentía tan mal que estaba por llorar. Estaba enojada consigo misma por ser como era, porque aun a su edad, cometía errores como esos, demasiado fáciles de evitar.
─Enserio ─se dijo─. ¿Por qué soy tan tonta?, de verdad lo siento Eliseo.
Y mientras seguía lamentándose llegó a la parada.
Aunque sabía que el siguiente trasporte llegaría a las nueve de la mañana, y si lo tomaba no llegaría a tiempo, ella decidió esperar ahí.
Sabía perfectamente eso, pero no pensaba qué hacer para solucionarlo, encontrar una alternativa o algo por el estilo. Al final solo se le ocurrió llamar a Eliseo y disculparse.
Y eso hizo.
─Hola Eliseo ─dijo con voz entrecortada─. ¿Q-que haces?
─Hola Mayra ─respondió el chico─. Me acabo de levantar, mi tía está preparando el desayuno ¿Tú ya estás en camino a tu examen?
─Bueno ─dijo titubeando─. Qué curiosa tu pregunta, jeje. Hay una historia graciosa sobre eso. Bueno, no es graciosa.
─¿De qué hablas?
─Perdóname.
─¿Por qué te disculpas?
─Me quedé dormida y se me hizo tarde, así que… no alcancé el transporte de las ocho de la mañana.
─¿Qué cosa?
─De veras lo siento ─se disculpó─. Sé que te esforzaste tanto por esto, y yo también y… lo arruiné. No llegaré a tiempo a mi examen, lo eché todo a perder.
─¿Dónde estás ahorita?
─En la parada de autobuses, frente al parque.
─Quédate ahí ─le ordenó el chico─. Iré en cinco minutos.
─Espera ¿para qué…?
Pero no recibió respuesta porque Eliseo le había colgado.
Cinco minutos después, tal y como lo prometió Eliseo, apareció frente a Mayra a bordo de una bicicleta.
─Súbete ─le ordenó─. Te llevaré a Sayula.
─¿De verdad? ─se preguntó la chica─. Es cierto que en automóvil es más rápido, pero en bicicleta es diferente, el camino tiene muchas curvas y subidas, te cansarás más y…
─¡Olvida eso! ─gritó Eliseo─. ¿De verdad vas a tirar por la borda todo tu esfuerzo? ¿Vas a dejar ir así tan fácil tu futuro? ¿No se supone que querías cambiar? ¡Súbete y deja de lamentarte!
De inmediato, y más por el regaño que por el golpe moral, Mayra se subió en el asiento trasero de la bicicleta y el chico se puso en marcha. Al principio, se movía de manera poco coordinada, tambaleándose debido a que todavía no se acostumbraba al peso extra que acababa de cargar pero poco a poco aceleró.
─¿Crees que llegues a tiempo antes de que el camión salga? ─preguntó Mayra.
─No es que lo crea ─respondió─. Es que lo voy a hacer.
Mayra se sintió mal de que fuera Eliseo y no ella la que demostrara más determinación.
─Creo que no te merezco ─murmuró la chica.
─¿Dijiste algo?
─No, nada, nada ─respondió─. Es decir… ¿de quién es la bicicleta?
─Es de mi prima ─respondió el chico─. Como ya no vive con mi tía casi nadie la usa.
Tan pronto como salieron del pueblo, comenzaron las curvas que Mayra había mencionado. Debido al accidentado relieve de toda aquella zona, los pueblos del municipio se encuentran dispersos entre innumerables cerros y montes de diverso tamaño obligando a que los caminos serpenteen entre toda la geografía del lugar, dando recovecos muy pronunciados o subiendo y bajando de altitud de manera estrepitosa. Para un conductor de bicicleta, conducir por caminos así sería demasiado agotador, y más si consigo llevaba un peso extra importante.
Poco a poco Eliseo comenzaba a agotarse más y más, y por más que Mayra le sugería que se detuviera a descansar el chico hacia caso omiso.
Después de 25 minutos, ambos lograron llegar a la cabecera municipal dirigiéndose rápidamente a la parada de autobuses. Y justamente el autobús que iba a tomar la chica estaba por salir.
─¡Lo lograste! ─dijo Mayra mientras descendía de la bicicleta─. Gracias…
─Me lo agradecerás después ─interrumpió Eliseo─. Ahora vete o no llegarás a tiempo.
Mayra corrió con todas sus fuerzas al tiempo que intentaba detener el camión. Por fortuna el conductor la vio y se detuvo para que ella subiera.
Eliseo contemplaba todo aquello. Estaba en extremo cansado y sudoroso pero sonreía satisfecho. Así que se tomó unos minutos para sentarse y reponerse.
─Misión cumplida ─murmuró.
Estaba cansadísimo pero también se sentía bien consigo mismo. La sensación de satisfacción que sentía en ese momento era tan grande que opacaba por momentos su cansancio físico. Pero después se percató de que esa sensación no era por él, sino por Mayra. Se dio cuenta de que le alegraba mucho más que Mayra hubiera conseguido llegar a tiempo.
─Creo que… ─murmuró─. Quiero lo mejor para ella, sin importarme nada, ni yo mismo ¿Desde cuándo es que pienso así?
Mayra, desde dentro del vehículo, podía contemplar a Eliseo sentado en la banqueta. Mientras sonreía también murmuró:
─Todo esto fue mi culpa, y tú lo resolviste. De verdad que no te merezco.
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