Yatareni - Volumen 3 - 48
─¿Qué cosa? ─pregunte, no por no haber escuchado, sino porque quería estar seguro de lo que decía.
─Ya te lo dije tarado ─respondió ruborizada─. No me hagas… repetirlo.
Espera… ─comenté─. Para empezar ¿eso que tiene que ver con la pelea que tienes con Mayra?
─¿Enserio estás idiota?
No contesté pero no porque fuera un idiota. De hecho, esa noche en ese hotel sí entendí los sentimientos de Mayra Páez, pero, digamos, estaba seguro un 90% de que le gustaba, y pues acabo de confirmarlo. De todas maneras no planeaba decirle nada al respecto.
─Bueno… ─pregunté─. ¿Por qué te enamoraste de mí? No sé si habré hecho algo para darte motivos.
─Porque me salvaste la vida en aquella ocasión cuando fueron los XV de Martina ─respondió─. ¿Lo recuerdas? Me salvaste de Gustavo, desde ese momento comenzaste a gustarme, también me has ayudado mucho como cuando me ayudaste a ensayar para mis audiciones, siento que si no fuera por ti, no lo habría logrado.
─No creo que eso tenga que ver ─comenté─. Pero ya estoy entendiendo a dónde va todo ese asunto.
─¿Qué quieres decir?
─¿Has visto iCarly?
─¿Qué? ¿iCarly? ─comentó confundida─. No, no veo series americanas ¿a qué viene eso?
─Bueno, te lo diré de este modo ─contesté─. Tú no estás enamorada de mí, solo te enamoraste del hecho de que te salvé la vida.
─No lo entiendo.
─Yo no he cambiado nada ─expliqué─. Sigo siendo la persona que tú conociste hace seis meses y salvarte la vida en esa ocasión no hizo que yo cambiara. Por eso te lo digo, por eso sé que el amor que sientes por mí no es genuino. Te habrías enamorado de cualquiera que te salvara la vida esa noche.
─No es verdad ─respondió─. De verdad me gustas, pero me di cuenta de eso desde que me salvaste la vida.
─¿Y por qué no antes? ─pregunté─. Ya te lo dije, sigo siendo la misma persona. Si realmente te gustaba como dices, quizá te habrías enamorado poco después de conocerme.
─Eso era porque al inicio no convivíamos mucho.
─Y por esa razón es que tampoco te creo del todo que yo te guste ─respondí.
─Te gusta la caperuza ¿verdad?
─¿Qué?
─Mayra Palacios ─dijo─. Por eso es que me rechazas, no lo entiendo, nos parecemos físicamente, ¿Por qué ella te gusta y yo no?
─Nunca dije que me gustara.
─Se te nota demasiado, pero ella es bien pendeja para darse cuenta.
─Deja de hablar como Martina ─respondí─. Aunque se parezcan físicamente hay muchas cosas que las hacen diferentes. Pero dejemos ese tema para después, eso no tiene nada que ver con tu pleito con la otra Mayra.
─De hecho, sí tiene que ver pero no lo entiendes.
─¿De qué hablas?
─Olvídalo ─me hizo un puchero y evadió la mirada. Ya no quiso decirme nada.
Así que decidí dejarla ir y hablar ahora con Mayra Palacios.
Ella de algún modo es más noble, es más fácil saber si ella miente o si dice la verdad, y aunque suene cruel, es más fácil de manipular. Quizá a ella sí pueda sacarle algo.
Le hice la misma pregunta inicial que a Mayra Páez y también tardó en contestarme.
─No es nada.
─¿Cómo que no es nada? ─reclamé─. Estuviste a punto de golpearte con Mayra Páez.
─Insultó a mi madre.
─Bueno, lo entiendo ─comenté─. Pero para que ella haya hecho eso significa que las cosas entre ustedes dos estaban muy mal ¿no?
─Ella empezó todo ─respondió─. Fue todo su culpa desde que me robó el amuleto, ella sabía que… ─y calló.
─¿Qué amuleto?
─Ehm… no, nada, nada ─y se puso nerviosa.
─Dime de qué hablas.
Y suspiró.
─Cuando fuimos al festival nocturno Misaki me ayudó a comprar un amuleto ─dijo mientras lo sacaba de su bolsa del pantalón─. Desde que pude recuperarlo ahora lo cargo conmigo todo el tiempo para que ya no me lo robe de nuevo.
Mayra me dio el amuleto. Y aproveché para verlo más de cerca. Los había visto en los puestos del festival pero nunca tuve uno en mis manos hasta ese momento.
