Yatareni - Volumen 3 - 58
Lo único relevante que sucedió el día que me dieron de alta fue la despedida de Misaki.
Fue una verdadera ayuda, casi una bendición haberla tenido a nuestro lado. No tanto por que nos enseñó a movernos en la ciudad y nos ayudaba con las cosas que necesitábamos. Le agradezco también porque, gracias a ella todo el embrollo del día anterior terminó bien.
─Muchas gracias por todo ─nos dijo conmovida─. Gracias por ser mis primeros clientes y también por ser los más divertidos.
─No es nada ─respondió Mayra Páez─. Gracias a ti disfrutamos Japón de una manera increíble.
─Por favor ─Misaki increpó indulgentemente─. Fueron ustedes los que hicieron que me divirtiera como nunca. Espero tener más clientes así, o más bien, espero que regresen de nuevo a Japón, y si así lo hacen, con mucho gusto los volveré a guiar a donde quieran.
─Por supuesto.
─Yo por mi parte me disculpo por haber dudado de ti ─comentó Gibrán─. Cuando te conocimos pensamos que no eras profesional por tu apariencia de estudiante pero, realmente fue divertido. Y fue justo porque no eres profesional que todo fue mejor.
─No importa ─sonrió Misaki─. Cuídense mucho chicos, nunca los olvidaré.
─Nosotros tampoco ─dijimos.
Finalmente nos reunimos todos en un gran abrazo.
Habríamos durado más tiempo juntos pero oímos el ruido de dos motocicletas acercándose. Misaki y yo sabíamos de quiénes se trataban.
Aunque ambas chicas se estacionaron a nuestro lado solo una se bajó de su vehículo y se quitó el casco. Era la chica del cabello largo que me llevó a la torre de Tokio. La otra permaneció en su motocicleta esperando a su compañera. La del cabello largo se acercó a Misaki y le susurró algo en voz baja a la chica provocando que se sonrojara. Entonces Misaki me llamó y también me susurró al oído.
─¿Qué? ¿Enserio quiere que… haga eso?
Yo también me puse apenado pero tuve que acceder. Después de todo esas chicas también nos ayudaron.
La chica sacó su celular y puso la grabadora de voz, la acercó a mí cual micrófono y me dijo: “Itte”. Sonreía como una niña pequeña que esperaba su regalo de cumpleaños.
Ay, no puedo creer lo que voy a decir.
Así que, afiné mi voz, suspiré y lo dije al tiempo que hacia algunos ademanes para dar más énfasis. Incluso hice que mi voz sonara más grave.
“Oh Sayaka Mihashihara, no esperes por mí, pase lo que pase, yo siempre volveré a tu lado, porque tú eres el amor de mi vida”
Aquella chica se emocionó bastante como la fanática que acaba de conocer a su ídolo.
Presionó el botón de “guardar audio” al tiempo que decía “Kono okaasan wa sukininaru”
Muy feliz con su grabación, montó de nuevo su motocicleta, me agradeció en japonés y se alejó con su compañera.
Todavía pude ver cómo a lo lejos ambas chocaron las palmas celebrando su victoria. Y mientras, mis compañeros quedaron anonadados.
─¿Me pueden explicar qué demonios fue eso? ─preguntó Mayra Páez.
─Misaki… ─comenté enviando esa responsabilidad a la chica.
─Pues ─respondió la japonesa sobándose la nuca─. Mi explicación sonará estúpida pero… resulta que esas chicas son fanáticas de las telenovelas mexicanas y… según ellas, Eliseo es parecido a un actor de una novela que ellas ven y… por eso le pidieron que grabara esa frase, supongo que es de esa telenovela.
─En efecto mí estimada ─comentó Martina─. Es una explicación estúpida.
─Lo peor de todo es que esa misma novela también la veía mi madre ─murmuré avergonzado─. Es una novela antigua. Creo que la transmitieron por las fechas en las que yo nací y de hecho… ─me puse más rojo de la vergüenza─. Como el protagonista se llamaba Eliseo… mi madre me puso ese nombre en su honor.
─Espera… ─Mayra Páez comenzó a reírse─. ¿Te llamas Eliseo por… enserio? ¿Por esa telenovela? ¡Oh, Dios mío, esto es oro!
─Ya cállate traidora.
