Yatareni - Volumen 3 - 63
Dejé mis maletas en casa de mi tía y Mayra dejó su auto aparcado enfrente. Las dos Mayras, Gibrán y yo nos fuimos caminando. Llegamos al cerro, subimos por él y finalmente llegamos a la antigua base de SPEED. Tal y como lo había dicho Mayra Páez, la iglesia otra vez estaba en el mismo estado que cuando vine por primera vez. Los libreros repletos de manga, los aparatos electrónicos, los muebles, las paredes falsas y todo lo demás se había ido. Lo único que permanecía era la techumbre y eso era porque había quedado íntegramente anclada a los muros del recinto. Los cuatro sentimos una inmensa nostalgia en ese momento que se manifestó por medio de un gran suspiro.
Una leve y tenue llovizna como rocío comenzó a caer en todo el pueblo y sobre nosotros pero no le tomamos importancia.
En aquel momento Mayra Páez y Gibrán, como si se hubieran puesto de acuerdo, dieron un paso al frente, juntaron las manos como si fueran a rezar y se inclinaron levemente cerrando los ojos. Como un saludo japonés.
Y a una sola voz, dijeron:
─Gracias por albergar nuestra Sociedad. Te debemos mucho.
Al inicio Mayra Palacios y yo nos preguntábamos a qué venía eso, pero luego entendí que en efecto, había mucho que agradecerle a este lugar. Sobretodo yo. Aquí habían sucedido muchas cosas divertidas, tristes, y tal y como dijimos en la graduación, también aprendimos mucho. Este lugar nos dio muchos momentos inolvidables.
Mayra Palacios y yo hicimos lo mismo. También nos inclinamos y los cuatro presentamos nuestros respetos a una vieja iglesia abandonada.
Así permanecimos como treinta segundos.
Después de aquello el primero en despedirse fue Gibrán.
─Me tengo que ir ─anunció─. Tengo que prepararme para mudarme a Sayula.
─Por supuesto ─exclamó Mayra Páez mientras se abrazaban─. Mucha suerte amigo.
Se despidió también de nosotros con un abrazo.
Cuando ya se estaba yendo Mayra Páez todavía le deseó suerte con el nuevo negocio del que se encargaría.
Entonces se volteó e hizo algo que no nos esperábamos. Se quitó parcialmente sus anteojos oscuros siendo esa la primera vez que lo veía hacerlo. Parecía más bien que lo hacía para mostrarnos sus ojos. Unos ojos verdes que resplandecían como esmeraldas.
─Les aseguro que la Fonda de Comida Económica siempre será exitosa ─fue lo que nos dijo.
Acto seguido, se colocó de nuevo los lentes, dio la vuelta y se alejó por un sendero hasta que lo perdimos de vista. Nos dejó sorprendidos por lo que hizo o quizá porque nadie se esperaba que tuviera ojos verdes. Pero Mayra Páez era la que parecía más impactada.
─¿Pasa algo? ─preguntamos.
─Ese color no… no, no es nada, olvídenlo ─respondió.
Es curioso que ella que lleva más tiempo de conocerlo, no supiera que sus ojos eran verdes. O esa fue la impresión que me dio. Luego cambió de tema.
─Yo también tengo que irme.
Así que primero se dirigió a mí.
─Ha sido un placer Eliseo ─me dijo al tiempo que me extendía la mano─. No creo que pueda disculparme lo suficiente por lo que te hice en Japón pero realmente lo siento ─y me abrazó.
─No te preocupes traidora ─le susurré sarcásticamente mientras correspondía su abrazo─. Yo te perdono.
─Tarado ─me sonrió.
─Además algo como eso no me detendrá ─exclamé─. Escribiré una novela cien veces mejor que esa.
─Espero leerla ─dijo sin dejar de sonreír─. También tu anime irá viento en popa, Alice se encargará de todo. Ya no tendrás que venir con ellos pero podrás ver sus resultados en su página web.
