Yatareni - Volumen 3 - 44
Aunque en un principio, Mayra Páez también estaba interesada en las exposiciones del museo, no tardó en decidirse a buscar a Eliseo.
Cruzó algunas galerías en busca del chico, sin embargo, una conversación que escuchó de casualidad a lo lejos la hizo avanzar lentamente. Pudo oír a una mujer intentando hablar en español con un guardia del museo. Aparentemente aquel japonés no era capaz de entender del todo a la turista aun cuando ésta se apoyaba de un libro de frases en japonés para poder comunicarse.
Tenía toda la apariencia de la típica turista extranjera: complexión delgada y cabello atado en una coleta. Vestía una ropa ligera, tal y como lo haría de estar en la playa y no en un museo. Complementaba su atuendo con una gorra que sostenía unos lentes de sol, una pequeña bolsa de mano y una cámara fotográfica colgándole del cuello. Por lo que pudo escuchar Mayra, aquella turista había perdido su celular y quería saber si había alguna forma de que la ayudaran a encontrarlo. Pero al no poder hacer que el guardia la entendiera, desistió y se alejó de ahí, posiblemente en busca de alguna alternativa.
Mayra bien podía haberla ayudado dado el hecho de que hablaban el mismo idioma pero decidió dejarlo pasar. Su prioridad en ese momento era encontrar a Eliseo.
Salió de aquella galería hacia un patio contiguo y ahí se encontró con su gemela.
Fue desafortunado para la líder, al menos hasta que vio que Mayra Palacios llevaba consigo un celular que sabía perfectamente que no era suyo. Era un celular con una funda del anime que tanto le gusta a Mayra.
Se acordó entonces de lo que había escuchado minutos antes, el predicamento por el que pasaba aquella turista. Adivinó rápidamente que ese celular que tenía Mayra era de la turista, o al menos así lo quiso ver. Quizá solo quería un pretexto para fastidiarla.
Se dirigió rápidamente hacia la chica y le increpó:
─¿De dónde sacaste ese celular?
Mayra Palacios que hasta ese momento contemplaba la funda del celular, se sobresaltó. No se esperaba que su rival, o más bien, su enemiga le dirigiera la palabra.
─Me lo encontré tirado en el suelo ─respondió─. Pero eso es algo que no te importa.
─¿Lo robaste? ─replicó la líder.
─Por supuesto que no idiota ─Mayra Palacios desde un inicio de la discusión no mostró ninguna clase de debilidad─. Me lo encontré tirado y planeo devolverlo.
Pero Mayra Páez no le creía. Más bien, en otra época le creería perfectamente y hasta le ayudaría a encontrar al dueño. Pero eran otros tiempos y las circunstancias quisieron que fueran enemigas en ese momento. La líder pensaba que aun si no fuera cierto que ella lo había robado, si lograba por lo menos hacerle creer a Eliseo que lo había robado le daría una ventaja abrumadora.
Así que prosiguió con sus acusaciones.
─Seguramente como viste esa funda de tu anime de porquería que tanto te gusta quisiste robártelo ¿verdad? ─Mayra sonrió diabólicamente─. ¿Qué crees que pensaría Eliseo si se entera de eso?
─¿Estás pendeja o qué? ─Mayra Palacios explotó─. ¿Realmente crees que sería capaz de robarme un celular? No me hace falta, aunque en tu caso no puedo asegurar lo mismo.
─¿Qué mierda estás insinuando? ─la discusión empezó a subir de tono─. No te atrevas a llamarme ladrona porque aquí la ladrona es otra. Te acusaré con los guardias del museo, pero primero entrégame ese celular.
─Lo dice la pendeja que me robó mi amuleto.
─¡Deja de decir estupideces ¡Dame el maldito celular de mierda o si no…!
No había terminado de hablar cuando las dos empezaron a forcejear por la posesión del celular. Y Mayra Páez no pudo terminar su frase porque en un instante perdió todo el aire de su estómago.
