Yatareni - Volumen 3 - 51
En la solitaria ribera de un río en Tokio dos mujeres peleaban con todas sus fuerzas en un intento de imponerse sobre la otra. Una pelea improvisada pero demasiado intensa y también muy dolorosa para ambas. Y no solo físicamente. Parecía que ambas no querían hacer aquello, aun si las lágrimas se derramaban, aquello dolía más que todos los moretones, todos los golpes, toda la sangre que escurría de distintas partes del cuerpo.
Aparentemente no había manera de detenerse, por lo menos hasta que una logró derribar a la otra. Mayra Páez terminó en el suelo con la otra Mayra sobre ella.
─¿Te parece suficiente? ─increpó Mayra Palacios─. Porque yo ya estoy harta y cansada. Para mí ya es suficiente.
─¡No me has ganado pendeja! ─y le escupió de lleno en la cara.
Sin inmutarse demasiado, Mayra Palacios se limpió el escupitajo.
─Realmente no quiero hacer esto, yo no soy así… a la mierda, te voy a matar.
Acto seguido las manos de la chica se dirigieron sobre el cuello de la otra y empezó a apretujarla.
─Eso es Mayra… ─balbuceaba con dificultad la líder─. Manda al carajo tu crecimiento personal. Que Eliseo se decepcione de ti.
En ese momento dejó de apretarla.
─No puedo, y no vale la pena.
─¿Crees que no vale la pena? ─replicó Mayra Páez─. Tú no estás peleando por ti misma, estas peleando por él. Ya lo dijiste antes, lo amas, ¿no? Estoy segura que realmente vale la pena hacer esto por él.
─No idiota, no lo vale─ respondió─. Porque Eliseo no me ama, él nunca se fijaría en una chica como yo, con mis traumas, mi inseguridad. Aunque realmente haya crecido como persona, se siente orgullosa de mi y ya. Ya me lo dijo una vez, me ve como una hermana.
─¿Hermana? ─increpó Mayra Páez─. Ese cabrón está enamorado de ti, y demasiado, se le nota en la cara, además ya me lo confesó. Eliseo te ama.
─¿Qué?
─¿Es que no te das cuenta estúpida caperuza? ─Mayra lloraba─. Yo me le declaré antes y me rechazó y es porque te ama. Es ridículo ¿no? Me llamabas Mayra Perfecta porque era una versión mejorada de ti, según tú y aun así se fijó en ti. A pesar de tus defectos que son más que los míos, él se fijó en ti. ¿Sabes lo doloroso que es eso? ¿Que una versión imperfecta de mi misma me supere? Me siento tan frustrada. Yo, teniendo dinero, teniendo una estabilidad emocional que de todos modos ya valió madres… vencida por una pinche emo. Y resulta que hasta cantas mejor que yo. Puta madre.
Mayra Palacios quedó anonadada intentando procesar lo que acababa de oír. Distraída como estaba la líder aprovechó para zafarse del control de la chica al tiempo que le propinaba un buen golpe en el rostro que la dejó en el suelo.
─Lo sabía… ─dijo la chica de la capa roja sobándose el rostro─. Todo eso que dijiste era mentira, querías distraerme para poder zafarte.
─Piensa lo que quieras ─le dijo Mayra Páez a tiempo que se incorporaba─. Pero creo que tienes razón, ya es tiempo de acabar con esto, así que…
No terminó su frase ya que sintió un fuerte dolor en la espalda que la hizo gritar. Cuando vio aquello en el suelo se dio cuenta de lo sucedido. Alguien le había lanzado una piedra.
─¿Pero qué…?
─¿Qué pasa?
─Me lanzaron una piedra.
Cuando ambas voltearon, pudieron ver a los chicos de SPEED tras de ellos. Martina tenía en su mano otra piedra aún más grande que la que había lanzado.
─¡Dejen de pelear en este momento par de pendejas o les abro la cabeza con esto! ─gritó a todo pulmón la niña.
Una vez reunidos todos ambas Mayras ofrecieron una explicación burda de la razón por la que estaban peleando. Explicación que no satisfacía a los chicos, sobretodo porque se culpaban mutuamente de lo sucedido.
─No importa la razón por la que se hayan peleado ─replicó Martina, que en ese momento, aunque era la más joven, sonaba como la más madura del grupo─. Se portaron como unas niñas, ni siquiera yo hago esas cosas. De verdad, qué vergüenza.
─Eliseo se los había dicho antes ─comentó Guadalupe─. Nos incomodaba verlas discutir, y ahora, con esto… bueno.
─Tenías razón Mayra ─le dijo Angelina a Mayra Páez─. SPEED iba a desaparecer pero nunca nos imaginamos que sería por culpa de ustedes dos.
Ambas chicas estaban sentadas en el suelo mientras escuchaban los regaños de todos los chicos. Realmente parecían niñas pequeñas. Aquel último comentario de Angelina dolió bastante.
─¿Creen que Eliseo estaría feliz de verlas en ese estado? ─explicó Martina más serena─. ¿Qué creen que pensaría?
─De mi puede pensar todo lo que quiera ─suspiró Mayra Páez─. Le hice algo horrible.
─En ese caso ─sugirió Gibrán─. Haz que te perdone.
─¿Cómo?
─Ayúdale a recuperar su novela ─respondió─. En ese momento él y Misaki están buscando a Mika para que se las devuelva.
─Pero si la novela ya está…
─Eliseo no se rinde ─interrumpió Mayra Palacios─. Eso fue lo que me enseño, ¿no te lo dije?
