Yatareni - Volumen 3 - 13
─Vaya ─comentó Araceli después del pequeño tour que le dio la líder del grupo para que conociera todo lo que los chicos de Nipponkenkyo hacían─. Pensaba que por estar ubicados en un pueblito no serían la gran cosa pero me doy cuenta que no. Son buenos. Y además se nota que todos aquí son de familias adineradas.
─¿Decir que solo porque somos pueblerinos creías que no éramos la gran cosa no sonaría discriminatorio? ─preguntó Mayra Páez un poco sarcástica.
─Yo nunca dije eso ─respondió la rubia─. Pero si piensas eso entonces me disculpo.
─Olvídalo ─mencionó la líder.
─De lo que me doy cuenta también ─agregó Araceli─. Es del talento que tiene Eliseo porque la historia que están creando sinceramente me parece muy buena. Yo me pregunto ¿Por qué no mejor estudiaste algo de letras? ¿Por qué elegiste arquitectura?
─Tú ya deberías saberlo ─respondí.
─Yo no lo sé del todo ─comentó Mayra Páez.
─No tienes por qué saberlo ─respondí─. No es una gran historia.
Aunque la realidad es que hay varias cosas de por medio en ese tema y prefiero evitarlas.
Justo en ese momento iba entrando Alice acompañada de uno de sus compañeros de trabajo, el chico de los lentes deportivos que no recuerdo cómo se llama. No es mi culpa, es que no los veo muy seguido. Si acaso, sólo identifico a Alice, y eso por la situación que tuvimos ya antes con ella.
Llevaban consigo unas bolsas repletas de botanas, frituras, refrescos y demás comida chatarra. De cierto modo eso me recordó a la otra Mayra. Parece ser que eso es lo que iban a almorzar.
─Te tardaste ─cuestionó la líder a la pelirroja.
─Lo siento ─se disculpó Alice─. Pero este tipo de acá a mi lado ─dijo señalando a su acompañante─. Se tardó decidiendo qué comprar.
─Pues no fui el único ¿sabes? ─respondió mirándola de reojo─. También la señorita “Esto me va a hacer engordar” se tomó su tiempo.
─¿Quieres ahorrarte esos detalles tarado?
─Ya, ya está bien ─interrumpió Mayra─. Dejen las cosas en aquella mesa, en media hora comeremos… ah, y Alice…
─¿Qué sucede?
─Sonó una notificación en tu computadora ─comentó─. Creo que te llegó un correo.
─Ahora lo checo.
Al mismo tiempo que ella le decía aquello, el de los lentes deportivos sacó una bolsa de botanas, la más grande que habían comprado y nos ofreció a mí y a Araceli.
─¿Gustan?
─No gracias ─declinó Araceli─. No como esas cosas.
─Yo sí quiero algunas ─dije mientras tomaba algunas frituras de la bolsa─. Gracias.
─Toma más ─insistió─. Con confianza.
Pero sólo tomé una más. No quería abusar tanto de esa confianza.
─¿Y bien? ─le preguntó Mayra a Araceli─. ¿Qué opinas?
─Creo que van a llegar muy lejos muchachos ─respondió la rubia─. Se nota que aquí a todos les agrada lo que hacen.
─Oye Mayra ─llamó Alice mientras volteaba a vernos─. Ese correo que dijiste que llegó hace rato… ¿adivina de quién es?
─Espera ─murmuró─. No serán…
Los tres nos dirigimos hacia la estación de trabajo de Alice y pudimos ver en el monitor que, efectivamente, alguien había enviado un correo. Y estaba en japonés.
─Tienen que ser ellas ─exclamó la líder en un tono triunfante.
─¿Quiénes? ─preguntó la rubia.
─Hace no sé cuánto tiempo ─respondí─. Mayra envió un correo a algunas cantantes en Japón para que nos autorizaran usar sus canciones en el anime que los chicos están haciendo.
─Y aparentemente solo una respondió ─comentó Alice.
─Está bien ─dijo Mayra─. Con una es suficiente.
─Ahora falta saber ¿Qué dice ahí? ─comenté─. ¿Puedes leerlo Mayra?