Un rodillazo propinado por Mayra Palacios fue suficiente para que se separaran.
─¡Jódete perra! ─le gritó Mayra Palacios al tiempo que salía disparada de ahí.
No volteó a verla pero le levantó el dedo de en medio de la mano derecha.
─¡Pendeja! ─gritó la líder con dificultad debido a la ausencia de aire─. ¡Cuando te alcance te partiré la madre!
Sin embargo, la líder se movía con lentitud mientras trataba de recuperarse.
Mayra Palacios corrió y se internó de nuevo en el recinto. Nada más entrar la primera persona que vio fue Eliseo.
─¿Qué sucede? ─preguntó el chico al verla corriendo.
─Me encontré este celular tirado afuera ─respondió una jadeante Mayra Palacios─. Y quiero devolverlo pero no sé a dónde ir.
─No es verdad… no le creas nada ─Mayra Páez apareció en la entrada apretujándose el abdomen y hablando con dificultad─. Ella se lo robó. Ese celular es de una turista que lo estaba buscando.
─No es cierto ─se apresuró a decir Mayra Palacios─. Me lo encontré tirado y planeaba devolverlo, es la verdad. Confía en mí.
─Incluso me golpeó porque no quería que me enterara ─replicó la líder─. Es una ladrona.
─¿De verdad la golpeaste? ─preguntó el chico.
Mayra Palacios no respondió de inmediato. Era verdad que la había golpeado pero admitirlo le restaría credibilidad a su versión de la historia que era cierta.
─Ayúdame a llevarla con los guardias ─balbuceó Mayra Páez.
Pero Eliseo suspiró.
─Chicas ─comentó─. Esto es ridículo. No sé qué está pasando entre ustedes pero sinceramente estoy, o más bien estamos porque no soy el único, comenzando a fastidiarnos de su comportamiento. Se portan como niñas pequeñas. Después hablaré con ustedes de ese asunto, pero si de verdad ese celular tiene dueño, hay que devolverlo.
─Pero… ─increpó Mayra Páez─. ¿No la vas a acusar?
─Conozco muy bien a Mayra ─respondió Eliseo─. Sé que aunque ella quisiera no se atrevería a robar. Y si lo hace, sentiría un remordimiento tan grande que la haría confesarlo a los cinco minutos.
─¿Enserio le creíste? ─Mayra Páez estaba irritada─. ¿Por qué estás de su parte?
─Esto no se trata de apoyar a una u otra ─respondió Eliseo─. Se trata de que ambas deben de llevarse bien. Venimos aquí para divertirnos, siempre decías eso ¿no? Quizá más adelante no tendríamos otra oportunidad de venir a Japón pero parece que a ustedes dos no parece importarles eso. No me interesa si se lo robó o no, vamos a devolver este celular y se acabó, no las quiero oír discutiendo.
─¿Pero lo robó? ─increpó la líder─. ¿Realmente no harás nada?
─Ya te lo dije, aunque realmente lo hubiera robado, el celular está con nosotros y vamos a devolverlo. Yo simplemente no quiero más conflictos ─respondió─. La verdad, yo lo esperaría más de tí que de ella porque…
Y Eliseo se detuvo. De nueva cuenta habló sin pensar. La líder se le quedó mirando con una cara de decepción y al borde de las lágrimas.
Al final gritó:
─¡Eres un idiota! ¡Los dos son unos idiotas!
Y salió corriendo de ahí.
─No, espera ─Eliseo intentó detenerla─. No me refería a…
Pero las palabras ya no la alcanzaron.
─No debiste decirle eso ─dijo Mayra Palacios.
─No quería llamarla ladrona ─replicó Eliseo─. Yo me refería a… bueno, creo que tendré que disculparme con ella.
─Olvídalo ─la chica sonrió─. Vamos a devolver este celular primero.
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