Yatareni - Volumen 3 - 64
─¡MAYRAAA! ─grité con todas mis fuerzas a medida que me acercaba a la chica.
Cuando logré divisarla corriendo para escapar de la fuerte lluvia y volteó después de escucharme, aceleré y preparé mi puño derecho. Usando el propio impulso que obtuve al correr logré conectarlo con su rostro.
La chica salió disparada y aterrizó en un charco de lodo que se estaba formando por la intensa lluvia que estaba cayendo. Naturalmente quedó muy sucia. Definitivamente no se esperaba que la golpeara de esa manera.
─¿Qué…? ─me preguntó sollozando mientras se sobaba la parte afectada por mi golpe─. ¿Por qué me golpeas?
─¿Qué es esto? ─pregunté sumamente molesto mientras le mostraba la carta que acababa de leer.
Reaccionó espantada. Definitivamente era suya.
─No puede… ser ─se dijo─. Pensé que la había…
─¿Qué demonios es esto? ─volví a preguntar.
─No… es nada ─respondió─. De verdad.
─¿En serio? ─repliqué─. Entonces no te importará si lo leo en voz alta ¿verdad?
─Eliseo, hay que calmarnos ─exclamó mientras se levantaba─. Está lloviendo muy fuerte, primero hay que refugiarnos y después te explicaré todo con calma, así que…
─No señorita, no se va a escapar tan fácilmente de mí ─repliqué─. Creo que sólo quieres buscar una oportunidad para zafarte, así que te quedas ahí y me vas a escuchar leerte esto.
─No, por favor ─me suplicó─. Por favor no la leas, ya superé eso, te lo juro.
─Precisamente por eso la voy a leer ─contesté─. Si ya lo superaste como dices, no deberías de temer nada.
─¡Por favor Eliseo, no me hagas esto!
─¡Yo soy el que debería decirte eso!
Desdoblé la hoja y comencé a leer con algo de dificultad, y no precisamente por la lluvia, más bien porque me costaba trabajo leer eso que había sido escrito por Mayra. Era difícil de procesar.
“Hola papá. Verás, hay algo que me gustaría decirte, pero no me atrevo a decirlo de frente, así que decidí escribirte esa carta. De todos modos para cuando la leas yo ya estaré con mamá.
Me despidieron del trabajo en el mercado. Cometí un error, una estupidez. Bueno, en realidad siempre he cometido errores en mi trabajo, pero esta vez fue uno grande. Hubo pérdidas y ahora le debo al dueño 10 mil pesos. El jefe estaba molesto, y era de suponerse porque no era la primera vez que cometía un error como bien sabes. Me reclamó de nuevo que siempre cometía errores hasta en las cosas más fáciles, y como esa vez fue una perdida enorme, me llamó una inútil, que no servía para nada y me despidió. Había colmado su paciencia con mis errores. Me sentía tan mal que empecé a llorar sobretodo porque me dijo que aún tenía que pagar ese dinero faltante. Pero solo quería contarte esto para que estuvieras al tanto.
El jefe tiene razón, soy una inútil, no sirvo para nada. La partida de mamá me ha afectado más de lo que pensaba. Sigo refugiándome en esta iglesia sucia, descuido mi imagen personal, evado mis problemas y huyo de ellos pero no hago nada por resolverlos, y la verdad es que ya me harté. Por eso es que también te dejo este mensaje, lamento tener que hacerlo, lo pensé varias veces pero no encontré otra solución. Sé que la última vez que cometí una estupidez tú tuviste que pagar por mis errores, pero esta vez es demasiado dinero y me apena tener que pedirte que tú resuelvas los errores que yo cometo. Por eso decidí ya no darte más problemas después de este.
Si me voy con mamá nadie aquí me buscará ni me extrañará, para la gente de este lugar y a veces hasta para ti soy invisible. Sé que quizá te dolerá cuando me encuentren aquí y quizá sea una escena horrible pero te aseguro que estaré liberada, y que podré estar con mamá, que es lo que siempre quise. Perdón por todo lo que te he causado papá, no olvides que te quiero mucho aunque seas alcohólico.
Con mucho amor, Mayra Palacios”
─Eliseo ─exclamó mientras lloraba hincada─. Yo…
─Antes que nada ─interrumpí─. Explícame esa cuestión de tu trabajo. Jamás mencionaste que trabajabas en un mercado.