─Misaki había mencionado eso ─dije─. Que te había ayudado a comprarlo pero ¿Mayra te lo robó?
─Sí.
─¿Cómo sabes que ella te lo robó?
─La vi con él.
─¿Y cómo lo recuperaste?
─Se le cayó a la pendeja.
─Deja de hablar como Martina.
─Tú también estabas hablando así hace rato.
─Porque estaba enojado.
Contemplé de nuevo aquel amuleto. Recordaba también que Misaki había mencionado que tenían propósitos específicos, ya sea para obtener suerte en los estudios, buena salud o suerte en el amor. Y se lo comenté.
─¿Este para qué es?
─Es para… ─respondió apenadísima─. Tener suerte en el amor.
De repente sentí como si el amuleto me quemara la mano.
─Ah… el amor, vaya.
Cuando quise devolvérselo Mayra lo rechazó.
─De hecho ─dijo poniéndose roja─. Originalmente lo compré para… regalártelo.
─¿De… verdad?
─S-si… quédatelo. Si me lo quedo yo, capaz que Mayra me lo roba de nuevo.
─Ah… gracias ─dije mientras me lo guardaba─. ¿Dices… que estos amuletos son para… tener suerte en el amor?
─S-sí.
─¿Entonces… servirían para… no sé… conseguir pareja?
Mayra se puso roja como un tomate.
─Creo… que sí… quizá… habría que… intentarlo.
Vi que apretó sus manos, como si agarrara valor.
─Oh, vaya… entonces… tú…
─Eliseo… ─Mayra se puso de pie frente a mí y se acercó demasiado poniéndome igual de nervioso─. Yo…
En ese momento sonó mi teléfono. Me lleva la…
─Dame un minuto ─le dije a la chica y contesté.
─¿Hola?
─¿Eliseo? Soy Misaki
─¿Qué sucede?
─Hay algo que quiero platicarte, bueno, es algo que necesito que me aclares.
─¿De qué se trata?
─Verás ─me dijo─. Estoy paseando con los chicos y… de casualidad pasamos por el edificio donde están las oficinas de Mika y pues… están poniendo una pancarta enorme con una novela que supuestamente, ella escribió.
─¿Mika escribe novelas? Nunca lo dijo.
─No ─respondió Misaki─. Verás, Mayra, la que no usa la capa, me había platicado un poco sobre lo que tú haces como escritor. Me mostró la portada de tu novela, y pues… es la misma que la portada de la novela de Mika según el anuncio.
─¿Qué quieres decir? ─pregunté confundido─. Se supone que no hicimos ninguna clase de trato, nos ofrecieron 500 mil dólares pero…
Entonces recordé la ausencia de cierta persona la noche anterior.
─En esa pancarta no se menciona tu nombre ─dijo la japonesa─. Mencionan que fue ella la que escribió esa novela.
─Misaki ─le pregunté poniéndome serio─. Exactamente ¿Qué dice esa pancarta?
─Dice: “La más grande estrella de Japón debuta ahora como escritora. No te pierdas próximamente la primera novela de Mika, a la venta en todas las librerías de Japón” Y dice más cosas pero eso es en general.
─Puta madre ─murmuré al recordar que le había dado a Mayra la USB con mi novela.
─¿Qué sucede? ─me preguntó Mayra al escucharme decir eso.
Sin hacerle caso ni a ella ni a Misaki, incluso soltado el celular, salí hacia el pasillo para buscar a Mayra Páez. Pero no estaba, a pesar de que le dije que también esperara como Mayra Palacios ella no estaba. Y tenía la sensación de que no estaba en todo el hotel.
─¿Eliseo, qué sucede? ─Mayra salió de la habitación.
Pero sentía que ya no la estaba escuchando, su voz se estaba volviendo más difusa y luego sentí unas ganas enormes de reírme a carcajadas.
─Puta traidora de mierda ─murmuré─. Por eso me dijo que yo le gustaba, para que bajara la guardia.
─¿De qué hablas? ─me preguntó de nuevo.
Ya no le contesté, de cierto modo, ya no recuerdo mucho, me sentía muy mareado como si fuera a vomitar. Y ya no pude aguantarme las ganas de llorar.
Ahí, hincado en el suelo, Mayra, sin saber qué me pasaba me ofreció su regazo mientras escuchaba que decía mi nombre.
Antes les había dicho a las dos que por su comportamiento parecían más unas niñas pequeñas. Ahora el niño era yo porque estaba llorando como uno. Un inocente niño que había sido engañado y despojado de lo que más amaba.
¿Qué debería hacer ahora?
Comments for chapter "48"
QUE TE PARECIÓ?