Yatareni - Volumen 3 - 28
─Es temático ¿verdad? ─cuestionó Martina
─¿A qué te refieres? ─le preguntó la líder.
─Quiero decir que ella no es una estudiante real ─respondió la niña─. Es una guía disfrazada de colegiala, y a ti se te ocurrió contratar a una guía así, quizá para satisfacer algún fetiche oculto que tenías y del que no sabíamos.
─No digas tonterías enana ─respondió Mayra─. Es una estudiante de preparatoria genuina, tiene 17 años, estudia en una escuela cerca de aquí ¿Hay algo de malo con eso?
─No, no es eso ─respondió Claudio─. No nos molesta en lo absoluto, es solo que… esperábamos algo más… profesional.
─Pues yo no le veo el problema ─comenté─. Y no, no tengo ningún fetiche ni nada de eso, pero… es inesperado.
─Verán chicos ─explicó Mayra─. Muchos jóvenes estudiantes aquí en Japón suelen usar el tiempo libre de la escuela para trabajar en empleos de medio tiempo y así poder sacar algunas ganancias. Hay algunos que aprovechando que tienen conocimiento de algún idioma extranjero, deciden trabajar como guías turísticos como es el caso de Misaki. Por lo general como no son guías profesionales no cobran mucho. De hecho, ella acepta que su paga sea invitarla con nosotros a los lugares que visitemos, pagar su entrada y también pagar su comida cuando vayamos a algún restaurante.
─Oh, vaya ─murmuré─. Eso tiene sentido, y viéndolo objetivamente, ella puede cobrar por llevar a otras personas a turistear y divertirse con ellos y… oye, qué buena idea.
─Esa es la mejor parte ─mencionó la líder─. ¿Qué mejor manera de conocer Japón si no es a través de una de sus residentes? Lo mejor es que sea una persona que viva de primera mano esta ciudad la que te guie. Ellos la conocen mejor que nadie y saben dónde podemos divertirnos.
─Siendo así es una genial idea ─replicó Gibrán.
─A mí también me agrada la idea ─repitió también Mayra Palacios.
─Y bien ─preguntó Misaki sonriente─. ¿A dónde vamos primero? Ustedes dirán.
─Queremos primero ir al hotel a registrarnos y dejar nuestras cosas ─respondió Mayra─. El hotel en el que nos hospedarnos no está muy lejos de aquí, pero por si las dudas, me gustaría que nos guiaras ─le dijo al tiempo que le daba un papel con el nombre del hotel y su dirección
─Veamos ─dijo la japonesa al tiempo que lo tomaba─. Este hotel queda a veinte minutos caminando, ¿quieren que tomemos el transporte público?
─No ─contestó Mayra─. Queremos caminar. Será divertido conocer la ciudad de ese modo.
─De acuerdo.
Guiados por Misaki salimos de aquel lugar. Fue un verdadero golpe.
Recuerdo esa escena de la película del Capitán América en la que sale al Nueva York actual lleno de asombro hasta que le comentan que estuvo congelado por 70 años. A nosotros no nos congelaron por siete décadas pero creo que la sensación fue similar.
Hay personas que han vivido en esta ciudad toda su vida de modo que están demasiado acostumbradas a esto. Esas personas pueden ir a cualquier parte del mundo y ya no se sorprenderán con nada. Éramos nosotros los que se emocionaban hasta con ver un semáforo o un bote de basura.
Tokio es la ciudad más grande del planeta, la más poblada y también la más cosmopolita. Dominan los edificios, los anuncios publicitarios, tanto impresos como en pantallas gigantes, los letreros en un idioma y escritura diferentes al nuestro.
Sería correcto describir la ciudad como un organismo inmenso compuesto de millones de partículas que interactúan entre sí, un verdadero sistema aparentemente caótico pero que funcionaba perfectamente hasta el más mínimo detalle.
