Yatareni - Volumen 3 - 37
Un rato después la cena ya estaba preparada. Afuera, las nubes negras del cielo liberaron toda su carga en un tremendo aguacero. Desde el comedor del hogar pudimos contemplar cómo la lluvia caía con toda su fuerza.
Debo aclarar que aquel comedor, era tan solo una mesa de no más de cincuenta centímetros de altura en la que todos nos teníamos que hincar sobre unas almohadas para poder comer. Y también debo decir que la comida que los chicos prepararon era esencialmente japonesa, de esos platillos que solo encontraríamos en algún restaurante de comida japonesa. Tazones llenos de arroz blanco, algo de shushi, surimi y demás alimentos cuyo nombre desconozco. Y por eso mismo es que tuvimos que comer aquello con palillos chinos. Al inicio fue difícil pero cada quien tuvo su ritmo de adaptación.
Después de decir la, supongo, icónica palabra “itadakimasu” procedimos a comer.
─Les quedó bien ─dijimos después de dar los primeros bocados.
─Pues fue todo gracias a Misaki ─respondió Mayra Páez─. Ella nos enseñó cómo prepararla.
─¿Cómo sigue tu hermano? ─preguntó Mayra Palacios.
─Acabo de ir a verlo ─respondió Misaki─. Sigue durmiendo plácidamente. Creo que lo mejor será dejarlo dormir un rato más.
Luego de ello, pareció asincerarse un poco.
─Verán, a pesar de que esta casa se vea grande, mi familia no tiene mucho dinero. Como mi hermano siempre se enferma por causas que no conocemos, gastamos mucho dinero en medicinas. Yo quería ayudar a mi familia y es por eso que quise trabajar como guía turística, pero como les había dicho antes solo tenemos dos años de vivir aquí, todavía no conozco muy bien una ciudad tan grande. Cuando lo intenté por primera vez cobraba muy barato pero aun así nadie quería contratarme, sobretodo porque se daban cuenta de que como me movía por una ciudad que no conocía muy bien, me ponía nerviosa y eso a la gente no le daba confianza.
Pensé entonces que, primero tenía que practicar un poco más, mostrarle más seguridad al cliente, así que decidí recorrer toda la ciudad para conocerla y también, comencé a pedir como pago comida o invitaciones a los lugares y eventos que las personas visitaran para, de esa manera familiarizarme más con esto y después poder cobrar como una guía turística profesional.
Por eso estoy realmente agradecida con ustedes chicos, ustedes son mis primeros clientes en mucho tiempo y realmente me puse feliz cuando supe que querías contratarme ─le dijo a la líder.
─Yo… ─Mayra bajó la mirada─. Lo siento Misaki, no sabía que estabas pasando por esa situación. Yo te contraté solo porque eres la única guía que encontré que hablaba español. De otro modo no lo habría hecho.
Creo que todos sentimos como si la comida se nos atorara en la garganta. Mayra Páez suele ser muy directa a veces. Pero Misaki no dejaba de sonreír.
─¡Qué importa el motivo¡ para mi es ganancia. Yo estoy muy agradecida con ustedes de todas maneras, sobretodo porque, para ser ms primeros clientes, ha sido muy divertido convivir con ustedes aunque también me disculpo si no he sido lo que ustedes esperan.
─No, por supuesto que no ─respondimos todos.
─Lo has hecho bien ─le dije─. No te voy a mentir. Cuando te vi por primera vez vestida de colegiala y me dijeron que tú serias nuestra guía, también me extrañé y sinceramente no confiaba mucho en ti, pero has hecho que me trague mis palabras. Creo que Mayra no pudo haber elegido una mejor guía.
Y todos estuvieron de acuerdo conmigo.
La sonrisa de la japonesa creció aún más.
─Oye ─le dijo Mayra─. Si lo necesitas, puedo darte un poco más para las medicinas de tu hermano. Dinero es lo que nos sobra.
─¿De verdad?
─Por supuesto ─contestó con una sonrisa.
─Gracias muchachos, enserio.
─Pero bueno ─comentó Gibrán─. Cambiemos de tema.