─Pensaba que eras el Eliseo del Caballo de Troya ─argumentó Gibrán.
─¿Sí sabías que Eliseo es también un nombre bíblico verdad?
─¡Cielos, me hiciste el día! ─Mayra no paraba de reírse, incluso lagrimeaba─. Creo que ya tengo con qué molestarte, señor galán de telenovelas.
─Me agrada que seas de nuevo la de antes Mayra ─dije sarcásticamente.
Con la despedida de Misaki el viaje a Japón llegaba a su fin… o al menos eso creíamos al inicio. Esa noche, al volver al hotel, encontré en el buró de mi habitación un pequeño papel con un número de 22 cifras que aparentemente no tenía sentido.
Reconocí fácilmente que aquella caligrafía era de Mayra Páez y fui a preguntarle qué era aquello.
─Es un secreto que tienes que descubrir ─respondió sonriente─. Se trata de nuestra última aventura antes de volver a México.
─¿Última? ─pregunté sorprendido─. ¿No se supone que mañana volveremos a México?
─Así es ─contestó─. Pero el vuelo sale a las diez de la noche, eso nos da una día más.
─Pensé que el vuelo era a las diez de la mañana ─comenté─. Entonces ¿Por qué no salimos un día más con Misaki?
─Ya no la necesitamos ─respondió─. Esto es sólo para SPEED. Puedes pedirles ayuda a los demás para que lo resuelvan pero a mí no me busquen. Es más, yo mañana saldré muy temprano y no estaré todo el día.
─¿A dónde irás?
─Resuélvelo.
─Con que no vayas de nuevo a vender cosas que no son tuyas, no hay problema ─sonreí.
─¡Tarado! ─Mayra infló los cachetes y se alejó.
Eso fue todo lo que me dijo. Después de aquello ya no me dirigió la palabra y se fue a dormir.
Los reuní a todos en la sala del hotel y les comenté lo sucedido.
─¿Tienen alguna idea de lo que signifiquen estos números? ─pregunté al final de mi explicación.
─¿Será alguna clase de código de alguna caja fuerte? ─murmuró Gibrán.
─No lo creo ─respondió Martina.
─Oigan ─dijo Mayra Palacios señalando una porción de los números─. Estas cifras son una fecha. Esta cifra es el mes de febrero, y esta es el año 2012. Y esta otra… ¿será una hora?
─Es cierto ─comentó Claudio─. Y es la fecha de mañana al mediodía.
─Mayra debe de querer que nos veamos a esa hora mañana ─comentó Guadalupe.
─Solo falta saber ¿Dónde? ─murmuró Angelina.
─Donde… ─murmuré también yo─. ¡Eso es!
─¿Lo descifraste?
─Las primeras cifras son coordenadas.
Acto seguido, saqué mi celular y abrí el navegador de Google Maps, inserté los números y me dio una ubicación.
─Perfecto ─exclamé─. Me da un lugar a las afueras de Tokio en una zona boscosa, Mayra quiere que nos veamos ahí mañana al mediodía.
Al día siguiente, un día nublado, los miembros de SPEED acudimos a la cita de Mayra Páez. Me daba curiosidad saber a dónde nos había citado.
Salimos de la ciudad y llegamos a la zona boscosa que ya había identificado el día anterior.
Terminamos llegando a un monte con unas escaleras de piedra que se perdían entre la vegetación de aquel cerro. Un torii nos daba la bienvenida. Y subimos por las escaleras. Fue muy pesado porque no me imaginé que fueran tantas pero al final lo logramos.
Frente a nosotros apareció un templo sintoísta en ruinas aunque la mayor parte de la estructura permanecía de pie.
Vimos que, sobre algunas de las paredes del templo había algunas cartulinas con el nombre de nuestra Sociedad, y en la más grande, que se encontraba al centro decía con letras gordas “Graduación”
La líder de SPEED estaba sentada a las afueras del templo esperándonos pacientemente.
─Vaya, lo resolvieron ─comentó alegre la chica.
─Bueno, tampoco fue muy difícil que digamos ─dijo Gibrán.
─¿Qué es todo esto? ─pregunté mientras nos acercábamos.
Mayra se puso de pie. Levantó las manos al cielo como si fuera a orar y gritó con voz potente:
─Sean bienvenidos a la última reunión de SPEED.
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