Yatareni - Volumen 3 - 40
Aunque todavía no pasaba una hora ya había mucha gente reunida en el mirador, por ello los chicos se reunieron un poco antes para poder ganar un buen lugar.
─Que bueno que se nos ocurrió venir antes ─comentó Guadalupe─. Nos tocó una buena vista.
─Gracias chicos ─comentó de la nada Misaki─. Para mí significa mucho ver estos juegos pirotécnicos con ustedes.
─¿De verdad? ─preguntó la líder.
─Aquí en Japón significa mucho que veas los juegos pirotécnicos con una persona especial, y bueno, para mí, ustedes son especiales aunque tengamos poco tiempo de conocernos.
─Gracias ─respondió Mayra.
Pero luego, ambas Mayras se pusieron a razonar un poco lo que había dicho la japonesa. Había una persona especial para las dos en ese momento ahí y ellas querían estar con él.
Mayra Páez se acercó a Eliseo pero tuvo dificultades por la aglomeración de gente. Desde lejos pudo ver que Mayra Palacios estaba con él. Ella parecía titubear y tenía las manos por detrás como si ocultara algo. Mayra Páez adivinó que quería entregarle algo pero no se atrevía.
Luego comprobó que se trataba de un onamori y era de los que sirven para encontrar el amor. Al final la chica se decidió a comprarlo.
Ahí fue cuando Mayra entendió todo. Hasta ese momento Mayra Páez tenía ideas vagas acerca de lo que sentía Mayra Palacios por Eliseo y eso porque la chica no mostraba fácilmente sus sentimientos aunque en otras ocasiones parecía ser muy obvia. Y, aun así ella pensaba que ella jamás le expresaría sus sentimientos, dado su carácter tímido. Tomaba a manera de broma un eventual enamoramiento de ambos. Pero solo hasta ese momento fue algo que sí pareció importarle mucho. Porque ambas estaban tras la misma persona. Quizá todas aquellas escaramuzas que ellas dos habían tenido en todo el viaje eran como una representación de lo inevitable. Eventualmente ellas tendrían que confrontarse. Y decidió tomar el asunto más seriamente.
Mayra Páez logró posicionarse junto a Eliseo justo cuando estalló en el cielo el primer destello de luz. Y la otra simplemente nunca halló el valor de entregar el amuleto.
La líder entendió que entregárselo era prácticamente una declaración y eso Eliseo también lo entendería a la perfección. Por eso ella no se atrevía, y por eso Mayra Páez tenía que tomar la iniciativa.
Misaki se despidió de los chicos de una manera más íntima, con un abrazo aun cuando la sociedad japonesa no suele demostrar afecto en público. Para todos había sido un gran día.
Todos se dirigieron a sus respectivas habitaciones.
Lo primero que hicieron las chicas fue quitarse los yukatas y ponerse ropa normal aun cuando dentro de poco tiempo fueran a dormir.
Mayra Páez se cambió rápidamente y se acercó discretamente a la otra Mayra.
─Cuando termines de cambiarte ven a verme en el patio del hotel en diez minutos ─le murmuró al oído─. Quiero hablar contigo.
Sumamente confundida, aunque quizá presintiéndolo, Mayra Palacios se cambió rápidamente y acudió a la cita de Mayra Páez.
Ambas se encontraron en un pasillo a las afueras del hotel rodeado de jardines, sin embargo no había a esa hora nadie más que ellas. Hacía frío que se resentía más por el viento que soplaba pero ellas no parecían sentirlo.
Mayra Páez miraba fijamente a la que ya consideraba su rival, y la otra, sintiendo todo el peso de su mirada, intentaba aparentar fortaleza.
─¿De qué quieres hablar? ─preguntó Mayra Palacios.
─No me había dado cuenta al inicio ─respondió─. Pero ahora lo entiendo. Me preguntaba por qué durante este viaje tú y yo hemos estado discutiendo más de lo normal o compitiendo por cosas aparentemente sin importancia. Luego comencé a recordar en qué situaciones se dieron esas cosas. Como cuando saliendo del aeropuerto el día en el que llegamos, te situaste junto a Eliseo aunque no le dijiste nada, o cuando forzosamente quisiste acompañarnos con Mika aunque tú no tenías nada que ver con el proyecto.
Mayra escuchaba atentamente la arenga de la líder de SPEED. Ella también estaba empezando a entenderlo.
─Siempre era por él ─continuó─. Por Eliseo. Todas nuestras discusiones siempre tenían algo que ver con él. Me parecía curioso que nada de esto sucedía cuando estábamos en Yatareni pero aquí parece que ha estallado todo eso.
─¿Por qué no vas al punto? ─replicó Mayra Palacios─. Dime de una vez lo que tengas que decirme.
─En ese caso ─respondió─. Seré directa y te lo preguntaré aunque de todos modos ya espero la respuesta que me darás y si no me das la respuesta que espero, realmente serás una cobarde.
─¿Qué quieres preguntarme?
─¿Te gusta Eliseo?
