Yatareni - Volumen 3 - 47
Temprano, en la mañana del día siguiente, nos volvimos a reunir en el lobby del hotel esperando a Misaki. Nuestra ya acostumbrada rutina, aunque en dos días esa rutina se acabaría.
Y ella apareció saludándonos y preguntándonos lo mismo de siempre:
─¿A dónde iremos hoy?
─Ya hemos recorrido muchos sitios de Tokio ─comentó Gibrán─. ¿Nos faltará alguno?
─¿Por qué no vamos a una ciudad cercana? ─sugirió Guadalupe─. Por ejemplo… Yoko… ¿cómo era?
─Yokohama ─completé.
─Todo el presupuesto para el viaje lo tengo contemplado únicamente para recorrer Tokio ─comentó Mayra Páez sonando como una erudita─. La única excepción fueron los baños termales de las afueras y eso fue porque era algo que yo quería probar. Si nos moviéramos más lejos perderíamos más tiempo y dinero, además, recuerden que Misaki va a la escuela y no nos podemos alejar mucho. Esta ciudad es enorme, hay mucho que ver aún.
─Por supuesto ─murmuró Mayra Palacios─. Como el basurero de la ciudad por ejemplo.
Aunque la chica había hablado en voz baja, la líder pudo oírla perfectamente.
Se acercó rápidamente a ella y le alzó la voz:
─Repite lo que dijiste.
─¿No dijiste eso hace unos días? ─Mayra Palacios también le alzó la voz─. Vamos a un basurero. Tal y como dices todos te seguiremos incluso a un basurero. Total, cualquier cosa en Japón es buena, hasta la basura. ¿Qué se puede esperar de alguien que quiere imponerse sobre los demás y no les da la oportunidad de dar alguna sugerencia u opinión? No dejas que nadie se salga de la ruta que planificaste pero tú sí puedes hacerlo porque “soy la líder y puedo hacer lo que se me de mi chingada gana”
Esas palabras fueron suficientes para que la líder de SPEED se prendiera. En realidad Mayra Palacios no la había ofendido del todo pero creo que se lo tomó muy personal.
─Pues déjame decirte chiquita que si no te gusta a dónde los llevo mejor vete regresando a México desde ya. Nos quitarías un gran peso de encima. Si vas a estar quejándote por todo mejor no hubieras venido.
─No me estoy quejando del viaje, este país es genial ─repitió la chica─. Pero hay “ciertas” personas que nos lo están echando a perder. En ese caso ─Mayra Palacios sonrió─. Creo que la que se debe de ir es otra.
De nuevo estaban discutiendo, y de nuevo los demás lo evadían como si no estuvieran ahí. Quizá sentían pena ajena o algo por el estilo. Y aun así no entiendo por qué me tomó tanto tiempo decidirme para intervenir y detenerlas. Creo que en ese momento pensaba que la discusión se quedaría en solo eso, en una discusión. Que después se tranquilizarían por su cuenta y se olvidarían del asunto. Pero no lo hice en ese momento, y dejé que la discusión aumentara.
─Lastima niñita porque si me voy yo se van todos ─replicó Mayra Páez─. Recuerda que la del dinero aquí soy yo.
─No pendeja, aquí todos pusimos parte de nuestro dinero ─replicó Mayra Palacios─. El que tú hayas planificado el viaje no te da derecho de hacer tus chingaderas.
─¡Bájale a tu tonito idiota o te rompo la madre aquí mismo y ahorita! que ganas no me faltan después de lo de ayer.
─No te tengo miedo perra ─respondió─. Pa’ luego es tarde, éntrale.
─Pero no quiero que después te vayas chillando con tu mami… ah, es verdad, no tienes con quién ir a chillar porque tu madre está…
Un fuertísimo cachetadón resonó por todo el edificio. Me atrevo a decir que hasta las ventanas vibraron por la onda expansiva. La líder de SPEED estuvo a punto de caer al suelo.
Creo que a todos nos dolió.
─¡No… te atrevas… a meter… a mi madre… EN ESTO!
Pero bueno, ellas dos no fueron las únicas que explotaron.
Gibrán y Claudio lograron retener a tiempo a Mayra Páez antes de que se abalanzara sobre su tocaya. Tenía una mirada asesina. Creo que si no la hubieran atrapado a tiempo sí la hubiera medio matado. Aunque también lo que dijo acerca de la madre de Mayra fue muy bajo hasta para ella. Quizá sí se merecía ese golpe que le dieron. Y aunque Mayra Palacios no parecía mostrar indicios de que también saltaría sobre la otra por si las dudas, la tomé del brazo. Pero cuando la tomé le apreté el brazo muy fuerte. Yo también estaba muy molesto.