─No es algo que quisiera recordar.
─No te estoy preguntando ─repliqué─. Dime.
─Después de que dejé la carrera y de que mi papá cayó en el alcoholismo ─explicó─. Tenía que ponerme a trabajar para sacar dinero, pero estaba muy mal entonces por la pérdida de mi madre a pesar de que ya había pasado mucho tiempo. No me podía concentrar y siempre me despedían de todos mis trabajos por incompetente. Entonces entré a trabajar en el mercado de Sayula y ahí también cometía error tras error.
La gota que derramó el vaso fue una ocasión en la que tenía que alcanzar unos productos situados en una repisa muy alta. Aunque teníamos escaleras, se me hizo más fácil treparme por la repisa para alcanzarlos, pero el peso me ganó y me caí al suelo. La repisa estuvo a punto de caerme encima pero uno de mis compañeros logró salvarme a tiempo. Sin embargo, todo ese producto se perdió. Fueron diez mil pesos en pérdidas.
─¿Y aún tienes esa deuda?
─No ─respondió─ Usé el dinero del concurso de cosplay y el dinero del concurso de belleza de la fiesta para pagarlo.
─¿Aun tenías ese dinero?
─Siempre guardé ese dinero para pagar esa deuda ─respondió─. Es cierto que tenemos más dinero gracias a lo que nos dieron por detener la minera. Pero yo siempre sentí que no me lo merecía porque yo no hice mucho esa noche. Fuiste tú quien le insistió al alcalde que a mí también me dieran parte de la indemnización de la minera, por eso nunca consideré ese dinero realmente mío. Pero el dinero de los concursos fue algo que yo realmente gané, que sentí realmente mío y por eso es que lo use para pagar esa deuda.
─¿Y qué paso después?
─El chico que me había salvado, que se llamaba Rubén, me defendió argumentando que en ese momento él estaba usando la escalera. Se culpó del accidente y le rogó al jefe que no me despidiera pero aun así lo hizo. Incluso le reclamó diciendo que si no me hubiera salvado, yo habría salido seriamente lastimada y eso hubiera sido peor para él de modo que la pérdida de toda esa mercancía realmente estaba justificada. Pero yo sabía que lo hacía porque… él siempre estuvo enamorado de mí desde que me conoció pero nunca le correspondí. Aunque sabía que era un buen chico, yo, en ese entonces estaba demasiado deprimida y muy mal como para poder corresponderle, quizá en otra época lo hubiera hecho, y al final fue el propio Rubén quien pagó esa deuda por mí, de su propio dinero.
─Entiendo ─murmuré─. En realidad, tus diez mil pesos se los pagaste al tal Rubén por lo que hizo por ti.
─Así es. ─comentó─. Durante mucho tiempo me ponía mal incluso acercarme al mercado de Sayula por lo que hice, pero poco a poco fui perdiendo el miedo. Al final, la tarde antes de irnos a Japón, le pagué el dinero a Rubén.
─Ok, entiendo eso ─comenté un poco más calmado─. Pero en ese momento se te ocurrió que la forma más fácil de resolver tus problemas era quitándote la vida ¿no?
─No ─respondió─. Bueno, es que…
─¿Es que qué Mayra? ─increpé─. Eso no tiene justificación. Nunca he sabido qué piensan los suicidas. Creen que matándose arreglarán todo cuando solo lo empeoran.
─Pero yo…
─No he terminado ─interrumpí─. Ponte a pensar en lo que sufriría tu papá si descubre que su hija se quitó la vida. Deporsí estaba sufriendo por perder a su esposa y ahí vas tú a provocarle otra desgracia. Al final él también se terminaría quitándose la vida o la perdería por una cirrosis de tanto tomar alcohol ¿Eso querías? ¿Destruir tu familia? Si te mataras y encontraras a tu madre allá a donde fueras a parar ¿Crees que estaría feliz de lo que hiciste? Ahora que ella no está eres la única que le queda a tu papá. ¿Por qué eres tan egoísta? Solo pensabas en tí misma y en tus problemas pero no en los demás.