Mayra quedó impactada. Aunque algo dentro de sí le decía que la líder formularía esa pregunta, no supo qué responder, es decir, sabía la respuesta que tenía que decir, pero no sabía si era buena idea decirla o no. Y no decirla, la dejaría a ella, como Mayra Páez lo dijo, como una cobarde. Así que se armó de valor y, por primera vez, por iniciativa propia, le confesó a otra persona lo que sentía por Eliseo:
─Sí Mayra, lo amo como no tienes idea ─respondió con firmeza─. Amo que este ahí preocupándose por mí aunque no se lo haya pedido, amo que intente ayudarme aunque él mismo sepa que ya no es posible. Eliseo me salvó la vida en más de un sentido, me hizo ser una mejor persona, y me ayudó a superar mis traumas. Por eso es que lo amo ¿eso querías saber?
La líder frunció el ceño. Aunque esperaba esa respuesta reaccionó molesta y cruzó los brazos. Quizá le molestó que Mayra se explayara tanto y diera detalles innecesarios a su parecer.
─Si, era eso ─se dijo la líder─. Solo quería confirmarlo. Debería felicitarte porque por fin lo aceptas. Aunque creo que es algo que ya todos sabían menos tú ¿verdad? ─y sonrió sarcásticamente.
Mayra Palacios no se inmutó. Permaneció seria en todo momento.
─¿Hay algún problema con que me guste?
─Puede ser ─respondió─. Verás querida gemela, resulta que a mí también me gusta mucho.
De nueva cuenta Mayra se sorprendió. A diferencia de la otra, Mayra Palacios nunca se esperó que la líder también tuviera esos mismos sentimientos por Eliseo.
─¿Tú… también?
Uno de los mayores temores de Mayra Palacios era que en algún momento la líder de SPEED pusiera sus ojos en Eliseo, posiblemente, por el hecho de que se parecieran tanto. Ese temor se acrecentó cuando ambos se aliaron para llevar a cabo el proyecto del anime, y sin embargo, aparentemente no sucedió nada. O al menos eso creía porque su mayor temor se acababa de hacer realidad.
Siempre vio a Mayra Páez como una versión perfecta de sí misma. Si ella alguna vez se enamoraba del chico Mayra Palacios nunca podría competir contra ella. Pero eso era también porque Mayra Palacios se menospreciaba a sí misma. Sentía que no tenía la capacidad para competir con ella. Pero eso fue al inicio, la historia actual era diferente. Aquella Mayra Palacios que confrontaba a su rival no era la misma Mayra Palacios que Eliseo conoció en esa tarde lluviosa dentro de la iglesia abandonada.
─¿Y qué piensas hacer? ─le preguntó Mayra Palacios─. ¿Se lo dirás?
─Sí ─respondió tajantemente─. Planeo decírselo. Sería justo ¿no lo crees? Después de todo tú también lo intentaste. Quisiste regalarle aquel amuleto pero supongo que al final no fuiste capaz de hacerlo. Hasta para eso eres cobarde.
─¿Me viste?
─Ya te lo había dicho antes ¿no? ─respondió─. A veces eres como un libro abierto.
Mayra Páez dejó de sonreír y se puso seria. De hecho, era la primera vez que Mayra Palacios la veía tan seria.
─Mayra, si tú y yo estamos tras el mismo hombre supongo que sabes lo que significa eso ¿verdad?
Mayra Palacios no contestó. Esperó una respuesta que era más que obvia.
─Como tú y yo tenemos muchas cosas en común siempre te consideré como una especie de hermana ─le dijo la líder─. Y también como una amiga. Pero eso se acabó. Ambas no podemos estar con Eliseo, y eso también lo sabes bien, así que tampoco podemos ser amigas.
Fue como si a Mayra Palacios le cayera un balde de agua helada. Pero la chica no bajó la guardia, permaneció firme, imbatible, o al menos eso intentaba aparentar.
─¿Vas a expulsarme del club? ─preguntó tímidamente Mayra Palacios.
─No ─respondió la líder─. No tiene caso hacer eso porque SPEED desaparecerá en pocos días. Además estamos en Japón, no es como si al expulsarte regresaras a México. Seguiremos aquí paseando y divirtiéndonos, pero en lo que a mí respecta, ya no eres mi amiga ni compañera ni nada por el estilo. Preferiría no tener nada que ver contigo ni que me dirijas la palabra. Desde este momento considérame tu enemiga, porque voy a luchar por Eliseo y no me importará en lo más mínimo aplastarte a ti y a tus estúpidos traumas infantiles para conseguir mis objetivos.
En otra época Mayra se hubiera soltado a llorar después de recibir semejante declaración de guerra. Pero aquí no había iglesias abandonadas en donde refugiarse. Además ella entendió que hacer eso no resolvía las cosas. En tan poco tiempo había aprendido tanto gracias a aquel por quien también quería luchar.
Sin inmutarse para nada, Mayra Palacios permaneció de pie.
─Bien, lo mismo digo entonces ─respondió con firmeza mientras la señalaba─. Si me consideras tu enemiga, entonces también te declararé la guerra. Le debo mucho a Eliseo, ha cambiado mi vida y quiero agradecérselo, quiero permanecer a su lado para siempre, y si para eso tengo que luchar contra ti, entonces voy a destruirte así como te destruí en el karaoke.
─¡Eso no viene al caso idiota! ─respondió molesta la chica─. Pero tampoco puedo olvidar eso. Enserio que voy a disfrutar cuando te haya arrebatado a Eliseo y te vea arrastrándote como la basura que eres. Una estúpida mocosa traumada no me va a ganar.
─Ya veremos entonces quién es la basura ─Mayra Palacios respondió con dureza diciendo algo que nunca creyó que diría─. Voy a ganártelo y vas a caer pendeja.
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