Yatareni - Volumen 3 - 46
A dos kilómetros de ahí, Mayra Páez sollozaba en silencio mientras se recargaba sobre el barandal de un puente peatonal. Se entretenía viendo pasar los autos. Llevaba tanto rato ahí que ya hasta los clasificaba por color, modelo y velocidad.
─Lo tiene embrujado al cabrón ─murmuraba Mayra a ratos─. Esa perra. ¿Qué hago si los dos están en mi contra?
Resoplaba y de nueva cuenta contaba los autos al tiempo que pensaba en todo lo sucedido aquel día.
─¿Qué debería de hacer? ─se preguntaba.
Cuando se acercó a los 200 vehículos sus ojos se abrieron de par en par y levantó la cabeza. Acababa de idear la manera de vengarse.
─Ya que están juntos y felices ─murmuró mientras sacaba su celular─. Voy a aguarles la fiesta. Aunque… ─pensó en Eliseo─. No debería… él no tiene la culpa… bueno, solo un poco.
Se sumergió de nuevo en sus pensamientos y tuvo una visión de ellos dos abrazados
─¡A la mierda los dos, que se jodan!
Mayra sacó su celular, marcó un número y esperó a que contestaran.
Y cuando hubo que hablar, lo hizo en inglés:
─Hola, soy Mayra Páez, se acuerda de mi ¿verdad?… quisiera hablar con usted de negocios, si es posible ahora mismo… si, se trata de “eso” que dejamos pendiente… de acuerdo, la veo en media hora, solo dígame dónde.
Mayra recibió la dirección del encuentro y colgó. Y después suspiró.
Media hora después, Mayra Páez esperaba sentada en la mesita de un pequeño café de los suburbios. Estaba un poco nerviosa, pero no porque no conociera a nadie, sino porque ya desde ese momento la conciencia la estaba remordiendo por lo que iba a hacer. A ratos, algo dentro de ella la inducia a cancelar todo y abandonar ese lugar, pero decidió permanecer firme en cuanto recordaba lo sucedido aquel día.
Culpaba de todo a Mayra Palacios y a Eliseo, pero sobre todo a Mayra Palacios. Para ella, Eliseo era solo una víctima colateral.
Entonces apareció por la puerta del local, la persona con la que la líder de SPEED había hablado media hora antes.
La dirigieron a la mesa de Mayra y ahí tomó asiento frente a ella.
─Bien ─comentó la rubia que fungió como traductora en la reunión con Mika, y que aparentemente, también era su representante─. Vamos al grano, no quiero que me hayas llamado para perder mi tiempo ¿Entonces quieres reconsiderar nuestra oferta?
─Así es ─contestó Mayra seriamente al tiempo que sacaba de su bolsillo la USB con la novela de Eliseo─. Mi compañero y yo lo pensamos bien, y decidimos venderte la novela únicamente.
─Con la novela es más que suficiente querida ─respondió─. Pero ¿dónde está el escritor?
─No pudo venir ─exclamó Mayra─. Pero él está de acuerdo, no te preocupes por eso.
Aunque la rubia no creía del todo las palabras de Mayra ya que adivinó que ella mentía, decidió no darle importancia.
─Perfecto ─comentó y acto seguido la rubia sacó un dispositivo para poder realizar pagos bancarios. Un pequeño aparato que tenía un lector de tarjetas de crédito.
─Como comprenderás, no puedo arriesgarme a traer tanto dinero a estas horas de la noche, aun cuando, supuestamente, estemos en uno de los países con más baja delincuencia del mundo, es mejor prevenir. Así que te haré una trasferencia bancaria de los 500 mil dólares a la cuenta que me digas.
─Por supuesto ─comentó la chica mientras de su cartera, sacaba su tarjeta de crédito.
Y se realizó la transferencia en el acto.
─Ahora el autor tiene que firmar estos documentos para que nos ceda los derechos de la novela ─comentó la rubia al tiempo que sacaba de su bolsa una carpeta con los papeles correspondientes─. Por eso preguntaba dónde estaba.
─Ya lo dije, no pudo venir, pero no hay necesidad de que él firme ─respondió Mayra─. Puedo firmar por él, conozco su firma muy bien.
─En otras circunstancias no lo permitiría porque es algo ilegal, ¿o crees que no me he dado cuenta de que todo esto lo estás haciendo a espaldas de él?─. sonrió la rubia.
─¿Entonces… por qué…?
─Mika realmente desea esa novela y me ordenó expresamente que hiciera todo lo posible por conseguirla.
─¿Eh? ─se preguntó Mayra─. ¿Por qué tanto interés en la novela de un escritor novato mexicano?
─Nada importante ─respondió la rubia─. Firma por él, entrégame la memoria y terminemos con esto de una vez.
─Me estaba preguntando porqué nos ofrecieron tanto dinero por la novela ─murmuró la chica al tiempo que firmaba los papeles─. Era por eso entonces, pero ¿sabes? No me interesa para nada lo que quiera Mika con la novela de Eliseo, tengo mis motivos para hacer esto. Además ─agregó─. No soy la única que está haciendo esto a espaldas de alguien ¿cierto?
La rubia simplemente se limitó a sonreír.
Cuando hubo de acabar de firmar todo lo que tenía que firmar le regresó los papeles a la rubia. Acto seguido, Mayra le hizo entrega de la memoria USB con la novela del chico. Titubeó unos segundos antes de hacerlo, pero al final, simplemente dejó caer el dispositivo en la mano de la rubia.
─Esta es la única copia de la novela de Eliseo ─murmuró Mayra─. Al idiota se le olvidó hacer respaldos. Y aunque los hubiera puedo llamar para ordenarle a mi mamá que los borre.
─Perfecto ─sonrió la chica rubia al tiempo que regresaba los documentos a su carpeta y exclamó─: Ahora la novela de Eliseo nos pertenece exclusivamente a nosotras de modo que ya no será reconocido como el autor.
Al escuchar que Eliseo perdió la novela Mayra sintió una fuerte descarga eléctrica.
Todo el trabajo que le había tomado al chico escribirla, todo el amor que vertió en ella se habían esfumado, y en su lugar aparecieron 500 mil dólares en la cuenta de Mayra. La conciencia comenzó a carcomer a Mayra, pero intentó ignorarla, sin embargo, le era difícil.
─Por mi parte es todo ─la rubia se levantó y se despidió de Mayra con un apretón de manos─. Fue un placer hacer negocios contigo. Mika estará sumamente satisfecha con esta novela.
─Gracias por el dinero ─respondió Mayra sonriendo.
Cuando la rubia se retiró discretamente, Mayra se quedó sola. La conciencia se la estaba comiendo viva pero no había marcha atrás. Y suspiró.
─Lo hecho, hecho está ─murmuró─. Que pase lo que tenga que pasar.
Y empezó a sollozar al tiempo que decía:
─Perdóname Eliseo.
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