─No ─respondió llorando─. Es cierto que pensaba eso antes, pero ahora ya no y eso te lo debo a ti. Fuiste tú quien me salvó la vida, que me sacó de la oscuridad de la que estaba. Me hiciste una mejor persona. Te debo tanto Eliseo. No tengo manera de pagarte lo que hiciste por mí, ni siquiera con mi vida, aunque… ─se puso de pie y respiró hondo─. Quiero de todos modos… compartirla contigo.
─¿Eh?
─Te amo ─me dijo lentamente─. Te amo Eliseo. No sabes cuántas ganas tenia de decírtelo, así que… lo siento, lamento haberte hecho sufrir esto por eso sé que… nunca te fijarías en una chica como yo.
La confesión de Mayra despejó un poco mi mente aunque ahora tenía que procesar lo que me acababa de decir. Pero me relajé, incluso su confesión me elevó a las nubes por unos segundos.
─Mayra ─murmuré seriamente pero con muchas ganas de llorar. Me costaba aguantarme─. ¿Te das cuenta de lo que hubiera pasado si no te hubiera conocido aquel día en la iglesia? ¿O si hubiera llegado un día después, o una hora después incluso? Yo subí a esa iglesia por mera casualidad. No sabía qué había ahí. Ese día no tenía nada que hacer y me dio por explorar el pueblo, y casualmente subí al cerro, y casualmente me encontré con esa iglesia, y casualmente me encontré contigo.
En aquel momento no lo sabía porque aún no te conocía pero ahora que me pongo a pensar en ello, siento una sensación horrible. El saber que por muy poco no te hubiera encontrado con vida y nada de lo que vivimos hubiera sucedido me lastima. No sabes cuánto agradezco haber estado ahí en ese momento. Realmente me siento bendecido de haber venido a este pueblo que consideraba aburrido, solo para conocerte. Incluso si el pueblo realmente hubiera sido aburrido, conocerte haría que todo valiera la pena.
─Eliseo… yo lo sient…
Dejó de hablar en cuanto me abalancé hacia ella y puse mis labios en los suyos.
Al inicio, reaccionó sorprendida, pero después se dejó llevar.
Aunque seguía lloviendo fuerte, aunque nos estábamos empapando, no se sentía nada más que nosotros mismos. Como si todo a nuestro alrededor se hubiera esfumado y solo quedáramos nosotros dos. Como si ese beso fuera lo único que pudiéramos entender.
─Y bueno… para que lo sepas ─le dije después de separarnos─. Precisamente porque eres como eres, porque sé que lograste salir adelante es que me siento orgulloso de ti. Por eso es que también te amo. Y al igual que tú, también quería decírtelo desde hace tiempo, aunque no mucho.
Ella me miró con unos ojos hermosísimos y una sonrisa igual de hermosa.
Nos volvimos a unir en otro beso aún más apasionado que el anterior. Ya no había nada que ocultar. Ambos nos acabábamos de liberar de lo que nos ataba y éramos las dos personas más felices sobre la Tierra.
La típica escena cursi de la pareja besándose bajo la lluvia era algo que no soportaba por lo empalagoso que se me hacía. Pero cuando uno está del otro lado poco le importa eso, sobre todo si es con la persona que más se ama.
Luego de eso nos abrazamos. Ahí nos percatamos finalmente de que nos encontrábamos en un cerro bajo una intensa lluvia que de todos modos parecía disminuir en fuerza. Y aun así, queríamos seguir ahí a pesar de todo. Pero no podemos dejar que el amor nuble nuestra realidad.
─Hay que irnos ─le dije sonriendo como si le estuviera diciendo algo bonito─. Está lloviendo muy fuerte.
─Desde hace rato ─respondió con una sonrisa que en otra época se me hubiera hecho idiota, pero que ahora me parecía de lo mejor del mundo.
Cuando ya nos estábamos poniendo en marcha dije su nombre y extendí mi mano.
Ella volteó y la observó. Aunque le tomó unos segundo entenderlo al final sonrió.
Mayra tomó mi mano y entrelazamos los dedos.
Ya no se avergonzaba como antes, ahora parecía disfrutarlo, al igual que yo. Es hermosa esta sensación, tenía bastante que no la sentía.
Y así, tomados de la mano, dejamos aquel lugar.
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