Y, dirigiéndose a la líder, le preguntó:
─¿Y cómo les fue con Mika?
A las dos Mayras y a mí se nos borró la sonrisa.
─Pues… ─murmuré titubeando.
─Por culpa de Mayra no hubo contrato ─respondió Mayra Páez denostando molestia.
─¿Es enserio? ─replicó la otra─. ¿Querías vender la novela de Eliseo? Y ni siquiera te pertenece.
─¿Qué sucedió? ─preguntó Misaki.
─Mika nos ofreció medio millón de dólares para comprar el estudio de animación de Mayra y mi novela ─respondí─. Pero rechazamos la oferta.
─¿Medio millón? ─gritaron todos a coro.
─¿Pero por qué rechazaron esa oferta? ─replicó Martina─. ¿Están pendejos o qué?
─Cállate enana ─replicó Mayra Páez─. La culpa la tiene la chuuni emo.
─Porque Mika quería quitarme los todos los derechos de mi novela ─respondí─. Además de que no me reconocerían como el autor.
─Tan fácil que habría sido aceptar y ya ─murmuró Mayra Páez─. ¿Te das cuenta de cuánto dinero era? Podríamos haber resuelto nuestra vida.
─Y lo dice la que hace unos momentos dijo “Dinero es lo que nos sobra” ─Mayra Palacios subió la voz─. ¿Qué vas a saber tú del enorme trabajo y esfuerzo que puso Eliseo en escribir su novela? Por lo visto no lo entiendes y eso que también querías vender tu estudio de animación así sin más.
─Lo que yo decida hacer o no hacer con mi estudio de animación o con lo que sea es algo que no te incumbe Mayra ─respondió la líder también elevando la voz─. Deberías dejar de entrometerte en los asuntos que no te importan.
─Pero también planeabas vender la novela de Eliseo ─replicó la chica─. Y eso no te pertenece.
─Ya basta chicas ─interrumpí─. Dejen de discutir. Puede que Mika nos haya ofrecido una cantidad inmensa de dinero pero ni por todo el dinero del mundo planeo dejar que alguien se apropie y explote algo que me costó mucho trabajo crear, pero sobretodo, que es único porque fue creado por mí.
Pensé que las dos ya se habían reconciliado pero parece que por cualquier cosa buscan pleito.
─¿Eres escritor? ─me preguntó Misaki
─Si ─respondí.
─Oh, vaya ¿Qué cosas escribes?
─Pues escribo lo que se me ocurre ─contesté─. Pero creo que estoy influenciado un poco por el anime y las novelas ligeras japonesas.
─Originalmente habíamos venido a Japón por este asunto con Mika ─comentó Mayra Páez─. Pero como al final no logramos nada, creo que fue en vano, al menos este asunto.
─Yo creo que no ─murmuró Claudio─. Al final todo sirvió para que nos la pasáramos muy bien aquí.
─Es como dicen ─dijo Angelina─. Cuando parece que las cosas salieron mal, siempre saldrá algo mejor de ellas, o algo así.
─En eso tienes razón ─comentó la líder─. Aunque este día esté perdido, las cosas mañana se pondrán mucho mejor.
─¿Qué haremos mañana? ─preguntó Misaki─. Mañana estaré disponible todo el día.
─Estaba planeando ir a Kioto a unas aguas termales ─respondió─. Pero me enteré que hay a las afueras de Tokio, en una zona rural, otras aguas termales, de este modo no tendríamos que ir tan lejos y tendríamos más tiempo disponible.
─Aunque eso no cambia las cosas ─comentó Misaki─. Si nos vamos por el shinkansen, llegaríamos en dos horas a Kioto.
─Shinka… ¿Qué?
─El tren bala ─respondí.
─Mañana será un día aún mejor ─comentó la líder─. Pero lo dejaré como sorpresa.
Y todos sonreímos esperando el día siguiente.
Puede que este día haya salido mal para casi todos. Mayra y yo perdimos una oportunidad única, los chicos de SPEED perdieron el día y Misaki tuvo que cuidar a su hermano, pero como dijo Angelina, al final siempre podemos esperar que algo mejor suceda después.
Ya veremos cómo nos va mañana.
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