─Gracias.
Y luego se dirigió a Mayra Palacios.
─También a ti quiero pedirte disculpas por…
─Ya olvídalo ─interrumpió Mayra Palacios─. No hablemos del pasado, yo también te perdono.
─Desde que te conocí siempre me pregunté por qué nos parecíamos tanto ─comentó Mayra Páez─. Y ahora lo entiendo. Me has mostrado una faceta de mí que no conocía. Eres como una versión alterna de mi misma y eso me ha enseñado mucho a cómo cambiar mi manera de ser. Aprendí muchas cosas gracias a ti.
─Creo que puedo decir lo mismo ─respondió la de la capa roja─. Gracias a ti supe lo que tenía que hacer para ser una mejor persona. Bueno, más o menos.
─Yo también me preguntaba por qué se parecen tanto ─murmuré─. Podrían ser hermanas gemelas que fueron separadas al nacer.
─¿Hermanas? ─preguntó Mayra Páez─. Dime Eliseo, si fuéramos hermanas, ¿crees que deberíamos hacer esto entre nosotras?
Como si ambas se hubieran puesto de acuerdo antes se abrazaron de una manera sensual y comenzaron a juguetear entre ellas.
─¡Ven acá preciosa! ─le dijo Mayra Palacios a la otra y acercó su rostro con el de ella al tiempo que se acariciaban. Estaban a milímetros de darse un beso. Y de verdad juré que se lo darían. Pero se separaron al tiempo que empezaron a reírse.
Yo mientras tanto, estaba… bueno, eso fue una acción inesperada. Aunque no negaré que quería que avanzaran. ¿Está bien que diga eso?
Ellas se burlaban de mí porque aseguraban que me había puesto muy rojo. No supe qué contestarles porque había algo de verdad en eso. Ahora pensarán que soy un pervertido.
─Pensar que hace dos días querían matarse entre ustedes ─murmuré.
Finalmente nos despedimos de Mayra Páez deseándole suerte en su carrera musical y ella dejó el lugar, perdiéndose entre los senderos del cerro.
Ya solo quedábamos Mayra Palacios y yo. O dicho de otro modo, el momento había llegado.
Sin embargo, antes de que pudiera pensar en algo, la lluvia que hasta ese momento había sido fina se soltó con más fuerza, obligándonos a refugiarnos dentro de la iglesia. Básicamente se estaba repitiendo la misma situación de hace seis meses, cuando entré por primera vez a esa iglesia y conocí a Mayra Palacios.
Curiosamente los dos adoptamos las mismas posiciones que cuando nos vimos ese día: sentados uno frente al otro. Creo que lo hicimos inconscientemente. Aunque pudiera parecer la misma escena de entonces el contexto era otro porque ya habían pasado muchas cosas entre los dos. Cosas que nos fueron acercando hasta desembocar en esto que ahora siento por ella.
Aquel día no teníamos tema de conversación ni ganas de hablar, y más ella. Hoy por lo menos yo sí lo tenía pero me faltaba valor, demasiado valor. Quería decirle lo que sentía pero no hallaba las palabras.
Viendo bien a Mayra me he dado cuenta de que ha cambiado tanto. Su rostro parecía tan sombrío y sus ojos no reflejaban nada el día que la conocí, pero ahora parecía resplandecer. Ya no usa vestidos góticos, pero si tuviera puesto uno aun se vería muy distinta a la Mayra que conocí aquel día.
─Ha sido… un buen viaje ─murmuró Mayra sonriendo─. ¿No lo crees?
─¿El de Japón?… ah… sí, claro, lo fue ─respondí titubeando.
Evidentemente los dos estábamos teniendo problemas para comenzar una conversación decente.
─Hablaba de SPEED ─comentó la chica y de inmediato, giró la mirada apenada después de que nuestras miradas se cruzaron por casualidad.