─¿Yo? ─se preguntó sorprendida─. Yo no sé japonés.
─¿Entonces cómo enviaste el correo antes?
─Lo envié en inglés ─respondió─. Se supone que ella sabe inglés porque tiene canciones en inglés pero no pensé que me respondería en japonés.
─¿Y si usas el traductor de Google?
─Permítanme ─dijo Araceli poniéndose hasta enfrente─. Tengo un poco de conocimiento de japonés.
─¿Sabes japonés? ─le preguntaron las chicas.
─Para titularme tuve que tomar la opción curricular de idioma ─respondió la rubia─. Y elegí japonés.
─¿Y tú no tomaste eso Eliseo?
─Yo elegí otra opción curricular ─respondí─. Elegí cultura, y me tocó escribir una novela corta. No era muy buena porque apenas iba comenzando en ese asunto y después la perdí.
─Oh, vaya.
Araceli se acercó al monitor y, leyendo lentamente, poco a poco, tradujo el contenido del correo, al tiempo que nosotros escuchábamos atentamente.
─Gracias por ponerte en contacto con Mika Naka… ¿qué?
─Mika Nakayama ─respondí─. Es una de las cantantes a las que les enviaron el correo, tiene una canción muy hermosa que le quedaría bien al anime…
─Ok, ya ─interrumpió Mayra─. Sigue leyendo.
─Bien, ¿Dónde iba?… ah, cierto:
“Gracias por ponerte en contacto con Mika Nakayama. Vimos tu trabajo en internet y Mika se mostró muy interesada en tu proyecto. A ella le agradaría mucho saber que su repertorio musical forma parte de un proyecto que estimula la creatividad y además, es ejemplo de superación, constancia y esfuerzo. Asimismo, nos gustaría discutir con ustedes personal… ¿personalmente? ¿Enserio? …otros aspectos que podrían ayudar a que su proyecto llegue a más gente.
La agenda de Mika estará un poco más despejada en el próximo mes y a ella le encantaría… recibirlos y atenderlos personalmente para llevar a cabo estos objetivos. Necesitamos que en los próximos días nos definan en qué fechas vendrán… a ¡Japón! ¡No me jodan! ¿Enserio? …Para que Mika haga espacio en su agenda.
Estaremos esperando su respuesta.
Atentamente:
El staff de Mika Nakayama.”
─¿Ja-Japón? ─murmuró Araceli─. ¿Quiere que vayan a Japón?
─¿Quiere que vayamos a Japón? ─dije también, repitiendo lo que la rubia dijo.
─Yo solo pedí su autorización para usar sus canciones ─mencionó Mayra igual de impactada que nosotros─. Pero no me esperaba esto.
─Esperen ─nos cuestionó Araceli─. ¿De verdad… piensan ir a Japón?
─¿Por qué no? ─respondió la líder─. Tenemos los recursos. Todos nosotros aun conservamos el dinero que nos dieron por la indemnización de la minera canadiense, con eso nos alcanza perfectamente.
─¿Qué minera? ─preguntó la rubia.
─Es que en noviembre, la minera canadiense que anduvo en esta zona fue retirada por daños al ambiente ─contesté─. Y como nosotros fuimos los… como quien dice, los “héroes” nos recompensaron con ese dinero.
─¿A ellos también les dieron? ─preguntó Araceli refiriéndose a los demás miembros de Nipponkenkyo.
─No ─respondió Mayra─. Solo a los chicos de SPEED.
─Pero ─intervino Alice─. De todos modos tenemos dinero como para viajar allá. Tú misma lo dijiste, somos de familias adineradas.
─Espérate tantito ─interrumpí─. Se supone que si iremos a aquello de las canciones con Mika, entonces, solo iríamos tu y yo, pero los otros chicos de SPEED como no tienen nada que ver con esto, pues…
─Apenas nos están diciendo que vayamos a Japón ─replicó Mayra─. Primero quiero discutirlo con ellos el siguiente sábado.
Pero ya la idea de ir a aquel país ya deporsí me parecía increíble. Creo que a todos los involucrados en esto les parecía casi como un sueño.
Y es que, de cierto modo, si lo era. ¿De verdad… iremos a Japón?
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