Yatareni - Volumen 3 - 35
Ambos permanecimos callados, no sabíamos cómo procesar aquello que nos acababan de decir.
─¿De… de verdad? ¿Habla… enserio?
─Si aceptan, aquí mismo y ahora se firmaran los acuerdos ─dijo la rubia por primera vez por iniciativa propia.
Sacó entonces una maleta que al parecer tenía en el suelo y la puso sobre el escritorio. Eran de esas maletas que en las películas suelen tener bombas dentro, pero ahí venían algunos papeles que, supongo, eran los contratos, y además, algunos fajos de billetes, eran dólares y se notaba que era mucho dinero. Eso nos iba a pagar si vendíamos todo.
─¿Cuánto… es? ─preguntó Mayra anonadada después de ver el dinero.
─Mika les ofrece 500 mil dólares por el estudio de animación y la novela.
─¿Quiqui… qui…? ¿Qué?
Eso superaba con creces lo que nos dieron cuando detuvimos la minera canadiense. Con eso podría resolver mi vida.
─Pe… pero, si le vendemos todo eso ─dije─. Nosotros seguiremos siendo… pues… partícipes ¿no?
Mika dijo algo en japonés que después nos tradujeron:
─El contrato entre ambos estipula que ustedes cederán todo a Mika. Ella será la dueña absoluta del estudio y también tendrá los derechos de la novela y solo ella podrá explotarlas según le convenga, pero ustedes ya no tendrían poder alguno sobre las mismas. Por eso es que Mika les ofrece esa cantidad de dinero.
─Ella quiere comprar Nipponkenkyo ─murmuró Mayra─. Con todo lo que la conforma.
Solo esa parte que mencionó, acerca de que ya no tendré poder alguno sobre la novela me hizo dudar. Saqué del bolsillo de mi pantalón, la memoria USB con el ejemplar digital de mi novela, la memoria que en su momento, me entregó la mamá de Mayra. Ella me la había dado para que yo la leyera y realmente me agradó. Si aceptaba le tendría que entregar ese dispositivo a Mika. Por eso lo contemplé por largo rato.
Ambos estuvimos pensándolo muy bien. Por momentos hasta cruzábamos miradas como queriendo comprobar si el otro estaría de acuerdo.
─Pues… dije mientras también volteaba a ver a Mayra Páez una vez más.
─¿Creo que vamos a aceptar verdad? ─me preguntó ansiosa.
Incluso ya nos estaban dando el bolígrafo para firmar. Y lo hubiera hecho de no ser porque Mayra Palacios nos detuvo.
─No, esperen ─dijo─. ¿No se les hace raro todo esto?
─¿Qué quieres decir? ─pregunté.
─Ya deporsí se me hacía raro que, como dijo Mayra, que una cantante japonesa se interesara de repente en el proyecto de dos desconocidos de un país al otro lado del mundo ─comentó─. ¿Y ahora les ofrecen comprar el todo el estudio y la novela así nada más? Hay algo raro en todo esto.
Y, dirigiéndose a mí, me dijo:
─¿Realmente quieres deshacerte de algo que te tomó muchos años de tu vida escribir y desarrollar? ¿Algo que es solo tuyo y de nadie más? ¿Y lo haces por dinero? ¿Por qué cedes tan fácilmente? Si lo haces por dinero entonces no mereces haber escrito esa novela.
Fue como un balde de agua fría, el regaño de Mayra Palacios me hizo caer desde la nube en la que me encontraba.
─Perdón ─interrumpió la rubia─. Mika pregunta ¿Quién es esa chica? Solo esperaba a dos personas.
─¿Y por qué hasta ahora lo pregunta ─replicó la de la capa roja.
─Ella es…
─Olvide eso ─respondió Mayra Páez ansiosa─. No le haga caso, con mucho gusto firmaremos esos documentos. ¿Verdad Eliseo?
Pero no respondí aunque la había escuchado. Lo que dijo Mayra Palacios me caló hondo.
─No me digas que…
─Tú estás bien porque a tí solo te interesa tu carrera como cantante y el estudio es algo secundario para ti ─le dije─. Pero para mí, escribir novelas lo es todo. Sé que necesito dinero y patrocinio, pero tampoco quiero convertirme en un objeto comercial. No me gustaría que con el tiempo esto se convierta únicamente en un medio para volverme más rico. Eso desvirtuaría el verdadero propósito de esto que es el amor al arte. No me quiero convertir en la mamá del mago.
─¿De qué mago hablas?
