Yatareni - Volumen 3 - 55

─¡No! ¡Por favor no!” ─sollozaba mi compañera─. ¡No puede ser, no puede ser! ¡Tenemos que salvarlo!

Pero cada vez la oía más lejana.

Todos los demás se acercaron apresuradamente hacia mí. Por sus expresiones deduje que mi herida había sido demasiado severa. Y que no había manera de salvarme.

Ellos también empezaron a sollozar.

─Ya es tarde ─exclamó el más alto─. No podemos… hacer nada.

─¡No! ─replicó aquella chica─. ¡No…!

─Por lo menos… ─balbucee un poco─. Logré… terminar con…

─¡No hables! ─aquella chica se postró y puso mi cabeza sobre sus piernas.

Siempre me gustaba que hiciera eso. Supongo que esta sería la última vez.

Te pareces tanto a ella, y creo que por eso yo…

Todos se inclinaron mostrándome un profundo respeto.

─¿Qué pasará con él? ─murmuró un joven al lado de ella.

─Oíste lo que dijo ese anciano ¿verdad? ─respondió.

─¿Realmente… nos olvidará? ¿Olvidará todo lo que…vivimos?

No hubo más palabras, solo un llanto que cada vez era más denso.

─Pero a pesar de todo ─ella sonrió al tiempo que acariciaba mi pelo─. Yo nunca te olvidaré.

En verdad amaba verla sonreír porque me recordaba tanto a… creo que olvidé su nombre… ¿o será porque ya estoy perdiendo la conciencia?

─¡Por supuesto que no! ─gritó el miembro más fornido del grupo─. ¡Nosotros nos encargaremos de expandir tus hazañas! ¡Te recordaremos como el héroe que fuiste!

Y sonreí, ya no me quedaba mucho tiempo.

¿Realmente, cuando me vaya, no los recordaré?

Es una lástima. Me encantó demasiado este lugar, ojala hubiera una forma de volver.

Poco a poco las fuerzas me abandonaban y aquella chica se aferró a mí sin soltarme. Pude oír que siguió exclamando mi nombre y rogándome que no me fuera.

Pero no puedo hacer nada. Además, tengo otros asuntos pendientes, no recuerdo cuales, siempre tuve esa sensación de que estaba olvidando algo, y hoy es más fuerte que nunca…

Luego todo se apagó y solo oí susurros, ecos. Y todo se volvió negro.

Pero aparecieron otros ecos que parecen entrelazarse con los últimos. Son otros susurros pero al oírlos siento una inmensa nostalgia.

Es curioso, el último eco se parece al primero.

Después de todo, hay otras personas que me estaban esperando.