─Bien ─comentó Claudio─. Si ya todo está en paz, hagan las pases.
Ambas se levantaron sin mucho ánimo. Evitaban mirarse como si les quemaran los ojos verse una a la otra.
─…Chicas ─Martina apoyó las muñecas en la cintura─. ¿Te gustaría otra pedrada Mayra?
─Es-está bien ─dijeron ambas a coro.
Lentamente ambas subieron las manos y estas terminaron encontrándose discretamente hasta que se saludaron, aunque evitaron verse.
─No es suficiente ─comentó Gibrán─. Dense un abrazo.
─Pero…
─Abrazo… ─amenazó Martina con piedra en mano.
De nueva cuenta se movieron lentamente, posiblemente por el dolor de la pelea y se abrazaron. No fue un abrazo sincero pero a los demás les pareció suficiente. Todos los presentes sonrieron.
─No me aprietes tan fuerte ─comenzó a quejarse la líder del equipo─. ¿No ves que estoy lastimada?
─¿Y tú crees que yo no? ─replicó la otra.
Luego de que se separaran, Mayra Páez lo pensó por unos segundos y anunció:
─Después de las estupideces que hice ayer y hoy, no creo estar capacitada para seguir dirigiendo el club, así que voy a dejarlo temporalmente.
─¿Hablas enserio? ─preguntó Gibrán sorprendido.
─¿Entonces quién será el nuevo líder? ─preguntó Guadalupe.
─¿Tú quién crees? ─respondió Mayra mientras miraba de reojo a una pequeña niña de trenzas.
─Me alegra que por fin pienses con la cabeza ─dijo Martina mientras se situaba al centro del grupo al tiempo que jugaba con la roca que tenía aun en la mano─. Será un honor dirigir SPEED de momento. Soy por ahora la más indicada.
─Che enana ─murmuró Mayra Páez─ Ahora te las das de sabionda.
─Ok líder ─preguntó Angelina.
─Llámame Suprema Líder.
─Me pregunto si habrá sido buena idea darle el liderazgo ─murmuró a su vez Mayra Palacios.
─Lo que tenemos que hacer ahora es localizar a Eliseo y Misaki, y ayudarlos a recuperar la novela de Eliseo.
─De acuerdo.
─Llama a Mika ─ordenó la niña.
Mayra Páez sacó su teléfono celular, marcó el número del chico y se lo cedió a Martina para que ella hablara.
─¿Dónde están? ─preguntó.
─Mika se encuentra en la torre de Tokio ─respondió la japonesa─. Encuéntrenos allá, perdón pero no puedo hablar mucho o se me caerá el celular, vamos a gran velocidad ─y colgó.
─Van hacia la torre de Tokio─ anunció la líder de SPEED─. Hay que alcanzarlos.
─¿Esa es la torre de Tokio? ─preguntó Claudio al señalarla en el horizonte.
─Es esa ─respondió Mayra Páez─. No está muy lejos.
─Démonos prisa ─anunció Mayra Palacios.
****
Llegamos demasiado rápido a la torre. Realmente esas chicas son veloces.
Misaki me dijo que habló con Gibrán y que los demás vienen en camino. Sin embargo, nosotros dos nos adelantaremos.
La japonesa habló un poco con aquellas chicas y permanecieron ahí, luego Misaki me dijo que ellas nos esperarían afuera.
─¿Y al final, qué les prometiste que les darías? ─pregunté.
─Mas bien ─respondió─. ¿Qué les darás tú?
─¿Yo?
─Lu-luego te cuento ─volvió a sonrojarse─. Hay que darnos prisa.
La torre de Tokio, por lo que sé, era un antena de telecomunicaciones que funcionó como tal hasta que, debido al cambio de señal a digital, la torre fue insuficiente para satisfacer la nueva demanda. Entonces dejó de dar servicio, y para sustituirla, se construyó una antena aún más alta: La Skytree. Aun antes, la torre ya tenía algunos servicios turísticos como un mirador, y ahora que quedó fuera de servicio, los servicios turísticos se expandieron. Me parece que ahora hay un restaurante.
─Entonces ─dije al tiempo que daba un vistazo a la torre─. ¿Está allá arriba?
─Así es ─respondió Misaki─. Según leí en su página, en unos minutos dará una conferencia improvisada sobre tu novela.
─¿Conferencia? ─repliqué─. ¿La presentará como suya? Espera, para empezar, no entiendo algo, esa novela está en español ¿realmente puede hacer eso?
─No necesita mostrarla entera ─respondió Misaki─. Si dijera que ya tiene la novela finalizada se vería sospechoso. Ella quizá solo mencione que está trabajando en ese proyecto y muestre algunas partes que quizá ya hayan traducido al japonés, bueno, es mi teoría.
─Entiendo ─murmuré─. Hay que entrar y detenerla.
Aunque teníamos prisa no queríamos llamar mucho la atención, de modo que como los demás turistas, compramos nuestras entradas y subimos por un elevador hasta el mirador de la torre, un gran espacio donde la cantante daría su conferencia. Ahí ya estaba un grupo de gente reunida. Miembros de la prensa, algunos fanáticos con sus pancartas, y frente a ellos, Mika y la chica rubia que siempre la acompaña. Aunque de todos modos, no eran muchos.
Habían acomodado ya el escenario donde ella hablaría.
─¡Mika! ─grite a todo pulmón mientras me acercaba a la muchedumbre. Naturalmente llamé la atención de todos.
─No grites ─me dijo Misaki en voz baja─. Podrían sacarnos los de seguridad.
Pero no le hice mucho caso. Mika y la rubia me vieron.
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