Habían sido ya varios días viéndolas discutir, ahora estaban por iniciar una pelea, y en lo que a mí respecta, ya fue suficiente.
─Misaki─ le ordené a la japonesa tratando de controlarme─. Llévatelos lejos, vayan de paseo a donde se les dé la gana, pero váyanse, yo me quedaré con estas dos idiotas en el hotel. Tenemos mucho de qué hablar.
De cierto modo Misaki se estremeció cuando le di aquella orden. Asintió y empezó a decirles a los demás chicos que salieran. La cosa ya se había puesto muy seria.
─Espera ─replicó Mayra Palacios─. ¿No vamos a salir con…?
─¡Ustedes dos se quedan conmigo! ─respondí con una voz muy potente─. ¡Ya estoy hasta la madre de sus peleas de mierda, así que se van a quedar conmigo a resolver lo que tengan que resolver, y me vale madre si no les gusta¡ ¿entendieron?
─Oye, no puedes hacer eso ─replicó esta vez Mayra Páez─. Yo soy la líder del club, y yo debería…
─¡ME IMPORTA UNA MIERDA QUE SEAS LA LÍDER! ¡LAS DOS SE VIENEN CONMIGO Y SE CHINGAN!
Ambas chicas guardaron silencio. Quedaron impactadas y es que creo que jamás les había hablado así. Incluso creo que desde que las conozco jamás había hablado de esa manera. Es más, yo ni siquiera estoy acostumbrado a hablar de este modo. Estas chicas me transformaron en otra persona.
Misaki y los demás se fueron a quién sabe dónde. Yo me traje a las gemelas a una de las habitaciones del hotel y ahí nos encerramos. Ellas se sentaron en el borde de la cama y yo estaba frente a ellas sentado en una silla de madera. No me percaté al inicio, pero me había sentado al revés, es decir, con el respaldo de la silla frente a mí y hasta había recargado mis brazos en el respaldo. Quién sabe por qué las personas que hablarán seriamente toman esa postura.
Las dos Mayras evitaban mirarse todo lo posible, ni siquiera querían tener contacto físico.
Estaban enojadas, quizá por la pelea, quizá porque no salieron de paseo, pero me da igual. Algo está pasando entre las dos y había que resolverlo.
─¿Y bien? ─pregunté─. ¿Me pueden decir qué demonios está pasando entre las dos?
Pero ninguna quiso responderme.
─No tienen cinco años de edad ─les dije─. No me hagan esos berrinches, ni mi hermana los hace, no sean ridículas, ¿Por qué se pelearon?
Pude ver que Mayra Palacios puso una cara triste. Pensé que iba a responderme pero no lo hizo.
─Es complicado Eliseo ─respondió Mayra Páez─. Es algo entre nosotras dos así que… preferiría no tener que…
─No me interesa ─interrumpí─. Me da igual si tengo algo que ver o no, lo único que quiero saber es lo que pasa entre ustedes dos. Los demás chicos y yo ya no soportamos verlas discutir. Están echando a perder el viaje.
Y otra vez guardaron silencio.
─¿No me dirán nada?
No contestaron.
─Bien ─dije mientras me levantaba de la silla─. Ya que ninguna quiere hablar con la otra al lado, tengo una mejor idea. Hablaré con cada una de ustedes por separado, veremos si así al menos se atreven a decirme algo. Primero vas tú Mayra Páez.
─¿Yo? ─preguntó la aludida.
─¿Esta sorda o qué? Tú te quedas y tú te sales.
─Pero yo no quiero… ─replicó la otra.
─¡Que te largues!
Mayra Palacios se levantó y salió de la habitación. Antes de que dejara el lugar le dije que anduviera cerca para que pudiera llamarla después. De manera que sólo quedamos la líder de SPEED y yo.
─¿Ahora sí me dirás qué sucede?
Le tomó tiempo contestarme como si estuviera pensando muy bien lo que iba a decirme y al final se decidió a hablar. Pero no me esperaba lo que me iba a decir. Ni siquiera le reclamé al inicio porqué me cambió el tema.
─Ya lo sabes Eliseo ─respondió─. Creo que no fui muy clara aquella noche en el hotel en San Andrés, y por si no te ha quedado claro, te lo diré aquí y ahora. Estoy enamorada de ti.
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