Le sonreí. De un tiempo para acá cuando hace cosas así de tiernas hace que me enamore cada vez más de ella. Realmente quería decírselo, pero el valor que me hacía falta era más grande que mis ganas.
─¿Qué quieres decir con eso? ─pregunté.
─Hablaba… de las cosas que hicimos en el club ─respondió Mayra─. Fue como un buen viaje.
─Ah… supongo que sí ─pero en realidad no sabía de qué estaba hablando, solo respondía por responder.
Y de nuevo permanecíamos en silencio después de esa conversación sin sentido.
Pasamos otro rato en silencio esquivando miradas mutuas, hasta que afuera la lluvia escampó y Mayra se levantó anunciando que debía irse. Pero aunque sus palabras decían eso el tono de su voz parecía contradecirla. Yo también me levanté para despedirme.
─Gracias por todo Eliseo ─me dijo mientras nos abrazábamos─. Gracias por todo lo que hiciste por mí.
─No es nada ─contesté─. Yo solo quería ayudarte.
─Y vaya que lo hiciste.
Aunque ya no nos dijimos nada permanecimos abrazados. No quería separarme de ella. No quería que eso se acabara. No quería que se fuera sin decírselo. Pero me maldigo a mí mismo por no tener el valor suficiente para hacerlo ¿Por qué me costaba tanto trabajo?
─Al final sí cumpliste tu promesa ─murmuró cuando aún seguíamos juntos.
─¿Promesa?
─Lo que me dijiste aquí entonces ─respondió─. Valió la pena no haber… ─y se detuvo en seco.
─¿Qué cosa?
─No, nada, olvídalo ─respondió─. Cuídate mucho Eliseo… suerte con tus novelas, me encantará leerlas.
─Tú… también… suerte con tu carrera ─titubeé.
Me sonrió pero no salió de inmediato de la iglesia. De hecho, permanecimos largo rato mirándonos y sonriéndonos como idiotas. Ella caminaba de espaldas y estuvo a punto de caerse en dos ocasiones. Y aun así yo seguía ahí, sonriéndole.
─Adiós Eliseo ─me repitió.
─Adiós Mayra ─le dije otra vez.
Seguíamos viéndonos como idiotas y repetimos nuestra despedía por tercera vez.
Yo estaba buscando algún pretexto para posponer su ida y que pudiera atreverme a decirle lo que sentía pero nunca se me ocurrió nada. Y finalmente, Mayra Palacios se fue dejándome solo en aquella iglesia.
Quería salir y confesarle mis sentimientos pero mis piernas no respondieron. No sé si la volveré a ver de nuevo, y aun sabiendo que quizá no la volvería a ver, no me atreví a hacerlo.
Y en vez de tomar valor, simplemente se me ocurrió dar vueltas por aquella iglesia abandonada. Admirándolo todo por última vez. Sería como una despedida simbólica. Después de todo este fue el primer lugar que me llamó la atención de un pueblo que consideraba aburrido en ese entonces.
Llegué hasta el fondo del recinto donde estaba aquella pared curva y donde permanecía un montón de basura. Aquel sitio fue el único de toda la iglesia que nunca se remodeló precisamente por la presencia de la pared curva que evitaba ocupar adecuadamente ese lugar.
Y ahí, entre todo ese montón de basura, vi algo que llamó mi atención. Un papel hecho bola que parecía tener algo escrito en él, como una carta.
Lo levanté, lo desdoblé y lo leí.
─Esto es… ─dije a medida que iba leyendo─. Es la letra de Mayra.
Conforme iba leyéndola me iba invadiendo un terror inmenso que no hacía más que acrecentarse. Entonces recordé el lejano día en el que la conocí y las cosas que llevaba con ella.
─¡No… me… jodas Mayra! ─exclamé─. ¡¿Qué mierda tenías en la cabeza?!
Sin importarme siquiera que la lluvia reanudara su fuerza, salí disparado de la iglesia tras Mayra.
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QUE TE PARECIÓ?