Los chicos de SPEED nos movíamos a través de todo eso, a veces con dificultad porque costaba trabajo pasar entre tanta gente. Nos asombraba todo lo que a los nativos les parece ya cotidiano o hasta aburrido y monótono. Y también estábamos atentos al menor indicio relacionado al manga y al anime.
─¿De modo que ustedes vienen de México? ─escuché a Misaki hacerle platica a la líder.
─Así es ─respondió─. Nos quedaremos una semana aquí.
─Me da gusto que hayan elegido Japón para pasar sus vacaciones ─comentó la japonesa─. Y también que me hayan elegido como su guía, a decir verdad, creo que lo necesitaba.
─¿Por qué lo dices?
─Ehm, no es nada ─se disculpó─. No me hagas caso. Solo diré que necesitaba dinero.
─Pero ¿no habías dicho que te conformabas con que te pagáramos tus entradas y tu comida?
─No siempre ─respondió─. Yo cobro por día, así que me vendría bien que algunos días me pagaran con dinero.
─Vienes de la escuela ¿verdad? ─le preguntó Martina─. Porque tienes el uniforme puesto.
─Si ─respondió─. Solo que hoy tuve una clase nada más y salí temprano, por eso es que pude estar con ustedes a esta hora, pero mañana solo podré verlos a partir de las doce del día, espero que no les moleste.
─No, por supuesto que no ─respondió Gibrán acomodándose los lentes oscuros quizá para impresionarla─. Sabemos que tienes que ir a la escuela y que este trabajo es de medio tiempo, pero nosotros tenemos una semana.
─Y creo que una semana no sería suficiente ─murmuré.
─Todos se ven muy amigables y unidos ─nos dijo Misaki─. ¿Son parientes o solo son amigos?
─Todos somos amigos ─respondió Guadalupe─. Pero sí, muy unidos.
─Oh ─respondió hablándole a Mayra Páez─. Me imagino que solo tú y tu hermana son familiares en este grupo.
─¿Mi hermana?
─La chica que tiene esa capa roja ─comentó la japonesa─. ¿No es tu hermana?
─No, claro que no ─contestó─. No es mi hermana.
─¿Entonces por qué se parecen tanto?
─No sabemos ─respondió la otra Mayra.
─Que raro ─murmuró─. Supongo que son de esas cosas que casi nunca suceden y cuando suceden no muchos la creen hasta que las ves.
Y, dirigiéndose a Mayra Palacios le pregunto:
─¿Por qué usas esa capa?
─Es un regalo de mi madre ─respondió.
─Bueno ─dijo─. Creí que eras de esas personas a las que les gusta el anime.
─De hecho, sí lo somos ─respondió.
─Creo que otaku es la palabra que buscas ─le dijo Gibrán.
─De hecho no Gibrán ─replicó Mayra Páez─. La palabra otaku aquí significa otra cosa muy distinta.
Justo eso es lo que estaba yo pensando cuando tocaron ese tema. Mayra lo explicó también. En nuestra cultura occidental se les llama otakus a los aficionados al manga y al anime, pero, aquí en Japón, otaku es aquella persona que está obsesionada con alguna cosa, no necesariamente manga y anime. Por lo general, esa obsesión es dañina por lo que los otakus no son muy bien vistos por la sociedad, sobre todo después de ciertos atentados terroristas que hubo por acá en los 90’s.
─Yo no tengo problema con eso ─comentó Misaki─. Pero no toda la gente aquí en Japón es tolerante. No sé si lo sepan pero nuestra cultura es muy conservadora y ven con algo de recelo a los extranjeros pero no todos somos así.
─Creo que sabía algo de eso ─comenté─. Pero yo tampoco tengo problema con eso. Me agrada mucho este país, y no solo por el manga y el anime. Hay muchas otras cosas que aprecio y que me gustaría disfrutar.
─Solo sean un poco discretos con eso de los otakus ─nos dijo Misaki─. No les pasará nada pero es para evitarnos problemas.
─De acuerdo.
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