Y entonces me dirigí a las chicas:
─Aprecio su oferta y realmente me siento halagado que considere que nuestro proyecto vale tanto, pero he decidido no cederle los derechos de mi novela, o en todo caso quisiera buscar un acuerdo en el que se me permita control total sobre mi obra.
La rubia tardó un poco en procesar lo que le dije, pero se lo tradujo a Mika, y ésta respondió por medio de ella:
─Mika les informa que si no hay una cesión total de los derechos de la novela no será posible apoyarlos y que si esa es su decisión entonces no los apoyará de ningún modo. Asimismo tampoco les autoriza usar sus canciones para el proyecto de animación que han realizado hasta ahora. A partir de este momento les otorga un plazo de dos semanas para retirar las canciones de su proyecto o se verá obligada a tomar medidas legales.
Con esto nos dieron a entender que no habría acuerdo.
─No importa ─replicó Mayra Palacios─. No necesitamos tus canciones diva. Mayra canta mucho mejor de lo que tú podrás cantar.
Mayra Páez se sobresaltó. No sé si por el hecho de que Mayra Palacios la alabó cuando se suponía que estaban peleadas, o porque aquello que dijo la chuuni había sido desmentido la noche anterior en un karaoke.
Al menos esto no se lo tradujeron a Mika pero creo que lo entendió muy bien.
─Mika los invita a retirarse ─fue todo lo que dijo la intérprete─. No tiene más de qué hablar con ustedes.
Curiosamente Mika en realidad no dijo nada, fue la rubia la que dijo aquello por su cuenta. Sin embargo, en ningún momento Mika dejó de sonreír, solo que su sonrisa fue un poco egocéntrica.
─Con su permiso ─dijo Mayra Páez sonando bastante frustrada y los tres nos retiramos.
Cuando salimos del edificio y caminábamos por las calles dimos un largo suspiro.
─Al final vinimos a Japón para nada ─dije.
─Por supuesto que no ─respondió Mayra Palacios─. Nos hemos divertido mucho aquí, y nos divertiremos más.
─Cállate chuuni ─comentó la otra Mayra─. Pudimos haber sido millonarios pero mi gemela malvada tenía que abrir la bocota. Nunca habla y cuando lo hace lo echa todo a perder.
─Creo que la gemela malvada eres tú ─respondió Mayra Palacios.
─No, está bien tiene razón ─exclamé─. Iba a ceder mi novela por dinero y eso me habrá convertido en alguien que solo escribía por dinero y no por amor a la escritura. Creo que esas cosas son de lo peor que puedes hacer porque no demuestra el amor que le tienes a esto. Está bien ganar dinero y vivir de esto pero tampoco puedo dejar que el dinero controle mi profesión.
─Por cierto ─comentó la líder─. Noté que trajiste contigo la memoria que te dio mi madre ¿ahí tienes tu novela?
─Si ─respondí─. La traje porque pensé que podría mostrársela a Mika pero supongo que ya no hay necesidad. De todos modos debo de cuidarla bien porque sólo tengo una copia de mi novela y está en esta USB.
─¿Sólo una copia? ─exclamó Mayra Palacios─. ¿Por qué no la copiaste en alguna computadora? ¿Qué tal si la pierdes?
─Primero quise leerla toda ─respondí─. Luego, cuando pasó todo esto del viaje a Japón, con todo eso de la emoción por el viaje y los preparativos olvidé hacerle un respaldo. Así que solo debo de ser cuidadoso ¿no creen?
─¿Y si me la das? ─me preguntó Mayra Páez─. Creo que yo la puedo cuidar mejor que tú, y más tratándose de la única copia existente de tu novela.
Dudé por unos segundos, pero como ya me había extendido su mano, decidí entregársela.
─Cuídala con tu vida. ─exclamé un poco en broma─. Las mujeres suelen ser más precavidas con las cosas. Así que confío en ti.
─Bueno ─suspiró Mayra al ver el reloj de su celular─. Son casi las dos de la tarde. Si me comunico con los chicos quizá podamos reunirnos con ellos y seguir turisteando, donde quiera que anden.
─Mayra marcó el número de Misaki pero no hubo respuesta.
─Me manda a buzón ─exclamó─. Intentaré otra cosa.
Esta vez, le marcó a Gibrán.
─Hola… soy yo, Mayra… no tarado, tu jefa, no la depresiva…
─Oye.
─¿Dónde están?… Acabamos de salir y veremos si podemos alcanzarlos en… ¿Qué cosa?… ¿pero saben llegar?… ok, dime cómo llegamos a su casa… ok, de acuerdo, allá nos vemos ─y colgó.
─¿Qué pasó? ─preguntamos.
─Iremos a casa de Misaki ─respondió─. Les explicaré en el camino.
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